miércoles, 23 de junio de 2010

Poemas, Sam Hamill.








EM y SH, Bar La Poesía, Buenos Aires.
Fotografía Mong-Lan






Versiones Esteban Moore, Buenos Aires.



Las redes




En algún sitio alguien
a la orilla del mar
al calor de una pequeña hoguera
está desenredando
las pesadas redes del deseo.

Trabaja despacio, sus dedos sangran,
su mente a un tiempo y a medias,
piensa....... escucha........
sabiendo que sólo el mar alimentará su sed.





El don de lenguas




Todo aquello que hurto, lo doy.
Una vez, rodeado de pinos tan altos
como estos,
la misma luna creciente deslizándose, suave,
a través de la altura,
yo estaba sentado, acurrucado sobre mis rodillas,
en compañía de un amigo, fumando, bebiendo té,
intercambiando historias de coyotes y mentiras.

Él me dijo algo acerca de las palabras,
que cada una de ellas es un nombre,
y que cada nombre es el de Dios.
Yo que no tengo ningún dios
permanecí sentado en la vastedad del vacío,
tan callado como podía en el silencio.
Un sendero que puede ser nominado no es el sendero.
Cada una de las palabras refleja
el Espíritu que no puede ser nombrado.
Cada palabra un don, su valor en exacta proporción
al espíritu en que ésta es entregada.

Así habladas, estas palabras que entrego en este instante
por medio del chino antiguo de Lao Tzu,
fueron robadas veinticinco siglos más tarde
por este un humilde ladrón.
La Palabra es sólo evidencia de lo real:
en la lengua hopi no hay ballenas;
en el inglés norteamericano no existe el Cuarto Mundo.






Viejos huesos





1.

Pensando en libros durante toda esa tarde tranquila
partí leña. Recordé entonces a Snyder

haciendo un mango para su hacha
mientras él a su vez recordaba

a Ezra Pound treinta años antes
recordando a Lu Chi.

Usando el hacha, la olvido.
Cerrando mis ojos, veo.




2.


Treinta y un narcisos amarillos
florecen en el pequeño jardín.

La semillas caídas del aliso cubren todo
con sus pequeñas escamas de oxido.

Una brisa atraviesa las colinas siempre verdes.
Trinos de pájaros distantes.

Cuando Hui Neng destruyó las sutras,
sus huesos ya se habían transformado en polvo.








3.

Deseando únicamente un buen verso orgánico,
escribí mil sonetos.

Deseando un poco de paz,
plegué mil grullas de papel.

Cada disciplina una nueva evasión,
cada grulla de papel una finta.

Basho sabía absolutamente nada acerca del agua
hasta que oyó a esa rana.





Un dragón en las nubes



Es el solsticio―
caliente, seco,
el aire demasiado pesado para moverse,
una bruma azulada cubre las montañas.

He estado asándome al sol
en compañía de la fábula de Elena
/ de Euripides.

Silenciosamente,
un pinzón hembra vuela desde el cedro
y se posa en el marco de la ventana abierta.


Entonces me doy cuenta
de su curiosidad.
Ella me está observando,

se acerca dando pasos breves,
cautelosamente.

La belleza de lo trágico,
la tragedia de la hermosura,

no sabe ni le interesa recordar.

Sólo sabe dos cosas:
que el mundo es plano,
y que vive de este lado

del único río que no podrá
atravesar en su vuelo.

Observa las esmeraldas en el pasto
y allí, solo ve semillas.

Nuevamente se mueve, se acerca aún más,
mueve la cabeza hacia los costados,
inspecciona mi cuerpo desnudo.
Sus ojos son grandes
y están agobiados por su sabiduría,

como los ojos de Kawabata
que sólo sabían
de la tristeza y la belleza.

Cierro el libro muy despacio,
apoyo la cabeza sobre mis brazos,
y miro sus ojos:

se transforma en mi amante
en mi maestro del dharma.

Morris Graves* sostiene que los pájaros
habitan un mundo donde el Karma no existe.







El ganado de Dresden



Ah, las ruinas del corazón humano.
un granero envuelto en llamas,
una catedral bombardeada,

las sombras de formas casi humanas
caen, se levantan, se deslizan,
silenciosamente se turnan
para entrar alternativamente
en la oscuridad o en la luz― Napoleón
o los eslavos que murieron
a lo largo del agonizante Elba.

