Horacio Preler |
Símbolos
Un extranjero recorre las calles
de una ciudad desconocida.
El misterio se encierra
en los extraños laberintos.
Los hombres pasan unos junto a otros,
sólo los viejos conocidos se saludan
con las ceremonias de costumbre.
Nos entendemos pobremente,
apenas delineamos los contornos del gesto
articulando símbolos heroicos
para superar el desamparo.
La Pared
Todas las mañanas un hombre
levanta las paredes de su casa.
Sube a los andamios; el sol brilla en su piel.
Abajo, sus hijos juegan en la arena.
Está solo.
Quizá piensa en la mujer que tuvo
o en la época en la que fue feliz.
Cuando termina su trabajo,
recoge sus herramientas
y regresa por el mismo camino que llegó.
Baratijas
El fuego arde y la materia es un axioma.
La energía engendra las cosas más extrañas,
las telarañas, los papeles,
el ojo denigrando la figura,
las puertas sin cerrojo,
la contextura ósea.
Hay personas mirando el horizonte
en una visión hueca,
puerto que recibe barcos cargados de riquezas
para rendir países,
monarcas que gobiernan un pueblo de fantasmas.
Los sueños ofrecen la ventaja de las cosas sencillas:
humildes baratijas
para vender en el mercado.
Casa Vacía
Alguien alguna vez hará el inventario de las cosas,
levantará papeles, abrirá los cajones de un escritorio
antiguo, revisará bibliotecas, estanterías,
muebles, aparatos usados, buscando explicación
a tanta fantasía.
Nada perdurará para dar testimonio.
Uno se lleva todo. Sus historias,
la clave de sus miedos, la lóbrega codicia,
la indiferencia, el odio,
los almanaques viejos.
Entonces encontrarán escobas en todos los rincones,
trapos de piso, humedad,
los restos de comida que han quedado en el plato.
Orden
Es bueno lavar los cuchillos en primer lugar,
todos juntos,
luego limpiar los tenedores,
todos ellos,
y, finalmente,
pasar a las cucharas,
para que la tarea sea más prolija,
para que sea más fácil
poner en orden el universo.
Horacio Preler (LaPlata, Buenos Aires, 1929). Poeta. Ha publicado: Institución
de la tristeza (1966); Lo abstracto y lo concreto (1973); La
razón migratoria (1977); El ojo y la piedra (1981); Lo
real nuestra casa (1991); Oscura memoria (1992); Zona
de entendimiento (1999); Silencio de hierba (2001); Casa
vacía (2003); Aquello que uno ama (2006) y La vida se interroga (2012).
Su obra ha sido reconocida con
diversas distinciones, entre ellas, el premio de poesía que otorga la Academia Argentina
de Letras.