Páginas

lunes, 20 de septiembre de 2021

Dino Campana: tres poemas

 

Dino Campana














La Quimera

No sé si entre las piedras tu pálido
Rostro apareció, o sonrisa
De lejanía ignota
Fuiste, pendiente de marfil  
Frente resplandeciente o joven
Hermana de la Gioconda:
Oh de las primaveras
Apagadas, por tu mística palidez,
Oh Reina, Reina adolescente:
Pero por tu desconocido poema
De voluptuosidad y dolor
Joven música exhausta,
Marcado por una línea de sangre
En el cerco de los labios sinuosos
Reina de la melodía:
Por tu virginal cabeza
Reclinada, yo, poeta nocturno,
Admiré las estrellas vívidas en los mares del cielo,
Yo, por tu dulce misterio,
Yo, por tu faz taciturna
No sé si la pálida llama
Fue del cabello el viviente
Signo de su palidez.
No sé si fue un dulce vapor
Dulce, en mi dolor,
Sonrisa de un rostro nocturno:
Miro las rocas blancas el mudo manantial del viento,
La inmovilidad del firmamento
Y los ríos hinchados que lloran
Y las sombras encorvadas del trabajo humano en frías colinas
Y aún en tiernos cielos lejanos claras sombras que avanzan
Aún te llamo te llamo Quimera.

Jardín otoñal

                       Florencia

¡Al jardín espectral, al mudo laurel 
De las verdes guirnaldas,
A la tierra otoñal
Un último saludo!
A las áridas colinas
Severamente sonrojadas
Confusa de rumores
Estridentes clama la lejana vida:
Clama al sol muriente
Que ensangrienta los parterres.
Se escucha una fanfarria
Que sale desgarrada: el río desaparece
En la arena dorada: en silencio
Están las blancas estatuas vueltas hacia el puente:
Y las cosas ya no existen.
Y del profundo silencio como un coro
Tierno y grandioso
Elevándose hasta mi balcón:   
Con aroma de laurel
Con aroma de agrio laurel moribundo,
Al atardecer, entre estatuas inmortales
Ella se me aparece, presente.


La ventana de vidrio

El brumoso atardecer de verano
Desde el ventanal destila claridades en la sombra
Y deja en mi alma una marca ardiente.
¿Pero quién ha… (sobre la terraza sobre el río se enciende una lámpara) quién ha…
Para la Virgen del Puente quién es quién es el que encendió esa lámpara? — Hay
En la sala un olor de podredumbre: hay en la sala 
Una llaga rojiza que muere.
Las estrellas son botones de madreperla y la tarde se viste de terciopelo:
Y tiembla el frívolo atardecer, es frívolo el atardecer y tiembla pero hay
En el corazón de la tarde hay
Siempre una llaga rojiza que muere.
 
Extraído de Dino Campana, Canti orfici e altre poesie, Einaudi, 2014. Versiones de Adrián Bollini.
Dino Campana (Marradi, 20 de agosto 1885 – Scandicci, 1 de marzo 1932). Poeta maldito italiano de la primera mitad del siglo XX. Manifiesta desde su adolescencia diversos disturbios nerviosos. Su admiración por los simbolistas franceses y por la poesía de Walt Whitman lo motiva a aprender por su cuenta francés e inglés para  leerlos en su lengua original. En 1905 es internado por primera vez. A su salida, dos años después, emprende un viaje por Sudamérica. Se presume que entre los países del continente visita la Argentina, donde desempeña los más variados oficios. De regreso a Europa, publica su primer y único libro, Canti Orfici (1913). En 1918 es internado nuevamente con el diagnóstico de esquizofrenia en el hospital psiquiátrico de Villa di Castelpulci, donde habría de permanecer hasta 1932, año de su muerte. 

Adrián Bollini (Bragado, Buenos Aires, 1988). Poeta y traductor. Publicó por Alción editora (Córdoba) los libros de poesía Escritos de Dédalo, Sísifo y Pandora (2009) y Ascética de Heuzek (2015).


jueves, 2 de septiembre de 2021

Alice Sant’Anna: poemas de ‘Cola de ballena’

 



Alice Sant'Anna























UNA ENORME COLA DE BALLENA

cruzaría la sala en este momento
sin barullo alguno el bicho
se hundiría en las mesas corridas
y se sumiría sin que percibiésemos
en el sofá la falta de tema
lo que yo quería pero no te cuento
era abrazar a la ballena bucear con ella
siento un tedio pavoroso de esos días
de agua estancada acumulando mosquitos
a pesar de la agitación de los días
del agotamiento de los días
el cuerpo que llega exhausto a casa
con la mano estirada en busca
de un vaso de agua
la urgencia de seguir para una tercera
o cuarta boya, y la voluntad
de abrazar una enorme
cola de ballena y seguir con ella


