miércoles, 30 de noviembre de 2016

José Javier Sánchez: Juan Calzadilla, Poeta sin Panfleto


Juan Calzadilla














Un día te encontraré en la escritura
y ya no será un camino torcido
sino sencillamente el que conduce a ti.
Juan Calzadilla



Existe en la literatura un Sujeto que representa para la poesía contemporánea una de las voces más irreverentes, reflexivas y joviales, que da la cara por Venezuela en la literatura universal. Hay en sus poemas una savia reflexiva sobre el acto de crear, de escribir, pero sobre todas las cosas de vivir, que lo colocan al frente de los grandes poetas de los últimos cincuenta años

Este Sujeto es un "ciudadano sin fin" que armado de "tácticas de vigía" y "malos modales", con un impulso "dictado por la jauría" se ha hecho de un "manual para inconformistas" para desde allí gestar "principios de urbanidad" que séan "corpolario" para un "libro de las poéticas".

Tienes razón lector se trata de Juan Calzadilla, nacido en Altagracia de Orituco en 1931, lugar donde pasó los primeros años de su vida y donde gestó la poética de sus “primeros poemas”.

Después llega a Caracas y esta ciudad se convertirá para el poeta en, espacio de grandes batallas, de lucha constante, donde vivirá la furia y atropello político, social, cultural, y en territorio donde libró su primera confrontación contra el poder establecido desde la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, que le costaría pasar un corto e intenso periodo de tiempo en la cárcel.

Eso lo lleva en un primer momento a regresar a su Altagracia, para nuevamente volver a Caracas mucho más vigorizado, con una propuesta poética y artística cargada de un lenguaje más universal y renovador.

Desde ese momento comenzará el poeta una profunda indagación del mundo urbano, no para exaltarlo sino, al contrario de ello, para denunciarlo, confrontarlo, radiografiarlo, no desde la admiración sino desde la denuncia.

Juan Calzadilla le paga a la ciudad con la misma moneda. Es el hombre silvestre de Marc de Civierre en las avenidas, en las esquinas, en los basureros, en los jardines públicos, en las oficinas de gobierno; frente al tráfico y las bocinas. en el encierro del apartamento, apresado en el centro de una metrópoli, que bien podría ser Caracas, New York, París, Berlín, Buenos Aires, Sao Paolo, Medellín, Roma o Atenas.

A todos esos universos, el poeta se limita o se universaliza a llamarlos Ciudad y con esa pa la bra las nombra a todas y con la pa la bra Ciudadano nos nombra a todos, nos incluye a todos para ser parte del poema, de su paisaje, de su acción, de su reflexión.

Esa misma confrontación con la ciudad la tiene contra el poder establecido, contra la tiranía, contra el abuso de la democracia representativa y el terror de los primeros años del pacto de Punto Fijo. Como protagonista activo del movimiento artístico y revolucionario El Techo de la Ballena, confrontó desde las artes plásticas y la literatura el régimen de Betancourt y la represión que estos gobiernos aplicaron a la izquierda y a los movimientos socioculturales. Allí su poética se carga de una estética que denuncia a un sistema político representado en gran parte de su poesía por la metáfora: Ciudad.

Su poesía para nada es estática ni contemplativa. Una constante jungiana modela el poema en un tono de experiencias, móviles y explosivas, que lo hacen un aforismo certero. Su rol de creador no somete al poema a un corsé métrico, rítmico o rímico. Su poesía tiene alas, patas, pies, ancas; se desplaza en transporte público, en motocicleta, en descapotado; se echa a caminar por bulevares; usa lentes oscuros; corteja a mujeres hermosas, pero sobre todas las cosas, es una poesía que muy bien sabe acompañar, empujar, dar impulso revolucionario a los movimientos poéticos del mundo.

Él es varios ejemplos de un solo ejemplar. El oficio es una de sus grandes virtudes. Escribe siempre, es una reflexión constante que hace del acto de creación un registro reflexivo de la realidad. El humor en su escritura es de altísima seriedad. Es un gran pensador, que no solo observa la realidad, el medioambiente, la arquitectura, la escultura, la dinámica y estéticas de la ciudad. También los interroga, los cuestiona, los enfrenta. Observa a los ciudadanos, a las gentes, buenas, malas, onerosas, rectas, esquematizadas, liberales y en ese ejercicio se observa a sí mismo.

Él es su propio juez, su propio Dios y su verdugo. No necesita mayor crítico o abogado. Para Juan Calzadilla la creación es un ejercicio de libertad. Las palabras están en todos los espacios. El lenguaje no solo dice, el lenguaje habla, dibuja, pinta, escribe, el lenguaje reflexiona en sí mismo. El lenguaje y él están más allá del lenguaje. Ambos contemplan, construyen, edifican y golpean el mundo.

Juan Calzadilla es un maestro que le fascina el libre ejercicio de invitar a escribir, él no se centra y concentra en formar poetas. Su poética como maestro radica en tender puentes, lanzar redes, abrir puertas, montar escenarios, que lleven al individuo sencilla o profundamente a escribir.

El producto final no necesariamente será un poema. Él es un militante del movimiento surrealista, de André Bretón, de Tristan Tzara. La expresividad, la escritura automática, es una constante y por ello no te asigna un corsé, para que escribas, ni para que leas. Por lo que tu experiencia en sus talleres te puede llevar a escribir, poemas, minificciones, aforismos, ensayos.

Él te ofrece un par de alas, un volante, una Harley Davidson, un monopatín, una escalera, un campo, un lienzo, un trozo de cartón. Te dará como herramienta un tizón, un escalpelo, una brocha, un pincel, un torno, un buril, un trozo de barro, un carboncillo, un lápiz de grafito, un vidrio.

