miércoles, 13 de junio de 2018

Javier Alejandro Robledo



Javier Alejandro Robledo





























Dos poéticas

Es facil ser un poeta maldito.
Vomitar cocodrilos sobre las cúpulas de los templos heridos.
Atormentar cachorros con la pezuña del adoquín oxidado.
Masticar abrojos y lamparitas eléctricas sobre el filo del cordón.

Lo difícil es
Esgrimir un pulpo azul sobre el estrado del abismo.
Alumbrar un icosaedro en la frente del almendro.
Plantar un rayo en el hueco de la esfinge
                                                                  y que viva.




Antepasados
                                                                                  Quien olvida su origen
                                                                                                               olvida su destino.

En mil heridas abrían la tierra
cicatrizaban con granos
el quedar del paisaje
latente
hasta que
tizas las gotas
dibujaran brotes sobre la pizarra del valle.

Luego
caminaron los pies sobre el agua
y la nave desgarró la trenza de los cabos.
Se abrieron como dos labios las costas:
            cúmulo de venas                    espectro
            y de carnes una                      esperanza.
Se habrán atado al mayor para resistir el canto de esas sirenas
y con quilla como arado a-hora habrán surcado quién sabe cuánto.

Ojos abiertos, ojo planeta,
asteroide minúsculo interiormente poblado de geografías,
                                                                      de flora y de fauna extrañísimas.
Ojos abiertos, al continente.

Y llego, también grano, cúmulo potencial, y pongo
oreja en tierra
sobre el rastro de los rostros.
Mire que ir y pararse justo ( ante mi comparecen...) sobre la marca en el roble que el tiempo profundiza ( siendo el año mil ochocientos...) surco, surco en dirección opuesta y escarbo con la pluma como una sonda ( de profesión labrador...) descubrir con mi asteroide el astroluz ( declaro el nacimiento de...) y resurgir brote de tronco
( hijo de Don...) refrescar la conciencia ( y de Doña ) a ellos ( acta número, de esta burgueña tierra... ) los inmateriales ahora ( sin mas que declarar ).

Los que pusieron antes pie en tierra
            labraron el ser de mi nombre
            pintaron el niño que palpita en mis yemas.
Los que en soga trenzada de coraje, crearon y amaron.
Los que en la punta de una península habrán grabado:
            Un grano más soy
            y sin embargo
            un mar
            se orienta hacia mí.

Fueron tiempo tendido,
            y en la trama, punto cruz
                                                  como yo.
Son este vuelco de corrientes y cataratas de relámpagos
                                                                                              que me atropella
            esta guerra civil de razones y sentidos
            este pulular de fantásticos
            este ser ahora y otro en un segundo.

Olas de visión empujan como motores antiguos e invisibles.
El niño mirando al oso, ya no verá partírsele la nave.
Vibración añeja busca su fin y su origen:

y llego ahora
soy y descifro
la Vuelta
escondida en el reverso de aquel
                                                                 pasaje.




Javier Alejandro Robledo (Buenos Aires, 1962) Poeta, realizador audiovisual, performer y productor cultural. Ha publicado en poesía: Labrapalabras (1990);L abastarda palabra (1994); Cartas desde el Torbellino Azul (2000) y Antología poética (2006). En 2003 publica un volumen de relatos Elhabir, un personaje inadjetivable”.