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domingo, 22 de septiembre de 2013

Novedad Editorial: Carlos O. Antognazzi.










Carlos O. Antognazzi (Santa Fe, 1963). Ha publicado los libros Historias de hombres solos (Cuentos, 1983), Punto muerto (Cuentos, 1987), Ciudad (Novela,1988), El décimo círculo (Cuentos, 1991), Llanura azul (Novela,1992), Narradores santafesinos (Ensayo, 1994), Apuntes de literatura (Ensayos y entrevistas, 1995), Cinco historias (Nouvelles, 1996), Mare nostrum (Cuentos, 1997), Zig zag (Cuentos, 1997), Road movie (Cuentos, 1998), Inside (Poesías, 1998), Al sol (Cuentos, 2002), Arte mayor (Poesías, 2003), Los puertos grises (Novela, 2003), riverrun (Poesías, 2005), Señas mortales (Novela, Castalia, Madrid, 2005), Triplex (Nouvelles, 2008), Ahab (Poesías, 2009), Interludio (Cuentos, 2010), Leve aire (haikus, 2010), Las estaciones (Poesías, 2012), Sísifo (Cuentos, 2013). Obtuvo, entre otros, los premios «Alcides Greca» 1992 y 2007; XII Premio «Ciudad de Huelva» (España, 2003); VII Premio «Tiflos» Novela (España, 2004); «José Rafael López Rosas» 2009. En 2004 fue declarado «Ciudadano Santafesino Destacado» por el HCM de Santa Fe. Coordina Talleres literarios en Santa Fe y Santo Tomé.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ricardo Ezequiel Gandolfo: Poemas.





Ricardo Ezequiel Gandolfo
























La Momia en la sastrería


La vieja y olvidada Momia revive floreciente
y, luego de asesinar a un campesino prospero,
dos maestras,
un distraído agricultor,
tres policías y su perro,
retorna a la ciudad de la cual nunca debió haber salido.

La casta noche la recibe con un sonido opaco.
Mientras vaga con paso lento por las calles
tediosamente decoradas
oye (es un decir)
la musiquita de unos tangos tristísimos
saliendo de la radio de una sastrería de barrio.

La Momia piensa
(si tal cosa fuera posible,
no olvidar
que ha estado soñolientamente muerta unos
miles de años)
piensa que esa princesa la metió en un buen lío
y, mientras los pedazos de tela
se desgarran y flotan sucesivamente,
ingresa en el negocio
cuyo cartel de “Costuras a buen precio”
le da la bienvenida suavemente.

El cuarto oscuramente iluminado,
y los ojos brillantes del encorvado sastre
dan la nota.

La Momia piensa
(si se pudiera decir esto. No hay que olvidar
que un cerebro vaciado con agujas y algún líquido secreto
es delicadamente endeble)
“Papiros, cestas de mimbre, Nefertiti
camellos, enormes tumbas
palmeras,
decisivas túnicas de algodón africano,
pirámides elevadas sobre el polvo
de cien mil esclavos,
arpas y astrologías”

Y luego se embute en unos pantalones de pana
en una perfumada camisa de blanquísima seda  ,
en unos mocasines de atildado cuero.

Le basta
ladear la gorra que el sastre
le ofrece para ocultar
dos o tres vendas que escapan reverentes,
para saber que ahora
esta cerrada muerte caerá sobre ti
sobre nosotros,
y que en la dulce noche
nadie estará tranquilo mientras duerme.

Y luego, mata al sastre, incendia
el opaco negocio, se ríe
a carcajadas silenciosas
de la noche y su música
camina por las calles empedradas
convertido en un perfecto caballero
entra en la Bolsa
y allí realiza sus sangrientos negocios
silbando una vieja melodía del Nilo
recordando  a la astuta princesa,
a los hombres con cabeza de perro
y a las mujeres con vientre de serpiente.

                                                        (inédito)


 Variaciones sobre lógica modal amorosa

                                                                                                                                                                                                                               para Elvira Escalante

                                                                                               
Recuérdame en otoño
Es necesario.

En febrero
cuando las lluvias amenacen ahogarnos.
Por el contrario, en julio
olvídame definitivamente y haz una vida nueva.
Ya llegarán los meses decisivos
en los cuales estaremos posiblemente juntos:
el color de los árboles tocando la ventana,
el triste devaneo de los zapatos del cartero,
la desigual contienda de la luna en las tazas de té olvidadas.
Así, la primavera volverá con sus bríos
y te veré con un sombrero rojo
atravesando la avenida.
Por suerte yo seré
literalmente un imposible,
y aunque las telarañas  nos ensordezcan
con su rugido azul
no cruzaré esa calle
no cruzaré
nunca jamás, nunca jamás
haré el esfuerzo de cruzarla.