LA POSTAL DE CLARA ME ALCANZÓ

cuando los helicópteros rondaban el edificio
a las dos de la mañana y todos dormían
apenas el zumbar de las hélices
festejaba la llegada
del cielo iluminado de hong kong
que en una foto nocturna se coloreó
de rascacielos ansiosos por la venida del ferry boat
que abarcaría después de un pasaje
lento, tranquilo
diferente de la sirena que recubre
el sueño de los moradores de mi barrio
clara no conseguiría entender
el rumor de las hélices, ¿serían abejas 
de un país tropical?
¿u otro insecto, tal vez más robusto?
¿cómo explicar el vuelo para clara?


LA NOCHE UN BLOQUE

de madera pintado de negro
cierra los ojos e intenta aproximarse
percibir su tamaño, profundidad
si tiene olor si es macizo
sin puerta para entrar o salir
el modo como la luz golpea
suave, media luz, la mínima
necesaria para ver el bloque
si no fuese por ella el bloque
mal existiría, sería todo la misma oscuridad
sin contorno entre montaña
sus pies y el cordón, el bloque
cabe en su cuarto encima de la cama
todavía sobra algún espacio en los laterales
un trozo de lienzo, pero no
el suficiente para caber
ella también


HAY AQUELLO QUE QUEDA FIRME (UN POSTE)

y no conmueve y hay lo que se mece (un árbol)
y hace barullo y llega a parecer un pulpo con tentáculos
intentando agarrar las nubes, al contrario
de las montañas muy firmes
y serias y exactas donde están
pero hay también lo que se moviliza
muy rápido en el marco de la ventana: un pájaro
siempre puede ser una golondrina o una águila
y un avión nunca sabemos
de dónde parte hacia dónde sigue


LA ARAÑA SE ESCONDÍA

atrás de la pared como
para dar el salto
la proyección de la sombra las piernas
contorsionadas casi troncos
de un árbol naciendo del suelo y del techo
lúgubre lúgubre más que lúgubre
el susto me recomendaba
a correr tomar un taxi
pero al mismo tiempo me forzaba
a caminar lentamente en torno de la araña
y mirar bien de cerca
de lo que está hecha (acero macizo): material del miedo
aproximarme en puntas
de las piernas que no son pies
lanzas apuntadas para el piso
que en cualquier momento se desgarran
y enlazan la presa, tienen vida propia
los tentáculos de la araña
yo sola con ella
no espantaría a nadie
si ella se escondiese conmigo


LOS BRAZOS, LAS PIERNAS

doloridos
de la primera semana de ballet
ya tarde, no tengo más edad
para comenzar
por eso mismo tal vez sea hora
de arriesgar el pie en punta
en el agua fría, la primera brazada
sin el tutú, el rodete
sin la media-calza
que, diría, pica
ahora ya no tengo disculpa
al lado de la niña de rosa
que es toda movimientos perfectos
no recibirá ninguna corrección
en su postura de quien danzó
toda la vida
y ella ahí torpe
la camisa amarilla que tiene un toro
rojo y la palabra españa
una bermuda de gimnasia
que hace mucho estaba guardada
a esta altura


TRAVELLING –

este papel sólo sirve para ocupar
el banco del lado, poema-autostopista
en el que se resume una impresión
a un esqueleto, una frase, una fórmula
y cuando ella brota, idéntica, la vez siguiente
no necesita más sentir ningún dolor
recuerda aquel poema
que dice la sirena de papel
y pronto, ya aprendí
esa calle que sube en curva
allá de la cima surgen casas donde vos nunca
vas a vivir, y aunque vivas, en la lateral
los autos te atraviesan en cámara lenta
todo lo que hay en esta ciudad es una parada
de ómnibus frente al supermercado
donde se venden huevos para batir
suspiro en la cintura, la manga arremangada
pavlova en las fechas especiales


ausencia

te he escrito con calma
cartas en un cuaderno azul
arranco del espiral y no pongo
por prejuicio o ni muerta
tengo miedo de la espera
durante días o semanas un animal horrible
(especie de zorro) me va a perseguir
por dentro, o seré yo misma
(¿una rata?) a roerme
mientras la respuesta no llega
pierdo mucho tiempo intentando
dar nombres a los bichos
que suben la cortina del cuarto


