jueves, 18 de julio de 2013

Niels Hav:16 poemas.






Niels Hav
















Epigrama

Te puedes pasar la vida entera
acompañado de palabras
sin encontrar
la justa

Igual que un pobre pez
envuelto en un diario húngaro:
primero, está muerto,
segundo, no entiende
húngaro!

© Niels Hav -  Traducido por Ricardo Labarca

Sobre su ceguera

1
¿Es más barato ahora, me pregunto,
escribir con tinta que cuando Borges dictaba
sus cuentos laberínticos en Buenos Aires? 
El Homero argentino consideraba las palabras símbolos
que compartimos con los demás. “Creo que la estética abstracta
es una ilusión vana,” escribió en un prefacio
en el que renunciaba a la originalidad, casi sin jactancia.
Después de ciego tuvo contacto visual con John Milton
en El paraíso perdido.

2
El amor es ciego. ¡Pero pasaron cuarenta años!
Cuarenta años con estudios, imitaciones o ataques de ira
al escapar el tigre de sus sueños. A veces visitaba
al oculista, siempre con desilusión: Estudió
a  Joyce que debe haber amado a Nora, pero tan ciego
nunca fue. Alonso Quijano sólo después de                               
perder la razón y creerse Don Quijote, dejó
la biblioteca paterna; y cuarenta años después
de encontrar el amor en Ginebra, Borges quedó ciego –
¡Tan ciego como Beethoven sordo!

3
Trabajaba en la oscuridad y pulía mentalmente sus frases,
hasta centellear de pura metafísica
“Si uno es poeta, lo es siempre y se ve todo
invadido de poesía.” Borges se alimentaba
de su desgracia y reemplazó el mundo visible
con sagas y versos en inglés antiguo. Su ceguera
se volvió un don: sólo en aquel momento se puso
al nivel de Homero, y pudo ver
en la profundidad del oscuro y vasto mundo
en ese instante vertiginoso de la eternidad.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Cuando quede ciego

El amor es ciego –
y cada día cuando el ciego
pasa a topetones con su bastón,
el tráfico se detiene en menos de un segundo,
mientras divinos ángeles suben y bajan –
y el oculista cierra la clínica.
  
El amor es ciego,
pero el sexo inofensivo: Mi vista no tiene nada,
   puedo ver todo.

Por eso mis poemas de amor son un fracaso.
Con los ojos cerrados susurro en el teléfono,
en la estación está el ciego
como un santo evangelista
tarareando bajo la lluvia
- paralizado de amor.

Los enamorados se besan la punta de los dedos,
lo sé.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Muéstrame tus pechos

Cuando tengo hambre, pienso en tus pechos,
que nunca vi,
y en tu mirada rusa al pasar,
mientras pasiva e inquieta miras por el local
como una de las melancólicas hermanas de Chéjov,
tomando té mientras hablan de
viajar a Moscú.

Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

Es tan complicada la vida.
E incluso tocas el piano y vives con vista
a un cementerio donde por las tardes
el sol invernal medita
entre las tumbas.

Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

Cuando tengo hambre, pienso en tus pechos,
tu boca rusa, la luz amarilla de tu cocina,
que tampoco vi,
y en tu pudorosa muñeca cuando cortas
el pan y comes lentamente mientras observas
el cementerio y escuchas distraída
una sinfonía desenfrenada de Rachmaninov .

Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

Mas, él que duda pierde su tiempo: ¡quiero
ver tus pechos! Chéjov bebió champán
en su lecho de muerte, y Rachmaninov murió en América:
el agujero negro nos espera a todos. Ven
como estés, ¡vamos a Moscú!
Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

© Niels Hav   - Traducción: Gloria Galindo

 Confidencias

El invierno es feroz,
por eso es preferible a las
histéricas puestas de sol,
de la que nadie puede protegerse.

Como las mujeres que el sábado por la tarde
prefieren a un hijo de puta cruel, desgarrado por la existencia,
en lugar de un tipo amable que escuche
sus quejumbrosas confidencias.