Como visor te pondrá unos largavistas, unos Ray Ban , una cámara oscura, un view master, una lupa, un microscopio, para que puedas ver más allá o más acá la realidad, la psicología, la sociología, la antropología, la lingüística. Son múltiples universos a los que nos podemos aproximar desde su poesía.

El arte poética es uno de sus fuertes, porque la reflexión del cómo escribir, es una constante en él, sin que ello tenga aspiraciones de llegar a una conclusión. Al contrario es una reflexión permanente que cada día se redimensiona, se diversifica, se retroalimenta. Escribir es el resultado del pensar constante.

La filosofía, el drama, la narrativa, la crónica, la plástica, el cine, la crítica están presentes en su obra pero no compiten. Su intención no es situarse junto a Platón o Dionisio; Stanislasky o Artaud; Borges, o Cortazar; Da Vinci o Picasso; Lumiere o Kurosawa; Reverón o Bárbaro Rivas. Sencillamente es Juan Calzadilla. El Poeta. El más grande de los jóvenes. El eternamente joven.

Poeta de eternos pretextos, no tiene ningún problema con reescribir, con replantear para él sencillamente el poema evoluciona con el poeta, esa evolución es para bien. Es un escritor para el que algunos de sus poemas publicados son de igual forma bocetos  que con el tiempo serán obras de arte y leer su obra en perspectiva brinda la posibilidad de vivir junto a él, la evolución de un poema. No es un hombre de purismos ni de dogmas, es un escritor verdaderamente revolucionario. Hijo del surrealismo, nos ha permitido leer el automatismo como una reflexión permanente de ese estado inconsciente que también dice mucho de nuestro verdadero ser.

Es por ello que Juan Calzadilla siempre resulta ser un poeta novedoso. Pero la novedad de su poesía, es muestra de una actualización permanente de la conciencia, de la madurez, de la percepción, de la lectura de la realidad. Su producción no tiene que ver con el consumismo. Juan Calzadilla no escribe reggaetón.

Su irreverencia no radica en un lenguaje rebuscado, ni excesivamente experimentalista, radica en la capacidad de reflexión, en el ingenio, en la picardía, en toda la conciencia que puede concentrarse en un poema o en un verso. No hay referencias vacías, ni construcciones poéticas tomadas por los pelos. Hay alquimia y a la vez arquitectura escritural en cada poema, producto de profundas reflexiones. Con una carga semántica capaz de transmitir las más profundas intensidades, tensiones, humor, dolor, pasión, deseo.

Nuestro Jovén Poeta bebe una cerveza con Juan Manuel Roca, dialoga con Jorge Enrique Adoum, denuncia con Juan Gelman, combate con Roque Dalton, revoluciona con Nicanor Parra y en esa misma dimensión se pasea por todo el territorio venezolano y lee y escribe poesía con Franklin Fernández, Luis Ernesto Gómez, Roger Herrera, Andrés Urdaneta, Vanessa González, Lennis Pérez, Víctor Manuel Pinto, Beira Lisboa, Ximena Benítez, Xoralys Alva, con este humilde poeta.
  
En Coro y en Mérida tuve la suerte de verlo leer junto a nuestro Ramón Palomares, en Caracas junto a Gustavo Pereira, en Zulia junto al grandioso Blás Perozo Naveda. Juan te brindado el privilegio de acompañarnos en  el taller que dictaramos en Monte Ávila Editores Latinoamericana y en Biblioteca Ayacucho, para luego invitarnos a compartir clases en su taller de poesía experimental en el Celarg. Su propuesta común en todas las sesiones fue, es y será “hay que escribir”.

Juan Calzadilla es un poeta de infinita humildad y de un inmenso, y en esto no exagero, de un inmenso brillo, dispuesto a dar todo lo que posee como artista, porque está convencido que siempre habrá retroalimentación y crecimiento en el acto creativo lo que automáticamente lo lleva a ser un poeta sin panfleto.

Leer a Juan Calzadilla es quizá la forma más directa de aproximarnos a las vanguardias literarias de la segunda mitad del siglo XX y de lo que se está gestando, creando y produciendo en este naciente siglo XXI, pero más importante que esto, es la posibilidad de estar frente a una de las voces profundamente revolucionarias, en la estética, en la forma y el sentido de las artes venezolanas y universales.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
Selección Poética

CONSEJO A LOS JÓVENES POETAS

No digas todo de un golpe,
Dilo poco a poco.
Manda al diablo la versificación y la métrica.
La impostación y la retórica.
Promedia tus necesidades de verbalización
de modo que tu discurso no resulte largo ni torpe.
El poema como el aliento debe ser corto,
y las palabras no demasiado enfáticas
para que, cuando te sientes a escribir
digas con exactitud todo lo que nunca
Llegarás a saber de las cosas.

PRÓLOGO DE LOS BASUREROS

Avanzaré sin sentir asco
ni pena ni repugnancia
largo a largo a tenderme en las gradas
de este reino donde el papel higiénico
flamea en los palcos de botellas.
Me iré a engordar los límites
en donde el cují y la rosa
se abrazan sin contrariarse
y la ciudad está en paz con sus víctimas
y no duerme desvelada
por el pico de los pájaros ebrios
que a mis sueños escarban sin prisa
y a mis expensas
aún no terminan de darse su cena.
Barranco abajo coronando los cerros de lata
con el sol retorciéndose en mi espina
encontraré hecho jirones
el hule de los sillones baratos
y veré a la carcoma
con sus huevos al hombro
entrar a los túneles del cedro.