Al fin y al cabo
Para decirlo todo tus labios siempre fueron contingentes.

                                                       (Bazar Japonés)


Apariciones imprevistas

                                                     ¿Qué es la divinidad si sólo puede
                                                      Llegar en silenciosas sombras y en sueño? 
                                                      Wallace Stevens

Lo percibiste dulcemente,
a una hora difícil de la tarde
entre las 17 y las 19. Estabas sentado
en solitaria meditación con un cesto de frutas
al lado. El humo de los cigarros fingía ser niebla
Pero tus ojos estaban despejados
Allí. En la clara ventana que daba al patio
Viste por un instante a Cristo y a los doce
Charlaban animadamente, algunos comían uvas
Y otros contaban las piedrecitas cercanas
A la pileta. Los gatos parecían ignorarlos
Y el viento había cesado. Quisiste
Hablar con ellos, preguntarles pavadas
Sobre los mares de Galilea. Y sin embargo,
Cuando miraste bien hubo el clamor de la sorpresa:
Pedro parecía más bien tu tío Nicolás, Jesús
Se inclinaba como el portero del edificio vecino,
Santiago reía con la voz de tu abuela, y María
(eso era lo más maravilloso)  era como Carolina
Tu primera novia. Quedaste estupefacto
Unos instantes. Luego, la visión se hizo borrosa
Dejando aparecer poco a poco la santa rita magnífica
Que tu mujer cuida con modales exquisitos y tenues.
Las hormigas reiniciaron su procesión a un Dios Insecto
Que al amanecer también te despierta de tus sueños.

Y en el medio del jardín el sol que todo lo cubría
Suavemente, se llevó las imágenes y la noche.
  

                                                              (Inédito)

Satán retorna del invierno

En las pobladas calles de una ciudad desconocida
Satán vuelve a caer sobre el empedrado austero
Viene del invierno, quiero decir de otras latitudes
Donde el frio es moneda común y allí languidecía.
Al revés de esta urbe, a la que no nombraremos
Aquí el calor es abismal, aquí los cuellos tiemblan
Bajo una lluvia de gotitas saladas; aquí
Satán se siente como en casa, vuelve a cantar
(aun cuando lo hace no demasiado bien)
Y se dedica unos pasitos de baile
(lo cual es decididamente estrafalario)
Y después se va con paso decidido a un templete
cercano. Allí el pastor Rubén Alcides Saranvillo
natural de una comarca  cercana, hace años
invoca a Jesús con voz aguda, haciendo llorar
a multitudes, sana
a los enfermos de sus dolores de columna,
exhorta a pecadores, adúlteros, bebedores de vodka
y de cerveza a renunciar a los placeres prohibidos.
Satán escucha, cabecea y bosteza:
no es el infierno un lugar para estos pequeñuelos.
Cruza la calle. La catedral con elevados coros
lo fascina; por un instante cree estar en el cielo
ya que el gordito sacerdote despliega
páginas del Evangelio como hojas de comics,
invoca a Dios y a tres personas al mismo tiempo,
y luego termina su comentario con una mención
confusa sobre abortos y matrimonios imperdonables.
Satán ríe bajito y luego se aleja pensando en lo difícil
que es hacer entrar en el mal absoluto a esos chiquitines.
Después de recorrer la ciudad aburrido
Satán entra en una sinagoga, donde el rabino bruscamente
barbudo implora letanías en un idioma antiguo
pero que el diablo reconoce al instante y al instante
se duerme. Luego, despierta, con un sobresalto
y piensa que en millones años no han cambiado una letra
de la Ley: le parece, decididamente, un exceso
no apto para la eterna condenación de esos viejecitos.
Cruza la calle y oh sabiduría, oh rezos hipnopómpicos, oh dulzura
Es una oscura mezquita donde se alzan los cantos soñolientos
Invocando al Uno, al Innombrable, al Perfecto
que por gracia de un profeta austero ha proferido
su mensaje ante el Mundo. Satán tiene deseos de reír
ante esos ademanes coreográficos, siempre a las siete
postrándose ante las maravillas de un Paraíso concebido con señoritas
múltiples y un montón de aceitunas y aceites y baños de vapor
y encantadoras bailarinas. Pero aguanta su risa y se retira.
Ya no tiene nada que hacer en cuanto a religiones.
Así que busca y busca en el humano mundo
a quienes torturar por siempre en un infierno luminoso y
terrible. Un lugar,
donde se oyen diariamente los gritos de dolor
hasta el fin de los tiempos.
Pero este afán es – por lo bajo-
inútil; y por lo alto
se reduce a correr por los pasillos
de los congresos, transitar embajadas,
juzgados, comisarías y casas particulares,
pequeños y animados barcitos, casas de familia, burdeles
y en todos encuentra la mediocre intención,
el insulso yo no sabía acompañado de golpecitos en el pecho.
“El mal _piensa Satán_ “ya no es lo que era”.
Se ha vuelto una tontería que se realiza de repente
Sobre sí mismo o sobre otros
Siempre pensando que no era tu deseo hacerle daño
Sino solo divertirte, quizás pasar el rato
En  torturada compañía, quizás es como un juego
Un hobby, un impulso de dedicarse a algo diferente.
Y así, Satán eleva sus oscuras y  portentosas alas
Y parte de inmediato por la ruta
que Dios dejó trazada al escapar también de este planeta.
Y en la tierra plagada de numerosas
y tediosas criaturillas se oye el rechinar de tantas víctimas,
el confiado vertedero de sangre diario y sin sentido
el paciente dolor que hora a hora se infligen los insectos
humanos y en ese horror el corazón se para
los nudillos se ahuecan, la triste flor del llanto
comienza a germinar y las horribles risas
se encienden acompañando el cortejo de difíciles obras
y hombres y mujeres acometen la tediosa, mortal tarea
de vivir en el cielo del goce donde toda eternidad es poca.
   

