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viernes, 25 de junio de 2010

Charles Bukowski: mujeres.













Versiones Esteban Moore.



La dama melancólica



ella se sienta
en su casa
bebiendo vino
mientras
su marido
está en el trabajo.
ella le da bastante
importancia
al hecho
de publicar
sus poemas
en revistas
de escasa tirada.
ella ha costeado
la edición
de dos o tres
delgados
volúmenes
de sus poemas.
ella es la madre
de dos o tres niños
de entre 6 y
15 años de edad.
ella ya no es
la belleza que fue.
ella envía
fotografías suyas
sentada
sobre una roca
al borde
del océano
sola y condenada.
yo pude haberla tenido
una vez.
en ocasiones
he pensado
si ella alguna vez
llegó a imaginar
que yo podría
haberla salvado.

en todos sus poemas
nunca menciona
a su marido.
ella en cambio habla
de su jardín, así que
al menos sabemos
que eso existe.
quizás ella se coge
a los pajarillos
y los pimpollos
antes de escribir
sus poemas.



una de las más ardientes


llevaba una peluca rubio platinada
el rostro arreglado y empolvado.
el lápiz labial
pintaba
en sus labios, enormes
labios rojos.

del cuello colgaban algunas arrugas
pero era la dueña de una cola
que envidiarían las pendejas
y sus piernas estaban muy bien formadas.

usaba bombachas azules, las que bajé
y levantando su vestido y con la t.v. titilando
se la puse de parado.
forcejeamos alrededor de la cama
(mis pensamientos: me estoy fifando una tumba, estoy
devolviendo la vida a los muertos, maravilloso
tan maravilloso…
igual que comer aceitunas frías en la madrugada
mientras la mitad de la ciudad arde en llamas.)
acabé.

muchachos ustedes pueden quedarse con todas sus vírgenes
déjenme a mí las jovatas calientes en tacos altos
que poseen culos que se olvidan de envejecer

por supuesto, después te despedís
o te emborrachás mucho
que viene a ser la misma
cosa.

bebimos vino durante horas y miramos t.v.
y cuando nos metimos en la cama
a dormir todo el alcohol
ella no se sacó la dentadura postiza
en toda la noche.



Sexo


estiró
los brazos
sobre
la
cabeza
y el vestido
desapareció


la bombacha
metida
en la
gran ranura
conformaba
un bello pliegue

ahora
lo tenemos que hacer
es humano
yo lo tengo que hacer

después
de tantas palabras
no te queda otra

dos idiotas
a punto
de caer
en una trampa

apago la luz
ella se cubre
con las sábanas
no se sacado
la bombacha

ella quiere
todo
y mucho
de cada cosa

no
la puedo
culpar

me pregunto:
¿qué hace en mi cama?
¿adondé están sus otros machos?
¿puedo tener tanta suerte
o voy a garchar una mina
que fue pateada por otros?

no teníamos que hacerlo
no quedaba otra que hacerlo

yo estaba obligado
a exhibir mis capacidades
me sentía como si estuviera
demostrando mi honradez
frente a un inspector de impuestos

le saqué la bombacha
y decidí no hacer uso
de mi insaciable lengua

en ese momento
ya imaginaba
el final y después
dormir juntos
acomodándonos
cuerpo a cuerpo
en la cama

intento
satisfacerla
y
fracaso

observo su pelo
raíces negras
en una cabellera rubia

y su nariz
que vista desde arriba
se parece
a la de un cerdito recién nacido


lo sé
no queda otra

lo vuelvo
a
intentar



camas


una cama
desconocida

una mujer
nueva

otras cortinas
otro baño
otra cocina

otros ojos
otros cabellos
otros pies

todos
realizamos
nuestras pequeñas
búsquedas
de la eternidad

te
quedás
en la cama

ella
enfunda
su cuerpo
en un vestido
ajustado

tiene que ir
a la oficina

vos
te entretenés
pensando en la otra
y
en todas
las anteriores

es grande
la incomodidad
que produce
esta clase de amor

este
dormir juntos
y nunca más

toda esta suave
amabilidad

después
de que ella se vaya
usarás su baño
sus toallas

te
asombra
tanta y extraña
intimidad

te tirás
en la cama
y
dormís un rato

cuando abras la puerta de esa casa
y en la calle veas el sol
cierta tristeza invadirá tu cuerpo