Aquí donde al salitre por fin
los automóviles dan su brazo a torcer
y el jugo de frutas
no anda más por las ramas
y chorrea por los escalones
de la depredación.
Avanzaré entre la goma espuma y el anime
entre el poliéster y la fibra de vidrio
entre el vynil y la silicona,
marcharé avaro forrado de ropas
bamboleándome como un astronauta,
calzado con zapatos de a kilo
descenderé por las dunas de vidrios rotos
y el corcho de los desiertos.
Avanzaré a buscar lo que de ningún
modo encuentro, buscaré
lo que no se me ha perdido
entre resortes cuyos espirales
a mi paso hacen befa de mis pantalones
inflados como globos por el viento.
Subiré a los altares donde
el cobre y la porcelana
al paisaje montan guardia
y en la rosa del orín
dan a beber la gota de agua
que ya no sale por los caños.
Aquí donde el fuego no anda con rodeos
y va rápidamente al grano
como la luz en la punta del rayo.

Me iré de bruces entre los primeros
a descubrir cuanto antes
la manera de sellar con mi cuerpo
la boca de los tarros de basura.
Me iré a ver cómo en la pira del sol
por orden del instante
arden ya, de mayor a menor,
ay, todas nuestras tribulaciones


CONSEJO A LOS JÓVENES POETAS

Utiliza todo: la tapa de la alcantarilla,
la luna en el agua del retrete mirándose a solas,
la flor marchita en el pico de la manguera
del extinguidor de incendio.
No dejes nada afuera. Ni el hecho frotado con
las yemas de los dedos sobre el mostrador de vidrio.
Ni las moscas en los cubiletes de hielo
            dos noches después de la borrachera.
Ni la voz que sólo se extingue cuando apagas la radio.
Ni el portazo a medianoche frente a la calle
como boca de lobo sobre cuyo muro ciego imprimes
dando manotazos tus desafueros, tus penas
y las coces de este graffiti que blasfema.
Utiliza todo: no dejes nada afuera.

martes, 22 de noviembre de 2016

Alberto Hernández: Yolanda Pantin y su Bellas Ficciones




(900 páginas, Caracas, Venezuela



“Toda existencia parece en sí redonda”
                                                                                                                                       Jaspers

1.-
Un libro, toda la vida, esa extensión que alguien dejó correr conesta frase que una mano olvidada trazó en alguna página, “la verdad del hombre íntimo”, en este caso, la de una mujer íntima que se agrega a cada nombre, a cado objeto, al clima, a un topografía tan interior, que es afuera, porque hacer del paisaje revelación lo convierte en parte de esa intimidad como lección de tránsito, de inventario de lo que los sentimientos (los buenos y los malos) construyen y deconstruyen hasta hacerlos ver como ficción, como una ensoñación, como recuerdos de una memoria que aún toca esas cosas, se afecta con los seres que la rodearon y que aún la rodean.
Yolanda Pantin cierra un ciclo. Yolanda Pantin con “Bellas Ficciones” (Eclepsidra, Caracas 2016) despide un largo instante vital y lo coloca en un tiempo que no terminará mientras ella viva y mientras los suyos sigan siendo esas ficciones estéticas retocadas por el tiempo que no se detiene y por lo que ha quedado escrito para los lectores de ahora y después.
¿Qué mejor manera que iniciar esta conclusión con dos epígrafes en los que se avizoran los poemas que habrán de conmovernos? Uno de Eliseo Diego, otro de Antonio Gamoneda. Ambos se complementan: “¿Y qué va a ser de tus recuerdos, dime?”, pregunta el cubano. “Has dibujado el mundo en una mentira luminosa”, afirma el español.
Entonces, recuerdos y mentira, como si los primeros hayan sido sometidos a la obligación de la memoria, ese delgado hilo sobre el cual se desplazan imágenes, voces, olores, sutilezas, asperezas, sabores…recuerdos. Y la segunda, esa capa de imágenes recreadas, inventadas gracias a la memoria acumulada, a los tantos tropiezos de los tantos eventos amados y no amados. Las mentiras, las ficciones, la familia, esa fábrica de historias, de sonidos ocultos durante la noche, de silencios prolongados cuando la mañana se posa sobre los párpados.
Y no bastaron los dos poetas anteriores. Emily Dickinson también llegó de visita conla “esperanza”, en un tono infantil que tiene mucho que ver con este libro que hoy nos entrega –desde Turmero, desde Caracas, desde Dallas o desde cualquier otro lugar- Yolanda Pantin, la nómada del jardín de San Tiago de Paya.
2.-
La casa, el milagro donde habitan los recuerdos. La familia, la interventora de las mentiras, de las ficciones que hurgan en los escondites del jardín donde las palabras, los fantasmas, los sonidos fugaces de las alas de los vampiros y el aullido de los lobos revelan el terror de una “niña cazadora de gatos”. Y bajo la redonda peregrinación de los pájaros la voz que nos ocupa elabora todas estas historias, todas estas ficciones en las está contenido todo su mundo y donde “Igual a un perro tras mis huesos va mi sombra/ recorriendo los senderos que zanjé con un machete/ como quien busca adentro para abrir un cauce// Va detrás mi sombra y yo, de tonta, preocupada/ por el jadeo de su respiración”.
Un relato minificcional, un cuento corto para resumir parte de este recorrido.
El tiempo en el cuerpo de los padres. El tiempo de ellos y en ellos. Iluminados por el sol y por la mirada de quien los descifra, de quien los advierte vivos, perdido un poco el padre en ese lugar, el lugar sagrado: Paya y Turmero son el ojo del universo en la parcela donde crecen y mueren árboles, hermanos, familiares, amigos, mientras las respuestas (“Rewind”) se quedan en la voz de una radio o en la imagen detenida de la televisión.
Y desde la misma casa, patria chica inventada, patria chica de la lejana niñez y adolescencia, etapas donde la verdad no existía, ahora el país es una letanía, un latigazo de oraciones cortas, de heridas y cicatrices en el mismo sitio del cuerpo, en la misma heredad, esa dinámica que no se pierde:
“País de muertos. En el altar”.
País repetido hasta el cansancio en la voz acallada, escondida y abierta, sometida por las ganas de no leer, de quedarse quieta en el fondo de la memoria, de la imaginación, de los muertos que hablan y recorren la casa como sonámbulos.
La casa huele a reloj de pared, a la añoranza, a la niebla que pasa y ligera se marcha. Se amontona la casa en las cosas guardadas, en baúles y cajas, como las palabras.
Me permito estas licencias.
El olvido, como la llama última de una vela. El poema respira sosegadamente, como uno de esos animales que mira quien no mira con los ojos casi apagados. El perdón, el daño disuelto en el tiempo. La nada y la totalidad. Todo en esa casa o en los viajes. En las distintas casas aleatorias donde el poema fue escrito mientras la casa, la verdadera, continúa bajo el sol y la lluvia, envejeciendo.
3.-
Entretanto, los retratos hablan, los muertos susurran mientras los Pantin y los que no son los Pantin los miran e imaginan; los retocan con los recuerdos, los mismos anudados a esa acumulación de voces, siseos, leves movimientos, ensoñaciones, despertares, cantos de animales. Los retratos en nichos, en el altar, todos los muertos y los vivos juntos, con sus humores, algunos con sus nombres en el verso suspendido:

