jueves, 18 de octubre de 2018

Víctor Rodríguez Núñez : de ‘enseguida [o la gota de sangre en el nivel]’ -selección-



Víctor Rodríguez Núñez

























 5

[¿cómo voy a bajar los ocho soles?]


                                                                        para Yang Lian


sin la destreza del arquero Yi
¿cómo voy a bajar los ocho  soles?
el bronce se suaviza con el vino
la muerte es efímera
                                     inestable la gloria
¿porqué transpiro en estos caracteres?
si cada noche me intimida el sueño
¿cómo voy a empuñar la espada de Gongsun?

algo que no es esperma no es pabilo
alimenta la vela cara  al sur
el deseo no olvida
que ni la cruz del esternón alumbra
nadie sabe tu nombre
perfecto e indistinto
                                     callado e impasible
eres como un adverbio

alzas la voz y vuelves al resguardo
con la lengua arañada
no te alejas de todo
                                   creces a ras del cielo
pierdes la fe ganas sinceridad
no compites con nadie ni  contigo
y retas la armonía
la vergüenza de los cuatro contrarios

pretendes ser el rústico viejo de Shaoling
pero los pinceles no te obedecen
los trazos se evaporan
tu gorro no es de plumas de faisán
sino de lana simple
                                    no hay dragón que vencer
sino la indiferencia de las ranas
chapoteando también en la afonía

con tu cucharita raspas el caldero
aunque no quede nada que llevarse a la boca
solo sacarle brillo buscar una salida
en la otra cara donde pegó el fuego
la torre se erige de una simiente
la postura de una fe triangular
el ocio es el caudal  que dilapidas
hace mucho debieras ser mendigo

y no desprecies a la borgiana luna
sus rayos en cascada
su aroma que ya no da para menos
el tanino ovalado
                               confusa claridad
es un eco que se debe añejar
no desprecies  siquiera al  enemigo
en una copa te tiende otra celada

blandes un sable que no tiene filo
y enfundas en la herida
cimbra como un relámpago
sin tempestad en el pecho nocturno
como la luna eres un reflejo
corteza que se muda
en la ceniza se borran los pasos
se cava  el destino

no tengo claridad pero me apoyo
en lo insignificante
el báculo de la transmutación
aunque me  turbe el hielo
me serenen las vides desgreñadas
vigoroso por la debilidad
esta es mi voluntad no hay otra cosa
el abismo se despeña en  el mulo


7

[en esa orilla hacen un ruido verde]


de la unidad fluctuante
                                           el doble su delirio
de la forma sin médula
                                           la octava
del caos racional
                              el orden inquietante
de lo indistinto
                            

te riges por las tablas del invierno
que incumplirás como un reloj de arena
policía médico sacerdote
te salvarán del bien la mansedumbre
cereal consecutivo
                                  sin rescoldos de madre
solo vas a ser libre
cuando logres deshacerte de mí

si te alejas deduces
                                   la vida es como el borde
de una jarra de vino con especias
donde beben los muertos
                                                no  podrás distinguir
entre el rastro de uvas sublevadas
los humores del otro
                                      y si retornas sientes

en esa orilla están cortando el pasto
van y vienen los rojos
                                        sin lógica avidez
uno gira en su eje imaginario
ataca en diagonal
                                 el otro va más lento
acata una sinuosa geometría
en esa orilla hacen un ruido verde

oculto en el aroma del silencio
preparas la emboscada
no quieres herir ni atemorizar
apenas congraciar con la amargura
el último en la cola
bajo un sol jacobino un hielo gris
aunque llegues temprano por tu espina
estoy aquí para guardar el turno

madera sin serrar inexplicable
como plata que almizcla
ya no quedan cristales machihembrados
donde ocultar los códices
la plenitud tampoco alcanzará
para hacer florecer tanto desasosiego
por eso llevo esta vaina vacía
donde en su lugar enfundo tu calma

la armonía no está en el horizonte
ni en volver a uno mismo
sino llegar a la puerta del otro
pero que seas tú y nadie más quien abra
y sosiegue las manos con café
un violento sabor crepuscular
yo quiero tu opresión bajo mi desvarío
el peso de tu ser sobre mi nada

esa estrella que titila en el pecho
te hace respirar como raíz
en la tiniebla de hilo inextricable
atas la variación por la cintura
como estela de caracol celeste
enseguida es un eco
                                     otro mundo resuena
silencio en rebeldía


12

[los zapatos con lumbre del país]


lejos de los brocales
al eco de la luna
                            los húmedos ascensos
a la piedra angular
sin una hebra de mitología
para escapar del verde laberinto
el caracol en ascuas
                                   el terror material

¿cómo es posible ver
a la luz de la madre comunista
su balde de frescura
al capitán prendido del porrón?
¿cómo puede beber
                                    a pulso entre las ranas
y al cuenco de sus manos cristalinas
esta agrietada sed?

me baño arrodillado
con un jabón que no reconoce tu piel
la médula espumante
cerca de un mar sembrado
                                                  con molinos de viento
en la casa entornada como un libro
es el norte absoluto
el origen azul de tu mirada

soy huésped indiscreto
no voy a salpicar la sucia luz
que se filtra del cielo reciclado
es demasiado lejos para acercarme a ti
no está aquí tu núcleo tu gardenia
lo prueba el lecho de erizos y toses
esta pureza amarga
sin intermisión de lugar o tiempo

soy infiel peregrino
                                   no encontrarás mis pasos
en vías cardinales en puestos de frontera
las sendas con espigas
al margen indeciso de las ciénagas
mientras deshojes vientos
                                               brújula enamorada
calzo tus herraduras en diamante

el regreso es una alucinación
también tus huellas se irán con la nieve
guajiro renegado
que tiembla al asomarse a la ventana
en las terrazas se alinean las vides
sus imanes solares
si rezas a la virgen del cerezo
se deshielan las últimas distancias

la próxima semana es de  cosecha
y perlados sudores
vas a dejar plantadas las colinas
su erótico perfil
                             un baño en el museo
de la imaginería escandinava
égloga posmoderna
los zapatos con lumbre del país

como el nuevo pastor
con un ramo de olivo ya marchito
arreas las ovejas por clonar
el lobo en lontananza husmea sangre azul
las campanas gorjean en sus trenzadas torres
no hay horas para más que la vendimia
crecen estos sarmientos
                                            se arracima el vacío



Víctor Rodríguez Núñez (La Habana, Cuba, 1955). Poeta, traductor, crítico y periodista. En poesía sus últimos títulos publicados son : desde un granero rojo
(Premio Alfons el Magnànim, Hiperión, 2013); despegue (Premio Fundación  Loewe, Visor, 2016) y el cuaderno de la rata almizclera (Buenos Aires Poetry, 2017).  Es profesor de literatura hispanoamericana en el Kenyon College, Gambier, Ohio, E.E.U.U.