sábado, 31 de julio de 2010

Wallace Stevens, poemas.











Versiones Esteban Moore.









Depresión primaveral


Canta el gallo,
y la reina no despierta.


El pelo de mi rubia
reluce al sol,
como la baba del rumiante
flotando en el viento.

Oh, oh
el kikirikí
no obtiene el eco
del cocorocó.

La reina de verde brillante
vestida,
decide no hacer su aparición.


De la simple existencia


La palmera al final de la mente
detrás del último pensamiento, crece,
en la distancia de oros brillantes,

un pájaro de plumas de oro
canta en la palmera, sin significado humano,
sin sentimiento humano, una canción extranjera;

entonces comprenderás que no es la razón
la que nos asiste en la felicidad o tristeza de los días.
El pájaro canta, sus plumas resplandecen.

La palmera se yergue al borde del vacío.
El viento baila en sus ramas,
las doradas plumas del pájaro caen lentamente,
suspendidas en el aire.


Otoño inmortal


Recito este poema con voz grave y monótona
en alabanza del otoño, del lejano y sinuoso otoño
alabo los campos sin flores alabo las nubes, las altas
/ramas silenciosas
donde el viento arranca sonidos, músicas sombrías.

Alabo el otoño ésta es la estación del hombre,
ahora el extraño sol no se entromete en nuestra tierra
no vigoriza el verde ni deshiela el suelo escarchado
y el invierno todavía no agobia con su silencio las ramas del pino.

En el otoño compartimos los días con los negros cuervos
el extendido mundo del año susurrante se ha marchado
hay más espacio para vivir el una vez secreto amanecer
llega la tarde con la luz del día y la oscuridad camina indefensa.

Entre el bravo y turbulento arder de las hojas
y el invierno que cubre nuestros corazones con su nieve pesada
estamos solos y no hallarás las nubes nocturnas
la luna las estrellas mansas giran alrededor de nuestros hogares.
Ésta es la estación humana en el aire estéril
las palabras pueden transportar el aliento y el sonido se arrastra
y continúa resonando
oímos el grito de un hombre muerto
desde un otoño que se ha ido hace mucho tiempo.

Te llamo y mi súplica se extiende mucho más allá de este aire amargo.





















La muerte de un soldado


La vida se contrae,
al igual que en el otoño, se espera la muerte.
El soldado cae.

Y... no ha de ser, personaje del momento,
alimento de las comadres,
que reclaman para su memoria, pompa y homenaje.

La muerte es absoluta, desconoce ceremonias,
como en el otoño,
cuando el viento calla.

Sobre los cielos se detienen los vientos,
a pesar de todo,
las nubes siguen su camino.

El sol en marzo


El brillo extraordinario de este sol señala
la intensa oscuridad que me penetra.

Nuevamente ilumina las cosas que se embellecían
en el azul más extenso, y eran parte

de un espíritu que se transformaba en ser anterior;
también regresa desde el aire del invierno,

como una alucinación que deslumbra
la visión del ojo. Nuestro elemento;

el frío, allí estamos a gusto, el aire invernal
trae voces de leones que caen.

¡ Oh! rabino, guarda mi alma
y sé el sabio de esta confundida naturaleza.


Metamorfosis


Amarillito, amariiiilliiito,
Amariiiilliiiiiiiiito,
viejo gusano hermosas curvas
sep....tiem.......bre
en el viento.


El verano muere,
los pájaros han volado.
Oh, por favor recrea
oc... octu....octubre.

Las hojas descorteses caen,
la lluvia cae, el cielo cae,
se recuesta con los gusanos.

Los faroles de la calle
son aquellos que han sido colgados
balanceándose sin lógica
de aquí para allá
del cero al infinito, de la nada al limbo.




Wallace Stevens nació en 1879 en Reading, Pennsylvania, EEUU. Estudió leyes en la universidad de Harvard, luego de obtener su título de abogado trabajó hasta su muerte en 1955 para una compañía de seguros en Connecticut.
Sus primeros poemas fueron publicados en la revista Poetry y en 1923 dio a conocer un volumen de poemas, Harmonio, que incluyó el poema Trece maneras de observar a un mirlo.
Posteriormente publicaría, entre otros libros, Ideas de orden (1935) ; El hombre con la guitarra azul y otros poemas (1937); Las auroras del otoño (1950) y en 1954 se editó su Obra reunida.
En la actualidad sus meditaciones sobre el orden, la imaginación, la realidad y el arte; siempre enigmáticas, elegantes y conceptuales gozan de gran prestigio en la tradición poética norteamericana.