“Es mi círculo sombrío,
familiar. Son mis muertos,
y a sus líneas yo me debo,

las que dictan en mis sueños,
sus señuelos, cuando paso y
me detengo, y piden agua
y piden
fuego, los converso,,
los sosiego
y a los ojos
nos miramos sin hablar…”,

el ritmo y la musicalidad hacen sentir el dolor de la voz que pronuncia. Una voz que duele y se hace doler.
4.-
“Bellas Ficciones:

Nunca te conocí, pueblo mío,
aunque siempre tuve a bien
tus existencias

Al asombro
total, en la extrañeza,
yo renazco

entre la farmacia y la ferretería
que cubren sin saberlo
a mi casa pequeña”,

El poema del pueblo, el homenaje al espacio que no se deja de soñar, el paraíso, el jardín en un texto que descubre las calles, más allá de que no las nombre; los negocios, los mandados, las idas y venidas de la casa de campo al pueblo donde se respiraba el mismo campo.
Y el día instalado en las hojas de los árboles, en los ojos grandes de los caballos, en las aves de corral y en los pequeños animales de la imaginación. La luz del día destaca trazos de un sueño: abrir el portón a las 6 am. y salir a la mañana, descubrir la fronda, las líneas de las montañas, mientras el padre y la madre –rodeados de silencio íntimo, convocan el aroma de la tierra, el ladrido de los perros, el habla monótona de los pericos, la poética del lugar, el relato de San Tiago de Paya, a donde “vendrán otros tiempos”.
El origen, “La raíz” habla de la otra casa, de la herencia, de la sangre en la lengua sonora de un poema que “apunta al hueso” y afirma la realidad de una declaración:

“Ha muerto en mí lo literario”.

Un nuevo comienzo. Con este verso, con esta oración, Yolanda Pantín reafirma la convicción de alejarse de una escritura elaborada, alejada de todo adorno, aunque la de ella, su poesía, nunca se ha valido de artilugios. La ficción existe más allá de lo literario. La vida también es ficción, una realidad que no se borra, que se aleja sí, pero no se borra. Las lecturas, la escritura: beber en lo que está cerca de los sentidos.
Y así como ha dicho lo anterior también ha afirmado que “Lo que amamos ya es recuerdo/ y esta casa aunque está vida/ es su fantasma…”.
Es decir, el tiempo de ayer no regresa hoy. Recuerdos, los muertos que recogen sus pasos, los vivos que respiran la pesadez de la memoria. El poema es otro, será otro.
Aquí termina la primera parte de estas “ficciones”.
5.-
Cambio de clima. El poema viaja hacia otros espacios. Un texto que recorre la ciudad a través de referentes literarios, libros y títulos, tuteo con viejas lecturas, y una declaración con el librero:
“Soy una persona que escribe en versos cuando puede”.

Desde la proximidad con el lomo de tantas páginas recogidas en los anaqueles, la voz de Pantin extraña el lugar del origen, al “pasar/ las páginas de los libros sin leerlos, / a no tener tiempo, en la premura/ de recoger la casa// Dejamos atrás la juventud, la confianza/ en la poesía (que nunca tuvimos), pero/ algo que no sabemos todavía/ nos amarra el cuerpo”.
Nómada es el poema, como quien lo pronuncia. O lo borra. Como quien se declara cansada “sobre todo de la poesía/ que entrecomillada: enemiga/ ¡tout o absolutamente nada! Ahora, / ni a su constante interrogación/ ya por vicio, ni al lenguaje/ que afanosa buscaba/ debo 1 bolívar”.

