Ricardo Ezequiel Gandolfo
|
La Momia en la sastrería
La vieja y olvidada Momia
revive floreciente
y, luego de asesinar a un
campesino prospero,
dos maestras,
un distraído agricultor,
tres policías y su perro,
retorna a la ciudad de la
cual nunca debió haber salido.
La casta noche la recibe
con un sonido opaco.
Mientras vaga con paso
lento por las calles
tediosamente decoradas
oye (es un decir)
la musiquita de unos
tangos tristísimos
saliendo de la radio de
una sastrería de barrio.
La Momia piensa
(si tal cosa fuera
posible,
no olvidar
que ha estado
soñolientamente muerta unos
miles de años)
piensa que esa princesa la
metió en un buen lío
y, mientras los pedazos de
tela
se desgarran y flotan
sucesivamente,
ingresa en el negocio
cuyo cartel de “Costuras a
buen precio”
le da la bienvenida
suavemente.
El cuarto oscuramente
iluminado,
y los ojos brillantes del
encorvado sastre
dan la nota.
La Momia piensa
(si se pudiera decir esto.
No hay que olvidar
que un cerebro vaciado con
agujas y algún líquido secreto
es delicadamente endeble)
“Papiros, cestas de
mimbre, Nefertiti
camellos, enormes tumbas
palmeras,
decisivas túnicas de
algodón africano,
pirámides elevadas sobre
el polvo
de cien mil esclavos,
arpas y astrologías”
Y luego se embute en unos
pantalones de pana
en una perfumada camisa de
blanquísima seda ,
en unos mocasines de
atildado cuero.
Le basta
ladear la gorra que el
sastre
le ofrece para ocultar
dos o tres vendas que
escapan reverentes,
para saber que ahora
esta cerrada muerte caerá
sobre ti
sobre nosotros,
y que en la dulce noche
nadie estará tranquilo
mientras duerme.
Y luego, mata al sastre,
incendia
el opaco negocio, se ríe
a carcajadas silenciosas
de la noche y su música
camina por las calles
empedradas
convertido en un perfecto
caballero
entra en la Bolsa
y allí realiza sus
sangrientos negocios
silbando una vieja melodía
del Nilo
recordando a la astuta princesa,
a los hombres con cabeza
de perro
y a las mujeres con
vientre de serpiente.
(inédito)
Variaciones
sobre lógica modal amorosa
para Elvira Escalante
Recuérdame en otoño
Es necesario.
En febrero
cuando las lluvias
amenacen ahogarnos.
Por el contrario, en julio
olvídame definitivamente y
haz una vida nueva.
Ya llegarán los meses
decisivos
en los cuales estaremos
posiblemente juntos:
el color de los árboles
tocando la ventana,
el triste devaneo de los
zapatos del cartero,
la desigual contienda de
la luna en las tazas de té olvidadas.
Así, la primavera volverá
con sus bríos
y te veré con un sombrero
rojo
atravesando la avenida.
Por suerte yo seré
literalmente un imposible,
y aunque las
telarañas nos ensordezcan
con su rugido azul
no cruzaré esa calle
no cruzaré
nunca jamás, nunca jamás
haré el esfuerzo de
cruzarla.
Al fin y al cabo
Para decirlo todo tus
labios siempre fueron contingentes.
(Bazar Japonés)
Apariciones imprevistas
¿Qué es la divinidad si sólo puede
Llegar en silenciosas sombras y en sueño?
Llegar en silenciosas sombras y en sueño?
Wallace Stevens
Lo percibiste dulcemente,
a una hora difícil de la
tarde
entre las 17 y las 19.
Estabas sentado
en solitaria meditación
con un cesto de frutas
al lado. El humo de los
cigarros fingía ser niebla
Pero tus ojos estaban
despejados
Allí. En la clara ventana
que daba al patio
Viste por un instante a
Cristo y a los doce
Charlaban animadamente,
algunos comían uvas
Y otros contaban las
piedrecitas cercanas
A la pileta. Los gatos
parecían ignorarlos
Y el viento había cesado.
Quisiste
Hablar con ellos,
preguntarles pavadas
Sobre los mares de
Galilea. Y sin embargo,
Cuando miraste bien hubo
el clamor de la sorpresa:
Pedro parecía más bien tu
tío Nicolás, Jesús
Se inclinaba como el
portero del edificio vecino,
Santiago reía con la voz
de tu abuela, y María
(eso era lo más
maravilloso) era como Carolina
Tu primera novia. Quedaste
estupefacto
Unos instantes. Luego, la
visión se hizo borrosa
Dejando aparecer poco a
poco la santa rita magnífica
Que tu mujer cuida con
modales exquisitos y tenues.
Las hormigas reiniciaron
su procesión a un Dios Insecto
Que al amanecer también te
despierta de tus sueños.
Y en el medio del jardín
el sol que todo lo cubría
Suavemente, se llevó las
imágenes y la noche.
(Inédito)
Satán retorna del invierno
En las pobladas calles de
una ciudad desconocida
Satán vuelve a caer sobre
el empedrado austero
Viene del invierno, quiero
decir de otras latitudes
Donde el frio es moneda
común y allí languidecía.