Las entiendo bien: sólo las madres
y los idiotas pueden tolerar el lloriqueo –
como cualquier normal,
detesto los domingos de verano; especialmente al atardecer.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Las mujeres de Copenhague

Me he vuelto a enamorar de cinco mujeres
distintas durante un viaje en el autobús de la ruta 40
de Njalsgade a Osterbro. ¿Cómo va uno a controlar
su vida en esa condiciones?                                          
Una de ellas llevaba un abrigo de piel;
otra, botas rojas. Una leía el periodico; la otra, a Heidegger
 y las calles estaban inundadas de lluvia.
En el bulevar Amager subió una princesa empapada,
eufórica y furiosa, y me cautivó totalmente.
Pero se bajó frente a la estación de policía                 
y su lugar lo tomaron dos reinas con pañoletas fulgurantes
que hablaban con voces estridentes en pakistaní
durante el trayecto al Hospital Municipal
mientras el autobús bullia de poesía.
Eran hermanas e igualmente bellas, por lo que les entregué     
mi corazón a las dos y empecé a hacer planes de una nueva vida
en una aldea cerca de Rawalpindi, donde los niños crecen en medio del olor    
a hibisco mientras sus madres cantan canciones desgarradoras cuando
la tarde cae sobre las llanuras pakistaníes.  

¡Pero ellas no me vieron! Y la que llevaba el abrigo de piel lloraba
con disimulo, cubriéndose con el guante, cuando se bajó en Farimagsgade.
La que leía a Heidegger cerró el libro de súbito y me miró fijamente
con sonrisa burlona, como si acabase de vislumbrar a un Don Nadie
en su mismísima insignificancia. Así se me partió el corazón por quinta vez
cuando se levantó y se fue con las otras. ¡Qué brutal es la vida!
Seguí otras dos paradas antes de darme por vencido.
Siempre termina así: Uno, de pie en la acera, fumando un cigarrillo,
tenso y levemente desdichado.

Traducido al español por Orlando Alomá.
© Niels Hav

La visita de mi padre

Mi difunto padre me visita,
vuelve a sentarse en la silla que me dejó.
¡Bueno, Niels! me dice.
Bronceado y fuerte, su cabello brilla como charol.
Antes, arreglaba las lápidas
con pala y carretilla, yo le ayudaba.
Ahora él mueve la suya.
¿Cómo te va? me pregunta.
Le cuento todo, mis planes
mis intentos fallidos.
En el tablero cuelgan varias cuentas. Tíralas,
me dice ¡ya volverán!
Se ríe.
Por años estuve resentido conmigo mismo,
dice, me desvelé pensando
cómo ser un buen hombre.
¡Es importante!

Le invito un cigarrillo,
pero ha dejado de fumar.
Afuera el sol le prende fuego al techo y a la chimenea.
En la calle, los basureros gritan bulliciosos. 
Mi padre se pone de pie
los mira por la ventana.
Tienen prisa, dice, así debe ser.
¡Haz algo!

© Niels Hav   - Traducción: Gloria Galindo

El poema

No ataque
al poema: ¡Está arrestado!

El poema se niega a obedecer órdenes.

El poema no se da en confinamiento solitario.
El poema deambula en la intemperie, 
hurga en los residuos ajenos,
lleva pistola.

El poema desconfía de la ley y los tribunales,
mas confía firmemente en una ética superior.
El poema discute con azarosos transeúntes,
se mete a la oficina ejecutiva con acusaciones infames;
no tiene ningún respeto. Huele mal
(a mierda & rosas)

El poema espera gustoso la tormenta.
El poema pasa la noche en soledad
y desenfrenado éxtasis.
El poema se encuentra en los aeropuertos
a bordo de transbordadores hacinados.
El poema es en gran medida político, pero odia la política.
El poema es quisquilloso,
y abre la boca en raras ocasiones.

El poema estropea la fiesta.
El poema se saca la chaqueta
y sale a tu encuentro.
El nerviosismo es parte del poema.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

En defensa de los poetas

¿Qué hacer con los poetas?
La vida los maltrata
se ven tan lastimeros vestidos de negro
con la piel azulosa de sus borrascas interiores.