Ese desapego se resume en el último verso, la ironía, el ocaso que a un corto paso después se puede leer como un aforismo: “Los prejuicios/ no me dejaban ver/ una rabia/ que no alimenta/ a la poesía”. Esta reconvención, este reclamo, no representa una intimidad límite ni ficcional: la poesía agota, cansa, y aunque alivia, no salva, se deshace con el tiempo de quien la crea.
No obstante, ella, la voz poética, no deja de nombrarla, de decirla, de acercarla en un personaje vivo, pero en tiempo pasado:
“Cuando más la necesitaba, // ella me dio alas. Yo le entregué/ algunas palabras/ para que las cuidara// Cuando pienso que me ha abandonado/ me sorprenden sus engaños. Ella me conoce. Yo voy confiada (…) Sigue con tu cuentos infantiles”.
Y se vuelve niña. Regresa al tiempo ido, a la edad otra, a su otredad, al ella misma otro.
Explana: “Un poema sigue al otro/ en una cadena/ de acontecimientos”.
Y vuelve, retorna, se hace presente frente a lo que ha sido su mundo, el que no deja de lado aunque la poesía se niegue muchas veces:
“Cuando me planto frente a los anaqueles/ de los restos de mi biblioteca/ y repaso, ociosa, los lomos de los libros, / me doy cuenta de que tuve una vida plena”. Hace un inventario, un recuento de títulos de libros, un paseo emocional. Un monólogo con nombres y apellidos, y vuelve a decirse:

“Me va a costar dejarte, / manuscrito”.
6.-
La tercera habitación de este libro: La familia ida, la que aún respira la casa. La niñez de ella y la niñez de los recién llegados, los herederos, la sangre nueva, otras tierras. La nostalgia. “Las pertenencias”: piedras, tesoros infantiles, caballos, ciervos, una fuente.
Y los tíos, los que se quedaron bajo el cielo nativo, los viajeros. Feli, la biografía de un trashumante, de un aventurero figurado en la portada de un tomo del Quijote sobre la mesa. Leslie, el soñador, entre cuentos, relatos, la poética de la inmovilidad final.
Un gato en el poema. “Las palabras para otra niña”: la ella y la otra, ella misma en la otra. Caracas y Turmero, la insistencia. El retrato de Domingo José. Y Graciela, un conejo. Eugenio, el hermano, la sonrisa y la voz de Yolanda Pantinen la de él. Guillermo, el niño que pintaba dragones: “En una de las láminas lo veo, atrevido, caminar sobre la llamarada”.
El viaje hacia atrás, a Madrid en la piel de la herencia, a “otra historia lejana”.
Poema tras poema, “verso a verso”, ella con su hermano, en “Mellizos”, el nacimiento de ambos. El recogimiento del inicio. Y otra vida, Marijí, la ternura en el lugar de un cuento feliz, la “morada” de los sueños y un instante para decir:
“El primer poema que escribí fue tu nombre malcriada/ gata de mi infancia…”
Desde la arcadia, desde el centro del mundo, Turmero decanta la “adolescencia” en “El paseo a Charallave. Nelson, José, Coquito Méndez. La cuadra/ que mediaba con las monjas/ y la lucha por el ruedo de las faldas”.
La lejanía de la niñez, una vez más. La pequeña patria perdida. Y el padre también extraviado en su edad, atravesado por un jardín y el peligro que entraña su mundo de anciano:
“Acabo de apagar la fogata/ que prendió mi papá como un niñito. Pasé un rato con la manguera echando agua. Así viene pasando. Es ley de vida. Prender y apagar las llamas”.
Mientras tanto, el azul del cielo, el tiempo corrido en una nube, en la mirada de una mujer que escribe poesía desde la ficción y las verdades.
Ahora queda la edad, los sueños y sus sobresaltos.
Bellas ficciones, unas que arden, otras que recorren la memoria y siguen viviendo en los que se lean en estas páginas.
Redonda es la existencia. ¿Un círculo se cierra?






Presentación: Sylbester-Oteriño


viernes, 18 de noviembre de 2016

César Fernández Moreno: Último Viaje a Buenos Aires




César Fernández Moreno





















                                                                                          





                                                                                                                              a Raúl Alfonsín


                                                                                                  

                                                                                  . .. en cuanto a vos patria…
                                                                                  che patria que volás entre cielo y tierra como
                                                                                          pájaro entre sus dos alas
                                                                                  yo te voy a decir lo que necesitás
                                                                                  necesitás muchos hijos insolentes calaveras
                                                                                  generaciones de hijos desalmados
                                                                                  que te quieran que te odien furiosamente
                                                                                  que te tomen como una curva cerradísima
                                                                                  que te tomen como una copa de cicuta
                                                                                  que te tomen la mano la cintura
                                                                                   yo pongo sobre vos y nada más que sobre vos
                                                                                          todo mi cuerpo
                                                                                   a esta luz me dieron a esta luz me doy
                                                                                   y bueno soy argentino
                                                                     
                                                                                                        Argentino Hasta la Muerte, 1954



                                                                                  me dan a luz


me dan a luz me inician en el uso de la luz en noviembre
               de 1919
la revolución de octubre pero no de un mes antes sino de
               octubre de 1917 era mi hermanita menor
ella había cumplido dos años uno de guerra uno de paz
pero yo ni siquiera alcancé a enterarme de sus hazañas y
               miserias
es que cuando yo nacía mi tío César
ya no podía vender más caballos para la gran guerra
yo había nacido en el año de nuestra semana trágica
allí empezaba la represión de los metalúrgicos por los
               militares (cfr)
pero yo recién nacido no alcancé a darme cuenta
ni entonces ni mucho tiempo después
tácitamente  yo me conformaba
con la teoría económica que mi padre exponía en verso
               ese mismo año     
“en la República Argentina
un hombre gana mil pesos
con unas cuantas ovejas
entre las calles de un pueblo” (cfr) 

es cierto todavía quedaban unos añitos de prosperidad
el peso argentino iba del brazo de la libra esterlina
la Casa era todavía verdaderamente Rosada
Yrigoyen Alvear y  después Yrigoyen viejito ya
“en este país —él decía—  el que habla se jode”
pero en 1930 su cueva ya no le sirvió más
desde entonces durante medio siglo nuestro país devino
              el campo deportivo de las fuerzas armadas

