lunes, 7 de abril de 2014

Gabriel Jiménez Emán: POEMAS DEL SÁBADO EN EL BAR DE LA ESQUINA.




Gabriel Jiménez Emán
























Yo que me creía

Yo que me creía un gran poeta
Que me creía un hermoso imbécil con barba
Que me creía un sol cotidiano
Ahora me asomo al cuarto cerrado
De mi espíritu
Y veo peces dormidos bajo el agua
Veo pájaros perdidos en la noche blanca
Veo a mis ojos aparecer en la puerta de mi alma
Considero también la posibilidad de irme por el cielo
A beber cervezas con los amigos al lado de aquella nube
Que me hace guiños detrás de la mejilla de Dios

Rasurado

Rasuro mi piel con la maquinilla que ha rasurado tus piernas
En la mañana deslizo la hojilla jabonosa por los poros de mi cara
Y siento ahí la piel de tus piernas
Suavemente la resbalo y ella narra la historia de mi piel
La historia de tus piernas en mi rostro
La narración de la ternura en mis bigotes
En mi barba en mi nuca que se alebresta
Cuando pasa de nuevo otra vez mojada
Del agua salada de las lágrimas de mis ojos
Que han pasado por la piel
De tus piernas

El día se asoma

El día se asoma a mí
A ver un trozo de calma
Se asoma a mi ventana a cantar
Con los árboles de la mañana
Con los pajaritos que engullen pétalos y gusanos
Tragan sobras de pescado
El día quiere devorar toda la música
De mi pobre tocadiscos que se ha puesto a cantar
Como un barítono
El  día bendito me hace un guiño
Para que le siga por los despeñaderos de las horas
Y yo por supuesto
Acepto su descabellada invitación

Bar

En el bar de la esquina
La silla traquetea resbala
                                               chorreando sol por la boca
                                               chorreando claridad por su ojo memorioso
Los hilos perdidos en el recuerdo del otoño insomne
Los ojos masticaban la soledad
Se atragantaban de un azul dejado por los rincones
Donde la música salía agazapada dando saltos de rana

Se inicia de una vez la tenida en la barra donde las lenguas
Juegan ardientes con las llamaradas de la costumbre
Con los pies pegados a la tarde inmaculada
Especialista en moldear realidades intangibles
Bar barra bar testigo ciego de todos estos días
Dios del ron del aguardiente y de las cervezas boquiabiertas
Botellas con los cuellos repletos de sueños amarillos
Caracas atolondrada en su cielo borracho
Paris a lo lejos ahogada en su propia alma color vino
Tralalí tralalá agüita dulce bocanada de sustos mañaneros
Desde esta hermosa resaca
Que juega con la marea de adentro

Hola Bukowsky

Dónde aprendiste a boxear así Barfly
Dónde aprendiste la técnica del insomnio
Ese delirio conducido al escaño Hemingway
Al escalón Lowry al rango Dylan Thomas
Te seguimos como perros fieles Charles
Te hacemos estallar en la madrugada urbana
Como el Chino Valera como el viejo Caupolicán o el atarantado Pepe Barroeta
Y los despatarrados pintores Edgar Giménez Emiro Lobo Ricardo Domínguez
Que nos derribaron a patadas limpias y dulces
Con un pie en el estribo directo hacia el abismo
Caídos cada uno con un padrenuestro en la frente
La mariposa de Bukowsky en los labios
Y su verbo feroz cargado de esperanza

Perder

Perder. Perder el tiempo
Perderse en el cruce de caminos
Gastar las horas no remendar nada
No tener tan sólo desear
No poseer tan sólo ocupar un espacio en el camino
O delirar en el patio donde desperdiciamos la brisa ciega
Perder ahí el tren o el andén
Perder la billetera en el abismo del callejón
Perder un amor sublime es esencial para el hallazgo
Para situarse de lleno en la vía que no va a ninguna parte
Perder el sentido
Perderlo todo de un solo golpe

Gabriel Jiménez Emán (Caracas, Venezuela, 1950). Poeta, narrador y ensayista. Obra publicada q.v. posts anteriores.