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miércoles, 24 de febrero de 2021

JUAN CALZADILLA: POEMAS




Juan Calzadilla






 





33


entre el vinil y la silicona,

marcharé avaro forrado de ropas

bamboleándome como un astronauta,

calzado con zapatos de a kilo

descenderé por las dunas de vidrios rotos

y el corcho de los desiertos.

Avanzaré a buscar lo que de ningún

modo encuentro, buscaré

lo que no se me ha perdido

entre resortes cuyos espirales

a mi paso hacen befa de mis pantalones

inflados como globos por el viento.

Subiré a los altares donde

el cobre y la porcelana

al paisaje montan guardia

y en la rosa del orín

dan a beber la gota de agua

que ya no sale por los caños.

Aquí donde el fuego no anda con rodeos

y va rápidamente al grano

como la luz en la punta del rayo.


En: Oh smog, 1977



¿POR QUE TENGO QUE IR MÁS APRISA?


A través de la ventanilla del automóvil

observo yo los muros, las casas, las calles,

los árboles, los pastos, los cultivos, los baldíos

que ante mí también pasan raudos a la misma velocidad a que

yo paso, pero en dirección contraria, como si entre la naturaleza

y yo se estableciera una pugna para decidir quién se despide y

quien se queda.

¡Oh, de ningún modo pretendo ni quiero

permanecer fijo! Mi movilidad es lo que hace que viva.

Es, así pues, mi carta de triunfo.

Pero, ¿por qué tengo yo que ir más a prisa

y dar cuenta de los frutos de mi rápida incursión

por esta vida, de las ganancias y pérdidas

que en el trayecto hice?

En realidad, yo adonde quiero ir es

hasta donde mi viaje termine

No hasta donde ustedes quieren

que yo rápidamente vaya haciéndome creer

que con eso me ahorran más dolores y penas y que la partida y

el final son igualmente fatales. En realidad, como les digo, yo lo

que quiero es que me dejen llegar a donde mi meta se acabe,

tranquilo, sin que sienta pena por no haberme ocupado de hacer

el balance de ganancias y pérdidas,

subido a mí mismo, sí, Y apenas tan rápido

como me lo permitan mis cuatro extremidades.


En: Diario sin sujeto, 1999



ITACA


Es más fácil llegar para el que está dentro

que para el que viene de afuera.

No es necesario que avance andando lentamente

o a la carrera, que sepa la dirección

o que la investigue.

Ni que dé muestras de estar llegando,

liviano o exhausto, a campo traviesa, 

por avenidas, bosques

o encrucijadas.

No importa el medio de transporte, 

lento o acelerado,

ni la velocidad a que hace

el camino ni el paso de las horas.

Bien enterado del sitio, no necesitará cruzar 

el umbral 

ni abrir la puerta para informar,

como Ulises, que ha llegado.

Y para que, adentro, en el hogar, estén junto a él

convocados, al calor del fuego, unos brazos,

unos labios, unas miradas.

Bastará que sienta que está en su casa

para saber en ese mismo momento

que, sin necesidad de venir de afuera,

ya ha llegado, ya ha llegado.


En: Diario sin sujeto, 1999



IDENTIDAD DEL TIEMPO


Siempre este empeño bien arraigado en la carne

de hacernos creer que el tiempo es una forma 

prostituida del

acontecer y que,

por tanto, puede hacerse

el uso que nos venga en gana de él.

Siempre la jodida noción de que el tiempo gira gris

en una órbita ociosa

y de que el presentimiento de su pérdida

es lo que se estira y encoge en uno con el peso

de un remordimiento

que nunca terminamos de soportar.

Cuando en verdad de lo que se trata

es de comprobar que uno es al tiempo

lo que el tiempo a uno

en razón de que somos la misma

vaina que él.


En: Paisaje sin lugar, 2020



EL ESPECTADOR


He aquí un individuo bien informado.

Tiene por cabeza un televisor.

