Edward Hirsch |
Una copa de vino tinto que no ha sido tocada tiembla sobre
la mesa y la luz de
las lámparas cae cubriendo sus hombros.
Ella dirige su mirada al repollo en su plato,
observa el pan resquebrajado. Proposición:
la irreductible esclavitud de los obreros. “Trabajar
para poder alimentarse, alimentarse para poder trabajar.”
Ella piensa en el reloj para marcar tarjeta en su pecho, de
la noche que se profundiza en la correhuela y la gramilla,
en los vapores y átomos en la fábrica donde
una morsa de acero le
aprieta las sienes
diez horas por día. Ella no come.
Ella no duerme. Casi no piensa
ahora que ha rozado el amoratado
brazo del olvido y probado la sangre, ahora
que el horno ha rotulado su piel y ha
tatuado su frente como la de un esclavo romano.
Seguramente Dios viene a los torpes e ineficientes,
a soldadores con antiparras oscuras y obreros
no calificados que pasan los días que se les han asignado
retirando bobinas de metal al rojo vivo de las llamas.
Seguramente Dios se les aparece a los quebrados y
anónimos, a los humillados y a los afligidos
cuyas piernas se han desposado con el movimiento perpetuo
siendo sus manos
demasiado pequeñas para sus cuerpos.
Proposición: “A través del trabajo el hombre se transforma
en materia, como Cristo lo hace a través de la Eucaristía.
El trabajo es como una muerte. Debemos pasar
a través de la muerte. A nosotros nos tienen que matar.”
Debemos despertar para trabajar, para producir
y contar, para fracasar repetidamente, para entregarnos
al ritmo furioso de las máquinas, para sufrir
el pandemónium y habitar las repeticiones,
para transformarnos en la bestia sacrificial; el tiempo
penetrando el cuerpo, el cuerpo adentrándose en el tiempo.
Ella presiona la mesa con su frente: “Trabajar
para poder alimentarse, alimentarse para…
Afuera, las polillas brillantes se dirigen hacia las
estrellas y
las estrellas se tensan a través del cielo como las cuentas de un
collar.
Adentro, una copa de vino tinto tiembla
al lado del repollo frío y el pan resquebrajado.
Noche exhausta, ella es el líquido que se desborda
y la comida sin tocar. Desciende sobre ella.
(Versión Esteban Moore)
Edward Hirsch
(Chicago, EEUU, 1950) Poeta, ensayista y crítico. Ha publicado ocho volúmenes
de poesía, entre ellos, The Living Fire:
New and Selected Poems (2010). En ensayo, entre otros títulos, dio a
conocer en 1999 How to Read a Poem and Fall in Love with Poetry que ha convertido a través de los años en
un auténtico bestseller.