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Esteban Moore: Luis Pereira Severo: una lengua que nos dice

 




 


En Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar), Luis Pereira Severo, desde el título y el subtítulo correspondiente, nos brinda las coordenadas para ingresar en el territorio, el universo de su poética. 

La suciedad, a la que se refiere no es otra que el  efecto que le imprimen los hablantes a nuestro instrumento de comunicación: el lenguaje cotidiano. Juan de Valdéz, en su Diálogo de la lengua (ca.1535) refiere: “…he aprendido la lengua latina por arte y libros y la castellana por uso, de manera que de la latina podría dar cuenta por el arte y los libros en que aprendí, y de la castellana no, sino por el uso común de hablar…”.  

Lo “estándar”, alternativa elegida como modelo o criterio de referencia lingüística, signa de alguna manera el proceso, el desarrollo de nuestro idioma en esta zona periférica del planeta, desde aquellos días lejanos en que arribaron a América las carabelas tripuladas por españoles de toda laya y condición, comandadas por un italiano.

El Río de La Plata, la mar dulce de Solís, cuenta con dos capitales, Montevideo y Buenos Aires, cuyos puertos fueron la puerta de entrada de cientos de miles de inmigrantes de diverso origen. Extranjeros que debieron someterse a una nueva realidad y que conjuntamente con los nativos y criollos configuraron la lengua que, con las particularidades propias de ambas ciudades, sus respectivas marcas en el orillo nos define. Y, que además, comparten un género literario propio, La Gauchesca, que se origina con los Cielitos combativos y batalladores de Bartolomé Hidalgo (Montevideo, 1788, Morón, Buenos Aires, 1822). Poeta y patriota que con osadía y claridad no sólo persigue la independencia política de estas tierras, sino también la de la lengua, diferenciarse del tono asertivo que impone el imperio a las provincias desde la metrópoli. 

En su poema, “LA MARCA DEL CASTELLANO POLUÍDO” que lleva una nota al pie (ejercicio/arte poética), Pereira Severo señala acertadamente la contaminación de nuestra lengua como “la raspa de lo hablado”, lo extraño a ella que incorpora el uso popular, la mezcla que el interpreta como “mélange”; los cruces verbales: “El lenguaje de la fonda la herrería […] almacenes / despensas /el espesor de lo vulgar / tasajos”. 

Los rasgos, cualidades de su poética; desde Pabellón Patrio (2009), subtitulado en aquella ocasión “Serie de relatos íntimos”, no se relacionan meramente con una poesía ‘confesional’, ‘autoreferencial’. Todo lo contrario su propuesta apuesta a una dicción, un modo de enunciar, la inclusión del otro. El desarrollo progresivo, de un tono distintivo; la búsqueda de una voz.

Esta voz se distingue de mucha poesía contemporánea, aquella que en La poesía moderna es prosa (1978) Lawrence Ferlinghetti sostiene: “…cualquiera puede mirar hacia el pasado y maravillarse ante esta época extraña que le permitió a la poesía caminar en los ritmos de la prosa y aún denominarla poesía. La poesía moderna es prosa porque suena  tan apagada, sumisa,  como cualquier mujer  u hombre en las ciudades cuya fuerza vital está sumergida en la vida urbana.”
Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar)  se divide en tres partes: ‘Cuaderno viajero I’, ‘Garuada’ y ‘Cuaderno Viajero II’. 

En un poema de la primera parte, que podemos considerar un sucedáneo de aquel que él define como (ejercicio/ arte poética) escribe:

SE LE OCURRE algo muy 
gráfico
«Llueve sobre el camposanto«
¿Poesía civil como Raimondi?
Cuaderno viajero, es el nombre
de
Eso que escribe
El corte del verso determinado
por la pantalla del Nokia
finlandés
¿Se oye la lluvia desde el tercer 
piso? ¿Cómo desde Emilia 
Grassi, las barreras? ¿Pasa con
retraso el motorcar de las cinco?
Es gráfica la expresión
«llueve sobre el camposanto«
¿Un tipo de santuario la
Poética?
El corte del verso determinado
por lecturas de Levertov.
Lo que respira en la superficie
El goteo primoroso sin
apresuramiento
sobre el campo
santo

Desde el primer verso, no podemos eludir la pregunta ¿Quién es la persona del discurso? Indudablemente la tercera del singular, ya sea masculina o femenina, poco importa ante el resultado buscado: la elisión del yo. 

 El poeta se enmascara en otro, realiza una transferencia de su experiencia, de su mirada personal. Este alejamiento del yo emisor, produce en la lectura un efecto que, en tanto lectores, nos transforma en sus cómplices, produce un acercamiento con el objeto. Nos allana el camino para que internalicemos el poema con mayor intensidad; hacerlo carne propia. John Keats (carta a Benjamin Bailey, Nov. 22, 1817), reflexiona al respecto: “Si un gorrión viene a mi ventana, participo de su existencia y picoteo la grava…”

Asimismo, en este poema pone en escena, sus preocupaciones en la construcción del poema, destacando la relevancia del corte del verso. Elemento central en la poética de todo poeta contemporáneo que presta atención al habla de su comunidad, entre ellos, los Imagistas, Pound, Louis Zukofsky y William Carlos Williams y que Denise Levertov (citada en el poema) considera el instrumento esencial, fundamental, en la caja de herramientas del poeta. El que determina que un texto en prosa, verticalizado, dividido simplemente en líneas, siguiendo una elemental sucesión de orden sintáctico, práctica generalizada en la actualidad, en la mayoría de los casos no reunirá las características de un poema. Fruto, quizás de no comprender, que el ‘verso libre’, no lo es tanto (Eliot dixit) tiene sus propias leyes: la variación rítmica, la irregularidad, la extensión variable, la ruptura en el sangrado de los versos y su disposición espacial en la página. 