LA SOMBRA DEL AVIÓN ATRAVESANDO

la copa de los árboles no carga a nadie
que se despida o tome té
agua hervida en tetera de ágata
en la sombra del avión no hay quien despierte
con los pies colgando por fuera del colchón
no hay nadie que una vez se haya asustado
con la sangre de la nariz
coloreando de rojo la cama
en plena madrugada la sombra del avión
no hace sentir nostalgia ni pena
ni voluntad de ir con él a cruzar
la copa o el cuarto
puede apenas mirar para abajo
quien ve la sombra del avión
en la copa entre las alas


DIBUJABA TODO LO QUE VEÍA

como una extraña compulsión
pasaba cinco, seis horas al frente
de un cuadro, un picaporte, un pastel de nata
completamente absorto
sacaba del bolso el lápiz
corría para garabatear, después anotaba
la fecha al lado, la calle, nada
se perdía en el cuaderno
mientras eso yo afligida quería repetir
el gesto, documentar todo, decir del gusto
de la canela en el pastel de nata
del primer día azul de lisboa
pero no escribía y con prisa para registrar
me volvía burocrática
en el diario: hoy fuimos en tren, estaba cálido


NO SE PUEDE QUEDAR A VOLUNTAD

en una ciudad con tantos cementerios
b. nos lleva a pasear en auto
en el banco de enfrente hallo extraño cómo se puede
vivir en una calle llamada luminarias
quedo todo el tiempo en alerta
nuestro encuentro inesperado
tanta gente alrededor y yo ni me preparé
de repente ella me mira en una mezcla de curiosidad
y paso lejos
cabellos largos mechas rubias
yo no soy de aquí
miro mucho
no es buena voluntad lo que tengo
pero tampoco es falta de voluntad


* Todos los poemas pertenecen a Rabo de baleia (2013).


Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2021.

Alice Sant’Anna (1988) publicó su primer libro de poesía en 2008, Dobradura. Lanzó dos publicaciones independientes: Bichinhos de luz (2009), y junto a Armando Freitas Filho, Pingue-Pongue (2012). En 2016 apareció Pé do ouvido.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Osvaldo Ballina: Poemas

 

Osvaldo Ballina 



El humorista

ojo águila
cueva y dominio
igual oscuro, igual luminoso 
respira profundo
indefinible
pregunta en lengua animal
si hay todos en cada uno
o cada uno en todos
o apenas infinitos espejismos 
que devoran los días humanos 
dispuestos
con igual amor y crueldad
por el humorista divino


La invisibilidad

logró mutarse invisible
el mundo se volvió natural
la casa, las constelaciones
tuvieron un diseño preciso y acogedor
vagas claridades
volaron sobre mentes
fétidas
sobre humillados y ajusticiados
el insomnio retrocedió
a un sueño dócil
cesó lo estéril
un sol un sol
enmudeció para lo exterior
la paz de la ganada
invisibilidad


Fugitivo de hálitos ajenos

rapto del verano
que rompió el asedio
vagabundo de sí
sin espíritu de rebaño
lleva la concisión
de nombrar las cosas
como símbolos mentales
¿lo real para con el otro
o desvarío solar
de voluntarismo?
¿variantes cercanas a la alienación?
lo cierto
anchos campos del viviente
odiador de jaulas invisibles 
fecundador de la espera
la incertidumbre y las voces perdidas


Absoluto de la gracia

pulsaciones
en el núcleo vientre
ardua cercanía
al desgarro
de lo aparencial
ardido de fiebres
soberbias
y sabe y goza
sin fatuidad de mérito
lo apenas nacido
no viene a implorar perdón


La resistencia

desprecia
los talismanes, el infinito
las manos que asfixian
la voracidad de lo superfluo
ya has visto la subida de la locura 
y ahora los oficios del paraíso
la raíz trepadora del aire natal 
huésped del milagro
ávido mensaje
liberador de guaridas
el rencor de los oscuros
que estragan
el orgasmo de la vida
tu lapso en la tierra
con certeza de nadie
y seguramente de todos
que se disuelve y renace en giros 
con empecinado hábito de ser


Aguas de resurrección

matriz indivisible
vuelve a girar la rueda
de carne regresada
en la memoria
donde cada uno tira
su hilo de ovillo existencial 
un muro de rostros
el último tramo
de cielo o infierno
en módica trama
que purifica
toda niebla ácida
en la garganta


[de “El Jardín de las vulgaridades", 2021 ]

Osvaldo Ballina (La Plata, 1942) Poeta y traductor.