Jorge Calvetti |
Preguntas
¿Fue
en una calle de Córdoba del Tucumán
o
cerca del Café Royal, en la Regent Street,
donde
alguien me hizo ver un fantasma?
En
la vereda un enano ciego,
rasgueando
una guitarra con muñones,
cantaba
arrinconado,
solo.
¿Lo
vi? ¿escuché el canto?
¿O
Dios lo imaginó y lo mostró un instante,
para
que en él yo me viera espejado
y
dejara de balbucear,
contra
la pared del mundo
palabras
que nadie oye?
W.H. Auden
Ayer,
en su retrato, miraba las huellas de la palabra vida
y
me decía: El tiempo ya no puede verlo,
nunca
más encontrará lugar en Auden donde dejar
/sus ominosos rastros.
Se
ha cumplido también en ti, querido poeta, lo que está dispuesto.
También
en ti, que querías perturbar a los muertos.
Ahora,
(aunque
muchos piensen que más allá de la muerte
no hay ni
siquiera muerte)
tu
alma resplandece
abrazada
a la verdad y el misterio.
Yo,
que vivía en tu corazón cuando pensabas en el pueblo,
en
esta noche que te fue negada,
digo
palabras que no permitirán que mueras:
“Recibe,
¡Oh! Tierra, a un huésped honorable…”
Habla el desconocido de
la columna de Trajano
No
preguntes quien soy.
Hijo
de un trueno o del instinto, eso qué importa.
Sería
lo mismo si dijeras:
lo
ha creado un dios cuya memoria se ha desvanecido
o
la noche
y
los devastadores sueños de la eternidad de los
mortales.
Lo
cierto es que fui un hombre,
respiré
el aire libre, hollé la tierra,
me
resistí a los siglos
que
lamen y que gastan como el mar y los perros,
y
ahora estoy aquí, mirando
un
vano discurrir de tardes y generaciones.
Pero
he vivido.
Fui
valiente y soez y miserable y generoso y bueno.
Conocí,
esclavo, la invasión del miedo
que
cunde como una tempestad;
conocí
la pasión que es adorable
y
golpea el alma como una piedra, y pasa.
He
muerto muchas veces
en
las batallas y los terremotos,
en
los vastos pantanos donde Ovidio lloró
y
los dioses lo olvidaron,
en
las legiones, en las catacumbas.
No
preguntes quien soy. Yo he de decírtelo:
soy
el que hace la vida y la conquista.
Yo
soy el numeroso, el simple, el olvidado y el
humilde.
El
que sabe que un día
llegará
a ser el dueño de los días.
Jorge Calvetti (San Salvador deJujuy, 1916- Buenos Aires
2002) Poeta, ensayista y periodista. Su obra fue distinguida con el Gran
Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores; el Gran Premio
de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía; la Pluma de Plata del
Centro Argentino del PEN Club Internacional; el premio Esteban Echeverría
de la institución Gente de Letras y el premio Konex.
También fue jurado de concursos nacionales, municipales e institucionales en
las categorías poesía, narrativa y ensayo. En 1984 fue elegido miembro de
número de la Academia Argentina de Letras y en 1986 se lo eligió vicepresidente
de esa institución.