Al revés de esta urbe, a
la que no nombraremos
Aquí el calor es abismal,
aquí los cuellos tiemblan
Bajo una lluvia de gotitas
saladas; aquí
Satán se siente como en
casa, vuelve a cantar
(aun cuando lo hace no
demasiado bien)
Y se dedica unos pasitos
de baile
(lo cual es decididamente
estrafalario)
Y después se va con paso
decidido a un templete
cercano. Allí el pastor
Rubén Alcides Saranvillo
natural de una
comarca cercana, hace años
invoca a Jesús con voz
aguda, haciendo llorar
a multitudes, sana
a los enfermos de sus
dolores de columna,
exhorta a pecadores,
adúlteros, bebedores de vodka
y de cerveza a renunciar a
los placeres prohibidos.
Satán escucha, cabecea y
bosteza:
no es el infierno un lugar
para estos pequeñuelos.
Cruza la calle. La
catedral con elevados coros
lo fascina; por un
instante cree estar en el cielo
ya que el gordito
sacerdote despliega
páginas del Evangelio como
hojas de comics,
invoca a Dios y a tres
personas al mismo tiempo,
y luego termina su
comentario con una mención
confusa sobre abortos y
matrimonios imperdonables.
Satán ríe bajito y luego
se aleja pensando en lo difícil
que es hacer entrar en el
mal absoluto a esos chiquitines.
Después de recorrer la
ciudad aburrido
Satán entra en una
sinagoga, donde el rabino bruscamente
barbudo implora letanías
en un idioma antiguo
pero que el diablo
reconoce al instante y al instante
se duerme. Luego,
despierta, con un sobresalto
y piensa que en millones
años no han cambiado una letra
de la Ley: le parece,
decididamente, un exceso
no apto para la eterna
condenación de esos viejecitos.
Cruza la calle y oh sabiduría,
oh rezos hipnopómpicos, oh dulzura
Es una oscura mezquita
donde se alzan los cantos soñolientos
Invocando al Uno, al
Innombrable, al Perfecto
que por gracia de un
profeta austero ha proferido
su mensaje ante el Mundo.
Satán tiene deseos de reír
ante esos ademanes
coreográficos, siempre a las siete
postrándose ante las
maravillas de un Paraíso concebido con señoritas
múltiples y un montón de
aceitunas y aceites y baños de vapor
y encantadoras bailarinas.
Pero aguanta su risa y se retira.
Ya no tiene nada que hacer
en cuanto a religiones.
Así que busca y busca en
el humano mundo
a quienes torturar por
siempre en un infierno luminoso y
terrible. Un lugar,
donde se oyen diariamente
los gritos de dolor
hasta el fin de los
tiempos.
Pero este afán es – por lo
bajo-
inútil; y por lo alto
se reduce a correr por los
pasillos
de los congresos,
transitar embajadas,
juzgados, comisarías y
casas particulares,
pequeños y animados
barcitos, casas de familia, burdeles
y en todos encuentra la
mediocre intención,
el insulso yo no sabía
acompañado de golpecitos en el pecho.
“El mal _piensa Satán_ “ya
no es lo que era”.
Se ha vuelto una tontería
que se realiza de repente
Sobre sí mismo o sobre
otros
Siempre pensando que no
era tu deseo hacerle daño
Sino solo divertirte,
quizás pasar el rato
En torturada compañía, quizás es como un juego
Un hobby, un impulso de
dedicarse a algo diferente.
Y así, Satán eleva sus
oscuras y portentosas alas
Y parte de inmediato por
la ruta
que Dios dejó trazada al
escapar también de este planeta.
Y en la tierra plagada de
numerosas
y tediosas criaturillas se
oye el rechinar de tantas víctimas,
el confiado vertedero de
sangre diario y sin sentido
el paciente dolor que hora
a hora se infligen los insectos
humanos y en ese horror el
corazón se para
los nudillos se ahuecan,
la triste flor del llanto
comienza a germinar y las
horribles risas
se encienden acompañando
el cortejo de difíciles obras
y hombres y mujeres
acometen la tediosa, mortal tarea
de vivir en el cielo del
goce donde toda eternidad es poca.
(Inédito)
Ricardo Ezequiel Gandolfo (Termas de Rio Hondo, Provincia de Santiago del
Estero, l953). Poeta. Ha publicado: Diario de Babel (1980, premio“Coca
Cola en las Artes y las Ciencias” cuyo jurado estuvo formado por Olga Orozco,
Alberto Girri y Roberto Juarroz y en 2012 dio a conocer Bazar Japonés.
Poemas suyos han sido
publicados en La Nación, Clarín, Tiempo Argentino, El Nuevo Libre (Corrientes)
y en la Revista Digital “Adamar” (Madrid). También han sido traducidos al
alemán y publicados en Jahrbuch der Lyrik 1996/ 97.Ed. Beck’sche Rehie (1996).
Ajenos al vecindario, una antología junto a otros tres poetas tucumanos, Rogelio Ramos
Signes, Manuel Martinez Novillo y Maisi Colombo, apareció en el 2009.