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martes, 19 de abril de 2016
lunes, 18 de abril de 2016
Julián del Casal: Nostalgias
Julián del Casal |
I
Suspiro
por las regiones
donde
vuelan los alciones
sobre el mar,
y
el soplo helado del viento
parece
en su movimiento
sollozar;
donde
la nieve que baja
del
firmamento, amortaja
el verdor
de
los campos olorosos
y
de ríos caudalosos
el rumor;
donde
ostenta siempre el cielo,
a
través de aéreo velo,
color gris;
es
más hermosa la luna
y
cada estrella más que una
flor de lis.
II
Otras
veces sólo ansío
bogar
en firme navío
a
existir
en
algún país remoto,
sin pensar en el ignoto
porvenir.
Ver otro cielo, otro monte,
otra playa, otro horizonte,
otro mar,
otros pueblos, otras gentes
de maneras diferentes
de
pensar.
¡Ah!, si yo un día pudiera,
con qué júbilo partiera
para Argel
donde tiene la hermosura
el color y la frescura
de un clavel.
Después fuera en caravana
por la llanura africana
bajo el sol
que, con sus vivos destellos,
pone un tinte a los camellos
tornasol.
Y cuando un día expirara,
mi árabe tienda
plantara
en mitad
de la llanura ardorosa
inundada de radiosa
claridad.
Cambiando de rumbo luego,
dejara el país del fuego
para ir
hasta el imperio florido
en que el opio da el olvido
del vivir.
Vegetara allí contento
de alto bambú corpulento
junto al pie,
o aspirando en rica estancia
la embriagadora fragancia
que da el té.
De la luna el claro brillo
iría al Río Amarillo
a
esperar
la hora en que, el botón roto,
comienza la flor del loto
a
brillar.
O mi vista deslumbrara
tanta maravilla rara
que el buril
de artista, ignorado y pobre,
graba en sándalo o en cobre
o
en marfil.
Cuando tornara el
hastío
en el espíritu mío
a
reinar,
cruzando el inmenso piélago
fuera a taitiano archipiélago
a encallar.
A aquél en que vieja historia
asegura a mi memoria
que se ve
en el lago una hada reina
los cabellos de la reina
Pomaré.
Así errabundo viviera
sintiendo toda quimera
rauda huir,
y hasta olvidando la
hora
incierta y aterradora
de
morir.
III
Mas no parto. Si partiera
al instante yo quisiera
regresar.
¡Ay! ¿Cuándo querrá el destino
que yo pueda en mi camino
reposar?
Julián del
Casal (La
Habana , Cuba, 1863-1893).
Arnaldo Jiménez: Poemas
Arnaldo Jiménez |
Pasajeros
el tiempo es engaño y certeza
los pasajeros
sólo
podemos ser tiempo
no es suficiente
habitar las páginas
de las reconciliaciones
las voces de la familia
acumulan las lejanías
nunca se pesca con la mirada
las escenas
que el alma retiene por dentro
alguien doblará
los trapos que dejan
los difuntos
en el muelle
despedimos los barcos
y los seres que hemos sido
se pierden para siempre
Las olas
templo el nailon del alma
para pescar la lejanía
que crece en mí
al final de mis ojos
siento que un barco
empequeñece
no duramos más
que esta danza dorada
sobre las aguas
las olas arrastran
por la arena
los nombres propios
y aprendemos a ser
los verbos del silencio
toda inmensidad culmina
en espuma
Las fotos
presiento
en el álbum
una
impostura
transformada
en caída
el tono del patio
crece
con la muerte
de los perros
la uña
de la madrugada
rasga la pintura
de la puerta
y esas nuestras poses
pecando con otra alma
ya endurecida
bebe espíritu mío
la obligación del recuerdo
Criaturas del faro
penitentes
del destino
que ha pasado
una estela
de palabras
es toda nuestra esencia
sólo nombres hay
bajo el sol
cebamos
una y otra vez
el anzuelo
de la vida
y un barco de adiós
atraviesa
nuestras almas
Pescado
los ojos atraviesan
su último nado
ensartados
en el collar del hambre
apagan sus colores
en esa profundidad
no deja el grito
en el anzuelo
y fluye hacia
la ruta de los cuchillos
oprime el nudo de dios
al recibir los golpes
y la boca abierta
al gancho del sol
es el mismo aire que lo
muerde
ya no ve el agua
y el nailon no le acerca
la espuma que se rompe
en el cielo
Cangrejo
el cangrejo
perdura
sobre la roca
nunca ha deseado
el infinito
si todo fuese
fluidez
la vida no sucediera
bota todo de sí
y traza
su forma
de arder
y esconderse
no ve otro drama
que el comienzo
y no cree
en lo que espera
más allá de él
El puente
sólo el pulso del mar
golpeaba
contra el barco
derrotado por la
inutilidad
un silbido de sal
paseaba por sus costillas
expuestas al sol
esas corolas de almagre
posado
por la suave tempestad
del abandono
su presencia misteriosa
llena
de aventuras apagadas
en los esqueletos de sus
velas
apenas si era
un puente oxidado
sobre cuyo honor
jugábamos los niños
(Álbum de mar, publicado por Fundarte, 2013).