                                                           (Inédito)



Ricardo Ezequiel Gandolfo (Termas de Rio Hondo, Provincia de Santiago del Estero, l953). Poeta. Ha publicado: Diario de Babel (1980, premio“Coca Cola en las Artes y las Ciencias” cuyo jurado estuvo formado por Olga Orozco, Alberto Girri y Roberto Juarroz y en 2012 dio a conocer Bazar Japonés. 
Poemas suyos han sido publicados en La Nación, Clarín, Tiempo Argentino, El Nuevo Libre (Corrientes) y en la Revista Digital “Adamar” (Madrid). También han sido traducidos al alemán y publicados en Jahrbuch der Lyrik 1996/ 97.Ed. Beck’sche Rehie (1996).
 Ajenos al vecindario, una antología junto a  otros tres poetas tucumanos, Rogelio Ramos Signes, Manuel Martinez Novillo y Maisi Colombo, apareció en el 2009.







           



Catalina Boccardo: Clases de collage.




Catalina Boccardo



















FIGURA 1

las mujeres tienen sus piernas rotas
o se les cae un ojo y nacen flores diminutas

yo construí esas ideas
mis propios ojos suelen ser trampa
 metal de la tijera

quién desea
                        una clave
en el fondo
quién puede humanamente astillar papel

reconfigurar aristas
matarse el centro

la física

desaparición por el corte


FIGURA  2

la casa entera ya no existe
una soledad de tules negros

selección a voluntad
 deconstrucción
por momentos a la deriva

y ese objetivo casi oscuro  de una mano rompiente

borrar huellas
escindir cualquier atisbo de locura del procedimiento

fragilidad en la permanencia que nos permita creer

 la angustia se retira con un bisturí
y volvemos a un todo



FIGURA  3

hacer personitas lleva un tiempo considerable

cada mujercita  es ella y es universal
les busco la vuelta
al acrílico
el papel
las tintas

aprieto el doblez con pegamento
pruebo
pienso
si las flores si el color rosa
un exceso

desnudos que prefiero cubrir

y las telas cambian de comportamiento
mecen o arrugan las texturas

falta esa experiencia con la máquina de coser
de las feministas

del horneado
y saber cómo cuidar aquello gestado durante meses

las personitas en este caso
nacen de pronto
por obra y gracia

una apertura de la cabeza
una palas atenea

no parece el mismo sufrimiento carnal
otra índole
el esfuerzo  de nuestras manos

tocar nos reconstruye
o permite obrar al grito
o gritar durante la obra


FIGURA  4

aparece una rara avis

su  necesidad  lleva a plasmar figuras
dignas de comprensión

o  al menos no carentes de sentido

siempre el mismo entuerto

qué digo
o  qué no digo

encima
          aquí las palabras huelgan
                                         matan entre sí

el pico por el cual centrar el alimento
absorber la vida
lo dibujo con lápiz ni siquiera mencionable

más tarde
el silencio tan profundo en sus ojos
y un entendimiento de otros planos
de varios lenguajes


FIGURA  5

la mayor importancia al color
imágenes
formas

no hay palabra

anterior
invisible
al mundo

cada símbolo equilibra el  peso del material que utilizo

y aquel  fatigarse
y mi niñez muda


FIGURA  6

las casas reproducidas hasta el infinito
la misma matriz
después de tantos cortes
y un análisis puntilloso
te das cuenta del regreso
por caminos diferentes
el disimulo de tus manos
y cada ojo intentando no fallar
ni por una décima
aún cuando estarían allí
a plena luz
dentro de vos

