jueves, 11 de octubre de 2018

Álvaro Ojeda: Poemas





Álvaro Ojeda


















  







 
1

Dios ya no nos sabe
y las cosas se mueven
galaxias
derechos
economía
separados del mar y haciendo agua
dios ya no nos habla
reza un grafiti pintado por Manrique
en el lomo de Moby Dick.


En el límite está la complicación
pasado y presente
en un desayuno demasiado sustancioso
regado con cierta fragancia de café rancio
ya llegamos al mediodía
casi pariendo la noche
el género también vive en el límite.


Desde 1789
se balancea el poema
no cae todavía
se balancea
en el toque de la esgrima
de youtube
desde 1789
la elegía del porvenir dichoso
se balancea.


2

Ovidio entre los dacios
observa el negro Ponto
supone por él los vastos océanos
en la palabra océano
la mar de Ovidio
dice del arte la palabra justa
la palabra exilio.


También dice el estuario
ese marrón relincho
la palabra incompletos
aluvión debajo de los pies
la ictericia inconcebible
el dorado hundimiento
de todas las palabras.


La palabra final es eterna
el muro borroneado de signos
estrellas crismones medialunas
el viejo edificio de la sorna final.


3

Ahora la luz derivará en invierno
el perro se enroscará en sí mismo
y el punto más lejano
será la primavera
o su recuerdo
la luz tendrá una duración infantil
y habrá un ciclo fugado en alguna parte
o en todas
el perro me observa se incorpora
gruñe hacia un cielo impávido
ni uno ni otro dicen la verdad.


En un cuarto las cinco
serán recuerdo visto
la lengua que busca los restos del placer
en el esquivo zigzag de todo acopio
enciende sus cirios mentolados
en la oquedad de un templo sibilino.


Un anuncio a tiempo
y el ridículo será un poco más leve
aunque el pensamiento permanezca
soldado de imaginaria
obsesión alimentada a desconsuelo
Ovidio entre los dacios.


4

Se sabe cansado:
el débil zumbido del trompo
la púa en ángulo de muerte
la húmeda voracidad de la memoria
las rudas sinestesias del olvido
las inútiles amnesias provocadas.


Se supo cansado
y trató de tramar
siervo de la gleba
la penúltima sublevación.


Se sabe cansado
su perro lo comprende
desde la tibia morosidad de sus ojos
sin embargo lo espera
ambos se esperan
en una tensa
amable
ecuanimidad.


5

Uno no está aquí
para tener esperanzas
dice un periodista
hasta mayo el calor
hará estragos
dice un meteorólogo
hay que cuidar el déficit fiscal
dice el ministro de turno
la expresión económica del orbe
pesa tanto y tan poco
como el estertor sincronizado
de Esther Williams rozando el borde de la pileta
mucho antes se sumergió luego nadó y flotó
todos la vimos en el cine
y fue muy divertido y sonoro el silencio general.


Pero quien emerge de la pileta
ni es una sirena
ni deja de cantar.


Coloco la voz mientras camino
una plaza
unos niños
dos mujeres que charlan
describen la impostura
sin conocerla.


6

La mano del artista dibuja los significados
el albur de la vida
sucede
acontece
desvive
y en el espacio del sinsentido
cabe otro negocio
que otorga las regalías de la idiotez.


Por eso no sabrás de mí
sino lo que se pierde
la encerrona de la calle Chubut
que cierta noche
crujió en un aguacero
y crudo cayó sobre mi infancia.


Desde la evocación
la sangre de mis muertos
es la tinta.


7

En York un antiguo refectorio
ha devenido en cafetería
el espíritu de los monjes tragones
convertido en comida al paso
snakcs para turistas ansiosos
los mismos siguen comiendo
viandas novedosas.


El emperador Septimio Severo
gobernó durante dos años
el orbe desde York
por aquel tiempo York se llamaba Eboracum
o algo así
y filtró simiente imperial
las poleas del mundo futuro
comenzaron a moverse desde la espada
al cielo
desde el cielo a los hombres
y desde los hombres
al estómago.