Las viejas manos azules de mármol
del albañil colocaron piedra sobre piedra,
y las manos sangrientas de los amargos

las hicieron añicos.
Nos condujeron por las calles
como ganado. Lloramos

pero nadie acudió. Una cosa
es amar a otro ser humano,
otra saber

y recordar
como murió lo bello.





Perdido en la traducción



Olav Hauge escribió, "Lee a Lu Chi
y creá un poema." Robert Hedín
solo, sentado en la oscuridad, traduce
el poema de Hauge. En soledad
frente a mi mesa de trabajo en las horas
que preceden el amanecer, leo a Hedín
que lee a Hauge que lee a Lu Chi,
a quien traduje hace veinte años,
mientras aprendía este oficio del poema.

Hauge que desconoce la lengua china
invita a otro huésped sin nombre
a nuestra pequeña conflagración.
¿ A quién ha estado leyendo Hauge ?
Quién sabe... ¿ Quién sabe ?

La primera luz gris del alba y la lluvia de agosto
Se filtran suavemente a través de los árboles.
Sí. Le leeré mi poema a los cuervos.






Dos pinos



1- Yun Chia reconsiderado

El viento en los pinos
la luz de la luna temblando en el arroyo
en la medianoche profunda
en la tarde más fría:
¿ Qué significa?


2. El pino de Hakutsu.

Un gran pino se sostiene solitario
a un lado de una vieja casa de piedra.
Examinados en detalle:
es como encontrarse
frente a frente
con ancianos sabios.





Montañas y ríos sin fin


Luego de hacer el amor, somos como ríos
que descienden de la cima de las altas cumbres.

Permanecemos en la quietud, nos movemos
tranquilos en la profundidad del peligro―

dos ríos penetrando el océano
serenos, como si nada tuviera importancia:

sosegadamente, pero con gran energía
confluyendo en las aguas cada vez más profundas.





Lo que el agua sabe



El alma debe aprender a perdonar aquello que la boca canta.
A los ojos del mundo una rata es tan moral como un monje.
Sin embargo, el corazón es un río
derramándose de sí mismo, un río que no puede ser vadeado.

Este río desemboca en una bahía
y se vuelve sobre sí mismo con la marea entrante,
transporta el canto del somorgujo y la sal
de lo indescriptiblemente humano.

Un águila distante penetra la boca de otro río
allí ya no nadan los salmones y, sus anchas alas planean
río arriba hasta desaparecer en la nada de donde vino.

Sólo el pensamiento permanece. ¿ Careciendo de la astucia del águila
o de la sabiduría del gorrión, hacia donde me dirigiré,
ahogándome en el dolor ? ¿ Quién sabrá lo que los árboles saben ?
Lo que sabe el joven arce con su paciencia de arañas o ¿ qué es lo que confiesan
/los sauces ?

Déjenme ser agua. El corazón se derrama en olas.
Escuchen lo que las aguas nos dicen.
Viento, se nuestro amigo.
No existe nada que no pueda perdonar.





La flor de la orquídea




En el instante en que me pregunto
si la orquídea va a morir
ella florece

y no puedo explicar la emoción
en mi corazón, ni por qué tanto placer
proviene de ese pequeño capullo
en el extremo de un delgado tallo,
de esa pequeña flor
sanguínea roja dorada

abriéndose en el apogeo del verano
pequeña, perfecta en su plenitud.

Incluso para un poeta
de cabellos blancos y rostro curtido,
ella es en su pureza, erótica,

pistilo y estambre, polen,
rocío del mundo, una cucharada
de tierra y de agua.

Ella es erótica
porque en el corazón del nacimiento
la muerte afirma su existencia,

y el efecto dramático de los viejos prismas luminosos
del alba, allí en las húmedas ramas del cedro,

profundísimo misterio
mientras lavo la vajilla al atardecer
o bromeo con mi esposa,

quien a cada momento se vuelve más bella
simplemente porque uno de nosotros ha de morir.



