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sábado, 19 de mayo de 2018

José María Fonollosa: Carrer de Sant Antoni de Pàdua




José María Fonollosa













Sorprende especular  con las palabras.
El futuro no existe. No ha llegado,
ni nunca llegará, hasta mi presente.

El presente no existe. Al darme cuenta
del instante en que vivo este es pasado.

El pasado no existe. Al evocarlo
contemplo algo que ha muerto ya en el tiempo.

Pero el tiempo no existe. Entonces yo
¿no viviré, no vivo, ni he vivido?

Asombra donde llevan las palabras.
No soy una abstracción. Yo soy materia
y esta cumple su ciclo en el espacio.

Desconozco en qué espacio. Es una incógnita.
No alcanzo a conocer sino de límites. 

No sé si cumplo bien lo a mí asignado,
ni cuál es mi tarea tan siquiera.

Acaso formo parte de algo, o de alguien,
para mí de tamaño inconcebible,

como ínfima bacteria o humilde célula
de ese cuerpo en el cual emerjo y muero.
Como lo hacen en mí ignorados seres.


José María Fonollosa: (Barcelona, 1992-1991). Han publicado en poesía: La sombra de tu luz (1945), Umbral del silencio (1947), Romancero de Martí (Cuba, 1955), Poema del primer amor (1956) y Ciudad del hombre: New York (1990), Ciudad del Hombre: Barcelona (póstumo, 1996) y Ciudad del Hombre (2016, edición a cargo de José Ángel Cilleruelo.

Federico Baggini: Folcsonomía obligada



Federico Baggini




















La poesía no alimenta,
no abriga, no construye casas,
no cava acequias,no limpia las calles
ni paga impuestos, no le debe nada a nadie.
La poesía
no se levanta de madrugada
no saca a pasear lo domestico
no desnutre a las niñas,
ni a los niños
no mezcla una de cal
con una de arena
ni duerme a la intemperie.
La poesía
no corta el pasto,
no recoge la basura
no lava la ropa
no lava los dientes
no duerme la siesta
no reprime con balas de goma
ni se queda cruzada de brazos.
La poesía
no rechina en los abuelos
no tiene hijos
tal vez algún que otro nieto
no levanta la mano
no se adelanta en las filas
no se cuela en los huesos
ni se pregunta por sus privilegios.
La poesía
no tira la cadena
no baldea la vereda
no se pregunta por la humedad
no se dobla el tobillo
no toma té con jengibre
no estornuda las pelusas
ni se resfría.
La poesía
no esquiva la mirada del ciego
no emula el silencio del mudo
no deambula la tonalidad de los sordos
no se esparce entre la piel
no se huele a si misma
ni se masturba en los rincones
o eso dice.
La poesía
no acepta
no acepta embargos
no acepta propinas
no acepta sobornos
no acepta intimaciones
no trata
ni se trata a si misma.
La poesía
no inventa el fuego
no es humana
no acomete
no escoge
no pertenece a las reverencias
no sube las rampas para discapacitados
ni se entromete en las manzanas.
La poesía
no da clases,
no siembra
ni cosecha,
no extrae el carbón,
no maneja los colectivos,
no prepara el equipaje
no abarata costos.
La poesía
no alfabetiza
no atiende los feriados
no se inunda
no saca sangre
no se sangra
no se desangra
ni entrega resultados.
La poesía
no asfalta ni se asfalta
no eyacula
no se pasea por los fueros
no coloca prótesis
no discierne entre los diabéticos
y los hipertensos
ni toma la presión.
La poesía
no ensambla
los trenes,
los aviones,
la música
los huesos
los tejidos
la ternura
los ruegos.
La poesía
no caliente el agua para el mate
no le sirve el café a los jefes
no cambia la garrafa cuando se acaba
no tira un poquito de lavandina por si acaso
no se toma vacaciones
no se pide días de estudio
ni sospecha de si misma.
La poesía
no se tuerce ante el desvió
ni se acuesta frente al sol
no sobrevalora el coeficiente
ni entra corriendo al mar
no se inclina ante los caos
no se subordina al roce,
ni se arrepiente del alma.
La poesía
dilapida
murmura
prorroga
llueve
se llueve
y moja
se moja.
La poesía
no se redime
no se resucita
no se reseca
no se condensa
no se espera
no entierra flores
solo se las ingenia para ser eterna.

