Charla del viejo
Habla de aquello que no hizo,
lo que estuvo al alcance de la mano
y no pudo tocar.
Es confuso ese parloteo que sólo él entiende,
es áspero cuando dice ¨eso sí valía la pena¨.
Habla de aquello que no hizo,
como esas tortugas al revés,
expuestas al sol, la panza blanca,
las uñas arañando el aire.
Insomnio
Sálvate de tu madre y del padre de tu madre
y de la madre del padre. Sálvate de tus hijos
y de los hijos de tus hijos. Sálvate, de la traición
de la escoria. Sálvate por el hallazgo, por la ambición
de entrar solo por una puerta que da a un lugar solo.
Sálvate y queda mirando ese desierto : ciénagas de hambre
ciénagas de sombra:
sé un sueño solo sin voces ni gritos: tu huésped.
Pasante
Que parezca que se ha plantado. Que parezca
que hay árboles en el jardín y flores y también
mala hierba. Que parezca que se plantó y creció
un árbol y flores, hierba. Que parezca, siempre,
porque es verdad, que hicimos lo necesario para
alcanzar, ahora, a esta hora, lo que somos:
un desvío, algún remordimiento.
Maniobras
Ahora esa mujer habla del mar.
Sorpresiva, casi sin voz, dice y mezcla
unas palabras incomprensibles, ajenas.
Dice y tartamudea que el mar, que la noche
que un día, que pájaros, que el amor
y el silencio del silencio, que la muerte.
Dice y se va, como si nada.
Que sea así. Prefiero que no esté
con sus anuncios inconsolables y emigrada,
sin respuesta -mientras la vida avanza
a grandes pasos, lejos de uno- vuelva
y mire, lúcida, un objeto material
hecho de un grupo de palabras abstractas,
de nombres propios y voces:
sólo una escritura en voz baja, hecha
de arrepentimientos, agregados, decepciones.
Poema I
Los hombres y las mujeres de este pueblo
andan descalzos, pisan desnudo.
Ni el sol ni la lluvia ni la sombra
los hace felices o tristes; ellos
pisan desnudo, sin codicia.
Los hombres y mujeres de este pueblo
afilan piedras, engendran, festejan
con vino, tienen sueños nocturnos, mueren.
En silencio miran y pisan la tierra desnuda,
la aprietan, amontonan huesos, los tapan.
La gente de este pueblo es pobre y no
piensa más allá, no habla al futuro:
sólo apisona, ni feliz ni triste y
con huesos, piedras, sueños, cubre
y descubre lo que un día ha de nombrar:
memorias, involuntarios recuerdos, épicos
asuntos.
Jorge
García Sabal
(Balcarce, provincia de Buenos Aires,1948- Buenos Aires, 1996) Poeta. Publicó: El Fuego de las aguas, 1979 (Premio
Fondo Nacional de las Artes, 1978); Figura
de baile, 1981; Mitad de la vida,
1983 (Primer premio Certamen de Poesía “Miguel Hernández”, 1982); Lugares propios, 1987; Tabla Rasa, 1991 (Premio “La Nación”,
1990; Jurado: Octavio Paz, Olga Orozco, Enrique Molina, Roberto Juarroz, Jorge
Cruz); Sutura, 1994; Antología
Poética, 1996.