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jueves, 28 de mayo de 2020

María Teresa Andruetto: 2 poemas



María Teresa Andruetto


























Genealogía

Tengo una foto del casamiento de mis padres,
él con traje oscuro y el pelo peinado a la gomina. Ella 
 de trajecito claro y una boina (con un moño grande, a cuadros),
la sonrisa perfecta, los ojos bajos, una cartera pequeña                            
en una mano (la otra mano enlazada a la mano de mi padre).          
 Con los ojos renegridos y las cejas grandes, a él parecen                        
 molestarle los reflejos del sol en esa tarde. Sé que es abril,
que están frente a la plaza, la sombra de sus cuerpos                             
 se estira en el mosaico, hacia la tapia.

Ella lleva debajo una blusa blanca. Antes                                                    
 de esa tarde, vendió una cadena de oro de su abuela                               
 para hacerse el anillo de bodas. Si te gusta el oro,
no soy hombre para vos, dijo mi padre.

Antes, mi padre le dio un echarpe de su madre, de color azul                   
 y grana. Si nos dejamos lo quiero de regreso, es un recuerdo                
 de la madre de mi madre.

Antes, un hombre golpeó la puerta de la casa de mi abuela,
allá en el pueblo, buscando a una amiga de su madre                              
y se encontró con mi madre.

Antes, ese hombre que venía de otro mundo,
le pidió a mi madre que fuera a la ciudad para conocerla                      
pero mi madre le dijo que una buena chica no se movía
de su casa.

Antes mi madre juró y juró que no se casaría con nadie.
Era hermosa como una potranca en la llanura y enseñaba                       
  a leer con un peinado de trenzas recogidas.

Antes su madre se inclinó a fregar junto al arroyo                                
 para alimentar a los hijos y al marido, y antes de eso                              
 se le enfermó el marido. Era un hombre flaco como un pájaro             
que no podía oler la sopa de porotos, ni la flor del paraíso,
ni el heno que enfardaba ni las hojas satinadas                                          
de los plátanos. Íbamos a verlos los domingos, mi madre                    
nos llevaba; hablaban piamontés en una casa oscura,                            
con piso de ladrillos y un patio con glicinas.

Antes los padres de mi madre emparvaban alfa                                        
 en Campo Yucat  y antes la madre de mi madre                                      
tuvo a su primer hijo cuando era apenas una niña.

Antes, su madre casó a la hija casi niña con un hombre                         
 bueno, el más bueno que encontré, decía,
sin preguntarle  a esa niña nada.

Antes la madre de la madre de mi madre viajó con su hija                
 pequeña en la bodega de un barco y después atravesó los campos                    
 como una peregrina, detrás de una máquina de trilla;
y antes escapó de su pueblo con su hija, para que no la casaran               
con un hermano del marido.

Antes, en un lugar llamado Casas Viejas, se le murió el marido             
  y ella se ató un cilicio en la cintura. Cuando yo era niña,
aún vivía, aferrada a un misal y un relicario con pelos                             
de Santa Cecilia. Era poco agraciada la madre de mi abuela,
la cara angulosa, los ojos hundidos, la boca, pero alguna vez                 
 fue joven y robusta, un animal para el trabajo                                                  
 cuando conoció al marido.

Antes ella no tuvo padre y juró que, si tenía hijos,
los hijos tendrían otra vida. Y antes fregó los suelos
de una iglesia y fregando conoció los libros. Los evangelios,
La Filotea, La vida de Santa Cecilia (y se escondió en el pecho,
tal vez robada, esa reliquia, unos pelos de la santa
en una cajita)

Antes fue campesina y ayudó a su madre a cuidar dos vacas                
 que tenían y antes su madre arrancó raíces                                                 
 de entre las piedras, para alimentarla.


Encontré una foto de esa mujer, una foto borrosa,
amarillenta. Dijo mi madre que le dijeron                                                    
 que la sacó el cura de Casas Viejas. Es la foto de una campesina             
 joven, ya con la espalda curva, una mujer muy flaca,                            
 con la quijada hacia adelante, husmeando como un perro                     
 y los ojos, ay los ojos,  tan despiertos, como una rata                               
 o una ardilla, ojos alertas como los de una perdiz
o los de un tero.


Rosa

                                                     Rose is a rose is a rose is a rose
                                                     Gertrude Stein

1.

