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viernes, 22 de agosto de 2014

Washington Benavides: Sobre trenes…




Washington Benavides




















Hay un tren de hierro, que ha estado
Rodando a lo largo de los años,
Con una caja de combustible llena de odio y un horno lleno de temores;
Si alguna vez lo oíste, o has  visto su carcasa rota del color de la sangre,
Entonces habrás oído mi voz cantando y sabés como me llamo.”
            (“Train a/travelin” 1963. BobDylan)

                                  
Conozco un tipo singular al que llevaron,
En el Ferrocarril Central de Uruguay
Que trazaron los ingleses, y devolvieron
A los uruguayos desvencijado
Y con miras a fundirse. A ese tipo,
Lo llevaban preso e incomunicado
A la Capital, con un hierático milico
De custodia. El sujeto escribía
Versos y canciones. Lo consideraban un rojillo
Y un súbdito del Soviet. El traqueteo
Del viejo tren y en segunda, lo adormilaba.
Pero rápidamente, volvía al uniforme azul de su costado
Y al tabaco negro que fumaba
Su custodio.
Pasaban estaciones, puentes, ríos, paisanos
A caballo que revoleaban el rebenque saludando a nadie.
El paisaje en realidad
Era el que transcurría y ellos, en el tren,
Estaban fijos, como maniquíes en un escaparate.
Pasaban montes y pampas desoladas, y, al acercarse a Montevideo,
Rancheríos y cantegriles y casitas suburbanas.
Y luego casas y  luego torres y mucho tránsito.
El tipo iba creando una canción,
En la que figuraba el milico custodio
Y su pobre vida, y sus hijos muchos y sus penurias muchas,
Y sus oficiales muchos,
Y sus pobres, muchos, muchísimos sueños:

Jubilarse, matear el día entero, ir al Parque 25 a ver partidos con los Gurises,
Y entumecerse en verano junto a la playa de Las Tosquitas.
Eso soñaba (a veces) pero lo despertaba siempre el olor a muerto y mugre
De la comisaría y algún grito rasposo del Comisario. El tipo componía
La canción trasteada por el tren
En vagón de segunda
Traqueteando
Sobre los durmientes de indómito quebracho
Tan fuertes y oscuros como los oxidados
De fierro de la vía.
El tipo recordaba la canción de Dylan
Y también se decía “Entonces has oído mi voz cantando
Y sabés como me llamo.”
Me llamo Nadie.

(Washington Benavides. 16 deAgosto del 2014,  oyendo a Bob Dylan, por supuesto.)
José Mujica y Washington Benavides, presentando su Como un Comanche, 2012.

Washington Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930) Poeta, traductor y músico. Ha publicado, entre otros títulos: Tata Vizcacha (1955); El poeta (1959); Poesía (1963); Las milongas (1965); Los sueños de la razón (1967); Poemas de la ciega (1968); Historias (1970); Hokusai (1975); Fontefrida (1979); Murciélagos (1981); Finisterre (1985); Fotos (1986); Tía Cloniche (1990); Lección de exorcista (1991); El molino y el agua (1993); La luna negra y el profesor (1994); Los restos del mamut (1995); Moscas de provincia (cuentos, 1995); Canciones de Doña Venus (1998); El mirlo y la misa y Los pies clavados (2000).
Entre  los autores que ha traducido se cuentan: Guimarães Rosa, Oswald de Andrade, Carlos Drummond de Andrade y Affonso Romano de Sant’Anna.
Sus poemas y canciones han sido musicalizados y grabadas por: Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Eduardo Darnauchans, Héctor Numa Moraes, Carlos Benavídez, Los Olimareños y Los Zucará.