Ojos bien abiertos


La pequeña niña de piel aceitunada
me mira detenidamente
desde la fotografía

sus ojos inmensamente abiertos,

bellísimos ojos de un castaño intenso
brindan en silencio, testimonio
a ese dolor tan viejo como el mundo.

Ella era joven,
y muy bella, tan bella como sólo
los jóvenes suelen serlo,
pero en su belleza
soporta callada
las calamidades:

pues sus lágrimas se han agotado.

Cerré la revista y me dirigí
a la pila de leña
partí algunos troncos, pensando,

" Esta noche su fuego es probablemente
una fogata abierta,
sus llamas brillantes
izándose como pendones lamen el aire
flamean en la brisa."


Cuando era un niño
oí acerca del derramamiento de sangre en Korea,
del ejército rojo posado en nuestro umbral,
y también de las bombas que para siempre

aniquilarían nuestro mundo.



Me refugié debajo de mi pupitre como el resto de este mundo tonto.



En Okinawa, vestí el uniforme*
y porté armas
hasta que mis ojos comenzaron a abrirse,
hasta que me ahogué
con el orgullo del cuerpo de marines,
hasta que me dí cuenta
de lo deliberado de mi ceguera.

¿ Cuánto dolor es una vida ?
¿ Qué es lo que se puede hacer
si no nos ponemos del lado de los desaparecidos, los asesinados,
los huérfanos
nuestros propios niños armados, y damos testimonio

con nuestros ojos bien abiertos ?

En mi niñez asustado de la noche
y llorando en mi cama,
mi padre me decía un poema o cantaba,

"Monturas vacías en el viejo corral,
hacia dónde cabalgarán esta noche."

Homero pensaba que los muertos llegaban
a un campo de asfódelos.
"Musashino," cerca de Tokyo, significa
"la llanura de Musashi,"
el camino del guerrero lavado en sangre.

Las canciones de guerra son cantadas
al son del ritmo de las viejas marchas―
Oh, sí cono nos gusta honrar a los muertos.

¿ Un mundo sin guerras ?
¿ Quién sino un niño o un tonto
podría imaginar tal cosa ?


Los líderes de las corporaciones se educan
con El arte de la guerra de Sun Tzu.
"Todos deploramos la guerra," dice el presidente
mientras ordena nuevos bombardeos,
"pero Dios está de nuestro lado."

¿ Cuál sangre es cristiana,
cuál musulmana, judía o hindú ?

La niña hermosa con sus bellos ojos tristes
me observa, pero
no ha hablado. ¿Qué podría decir ?

Ella sobrelleva la carga de hallar otro camino.

En sus ojos, las ruinas, el temor,
los zapatos que no pueden ser llenados, las manos
que nunca acariciarán su cabello.

Pero, escuchen y oirán su voz,
baja, triste, dolorida.
―Ya está en tu interior―


un latido, un susurro,
promesas rotas―

si sólo pudieras oir

con tus ojos bien abiertos.





El poema de Nueva York




Me siento en la oscuridad, sin amargarme
exactamente, no estaba esperando el amanecer
que ya comenzaba, a las seis y veintiún minutos,
en un día de octubre su luz grisácea detrás de los árboles.
Me siento, respirando, la mente girando sobre su rueda.

Hayden escribe, " ¿ De qué sirve la poesía
en tiempos como estos ? Y yo supongo
que entiendo cuando él dice, " Un poeta
simplemente no puede comprender
ningún significado en tanta matanza."

No obstante, atrapado por el horror,
me vuelco hacia la poesía, no la prosa,
ella me ayuda a discernir cosas―
del modo en que puedo― las mentiras, asesinatos
y las hipocresías que te quitan el aliento


de aquellos que dirigen una nación
o una iglesia. "¿ De qué sirve la poesía ?"
me senté 12 de septiembre del dos mil uno de esta era,
y leí a Rumi y besé el suelo.

Y ahora que millones se mueren de hambre
en el nombre de la guerra santa. Toda guerra
es santa. Es la misma historia patética
de la que se derivan
la "proporción bíblica".

