Páginas

viernes, 12 de julio de 2013

Miguel Veyrat : Puente levadizo.



Miguel Veyrat





















                                               Partió el caos en dos un rayo de tiniebla,
                                                               vidriosa pasadera al sentido del inicio…
                                                                                              Zenón de Montferrat
                                                                                              “Cartas a Johannes de Silentio”, IV, 2 [i]



Al vuelo

Un muro blanco bordea el camino de la cañada
del rosal, coronado por cascotes
de vidrio roto. Hieren con luz de mil colores en  
mi paso hacia el cantil. Todos a la vez penetran
en la piel, azafrán que desangra
hacia poniente. Aún asciendo vivo en su reflejo.

La hora

Tardo en decidir y de momento hay flores
allá donde fijar estos ojos
mas no un lugar por donde entrar al vacío,
precipitar mi ausencia en su boca levadiza.
La llave del portón recela
la hora asfixiándose en la funda del cuerpo.

Descendimiento

Pasa un ala bajo la techumbre de los dólmenes,
que las manos quisieran retener.
Al aire ardiente tritura la mente un ojo a tiempo
fijo en esta espera sobre la sima. No hay piedad.
La febril afrenta me despeña. El
arrecife desenvaina su cristal y taja hasta la cota.

Aquí dentro

Desde esta cueva que han previsto para mí
nada veo sino aquella prieta
luz desconocida que se burla con la noche
que no acaba. Cansado será
estar muerto.  Fatal infamia
de invertida sed. El sol reluce casual afuera.

Se cierra el puente

Querría interceptar este rayo que
se alza desdeñoso ante la palabra perdida que aún
no puede pronunciarse. Su espejo interpolado nos
confunde y quema. Ya no brilla  mientras ávida la
sombra empaña un eco nuevo desde la respiración
de otro por la caverna de enfrente.

Ánfora cineraria

A veces una gota olorosa de árbol
es lo que queda. Rígida y brillante.
Los muertos casi nunca  disponen
sino de fuego para volar y el alma
arde resina del árbol de la muerte
por el cerebro. Ardid de eternidad.

Desde dentro

Estar muerto te permite ser bosque o vapor
de horizonte en tierra
estero, canto rodado. Eras astro que jugaba
a surcar incendios. Querías prolongarte así
entre vanos albeados
sobre chispas y encuentros de otras piedras.

Perdura el canto

Máscaras constantes
surcan el dolor. Como derivan los cuerpos a
espumas al romper por la costa y las mareas.
Será mi aliento que canta. Inesperado y solo.
Del otro lado salta maquinal un verso al aire.
Pero ahora no soy yo. 

Un poema

Canto todo cuanto perdí, follaje oscuro o sueño
que desciende envuelto
en llameante rocío. Corazones de cieno llueven
rusiente furia humana floración rota de lenguas
radical error de paralaje.
Lo que perdí sigue el combate. O férvida pupila.

[1] Zenón de Montferrat. “Cartas a Johannes de Silentio”, Cap. IV, 2 : “Comentario al Ps. Areopagita (“Theologia mystica I.I, p.3999”). Versión de María Nefeli con Facsímil del original latino hallado en Praga en 1898, Portinari Editores, Buenos Aires 1936.

Miguel Veyrat Nueve Poemas de Apertura del libro “Poniente”, Bartleby Editores, Madrid 2012.


Miguel Veyrat  (Valencia, 1938) ha sido periodista político y diplomático de larga y reconocida carrera profesional a lo largo de más de medio siglo. Su abundante obra literaria abarca prácticamente todos los géneros, aunque ha consagrado por entero los últimos quince años a la escritura poética. Ha publicado, entre otros, los poemarios Antítesis Primaria (Adonais 1975), Elogio del Incendiario (1993-.2ª ed. 2007),  Conocimiento de la llama (1996-2ª ed. 2010), La Voz de los Poetas (2002) , Desde la Sima (Antología, 2004), Babel bajo la Luna (2005),  Instrucciones para amanecer (2007), Razón del Mirlo (2009), y La puerta mágica (2011), antología de sus últimos cuatro libros correspondientes a la primera década del s. XXI, editada y comentada por el crítico Ángel Luis Prieto de Paula. Este último ha escrito que en la poética de Miguel Veyrat “se reflejan el estupor y el misterio, la fraternidad humana, el espanto y el éxtasis, que sobrevuelan por sobre la superficie de lo explicable a la luz pobre de la lógica discursiva”. Aunque el poeta frecuenta poco la “vida literaria” y no concurre a certámenes ni juegos florales, su labor como traductor se ha visto reconocida con el Premio Stendhal que otorga la Asociación de Escritores y Traductores españoles. Su último libro “Poniente” se publicó en 2012 en Bartleby Editores, que prepara ya otra publicación suya para 2014.




[i] Zenón de Montferrat. “Cartas a Johannes de Silentio”, Cap. IV, 2 : “Comentario al Ps. Areopagita (“Theologia mystica I.I, p.3999”). Versión de María Nefeli con Facsímil del original latino hallado en Praga en 1898, Portinari Editores, Buenos Aires 1936.