“cuando empezó mi desarrollo se acabó el del país”
era la década del 30 yo me iba iniciando como podía
en el colegio nacional más multicultural de Buenos Aires
yo fundía en la misma amistad a los gallegos con los judíos
              con los italianos
aprendía los descubrimientos de los dos célebres tanos
              Galileo de Pisa y Tuñín de la Boca
y mientras tanto Mussolini fundía balas
               para fundir a Etiopía
Hitler fundía en los hornos a los judíos
y entre nosotros el fraude perpetuaba a los duelos
               de la pampa húmeda y de la bolsa empapada
los panamericanos es decir los norteamericanos
               entraban en Nicaragua (cfr)
y los franquista ay entraban en Madrid
así flotaba mi insensible adolescencia a lo largo
               de la década infame
hasta que un día  cumplí dieciocho años
y yo era todavía un niño que rememoraba su propia infancia
               en acertados tercetos
y mientras tanto Antonio Machado moría en el hotelito violeta
               de Collioure    
junto    al cementerio para que nadie se molestara mucho
               cuando lo llevaran a enterrar          


                                                                                 casi una revolución


cuando llegaron aquí los españoles el campo era
              lo más importante
claro no había otra cosa
ahora sigue siendo lo único importante o por lo menos
               lo único firme
claro el campo no puede moverse física ni mentalmente
¿conoce usted algún estanciero comunista?
y el que no tiene tierra pierde pie manotea como ahogado

el derecho sigue los meandros de la maldad del hombre
sea para evitarla sea para castigarla
a veces ay para protegerla
y como aquí nadie paga a nadie
los abogados siempre pueden cobrar en nombre del acreedor
así que yo me dije tierra ya no me queda
y bueno soy abogado
gracias a tan noble profesión
hice fortuna pude comprarme un Fiat Topolino
la segunda guerra mundial estaba por terminar
tantos hombres cayeron en esos años
yo sólo había caído en el matrimonio
cuando me levanté me encontré padre
yo seguía soñando que era un personaje de Hemingway
              o de Fitzgerald
y en una de esas los argentinos casi se agarraron a cachetazos
               Perón casi les regalo una revolución
ejerció una presidencia y casi otra
sus invocaciones a la patria eran tan repetidas y hueras
que yo fui llevado a formularlas al revés y me declaré
               “argentino hasta la muerte”
un año antes que el dictador se transformara en el dictador depuesto
yo no podía imaginarme que su casi revolución
iba a ser  largamente reprimida como si hubiera sido
                realmente una revolución
y que pasados treinta años
el mismo Perón iba a reprimirla más que nadie
él no quería que su revolución
dejara de ser casi


                                                                                     las prohibiciones


el comunismo está prohibido
de qué otra manera podría ser
el peronismo está prohibido
quizá podría ser de otra manera
agárrese ahora el radicalismo está prohibido
es demasiado radical hay que erradicarlo
tres golpes de estado tres
flor de percusionistas
al viejo Yrigoyen lo bajaron por viejo
al intransigente Frondizi por transigente
a Illia porque nadie sabía si era Illia o Illía

sin embargo al principio no te echaban a tiros
te iban quitando espacio de buenos modos
vos empezabas algo y nadie te decía nada
pero este es el país que parece y no es
parece rico pero la sequía
parece seco pero las inundaciones
parece culto pero mejor no
vos ibas caminando por lo tuyo
todo parecía que sí
y al ratito nomás aparecía el límite
sí pero no
todo lo que se te ocurría estaba siempre cerca del límite
no era necesario tener una conciencia política
moverse con cierta soltura era ya demasiado alarmante

tan inminente como la prohibición
pero de costado aparecía el soborno
mirá nene lo que te damos si te portás bien
tenías que ser como todos o no ser como ninguno
de este principio saldrían después los asesinatos
un muerto no es verdaderamente como ningún vivo

así te iban pechando hacia afuera o abajo
con pequeños ademanes apenas te dabas cuenta
de pronto te encontrabas sin poder hacer nada
estaqueado entre la prohibición y el soborno
en cuanto a mí para volver a mi marginal historia
el mismo día que derribaron por puro gusto a don Arturo

ese mismo día yo resolví probar otra luz
que no era la luz a la que me habrán dado a la que yo me daba
para qué lo hice
fue el primer ir de algo que luego se transformaría en ir y venir
y luego en irse

después fue apareciendo otro país donde yo ya no estaba
una generación dispuesta a matar y a morir
acaso la de esos hijos calaveras de que yo había hablado
y después sin más vueltas
aparecerían
las calaveras de los desaparecidos


                                                                                      el des-inmigrante


él estaba de novio con la patria hacía proyectos para casarse

y ahora sólo le queda el pasado de su abuelo inmigrante
y el de su hijo que crecerá en otro país en otra lengua
para el que se fue se acabó el presente
se fue de la patria salió de la historia

a mí me engañaron siempre
decía el argentino fugitivo
me prometieron la Argentina de Vértiz
me dieron la de Sobremonte
me prometieron la de Mariano Moreno
me dieron la de Cornelio Saavedra
me prometieron la de San Martín
me dieron la de Pueyrredón (cfr)
me prometieron Rosas
me dieron Urquiza
me prometieron Yrigoyen me dieron Uriburu
me prometieron Perón me dieron Aramburu
me prometieron Frondizi me dieron Onganía
otra vez Perón pero qué cosa
y me dieron Videla

así que ya no creo en más promesas
para eso me vuelvo a España qué carajo
mi abuelo se equivocó
no tenía para qué haber abandonado su aldea en Santander
qué tanta ropería al por mayor
qué tanta patria desconocida
cuántas travesías del Atlántico se hubiera ahorrado la familia
cuántas mudanzas derrumbándose
tantas vueltas para volver a lo mismo
y bueno soy español