Una mujer pequeña/ una buena esposa/una voz ahogada en la boca/ que da vueltas
Por si alguien manda.
Olvidarlo todo / encontrar a la niña guarra / a su corazón desnudo /
maldita suerte de nadie/como un mundo perdido/el temor/el temblor/ la estúpida risa/ dócil la cerviz
Por si alguien manda.

2.

Ayúdame rosa blanca/ que no se atrevan/rosa del huerto/ ayúdame a ponerme de pie
Desde el suelo
Árboles/ piedras/ ayuden a este corazón/ ayúdalo madre mía/ que no hay agujero donde esconder el miedo
En los torrentes del cielo
Como una mujer que soporta/ las cosas ancladas / el asilo en la noche sin puerta/ la luz que empezó a hacerse tierna
Olvidada de todo, durmiendo
Reza/la buena niña de los cuentos/ su terror/ su temblor/ su piel de loza/su lirio de agua
Dígalo todo mi niña
Que yo robaré  las cañas/ le inventaré un son/ niña guarra / Vuelve la vida a temblar/ como un barco / una mujer baja del pedestal/ no se vuelve/ a mirar nada / era una flor de abismo
Y nos animamos
Saltemos juntas /ahora/ por la puerta o la ventana/ con ardor en la frente/y en la boca una granada.

3.

Que nadie se atreva a decirle nada/
a mi rosa sola/rosa del huerto donde esconder el miedo/
Ella soporta la lluvia/los árboles/las piedras/
y los tormentos del suelo.
Rosa mía del huerto/ no hay agujero donde esconder el miedo/
ni hay alegría para seguir viviendo /Yo quisiera estar de pie/
como una mujer que se levanta del tedio/
pero esta casa no tiene aleros/ni tiene torrentes el cielo/
están las cosas ancladas y todo llueve hacia adentro/
la cicatriz en la boca/ último asilo en la noche/
y el corazón dando vueltas/ como un perro.
Cómo olvidar/el cuerpo y la vergüenza/ cómo rezarle a la niña/
hasta que la luz se haga tierna/ Era una flor de abismo y la encerraron/ saltemos juntas/ ahora/ rosa de nadie/ con los dormidos del suelo/
y los de estómago lleno/No debieras hacer nada/ nada que no hayas hecho/ nada madre de espuma/ niña de piedra y agua/
toda de carne o de barro.
Vuélvase a su sitio/ dicen en la calle/ pero ya no se vuelve/hija/
Una mujer que baja del pedestal/no mira atrás/ anda sobre la tierra/
y eso da miedo/ su piel como un cuchillo/
o como un barco.

4.

Rosa/
Rosa Rosina/Rosa Josefa/ Rosa de Lorca/ madre soltera/ Rosa primera
Roja rosa de Stein
Como blanca diosa/como flor hermosa/ su lluvia de pétalos/sus ojos oscuros/su nombre de pobre
América y rosas
Ay Rosa rosina/ ay Rosa Josefa/ ay rosa de sangre/ ay rosa de Siena/ el rojo en las venas/Que viva la rosa/espinosa/mugrosa/ la delicada
rosa/ la aparatosa
Rosa la Roja
Vieja/puerca/coja/nuestra Rosa/en la quebrada/ desolada/ pisoteada rosa/ que desbroza/ a todas las rosas
Rosario
Perfuma espinosa/la rosa mística/ la torre ebúrnea/el ronroneo/ la rosquita de pan/rodocrosita/ toda reina/ toda renga/ rosa sola/ torrentosa/ de Lima/ de Susques/ de Lorca

5.

Dejá de cantarle a la Rosa/
che/
hacé que florezca.






María Teresa Andruetto (Arroyo Cabral, Córdoba,1954)  Poeta, narradora y docente. Publicó libros de poemas, novelas, cuentos, ensayos y libros para niños y jóvenes lectores. Traducida a varias lenguas, obtuvo, entre otros, Premio Novela del Fondo Nacional de las Artes 2002, Finalista Rómulo Gallegos 2010, Premio Trayectoria en Literatura Infantil SM (Guadalajara, 2009), Premio Cultura de la Universidad Nacional de Córdoba 2012, Premio Hans Christian Andersen 2012 y Konex de Platino 2014. Sus últimos libros, Poesía reunida (Ediciones en danza, 2019), Poesía a la carta (Tinkuy, 2019), Ecos de la lengua (Ediciones de la terraza, 2020), Selene (Sudamericana, 2020) y el libro de crónicas Extraño oficio (Literaturas Random House, 2020).

Fotografía: Francisco Marcantonelli