Arnaldo Jiménez
nació en La Guaira,
Venezuela en 1963. Poeta, narrador y ensayista. Es licenciado en educación en
la especialidad de Ciencias Sociales por la Universidad de
Carabobo. Maestro de aula desde el 1991. Es miembro del equipo de redacción de la Revista internacional de
poesía y teoría poética: Poesía del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de
Carabobo, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida, de la misma
Universidad.
En poesía ha publicado: Zumos (2002). El silencio del
agua (Recopilación y notas. Poemas y dibujos creados por niños y niñas,
2007) Tramos de lluvia (2007) y Caballo de escoba (2011). En narrativa ha
publicado: Chismarangá (2005), El nombre del frío, cuento infantil ilustrado
por Coralia López Gómez (Editorial Vilatana CB, Cataluña, España, 2007),
con el cual representa a Venezuela en la colección Cercamón de la
mencionada editorial. Orejada (2012) y El silencio del mar (2012). En
ensayo ha publicado: La raíz en las ramas (2007), La honda superficie de los
espejos (2007), y el libro de aforismos Cáliz de intemperie (2009).
Primer premio en el concurso nacional de cuentos Fantasmas y
aparecidos clásicos de la llanura en el 2002. Premio nacional de las artes
mayores 2005. Obtuvo dos premios nacionales del libro región centro occidental
por El silencio del agua y La honda superficie de los espejos en el 2008.
Recibió la orden Juan Antonio Segrestaa en el 2008. Mención especial en
el concurso nacional de cuentos Salvador Garmendia 2010. Finalista en el
concurso nacional de microficción Los desiertos del ángel 2010. Finalista en el
concurso nacional de cuentos Guillermo Meneses 2011. Mención especial en el
concurso nacional de poesía Festival mundial de poesía 2011. Segundo Lugar en
el concurso nacional de cuentos Por una Venezuela literaria, 2012. Finalista en
el concurso de microcuentos, Cada loco con su tema, México,2012. Premio
nacional de poesía Rafael María Baralt 2012. Premio nacional de poesía Stefanía
Mosca 2013.
jueves, 14 de abril de 2016
Alfredo Veiravé: Acerca de los poetas de provincia
Alfredo Veiravé (1928-1991) |
Las carabelas de Cólon
“Deja las letras y deja la
ciudad.
Juan L. Ortiz”
Los
poetas del interior y los tesoros de esmeraldas las negras esclavas
bañadas en oro y las orquídeas de
colores perversos en el trópico vivimos
esperando
que lleguen las carabelas de Buenos Aires y nos descubran.
Mientras tanto nosotros pagamos
religiosamente los impuestos
podamos las plantas del jardín y nos
ocupamos de tener bien copiados
los poemas
porque
cuando nos descubran tendremos que vaciarnos de
golpe de papeles
inventar
un pasado majestuoso y en legítima defensa
ir acostumbrándonos a sonreír entre vedettes y boxeadores.
Cuando
nos descubran y nos busquen por las provincias
a nosotros: naturales de la poesía
dedito alado de la fortuna
monólogo del pésimo poeta hay que
estar preparado
(Y
sin resentimientos amigo sin resentimiento: nosotros también
fuimos
moda en las aldeas.)
(de
Imperio Milenario, 1973)
Alfredo Veiravé (Gualeguay, Entre
Ríos, 1928- Resistencia, Chaco, 1991). Poeta, ensayista y docente. Entre sus libros se destacan: Imperio
Milenario (1973); La máquina del Mundo (1976); Historia natural (1980); Radar
en la tormenta (1985); Laboratorio
central (1991).
miércoles, 13 de abril de 2016
Gabriel Celaya: La experiencia de Tchou-Hi
Gabriel Celaya |
Todo se corresponde
matemáticamente:
los cinco colores del verde al
rojo-blanco
con que se viste el Rey según la
edad del año
en el curso ritual de la Casa Ming
T’ang
por los cuatro recintos de las
cuatro estaciones
y, en la cruz de los cuatro, por
el recinto-centro
de la única estación pues todo en
torno gira.
Todo está en relación, y arriba,
lo de abajo:
las cinco notas puras — Kong, tche, chang, yu, kio —
y los cinco elementos: agua fuego
madera,
metal sonoro y tierra. No añado
relaciones
que el rey Wen introdujo,
herético, en la escala.
Hablo de lo evidente, que fijó Houai-Nau-Tsen.
Los números sagrados, musicales y
a un tiempo
matemático –astrales, son
contra discusión,
(pese a las correcciones que
arriesgó Sen Ma-T’sien)
y lo digo sin ritmo porque los
números cantan:
ochenta y cinco, cincuenta y
cuatro, setenta y dos,
cuarenta y ocho, setenta y cuatro,
cuarenta y dos,
cincuenta y siete, cuarenta y seis, cincuenta y uno,
sesenta y ocho, cuarenta y cinco y
sesenta.