Pereira Severo logra como el corredor de larga distancia, picar en punta, acelerar, regular sus zancadas, afianzar su propio ritmo. Modular su voz con desenvoltura, anotar en el pentagrama notas disonantes, una musicalidad diversa, atrapante, innovadora, en el ámbito que él mismo denomina como: “el desorden del lenguaje / incierto”. Aunque debo agregar; inferir,  que no solo persigue certezas sino su contrario; quizás como nos advierte Wallace Stevens en El Ángel necesario (1951) su búsqueda se cifra en: “la poesía en sí misma, el poema desnudo, la imaginación manifestándose en su dominio de la palabra.” 

La estructura de Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar), se sostiene en una amplia temática; que le abre las puertas a tópicos e intereses variados y multiplicados; y los objetos  que habitan los textos (útiles de cocina, ollas sartenes, jarras, baúles, viejas indumentarias, azadas, las furgonetas del hospicio y arados, entre otros) enriquecen, le ofrecen nuevos argumentos a nuestra noción de la realidad. 

Asimismo esta temática despliega un movimiento abarcador que integra varios aspectos tanto históricos como actuales. La ironía que da cuenta de una visita al centro comercial, “todo tiene remedio en el centro comercial”; o en “Trabajo precario / Marcador de pobreza / Lo negro lo pichi […] Pobres contra pobres mi amor / Lucen satisfechos en las / selfies”; hechos que iluminan ciertas singularidades de la época, carnada y anestesia frente a lo circundante, la felicidad del instante.

 Otro de los aciertos que recorren estas páginas es la economía de recursos utilizados para brindar instantáneas del terror y la violencia. Y, que no obstante tienen un efecto potenciador en la recreación de momentos históricos; poblados de degollados y desaparecidos, como lo demuestra en EQUIDISTANCIA: “Guerra del Paraguay / Tatuceras / Leandro Gómez // Todo cabe en la pantalla / Nibia / Miguel Mato / Tassino y / Y varios más // De cuando  tocaron a / Degüello / Son las fotos.” El horror, pareciera decirnos, no necesita de detalles.

    En Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar) Pereira Severo reafirma su tono y voz (estilo) e hilvana con oficio una serie de poemas en los cuales la unidad es su característica principal. Cada uno de ellos, en su individualidad, constituyen las distintas partes de un todo, un único poema. Sin embargo, no hay que desconocer otras cualidades del conjunto, los poemas más personales, en primera persona, no interfieren con aquellos en los que el Yo se oculta tras bambalinas, colocando en escena otras personas del verbo. 

Finalmente, hay que destacar la operación de proporciones que realiza, inédita en estos tiempos, la simbiosis, de dos maneras de interpretar el paisaje, el tiempo, la vida. Aquellas que definen el ethos  de la urbe y el de la campaña. Dos miradas culturales que a pesar de desarrollarse en una  lengua compartida presentan diversos antagonismos, que el poeta, en un delicado, complejo zurcido de las diferencias, disolverá, exitosamente, en una visión renovada del mundo y las cosas.   
 
 

martes, 27 de septiembre de 2022

Leandro Lopez: “Kurt Cobain el hombre que tomó el desvío”

 

Leandro López















                                                          I

      El 20 de febrero de 1967 nació, en Aberdeen, Washington, Kurt Cobain. Ese día una llaga se encendió en la boca del infinito; el mar abierto cantó su despojo de musgo en remolinos.
      Ignoro si su destino ya estaba grabado en su primer llanto. Ignoro la primera imagen que sus ojos claros rescataron de esta vorágine sin retorno. Ignoro si un hálito azul rozó su piel virgen. Tal vez su madre, entre sonrisas selladas, lágrimas y caricias, acunó en sus brazos su inevitable orfandad. Quizá su padre, con orgullo de arrecifes, ensayó frente a él un gesto lento de mimo inexperto.
      El 20 de febrero de 1967 corrió por las calles de Aberdeen un viento mareado que desorientó las débiles luces del invierno. Una pareja de amantes se hizo raíz y tronco. Los bares, nunca postrados, juraron eternidad en el choque de vasos llenos. La canción por siempre fugitiva insinuó en el puente su hora intacta.
      Tal vez solo los subsuelos adivinaron la presencia de su futuro mártir. Quizá una baldosa resquebrajada ofició de bautismo. Quizá un charco impasible fue demasiado naufragio para su propio vaho.
      20 de febrero de 1967. Ese día la ausencia supo de su hondura, masticó una dignidad nueva, tempestad arrebolada. Había nacido Kurt Cobain.

                                                           VI

      En 1987 Kurt Cobain y su amigo y bajista, Krist Novoselic, formaron Nirvana.
      Kurt Cobain convivió con Tracy Marander. Ella inspiraría la canción “Acerca de una chica”, del primer disco de la banda.
      Los dos amigos fueron atraídos por el nuevo movimiento cultural y musical que se estaba generando en Seattle. Sin saberlo, serían su portavoz y principal exponente. ¡El grunge en ebullición!
      Noches al amparo de una mística de la marginalidad. ¡Néctar del remolino púrpura y del ensimismamiento; aullidos en ascenso, como uñas que despedazan el sexo siempre tibio de lo instituido; calles preñadas de un fuego paralelo! Noches en serie, hipnosis de baldíos atemporales. Noches de animales sin rumbo, crisálidas de la desesperación.

                                                            IX

      En 1991, con Dave Grohl en la batería, Nirvana lanzó su segundo disco, Nevermind. En este caso, la discográfica que lo editó fue Geffen.
      Nevermind. Arquitectura pulida y, sin embargo, visceral. