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sábado, 15 de febrero de 2014

Juan Diego Tamayo:Poemas de Rocío de Mayo.


Juan Diego Tamayo


























Construyo una casa para mis sueños
Las banderas blancas del amor ondean
En la colina del  alba las veo
Y veo una ciudad que sangra
Su miedo profundo y terrible
Me hablas con vocablos de luz
Con sílabas de agua
Con palabras de semillas
Nado en tus ojos de libertad
Las estrellas bordan la pureza del silencio

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Hablaré de ti
diré tu nombre
me sabes a estrellas
sólo se esperarte entre arcoiris
esta música es tu aurora
te veo colgando de mis labios
cada ola respira tu silencio
y todas las flores brotan de tus poros
mi grito despierta las piedras
sigo mudo al légamo de tu vino
tu sombra de violín me adormece
digo tu nombre como los huesos idos
algo se calcina en mis labios
el sabor del día es el de tus ausencia
vuelo en pétalos de jeroglíficos
duermes como una nube profética

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Toda palabra es tuya
Todo lo habitas
Flores, bosques, océanos
Todo fulgor es tu sueño
Todo el rocío son tus manos
Todas las ofrendas fluyen
Por tus ríos de miel
¡Beben tus ojos jardines de alegría!
Todo cuanto hablas puebla el mundo
Toda palabra: semilla que cultivas
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Los huesos son también semillas
Brotan y florecen de ellos un jardín de recuerdos
Pétalos que son palabras gastadas
Raíces hundiéndose en el día y la noche
Ramas por las que nos vamos

En los huesos canta y anida la tierra y el viento
En los huesos la ceniza del destino
nuevamente mezclada
Y todos los cuerpos que florecen
Unida está la vida a los huesos
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El cielo ya no es de ceniza
Sigo el canto de tus vigilias
Y sigo tus gritos de líquenes y helechos
Ya no hay más mundo que nuestros cuerpos
Grande es el verano como el silencio
Beso el alba de tus labios
Y saboreo la miel
No hay oscuridad en tus catedrales
Llama es la sangre
Y llama es la flor sembrada en la tormenta

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El mundo está afuera
En el canto del pájaro
En el lago y sus alas de niebla
Sobre las hojas del níspero
El rocío suaviza otra tarde
Afuera el mundo canta
Con sus leños de fuego
Con sus sombras de ramas
Con sus relieves en el lago
De nuevo
¡estos ojos vuelven a nacer!
Y te pierdes en la primera mirada
En el primer aleteo
En la primera línea
Que dibuja el gorrión en el lago

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Como tu recuerdo
Del copo de los árboles se desprende la niebla
Y se va sutil por los ramajes
Que se confunden con el cielo
Asciendes la espiral de la palabra y la unidad
Como tu recuerdo brilla el follaje
Y una hoja cae
Junto a la sombra del mirlo solitario

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Olvidadas palabras
Hablan el silencio del sueño
Vuelven en cifras luminosas
Abandonadas por la tristeza del eclipse
Palabras que buscas para encontrarte
Olvidadas en el silencio de la noche
En la luz que canta el día
En el liquen de las aguas
Junto a la sed del grito
Olvidadas palabras surcan el rio
Y en su sombra profunda
De nuevo se pierden
De nuevo se pierden

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Tus palabras saben a néctar
Tus palabras atan mis huesos
Tus palabras empujan al abismo
Tus palabras
Lágrimas del sol
Venas de la tierra, aves del insomnio
Tus palabras son serpientes
Herida piel de pureza ondulante
Tus palabras
Una luz enferma
Sin tregua entre la noche y el día
Fría sílaba del amanecer
Tus palabras donde te inclinas
En las turbias fuentes del recuerdo
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Estrella de tu claridad
Tu destino
Relámpago de tu visión
Tu furia
Mar de tu oleaje
Serenidad
Sobre las piedras de tu destino
Vuelves a construir
Las alas de la alegría
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Era una estrella tu ojo de pureza
Tú hablas para silenciar el fuego
Para que la sangre llegue a su luz
Tú miras la rosa húmeda y lejana
Era un oleaje de humos secreto
Tú acaricias para descifrar el rocío
Para que la noche llegue a su día
Era una sílaba sin diamante
Tú hablabas del agua profunda
Para que tu palabra limpiara los ojos
Lejanos y austeros

Juan Diego Tamayo Ochoa ( Medellín, Colombia,1968) Poeta y docente. Licenciado en Lingüística y Literatura (U. P. B). Magíster en Filología Hispánica. (Instituto de la Lengua Española de Madrid)Ha publicado el libro de poemas: “Los Elementos Perdidos” (Poemas 1986- 1998). Cofundador del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha sido invitado a diferentes Festivales Internacionales de Poesía. Ha realizado diversos talleres de Poesía y apreciación Poética. Poemas suyos han aparecido en las revistas especializadas de poesía: Prometeo, Misterio Eleusino, Imago, Punto Seguido. Tiene inéditos los libros de poesía: Palabra Espejo. Trazas del Bosque. A una Ciudad.