No declaro a lo loco. Son las
claves chinas.
A partir de estas claves pueden
establecerse
las larguras correctas de los
tubos sonoros,
que dan nueve, seis y
ocho, para los tres primeros;
luego, para los otros, según se
multipliquen
por nueve en ciertos casos, por
ocho en los restantes.
Todo se corresponde: la música y
los cielos,
y las ocho trigramas en rosa
octogonal,
y las cuatro estaciones, con las
doce notas
que dan los doce tubos denominados
lyu,
de acuerdo con la estrella de doce
orientaciones
que fue reglamentada por
Lu-Pou-Wei, según
los mágicos cuadrados, pues cabe calcular
y ver —cifra por cifra— relaciones
que son
científico-astrológicas, y además
establecen
el orden de los cantos y la paz de
los reinos.
Mas cuando ya se había
descubierto el secreto
de las correspondencias, se había
corregido
algún que otro defecto de los lyu y del gnomon,
y la medida exacta del primer lyu, houang
tchong,
surgió el escepticismo. Fue en
tiempo de los Han.
Se cumplían los ritos pero nadie
creía
en la correspondencia de los lyu y de la sombra
del gnomon, los trigramas, la rosa
de los vientos,
la música y la ciencia del
calendario astral.
Y entonces, cuando nadie creía y
disfrazaba
su duda de respeto, se probó la poesía.
Fue Tchou-Hi quien dispuso la experiencia maestra
que después comprobaron cientos de
observatorios.
He aquí las condiciones para
efectuar la prueba.
Dispóngase un recinto cuadrado, dos por dos,
como estable es la tierra, con un
techo redondo
como el de la tortuga, o yin impar, el cielo.
La puerta será triple con nueve
cerraduras
y llaves diferentes que serán
enviadas
a quienes no se nombra, por
agentes secretos.
Bajo la claraboya se tenderá una
seda
que tamice la luz de
rojo-amarillento.
Habrá doce ventanas protegidas del
ruido
y el contacto exterior, y estarán
orientadas
según las direcciones del cielo y
los trigramas.
Ante cada ventana, se dispondrá
una mesa
ligera, de bambú, que deberá ser
baja
hacia adentro, y más alta hacia fuera, en diez grados.
Sobre estas doce mesas, los lyu de jade rosa
estarán colocados según las
direcciones
cosmográficas que antes se habrán establecido
tras de estudiar el año y el
estado del reino.
Dentro de cada tubo sonoro se
pondrán
cenizas impalpables de médula de
saúco.
El suelo deberá ser de diorita
negra,
tan limpia y bien pulida que los
más leves rastros
de los soplos astrales puedan ser
perceptibles
en forma de polvillo, como huella
esparcida
del sistema en funciones de música
infra-roja,
y las correspondencias que el
hombre no registra.
Ni el más pequeño ruido turbará
esta clausura.
Ni la respiración de un hombre, ni en su ausencia,
el deseo de entrar, que entraría
en fantasma.
Sólo se recomienda silencio
enrarecido,
absoluta quietud cargada de
inminencia,
silencio y más silencio, y ¡oh¡!,
inteligencia.
Cientos de observatorios chinos
han repetido
milenio tras milenio, la
experiencia que explica
en su Apartado Doce, la obra “Lyu
Li Yong Thong”.
Lo que a mí me sorprende son
ciertas dudas tontas.
Tocando el violín se puede
conseguir
que las copas que estaban dentro
de los armarios
se llenen de un licor
amatista-nocturno
que brota natural, mas yo no
bebería.
Mirándose al espejo, no diré lo
que ocurre.
Si uno va por la calle, sin pensar
demasiado,
tropieza con milagros. Es el azar, nos dicen.
¿Por qué el azar?, pregunto. Todo está calculado,
y al fin lo que llamamos azar
puede ser algo
deseado y, por eso, sin pensar
provocado;
y auto-descubrimiento, los
llamados misterios.
Por eso en estos versos, yo saludo
a Tchou-Hi
y trato de aplicar su método heou-khi
a nuevas experiencias que sé,
demostrarán
de un modo positivo, fácil y
comprobable
que no es la poesía sólo un juego
verbal
sino algo peligroso, por físico y
astral.
domingo, 10 de abril de 2016
PRESENTACIÓN DEL PRIMER LIBRO EN LENGUA GALLEGA DE RODOLFO ALONSO
En la Feria del Libro 2016, que
tiene como ciudad invitada a Santiago de Compostela, se presenta el primer
libro en idioma gallego del poeta, traductor y ensayista argentino Rodolfo
Alonso, de padres gallegos e infancia bilingüe.
Se trata de “Cheiro de
choiva”, publicado por la editorial gallega Barbantesa a fines de 2015. El acto
se llevará a cabo el miércoles 27 de abril, a las 17, en el stand de Galicia,
con la presencia del autor en diálogo con el escritor gallego Luis González
Tosar, del PEN Club de Galicia.