En los ratos de ocio, cuando su ojo no se vierte sobre sí para

formar una pantalla virtual,

suele usarlo como asiento con el que se permite buscar sitio

entre las ideas del espectador.

Acostumbra desprenderse del aparato para colocarlo entre sus

posaderas y el suelo

siguiendo la costumbre de las aguadoras.

El cuello le sirve de enchufe: es la conexión suprema. Pero si no

fuese por el televisor no tendría cabeza más que para mostrar el

lugar de donde le fue arrancada.

Su naturaleza es el nudo firme de la información.

En: Tácticas de vigía, 1982


En: Oh smog, 1977



LA CIUDAD LE VA SORBIENDO LOS SESOS


1


Todo está dispuesto en la ciudad

para que se entienda que es uno el que está de sobra.

El orden urbano puede pasárselas sin uno.

Y he aquí lo que la ciudad argumenta¨

_Bueno ¿y qué? ¿Por qué no se muda

usted a otra parte? Es usted el que está demás.

No me eche a mí todas las culpas.


2  


_Buitre infame, le grito a la ciudad, con lo cual,

creyendo exorcizarla lo que hago es conjurarla.

Y entonces ella tuerce de rumbo desde los osarios,

se devuelve y hace acto de presencia, como

si hubiese sido llamada. Ahora no para devolvernos

la calma, sino para devorarnos las entrañas.

3

No tenemos cómo echar a estos animales

que se han metido en la casa. Es difícil

si se da a entender que la casa es nuestro cuerpo

y los animales los males que se han cebado en él.

_No querrías hacerte daño cayéndoles a palos.

Al final se sabe que la tolerancia

se paga con la muerte.


En: Oh smog, 1977



VENTANA DE NEÓFITO


Estoy poniendo en limpio mi autobiografía

efectuando una especie de balance de ingresos

y egresos morales de mi necesidad expresiva.

desanudando a ésta del enrevesado

mapa de mi cobardía. Confieso que antes había ocupado mucho

tiempo en escuchar a los otros

y en sacar conclusiones serias

acerca de cosas que tenían por eje

todo lo que yo no había sido

Ahora yo sólo trato de oírme a mí mismo

ayudado por una máscara y el perverso

espejo de mi memoria.


Me defino como un sujeto elusivo y, como si fuera poco,

tan escurridizo y ajeno a todos que cuando

por fin hago acto de presencia y levanto la vista

pareciera sólo estar rozado

de lejos, ah interlocutor, por tu mirada.

Me defino como un sujeto que aparece desenfocado

en un primer plano de su ventana de neófito.

O que aún no ha entrado en el marco de ella

O que entró y nunca ha salido.


En: Principios de urbanidad, 1997



BUITRE URBANO


El problema del individuo consiste

en no poder adaptar su vida, en términos físicos,

a un espacio verificable, sino en sobrevivir de alguna manera,

incluso abriéndose paso a

dentelladas, en el que le fue escamoteado.

La ciudad, entretanto, se le aparece como ella misma.

Extraño cómplice que, no obstante, su aparente neutralidad, le

va sorbiendo y sorbiendo los sesos.

_Buitre infame, hubiera podido gritarle en plena plaza, si no

hubiese sido porque tal género de monstruo

no aparece registrado en los libros.


En: Principios de Urbanidad, 1997



Juan Calzadilla (Altagracia de Orituco, Venezuela, 1931) Poeta, artista plástico, y crítico de arte. Irrumpe en el espacio literario venezolano a mediados de 1950 Primeros poemas (1954), alcanzando con Noticias del alud (2009) —su última publicación— veinticinco poemarios. Integrante de El Techo de la Ballena, Calzadilla realizó junto a importantes figuras de las letras y del arte en Venezuela (Adriano González León, Salvador Garmendia, Jacobo Borges, Ramón Palomares, y Caupolicán Ovalles, realizó una labor que unía al mismo tiempo una iniciativa para impulsar visiones vanguardistas, enfocadas en el surrealismo, con una militancia activa y contestataria, producto de la efervescencia política y social de entonces.