Fernando Denis: Farid Méndez Lozano; LA VOZ QUE MURMURA DESDE LOS ACANTILADOS.









La voz de Farid Méndez está hecha de piedra, de mármol, de granito, en sus carcajadas bajan los arenales  ensimismados que forman el laberinto, la sed del que murmura, de aquel que  llama a la vendedora de sombras, la misma  que corrige su soledad los patios de la Alhambra.
         Amanece, y un viento de las colinas dibuja símbolos en las pupilas. Oímos la voz: No hay ruido en la caída, sólo la caricia del viento”.  Es el retrato hablado de un sueño. Farid enmarca esos rostros para llamarlos después desde la otra orilla. Su poesía es la búsqueda incesante de su propio yo en cada cosa que toca, en cada gesto del mundo,  en la soledad del viaje y su regreso, en el imaginario trasegar de una palabra donde se esconden muchos secretos, la sonoridad de su vida entera y el cansancio  perentorio de llevarla a cuesta como un peregrino  anónimo, y más allá de su infatigable lucha por sobrevivir a sus obsesiones, Farid Méndez su torre de marfil en Piedecuesta, sus murmullos llegan a todas partes, las pareces del tiempo le devuelven su eco, cada palabra que ha guardado el cielo y que no llega hasta el papel en blanco.
         Este libro es una búsqueda a través de diversas intuiciones del poeta, donde sin ambages se permite dilucidar sobre su experiencia personal a través de emociones e impresiones diversas sobre distintos paisajes, soberano de su propia época y testigo de sí mismo, y así  va recorriendo los linderos de una intrincada y visceral melodía que lo empuja a conquistar cada porción de infinito que el universo le regala, cada promesa,  cada pedazo de tierra santa donde dejar su huella como sentencia clara de un día estuvo ahí. Farid Méndez se reconoce en menos en su vida personal que en trabajo poético, pues es ahí donde realmente trabaja como arquitecto del lenguaje, trazando los planos de una estructura para alcanzar a los dioses, para no  limitar sus deseos y esa sed ingrávida de poseer la sílaba salvadora, el tesoro que brille más allá de sus palabras y su anécdotas como hombre y como guerrero. La voz que bordea la piedra cae desde lo alto:
       
           “¿Puedes ver que ese desierto se cae de tus manos
             como la arena de un reloj quebrado
           que cae sobre el viaje del tiempo…?”
        
 Antes que el verso aniquile su soledad, ya lo espera en un recodo de sus paraísos artificiales esa primera imagen que añora, su verdadera esencia dentro del paisaje que lo habita, sus ríos interiores y sus valles, y mucho antes de que caiga la lluvia, la lectora transparente, o que aterrice el relámpago, el mensajero, con noticias de otros mundos, con metáforas nuevas.

Fernando Denis


Farid Méndez Lozano: 5 Poemas.

LA NOCHE CUANDO MURIÓ ESTEBANA CARRASCAL

A Nancy Lozano Carrascal.

Huye de la choza donde ella expira
y déjale su agonía a los viejos.
Eres  todavía una niña…respira,
corre y que tu carrera asombre a los conejos.
Escapa de la tragedia
y para despistar el dolor,
hunde tu mirada en el Caribe; todavía la muerte asedia,
corre por la playa, corta la flor
nocturna que nace en la boca del volcán
y permite a tus recuerdos aliarse con la brisa.
Allá, en el falso zaguán
se extiende el cuerpo yerto de tu madre, no hay prisa
por regresar a la choza,
ya no tiene sentido,
ella hace parte del vacío rotundo de la muerte, solloza
y mejor piensa que no se ha ido,
que camina contigo
por esta playa, por esta noche fría
y larga. El recuerdo de su abrazo te traerá
                                                                  [el abrigo
en los inviernos venideros. La medallita de la
                                                                  [Virgen María
que te regaló en Navidad será tu escudo,
el golpe de las olas con la arena será su voz…
Mira la mano de tu madre diciéndote adiós -el nudo
que las une no se desatará jamás-. Su veloz
silueta de mujer se aleja
por las colinas nocturnas de la sabana…
En sus ojos se refleja
la angustia de dejarte sola… dile que estarás bien,
             [que con la mañana
llegará la luz .

LA  NOCHE ESTRELLADA  EN PIEDECUESTA

¿Puede ser esta noche luminosa
la señal de una astuta eternidad
que empieza a caer sobre la tediosa
silueta del pueblo?  La austeridad
de las estrellas entre la marchita
jerarquía del templo divide el cielo
para que la media luna  permita
la llegada del silencio. Aquel velo
invisible de blancos y amarillos
ha caído en las lomas del macizo
y no puede herirlas con su cobrizo
secreto, ni ocultarlas en su brillo
fugaz. El árbol crece hasta tocar
las estrellas que no cesan de girar.


LLUVIA

No sé qué trata de decirme la lluvia,
sólo sé que su golpe llena de paz
mi alma; humilde, la música fugaz
de su sinfonía, mientras todo se nubla,
me devuelve a la vida, al sueño desdeñado
del niño que fui. A lo lejos se desprende
la tormenta... el patio juega con los duendes
y las fábulas retornan temblando
a la piel de las hojas. Veo las gotas,
sus quebradizos cristales reflejando
el espíritu del monte. Sé que azotas
el verano... sé que acaricias el cultivo,
 sé que me has recordado que aún estoy vivo.


OBRA NEGRA

Tus caballos se cansaron de correr
por esas  tierras enloquecidas de soberbia y vastedad.
Tierra de águilas, de fantasmas, de soledad
y de ausencia… muchacha: la nostalgia te está dando de beber
su dulce veneno…
¿Puedes ver que ese desierto se cae de tus manos
como la arena de un reloj quebrado
que cae sobre el viaje del tiempo…  de tu tiempo alterado,
y  vulnerable,  sobre los lejanos
techos de tu hogar,
sobre el rostro de tu madre envejecido y mudo?
Cierra los ojos, el viento te dirá el camino,
la promesa no se ha roto, lo que el olvido no pudo
tragarse está puesto sobre la mesa;  relájate, la muerte no vino
a nuestro bazar…
paso de largo sin darse cuenta de que aquí la vida sobra
y se escurre por  los brazos  de los distraídos.
Cuando llegues, si quieres buscar mi casa… es la que está en obra
negra (no te estaba esperando) , casi no hay nada construido…
mi cama es de heno,
mis techos de cartón y mi paredes de tela;
pero creo que pueden protegernos
de toda vorágine, de vetustos y siniestros gobiernos.
Pasa, siéntate en la terraza imaginaria, descansa… siente como tu recuerdo
[vuela.


PARQUE DE LAS HERMANAS

A la gallada del parque y a los colibríes que no volvieron.

Caminábamos por un sitio que ya no era nuestro,
tal vez nunca lo fue, quizás solo era un bello préstamo,
un truco leve y siniestro
de nuestros parientes nómadas… Caminábamos  por cortos tramos
temiendo caer en alguna trampa, o ser arrollados
por algún evento furtivo.
Cuando se iba la tarde,  nos vimos raptados
por la fuerza de un compulsivo
delirio: Ahí estaba  el parque, el Parque de las Hermanas,
el teatro de nuestra divina infancia
carcomido por la desidia de los invasores.  La plana geografía
de ese mundo de colibríes y ceibas y fragancias
suaves de inocencia y lluvia moría con nosotros
como un apéndice de nuestra efímera vida.
Miramos hacia adentro, hacia el bosque donde pastaron  los potros
imaginarios del juego, donde se dispersaba la huida
de los venados, donde asechaba el cazador y se escondía
de mi la muñeca morena de profundos silencios que eras tú…
y vimos una legión de fantasmas que volvía
de esa guerra eterna que se tragó a Mambrú
y vimos cerrada la ventana de la furia de Gárgamel
y el árbol que todavía  lloraba lagrimas rosadas
de tanto extrañar a los pericos, y la nube de rímel
que venía a ennegrecer  las flores desmayadas.


Farid Méndez Lozano (Barranquilla, Colombia, 1977). Poeta y narrador. Arquitecto de profesión, ha vivido la mayor parte de su vida en Piedecusta y por algunas temporadas en Montreal, Canadá, Miami, EEUU  y Barranquilla, Colombia. Inédito.