Federico Luis Baggini, (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1987). Narrador y poeta.  Dicta talleres de escritura y  lectura.  Ha publicado: "Acariciapàjaros y otros cuentos" / Cuento - Relato / 2012; "Iteraciones" / Prosa poética / 2016; "Agonías" / Relato Breve / 2016; "Tensegridad" / Cuento - Relato / 2018;"Qualia" / Prosa Poetica / 2018.







jueves, 3 de mayo de 2018

Juan Luis Panero: Poemas





Juan luis Panero


























El cuchillo



                                                                 ‘En el cajón hay un puñal.
                                                                  Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado:
                                                                  Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre…’
                                                                                                                Jorge Luis Borges


Este cuchillo no está en un cajón,
sino delante de una fotografía.
Luis Melián Lafinur no se lo regaló a mi padre,
fui yo quien lo compro en la calle Florida.
con él en el bolsillo, pasé delante de su casa,
—usted ya había muerto—
pero mi mano y el metal lo recordaron.
No estuvo  —pudo estar— en la calle Posadas,
entre los libros y los sueños de Adolfo Bioy Casares.
Ahora dormita aquí, delante de esa fotografía
que nos recuerda, juntos en Quito,
el día antes de que al despedirnos
me dijese: “Venga a verme a Buenos Aires”.
Nunca lo volví a ver, llegue tarde a su cita,
pero ahora —qué extraño, Borges—
mientras miro  la hoja, su afilado destino,
el metal en la noche refleja un vago rostro.
¿Quién puede adivinar si es el suyo o el mío?



To return again


Ella pasaba  —ceremoniosamente— las páginas de un periódico
—un periódico en español, comprado en Victoria Station—.
Él miraba por  la ventanilla las últimas barriadas,
la ciudad borrándose detrás, la precaria luz del otoño.
Ella leía —minuciosamente— la página de esquelas,
él miraba ahora el campo: caballos y borregos,
el viento en las ramas, paisajes de Constable.
Ella comentaba anécdotas de prensa, los sucesos del día,
él recordaba a un niño atónito, en silencio,
—hacía siglos— en una casa de Eaton Square.
En otro tiempo, con otra mujer,
el paso del Támesis desde la orilla gris.
Pasaban las páginas del periódico
y pasaban cuerpos y camas,
una mujer desnuda que reía
con aliento de  vodka y tabaco.
El tren llegaba a su destino y ella acabó la lectura.
Debajo del asiento de aquel tren
—entre Londres y Dover— quedaron abandonados
un manoseado periódico  en desorden
y cincuenta años de la vida de un Hombre.

Juan Luis Panero (Madrid, 1942-Gerona, España, 2013) Poeta,  periodista y antólogo. En 1997 se publicó en Barcelona su Poesía Completa.

FADHIL AL-AZZAWI: Poemas




  Fadhil Al-Azzawi























Fraternidad



En una torre
que trepa el cielo
dentro de una habitación cerrada
                        toda de cristal
un esqueleto se sentó muy cerca de mí
y colocó su mano sobre mi hombro,
                         murmurando:
“Tú eres mi hermano,”
luego me entregó una mariposa
que volaba hacia la llama.

Descendiendo en la oscuridad
trastabillando en los escalones
el mundo vino a mí y colocó su corazón
                          en la palma de mi mano.
Me quemó los dedos
como una brasa
envuelta en cenizas
y salpicada con sangre humana.

Una tregua permanente
entre el hombre y todo lo anterior a él.
Una tregua permanente
entre el viento y el árbol.

Apaga el fuego,
deja que la mariposa regrese a su flor.


En cautiverio


Desde una vieja canción folklórica
dos esclavos cayeron sobre el tejado
de nuestra casa en Bagdad.
Ellos estaban atados espalda a espalda
                                       con una soga,
y vestían desgarradas ropas blancas,
                                            y lloraban.

Creo que estaban aguardando un barco tripulado por piratas
Creo que estaban observando un horizonte de árboles
Creo que estaban imaginando una isla distante.

Cuando subí al techo y los liberé de sus ataduras
estallaron en llamas en mis manos
                                    transformándose en cenizas.

En la corte de honor


En uno de mis poemas incompletos
un verso desafió a otro
arrojándole un guante al rostro-
invitándolo a un duelo
en la Corte del Honor.

Al final de la pelea,
como muchas veces sucede,
uno de mis versos estaba muerto
el otro sangraba sobre la página.
Como yo no deseaba
verme involucrado en un laberinto de investigaciones criminales
entre preguntas y respuestas,
preferí entonces lavar su sangre de mis manos
y me deshice de todo el poema.


Fadhil Al Azzawi (Kirkut, Iraq, 1940) Poeta, novelista, ensayista y traductor.

Versión Esteban Moore