pero
sos consciente de que te encontrarás con ella
alguna otra vez
y no te importa demasiado
que las cosas salgan bien

es casi mediodía
estás sentado
en tu auto
frente a la playa

...otra cama otras orejas
otros aros otros zapatos
otros vestidos
otras puertas otros colores
y muchos números telefónicos

desarrollaste la fuerza y el valor
para vivir tu soledad

ahora
a los sesenta años
tenés que ser
un hombre sensato

pisás el acelerador
el auto
flota por el boulevard

tu pensamiento:
cuando consiga
un público
la voy a llamar a jeannie
hace una semana
que no estoy con ella



el final de una breve aventura


esta vez
lo hicimos de parados
por lo general esta posición
no es la mejor
pero
aparentemente estaba dando
sus resultados

ella:

“¡Ooooh dios mío
tus piernas sin
hermosas!”

todo
estaba
saliendo bien
hasta que ella
saltó
suavemente
y enroscó sus piernas
alrededor de mi cintura

ella:

“¡Ooooh dios mío
tus piernas sin
hermosas!”

pesaba sus kilos
y estaba colgada
de mi cuerpo

yo
hacía mi trabajo

cuando acabé
el dolor
me atravesó
la médula
de punta a punta
estallando
en mi cerebro

la dejé caer
sobre el sillón
y comencé a caminar
en círculos
por la habitación

el dolor
estaba ahí
pellizcándome
desde el culo
hasta la nuca

le expliqué
que era mejor
que me dejara solo

que
tenía que revelar
un rollo de película

se vistió
y no la volví
a ver

caminé despacio
hasta la cocina
me serví
un vaso de agua

el dolor explotó
repentinamente
en el inyteruior
de mi cráneo

el vaso
escapo
de mis
manos
haciéndose añicos
en el piso de la cocina


llené la bañadera con agua muy cliente
agregué sales al agua humeante
y luego me metí muy despacio
el calor inundó mi cuerpo
aliviándome

sonó el teléfono
me enderecé
y el dolor me paralizó
mis pies estaban
algo acalambrados

salí
de la bañadera
gateando

rayos multicolores
volaban
dentro de mi cabeza

el teléfono
seguía sonando

levanté
el tubo

¿quién es?

“te amo”
contestó
ella

“gracias”
le dije

“¿sólo eso vas a decir?”

“si”

“andate a la putísima
que te parió”
aulló
y colgó

mi espalda
ya no dolía
tanto

el amor se seca
pensé


se seca aún más rápido
que un charco de semen
en el ombligo de una mujer



la pelirroja


sacudió su cabeza
y la roja cabellera
flotó un instante
en el aire

rojos cabellos
verdaderos

ágilmente
giró
su cuerpo
y preguntó:

“¿tengo
la cola firme?”

¡ah
mujeres
cuánta comedia!

siempre
hallarás
una mujer
para salvarte
de otra mujer

y
cuando creas
que la salvación
está a tu alcance
podrás observar
cómo se preparan
para destruirte


“algunas veces te odio”
dijo muy suelta de cuerpo

se sentó en la galería
leyendo los poemas de Catulo
permaneció una hora ahí
con mi libro en sus manos

hombres y mujeres
pasaban frente a mi casa
preguntándose
de donde un viejo feo
hallaba tanta belleza

esa pregunta
tampoco la puedo contestar
yo

luego
entró
en la casa

cuando se acercó a mi sillón
la agarré del brazo
y la senté sobre mis muslos
tensos

levantando mi copa
le dije:
“tomá
un trago”

“otra vez vino con güiski
espero que no te pongas pesado
con estas mezclas que hacés”

“decíme la verdad
¿te teñís el pelo?”
le pregunté

“cerrá los ojos
no mires”

“ahora abrílos”
dijo suavemente

estaba parada
delante de mi
los pantalones en el piso
la bombacha en la mano
y lo juro
su vello púbico
era del mismo color
que su cabello

ni el viejo Catulo
podría haber deseado
tanta
y maravillosa belleza
antes
de volverse senil
por muchachos tiernos
que no poseen
la necesaria locura
para transformarse en mujeres


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