                                                                                      querencias 


fue así hermano Raúl como llegué a creer que la patria
              estaba perdida para siempre
justo lo que vos no creíste nunca
y yo andaba buscándola y buscándola
cambiando querencia y querencia
primero España desde luego
luego América latina donde de todos modos seguía metida la Argentina
Venezuela México y más que nada Cuba
y en Francia al principio y al final de esta peregrinación
a lo largo de una patria ausente para mí por diecisiete años
a la final todos los hombres del mundo tienen algo de argentinos

en un principio yo buscaba y a la vez rechazaba
              aquellas querencias de reemplazo
procuraba disminuirlas para así aumentar la patria ausente
hoy sigo amándolas soñándolas generosas maternales
cada una de ellas me sedujo a su manera
ofreció su techo tan protector como el de casa
dio sus frutos con sus nombres nuevos que pronto se me hacían cotidianos
amistades amores el sol la noche diferentes estrellas
y debo decirte che viejo Vizcacha
que no siempre se me atrasó la parición
más de una vez se me adelantó


                                                                                      algunas profesiones


para los estancieros no había problema
todavía imitadores de los ingleses
              cuando no de los conquistadores españoles
en el mejor de los casos paternalistas  pero a la vez castigadores
               de sus peones
explotadores de la hidalguía la elegancia el valor de los campesinos
indiferentes a todo lo que no sea vacas en el número suficiente
para iluminar su árbol para permitir el viaje a Europa
rústicos que aprendieron algunas mafias francesas
la cultura es para ellos una flor en el ojal
del saco azul a rayas para el Jockey Club

tampoco había problemas para los jóvenes ejecutivos
jóvenes intelectuales o estancieros fácilmente transmutados en ejecutivos
ya orientada hacia el norte su admiración sumisa por los sajones
aventureros de sus boîtes y sus entregadas secretarias
automovilistas cuya audacia
llega hasta frenar con gran ruido de gomas frente a la Biela Fundida

para algunos intelectuales no había problema
quiero decir el tipo medio del intelectual argentino
              ese que mide su gloria
por el cuerpo en que La Nación le titula su soneto hebdomadario
el que recita para los ricos gustadores de la belleza del Circulo de Armas
el que sigue escribiendo sobre las ruinas de Pompeya
sin pensar para nada en las casas baratas de Nueva Pompeya

pero también surgía una nueva generación entre las explosiones
              y los escombros
así es nuestra patria cuanto más atrás le cortan el pasto de sus potreros
más crece el pasto y hasta florcitas
en cuanto a los comandantes que vinieron a perfeccionar
               la insuficiente represión desatada
                por los herederos de Perón
eso comandantes sabían muy bien qué clase de Argentina querían
una Argentina agresiva entonces primero ellos mismos
agropecuaria entonces primero los estancieros
importadora entonces primero los ejecutivos
financiera entonces primero los banqueros

abajo quedaban todos los demás argentinos divididos sólo en dos grupos
los mansos
a quienes se les permitiría  vivir y morir en la impotencia
y los que no eran mansos los subversivos
incluyendo a los que no lo eran pero así llamados para simplificar
para todos ellos el secuestro la tortura la muerte
o por lo menos el exilio

envejecer de golpe
o morir


                                                                                     pero el pueblo pensó


pero detrás y debajo de todos
detrás y debajo de los intelectuales los abogados los estancieros
              los ejecutivos los comandantes
detrás y debajo de todos estaba el pueblo
el pueblo adelante y arriba de todos
el pueblo acostado que no pensaba más que vertical
ese pueblo  pensó y salvó a todos
“aquí lo mejor que tenemos es el pueblo”
tuvo razón Perón esta vez en su contra
el pueblo conversador valiente irónico cordial
él te explica bien por qué te perdiste te acompaña hasta la esquina
              para mostrarte el buen camino
y el pueblo no votó por fantasmas ni por aparecidos
prefirió consultar a un joven abogado de Chascomús
que recitaba el preámbulo de un librito olvidado
y entonces
llegó el doctorcito y mandó a parar

sólo entonces volví a darme cuenta
que yo como todos los que nacimos y nos criamos en esta patria
estoy sentenciado sin apelación a ser argentino
hasta la muerte como dijo Guido y Spano
yo me copié de él pero él se había copiado de la realidad

así que no te hagas más el loco muchacho
zapatero a tus zapatos
esta es tu tierra este tu cielo estos tus hermanos caiga quien caiga
se te cortó el sueño del pibe
no sos universal ni europeo ni latinoamericano
ni siquiera rioplatense
acaso ni siquiera argentino
sólo porteño
nada de lo que vos digas o hagas tiene sentido sino para otro porteño
y con suerte para otro argentino

volvé a tu punto de partida
allí podrás hacer todo lo que pensabas hacer en la vejez
y si no volvés no habrá para vos ningún punto de llegada
ni siquiera la muerte muchacho
pero en cambio si volvés
vas a morir como un señor

                                                                                  el último viaje


y entonces resolví volver a Buenos Aires
otra vez destino Buenos Aires
“no se puede con este nombre feliz” (cfr)
tenía razón la vieja etiqueta de mi valija

y allí me encontré como todos
un país todavía cortado a la medida de los comandantes
cuarteles muy bien terminados
autopistas sin terminar derrotadas por el pastito
hoteles internacionales donde no alcanza la plata ni para pagar
              la propina del portero

las casas crecidas caóticamente como los yuyos en un baldío
los frentes de la planta baja decorados para seducirte
los nombres de los comercios llevan apóstrofes y vocales
              que nadie sabe traducir