FIGURA  SIETE

qué fuerte es el líquido rojo
torna arabescos  
 brilla
en  obsesiones  del barniz

de pronto el tajo punza hacia la realidad

Justo cuando lograba la huida de mi cuerpo
hurgar orificios del subconsciente
como una cirujana chiquita
con sus láminas

no me atemoriza  el desguace
sino esa creencia que las cosas funcionan de un solo modo
y no duelen


Catalina Boccardo, (Buenos Aires, 1961) Poeta y fotógrafa.  Ha dado a conocer El Jardín Santo (2011) y Territorios (2012). Administra los blogs: www.intercuerpos.blogspot.com y www.adestiempolanada.blogspot.com









Lawrence Ferlinghetti: El poeta como pescador.





 
Lawrence Ferlinghetti



























A medida que envejezco
percibo que la vida
tiene la cola en la boca
y otros poetas y otros pintores
ya no encarnan para mí
ningún tipo de competencia
El cielo es el desafío
el cielo
que aún debe ser descifrado
ese alto cielo
ante el que caen agobiados
los astrónomos
con sus grandes orejas electrónicas
ese cielo
que nos susurra constante
los secretos finales del universo
el mismo que respira
hacia adentro hacia afuera   
como si fuera el interior de una boca
del cosmos
el mismo cielo
que es el borde de la tierra
y del mar también
el cielo
de voces múltiples y ningún dios
rodeando un océano de sonido
que devuelve ecos
como las olas
que estallan en el murallón
Poemas enteros
diccionarios completos
enrollándose
en la explosión de un trueno
Cada atardecer un cuadro instantáneo
cada nube un libro de sombras
a través de las que vuelan salvajes
las vocales de los pájaros
que llorarán repentinamente
Ese firmamento para el pescador
está despejado
a pesar de las nubes oscuras
Él lo observa
lo estima por lo que es:
el espejo del mar
a punto de precipitarse sobre él
en su bote de madera
al filo del horizonte oscuro
Nosotros lo imaginamos como un poeta
siempre cara a cara con la vieja realidad
donde los pájaros nunca vuelan
antes de la tormenta
No lo dudes
él sabe lo que caerá desde las alturas
antes de que amanezca
él es su propio vigía
en su embarcación
atento al sonido del universo
dando cuenta  de las visiones 
de la tierra de lo viviente
con el poder de su voz


Versión Esteban Moore





Lawrence Ferlinghetti (Yonkers, Nueva York, 1919). Poeta, traductor, novelista, ensayista y artista plástico. Durante la Segunda Guerra Mundial, revistó como  oficial en una nave dedicada a perseguir submarinos en el Atlántico. Finalizado el conflicto ingresó en la Universidad de Columbia y posteriormente realizó estudios en la Universidad de la Sorbona en París. En 1953 se radicó en la ciudad de San Francisco donde abrió la ahora emblemática librería y editorial City Lights Bookstore. 
La obra de Lawrence Ferlinghetti puede ser considerada un extendido proceso de reescritura, en el sentido de que todo procedimiento literario lo es si se aventura en la exploración de sus propias raíces. En este trayecto en particular nada es desechado, su discurso se halla sembrado de variadas referencias literarias y culturales, en muchos casos evidentes, en otros de una profunda oscuridad, que sin embargo, refulgen en una nueva luz. En su voz se percibe la resonancia en súbitas, repentinas imágenes, de otras voces: Byron, Matthew Arnold, Albert Camus y el Dante entre otros, y alude asimismo a elementos culturales ajenos, los apropia, entrelazándolos en la trama de un territorio multicultural que anuncia lo inevitable: Será una voz mestiza/ una voz políglota cantando/ tarde en la noche/ en las extendidas llanuras/ donde la desaparición de las luciérnagas/ señala el amanecer de una época terrible.
Al igual que Jack Kerouac y Allen Ginsberg, él pertenece a ese grupo de escritores que en la múltiple producción literaria de su época interpretan la voz, el ritmo de su tiempo, transforman su sensibilidad. 
Lawrence Ferlinghetti explica este fenómeno  de la siguiente manera: Si has estado leyendo acerca de la interpretación de las poéticas de los Beats   hallarás en ellas que los términos ‘poético’ y ‘poéticamente’ son en realidad ‘malas palabras’, deben ser evitados. Lo concreto es lo más poético. El detalle exacto, sin bordados adicionales. De esto trata precisamente la ética de los Beats. Una ética que asumiera la nueva sensibilidad ante la belleza que se estaba produciendo y que diera cuenta de ella en su percepción poética. Las palabras de Ferlinghetti son de algún modo  la traducción actual de aquéllas de Ezra Pound: “El objeto en su  naturalidad es siempre el símbolo adecuado.”