La poesía es una horrible enfermedad
los infectados deambulan quejándose
sus gritos contaminan la atmósfera como escapes
de estaciones atómicas de la mente. Es algo tan sicótico.
La poesía es un tirano
desvela por las noche y deshace matrimonios
arrastra a la gente en mitad del invierno a desoladas cabañas
donde permanecen ateridos, con sus orejeras y gruesas bufandas.
¡Imagínense qué tortura!

La poesía es una plaga
pero que la gonorrea, una abonimación terrible.
Pero consideren a los poetas, no es fácil para ellos.
Trátenlos con paciencia.
Son histéricos como si estuvieran embarazados de gemelos
crujen los dientes cuando duermen, comen tierra
y hierba. Se pasan horas en medio del viento ululante
atormentados por asombrosas metáforas.
Todos los días son sagrados para ellos.

Oh, por favor, apiádense de los poetas
son sordos y ciegos
ayúdenlos a cruzar las calles por donde van dando tumbos
con su invisible impedimento:
recordando toda suerte de cosas. De vez en cuando
uno se detiene a escuchar una sirena distante.
Sean considerados con ellos.

Los poetas son como niños locos
expulsados de su casa por toda la familia.
Rueguen por ellos;
han nacido tristes
-sus madres lloraron por ellos
acudieron a médicos y abogados- hasta
tuvieron que darse por vencidas
por temor a perder la cabeza.
¡Oh, lloren por los poetas!

No tienen salvación.
Infectados de poesía como leprosos secretos
están presos en su mundo fantasioso.
Un asqueroso barrió lleno de demonios
y fantasmas vengativos

Cuando un claro día de verano, de sol radiante,
vean a un pobre poeta
salir tambaleante de su edificio
pálido, como un cadáver
y desfigurado por las especulaciones
¡Acérquense a auxiliarlo!

Amárrenle los cordones de los zapatos
llévenlo hasta el parque
y ayúdenlo a sentarse en un banco al sol.
Cántenle un poquito
cómprenle un helado y háganle un cuento
para que no se sienta tan triste.
¡Está completamente arruinado por la poesía!

© Niels Hav. Traducido al español por Orlando Alomá.

Mi pluma fantástica

Prefiero escribir
con una pluma usada encontrada en la calle
o con una de publicidad, feliz de que promueva al electricista,
la gasolinera o el banco.
No sólo porque son gratuitas 
sino imagino que esos implementos de escribir
fusionarán mi escritura con la industria
el sudor de los obreros calificados, las oficinas
y la mística de toda existencia.

Una vez escribía minuciosos poemas con pluma de fuente
poesía pura sobre la pura nada
pero ahora me gusta que en el papel haya mierda,
lágrimas y mocos.

¡La poesía no es para los apocados!
Un poema deba ser tan honesto como las cotizaciones de la bolsa
una mezcla de realidad y fanfarronería. 
¿Qué queda aún que hiera nuestra sensibilidad?
No mucho.

Por eso no pierdo de vista el mercado  de valores 
y los documentos importantes. La bolsa
forma  parte de la realida como la poesía. 
Y por eso estoy tan contento con este bolígrafo  
de un banco que me encontré una negra noche
frente a una tienda cerrada. Huele
vagamente a meado de perro y escribe de maravilla.


© Niels Hav   -  Traducción: Orlando Alomá

El desafío

Despertar por la noche con el cerebro lleno de locas
especulaciones no es tan raro,
la mayoría se encontrará con un monstruo. Unos
alivian con analgésicos el dolor,
sobrevivir a la pérdida o salvarse de una depresión.
Se sienten totalmente abandonados y solos
con los monstruos – así es.
El diablo anda como león rugiente.
Otros se conforman con la droga que hay
en el libre mercado; el tabaco, el café, el alcohol, orgías de comida
o ascetismo. Otros consiguen desaparecer
en el trabajo o en alguna gran pasión.
Construimos pequeños imperios con la esperanza de que sirvan
de ancla al espíritu sin hogar, ese día
abandonamos el cuerpo y entramos a la eternidad.
Todos quieren dejar su huella –como agradecimiento,
porque se nos permitió poner los pies en la Tierra y regocijarnos
de su belleza; se nos permitió amar y odiar
en el ámbito normal de un cuerpo con domicilio habitual.
El desafío es descifrar las experiencias comunes;
el horror y la miseria que nos rodea pegados
en la ropa penetrando en el cuerpo.
Observar lo que pasa y si es posible
decir las cosas como son.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo

No contribuyamos al olor a miedo

¿Por qué se empujan en el autobús?
el invierno es aterrador
de por sí
¿Qué sabemos de la bondad
y la maldad? No contribuyamos
al olor a miedo.
La mayoría de la gente hace un esfuerzo
por vivir,
y él que todas las mañanas decide
levantarse, merece respeto.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo

Encontrar una lagartija en la oscuridad

Ajenos a la matanza,
dimos un paseo por los lagos.
Hablabas de Villalobos.
Yo observaba a un cuervo
picotear la mierda de un perro.
Cada uno en lo suyo envuelto
en una coraza de ignorancia 
que protege nuestros prejuicios.

Los holistas creen que el aleteo de una mariposa
en el Himalaya, afecta el clima
en la Antártica, quizás sea cierto.
Pero allí por donde pasan los tanques,
 y gotea carne y sangre de los árboles,
no hay consuelo.

Buscar la verdad es como encontrar una lagartija
en la oscuridad. Las uvas son de Sudáfrica,
el arroz de Pakistán, los dátiles de Irán.
Apoyamos la idea de las fronteras abiertas
para frutas y hortalizas,
pero a dondequiera que nos volvemos,
el culo sigue en la espalda.

Los muertos son enterrados en el periódico,
para que nos sentemos impasibles
en un banco al borde del paraíso
y soñemos con mariposas.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Eso

Sucede que me da eso
cuando vemos las noticias, y hay niños en la sala,
Su grave preocupación ante las matanzas,
el sonido del llanto se condensa
en una gran interrogante que se cierne
sobre mi cabeza como un hacha
o una nube turbia.

Apago. Trato de borrar todo,
cambiar el estado de ánimo. En vano.
Destrozar el televisor no es suficiente.
La verdad del estado del mundo se filtra
por las paredes; los niños lo saben,
por supuesto, es su mundo –
el único que tengo para ellos.
Lo puedes ver en sus ojos;
no nos absolverán ¡Nunca!
Nuestras bromas son ineficaces,
el cinismo nos resta puntos.
Cada día se acumula más
de eso.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

El alma baila en la cuna

Si es verdad que el alma
nace vieja
y durante la vida rejuvenece,
entonces tú y yo juntos somos
más viejos y más jóvenes.
Una fusión así es peligrosa.

Seamos honestos: cada día
vivimos con el Destino,
como la gente que vive en un delta
recorrido por mareas e inundaciones.
La luna le es familiar;
nosotros vivimos en ella.

El corazón late libremente, el alma
baila en la cuna.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo

Amor

Es una gran palabra
¿O me atragantó?
¿qué es amar,
al fin y al cabo?
Muchos cambian con el tiempo
el gran amor por unos centavos.
Te amo, y desconectas el enchufe.
Te amo, y me tiras el libro
por la cabeza.
Te amo ¡Y el mundo estalla!

Nos consolamos en la ignorancia,
como los elefantes.

Sin hijos no hay felicidad,
decía Schumann. Clara le dio siete hijos
como antídoto contra la melancolía.
¡No fue suficiente!
Enloqueció, trató de suicidarse
y murió en un sanatorio.
Ella tocaba el piano, esto es
lo que llaman amor.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo


Niels Hav (1949)- Se crió en una granja al oeste de Dinamarca, y en la actualidad reside en Copenhague. Es uno de los poetas más importantes en Dinamarca, y una de las voces nórdicas contemporáneas más destacadas. Algunos de sus libros son: en inglés We are here (2006), y en danés De gifte koner i København [Las mujeres casadas de Copenhague] (2009), y Når jeg bliver blind [Cuando me volví ciego] (1995). Estos libros y otros han sido traducidos al inglés, español, árabe, turco, italiano, alemán y chino. También ha sido galardonado con varios premios, entre ellos el  The Danish Arts Council.