Gaucho’s  O’Pizza Mc González
las muchachas llevan sobre los senos frases en inglés
              que ellas tampoco saben traducir
la publicidad insiste en que te conviene ser joven y rico
y una generación de chicas periodistas
ha surgido sedienta de verdad
dios te libre que caigan sobre vos

el servicio doméstico sirve a los señores como para evitarles
               todo sufrimiento
el subempleo propone sus lustradores perfeccionistas
sus deportivos y señoriales porteros del barrio norte
su escuela filosófica de los peluqueros rivalizando
               con los peripatéticos mozos de café
sus empleados de vender cospeles porque las monedas
               no se pueden usar como fichas
qué esperanza ellas ruedan a la velocidad rutilante de la inflación
y son suplidas por papelitos marrones que se van despedazando
                de mano en mano
salvo en las manos de los colectiveros que los clasifican
                y archivan como bibliotecarios
“el corralón seguro ya opinaba”… Alfonsín
y ahora Borges opina todos los días sobre política
mientras los poetas grandes o agrandados
acceden dejar resbalar sobre las páginas impermeables
               de ciertos suplementos literarios
algunas confidencias sobre los matices de su trascendental inspiración
los novelistas andan mejor ellos son
o bien “tel quel” el “noveau roman”
o bien revienten en tu cara un riñon medio crudo
otros en fin baten mejor el gancia y el campari
por su parte el lenguaje popular
indiferente a todo eso
sigue inventando giros y girando palabras
dejando atrás a algunos escritores ausentes
que todavía insisten con el apollidado lunfardo de los años 40
¿no es cierto pibe? quiero decir flaco gordo loco negro tío papá…


                                                                                 los colectiveros y el dulce leche


un hombre-percha bajo el calor pasea su saco colgado en el pulgar
               detrás del hombro
no vayan a pensar que él no es un hombre-percha,
               sino un descamisado
otro canoso y alto con algo de barriga otro un arquetipo nacional
hace equilibrio en el colectivo con sus mocasines claros sin medias
por suerte el colectivo está equipado de agarraderas y pasamanos
               como el cuarto de un inválido
no otra cosa somos los pasajeros de un colectivo
entre el humo y el ruido de los escapes libres
la libertad de los escapes
la única que no nos faltó nunca
ya ven el colectivo una de las más bellas creaciones
              de la cultura nacional
aparece inevitablemente de tanto en tanto en esto que yo insisto
               en llamar poema
digan lo que digan los que sólo viajan en auto particular

mientras tanto escuchá en los restaurants
los alaridos de  la tribu devoradora de bifes de chorizo
a veces ay reducidos a minibifes
cuando no masticados en un semipiso

lo más chic es usar sacarina en vez de azúcar
la tribu ha aprendido a comer mirando algo más que la papa frita
paisajes árboles aunque sea cortinas de colores
por lo menos en los lujosos restaurants con nombres extranjeros
que vienen a ser las tumbas del lado de acá de la Recoleta
¿usted qué opina de la antropofagia?
¿creía usted que torturando y matando intelectuales
              adquiriría sus virtudes?
los hechos demuestran lo contrario
y gracias a dios el dulce de leche
se desparrama sobre todos nosotros  como una fatalidad


                                                                                 la luz que nos dieron


y pensar che Raúl que me hubiera bastado
tocar tu timbre atravesar tu zaguán de Chascomús
para juntar naturalmente la realidad con mis famosos papeles
así que cómo no ponerme ahora al lado tuyo
al lado es decir donde estábamos cuando éramos pibes
cuando vos estudiabas la constitución al  lado mío
“ahora que Chascomús duerme su siesta”

ya sé que tu trabajo no será fácil
que será difícil casi imposible
como yo pensaba antes de que vos me demostraras lo contrario
pensar dejar que otros piensen
calmar el hambre de pan fresco y sentencias justas
limpiar el enchastrado patio internacional del país
demoler las medianeras que ahogan nuestra América

pero vos como buen hijo de Chascomús sos barrero viejo
sabés bien que la huella es la huella
no te vas a quedar si una costalada te manda a la cuneta
Chascomús “agua muy salada” en araucano
agua buena para las heridas
otra vez los libres del sur

pero tan federales como las estrellas federales
Chascomús rico pero no tanto
hay que calcular bien la lluvia la parición de los pejerreyes
y el país también es rico pero no tanto
y entonces al país le viene bien volverse un poco Chascomús

así que basta ya de siesta para todos
que todos vengan a leer con vos aquel librito de la juventud
que los tres poderes funcionen sin pararse
como  los tres corazones de un mismo cuerpo
que las provincias otra vez unidas
aprendan otra vez a compartir el mapa

porque la patria era si ese espacio
esa bailarina con un brazo en alto (cfr)
y también era un abismo de tiempo amenazado siempre por el vacío
lleno de sangre de tanto en tanto
y ahora empezamos duramente de nuevo
para ver si podemos
llenar ese vacío de otra cosa
que no sea la sangre derramada

a esta luz nos dieron nuestras madres
a esta luz nos dimos
a esta luz velada tantos años por el último golpe de sangre
pero que hoy nos alumbra como el primer día
y esa luz ¿qué nos pide?
sólo que sepamos abrir los ojos para verla
de una vez y sin más tardar


César Fernández Moreno (Buenos Aires, 1919- París, 1985)