Oigo el eco de los pasos de Pilatos
sobre el adoquinado, la voz de Joe McCarthy
insultando en el senado, el 'muchacho gordo' estalla
mientras todo el firmamento se estremece.
En la ciudad de Nueva York, el choque de los aviones

y el subsecuente desmoronamiento de los edificios
produjo ondas sísmicas. Para comenzar a hablar
de los muertos, de los que están muriendo... ¿ cómo
puede todavía un poeta hablar de proporción, en estos tiempos ?
Sin embargo, como dijo el viejo griego,
"Caminamos sobre los rostros de los muertos."
El oscuro firmamento del otoño crece azul.
Solos entre cenizas y huesos y ruinas,
Tu Tu y Bashõ escriben el poema.
El último vestigio de furia ciega se desvanece


y una muda tristeza se asienta,
como el polvo, para el largo, muy largo trayecto. Pero...
si no me pongo de pie y canto,
si no me levanto y bailo nuevamente,
los bárbaros triunfarán.

Si es necesario besaré la espada que me matará.






Acerca de la muerte de James Oscco Anamaría


Cuando hallaron su cuerpo
en el basural
cerca del puente Pachachaca
en Abancay,

nadie pudo decir
quien fue el que
le arrancó
las uñas de los dedos,

quien le rompió las piernas
quien le extirpó el ojo
o quien finalmente lo degolló.

Nadie pudo decir
quien fue el que lo arrojó al basural
como un mensaje en una botella.

Nadie pudo decir
quién fue
mucho menos por qué.

Pero alguien sabe
la mano de quién está en el cebador
y la de quién en el gatillo del arma.


¿ Que habrá dicho el joven poeta
para merecer la muerte ?
¿ Fueron los autores de esta tragedia
los miembros de un escuadrón de la muerte ?

¿ Entrenados por la CIA ?
Nadie puede decirlo.

Alguien conoció el delicado
roce de su lengua
mientras ésta traía a la vida cada
vocal y consonante del poema.


Alguien recuerda
la lágrima en su ojo
cuando habló de la muerte de Lorca,
el timbre de su voz
cuando habló del Pueblo.

Alguien recuerda como soñaba
de una música democrática
a la sombra de los Andes,
de una poesía con alas.

Seguramente el joven poeta sabía
que la poesía es amor,
y en este mundo
el amor es cosa peligrosa.



A partir de Borges





Nadie es la madre patria. Los mitos de la historia
no podrán vestir la desnudez del emperador,
ningún discurso conferirle poder a los votos inexistentes,
ni honrar a los que viven en la pobreza
con nuestros himnos a los muertos. Nadie
es la madre patria. No lo son los héroes de nuestros
viejos genocidios, las guerras indias, ni aquellos
que navegaron hacia el oeste con cargas de carne humana
en cadenas, ni aquellos en cadenas que fueron traídos
contra su voluntad para trabajar y procrearse y morir
al servicio de sus amos, amos
cuyos hijos serían los que hoy y ahora son nuestros amos.

No, no hay héroes, excepto aquellos
quienes despiertan para saludar al amanecer con las manos vacías
y el corazón agobiado en un tiempo brutal. Ningún juramento
o solemne promesa revela aquello que existe en el corazón o la mente.

No, nadie es la madre patria. O quizás todos lo son.
Pues, ¿ quién puede vivir sin un país del corazón ?
Y sin embargo gritamos, "¡ Nosotros !" Gritamos, " ¡ Ellos!"
Yo rindo tributo a aquellos.
Resisto entre los exiliados.
La verdadera democracia no será conquistada
a punta de una pistola cargada, ni el honor fundarse
en himnos o paradigmas baratos
basados en la mentira social. Nadie es la madre patria.

Ésta no podrá ser hallada en la grandilocuencia
de los pomposos imbéciles del pueblo que aspiran a cargos públicos
sólo porque desean el poder. Ni en el brillo
de las medallas en el uniforme vestido por un hombre
cuyo pensamiento es uniforme y obediente
mientras jura su lealtad.
La madre patria es un estado de gracia, de paz,
un nuevo mundo que pacientemente nos aguarda.
La madre patria es un estado de la mente, una luz
inundando el jardín, un momento trascendental
una conciencia compasiva, algún verso extraordinario
en algún viejo poema que revela, ejemplifica
una posibilidad... en el tiempo... en el tiempo...

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