El orbe de la piedra caliza de Auden
-que nacido en York cruzó el Atlántico-
fue un sueño abolido y terrible
y también fue y volvió
como los monjes tragones
que ahora son operarios de una cafetería
para turistas conversos
todo se ha mezclado indebidamente
salvo el poeta
todo se ha mezclado debidamente
salvo el poeta.


8

Miércoles de señoritas
reza el cartel corroído
en un teatro abandonado en pleno centro
entonces había señoritas
y eran notorias y públicas
bellas: no se sabe
aunque el acto de concurrir los miércoles
indique alguna cosa
sobre la belleza insular
abandonada a la evidencia.


No es que Saturno se ensañe
con las señoritas de los miércoles
ni que el poeta replique la admonición divina
es que los desposeídos
añoran la utopía que comprenden
irremediable.


Las señoritas de los miércoles
rondan un teatro sempiterno
desde entonces
parcialmente bellas
ríspidamente utópicas
circunstancialmente solas:
en los adverbios habita toda su esperanza.


9

Busqué a mi padre en google
sus dos nombres
uno lo comparto con él
mi padre es mi tocayo
y sus cuatro apellidos
el oscuro linaje
el modesto areté
en improbable lance de coraje
podré enunciar un trayecto
apoyado en su ausencia.


Google es un cementerio inadecuado
-muertos vivos casi muertos-
una biblioteca sin código ni catálogo
una lujosa clasificación dirigida
Elbio Gerardo no posee ninguna trazabilidad
sus genes se han desdibujado
como la línea de agua
en una estampilla victoriana.


Quedan los gestos
una forma mayor de la sabiduría
y cierta memoria obsesiva y persistente
el roce desparejo de sus pasos
los olores del sobretodo
las camisas celestes.


10

La palabra geoide redunda
alude a un más allá soñado
a una forma sin comprobación cuando enunciada
aunque atractiva
casi como el Edén
como las partes del Edén
con sus etapas de formación
y de abandono
la palabra geoide es la impresión
que remite a sí misma
un idiota masturbándose
delante de un informativo.


Luego llegaron los astronautas
los cosmonautas
los satélites
y el geoide se reencontró
con su actividad de enunciado
insobornable
descriptivo
poderoso
como los vaticinios de una tarotista
que descubre lo que nunca estuvo cubierto.


Aquí
gobernados por cierto achatamiento
podemos sobrellevar toda esperanza
toda descripción que nos afinque en la duda
derivando en un objeto redundante
balbuceando certidumbres infantiles:
la Tierra tiene la forma de la Tierra.


11

Busco la incomodidad de la imaginación
sin que se note
no busco el manco o el tullido
busco el hombre del sueño atrapado y abolido
sentado junto a mí en el ómnibus
del lado del pasillo
le pido permiso
y desciendo.


No hay lloronas en la escena
nada parecido al velatorio de la vieja cortesana
en Zorba el griego
la mano es garbosa en su ocultamiento
cuando escribe.


Ya en la vereda
un viento magno vaga desde el puerto:
soy un habitante del amparo y del viaje
también oculto mis desgracias.


12

Libera nos domine
de la euforia etimológica
no soy vigoroso
ni robusto

y de ciertos instantes:
rebrillos de la lluvia
con sus mendaces diamantes
fraguando el eco superlativo
de la euforia.


Un espejo estallado
el instante del estallido
y el olvido de los siete años de ruina
postrera.


El deseo es euforia
la puerta de vaivén
muestra circunstancialmente
lo que pudo ser
o lo que fue:
vanguardia de un ejército perdido.


 Álvaro Ojeda (Montevideo-Uruguay, 1958). Poeta, periodista, narrador, crítico y letrista. En poesía entre otros títulos ha publicado:  Ofrecidos al mago sueño (1987), Alzheimer (1992), Substancias de Calcedonia (2002), Luz de cualquiera de los doce meses (2003), Toda sombra me es grata (2006), Aceptación de la tristeza (2011), Desnudo (2012), Criaturas abandonadas (2012) y Esta mano podría condenar a Marat (2017).