Páginas

domingo, 1 de mayo de 2022

MYKOLA BAZHAN: Babyn Yar

 


Mykola Bazhan




 


















Fosa de arcilla verde, hueco de óxido,
barranco de basura putrefacta.
Un ominoso viento en los pulmones
de las tierras baldías oxidadas.

No palidezcas y no tiembles; quédate,
firme como ante el juez o el pelotón.
No hay maldición bastante a su maldad.
No hay insulto capaz de su abyección.

Solo un barranco abrupto, flor de caos.
Tiemblan las ramas de dos blancos álamos.
Pero aquí entre los muertos no hay silencio:
hay cien mil corazones que se quejan.

Hay ceniza plateada de los huesos.
Hay un cráneo en pedazos agrietados.

Los muros del barranco caen al fondo
donde una trenza delicada brilla

que aún no fue tragada por el fango.

Las gafas destrozadas de un anciano.
Un zapato de niño ensangrentado.
Y enterrados debajo de los restos,
en pedazos también, descabezados,
son cien mil los cadáveres humanos.

Aquí silban las lenguas iracundas,
aquí corren arroyos de alquitrán
y abyectos gambusinos hurgan ropas
en busca del botín de los cadáveres.

La nociva humareda, oscura y densa,
se eleva por encima del barranco,
exhalación de muerte y pesadilla,
monstruo que repta sordo por las calles
y se cuela callado en los hogares.

Vagaban llamas negras y escarlatas
sobre la tierra en el horror pasmada,
la luz sangraba en los tejados sucios
y en las agujas sucias de Kyiv.

Resguardada en sus casas vio la gente
más allá de las cúpulas cirílicas,
y de los álamos del cementerio,
llamas que chamuscaban carne y sangre.

Una ráfaga trae desde el barranco
el hollín de las piras de la muerte
el humo del carbón de los cadáveres.

Y Kyiv, roja de ira, mira cómo
Babyn Yar es envuelta por las llamas.

Ningún remordimiento apaga el fuego.
Nada puede vengar la desmesura.
Malditos los que piden el olvido.
Malditos los que piden el perdón. ~

Traducción Aurelio Asiain

Mykola Bazhan (1904-1983), uno de los grandes poetas ucranianos del siglo xx, destacó en una vanguardia influida por el futurismo, el constructivismo y el expresionismo, y desarrolló un verso enérgico y sintácticamente complejo, con arcaísmos y neologismos entre imágenes sorprendentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, obligado a escribir poesía patriótica y testimonial, debió omitir referencias específicas al Holocausto. Por eso el poema que escribió sobre Babyn Yar no menciona la matanza de más de 33,000 judíos que ocurrió ahí en los últimos días de septiembre de 1941. La cifra de 100,000 es la del total de cadáveres de judíos y no judíos ahí acumulados durante la guerra. Esta versión está hecha sobre cuatro inglesas: las de Roman Turovsky, Amelia Glaser, Peter Tempest y Boris Dralyuk; todas difieren en más de un punto.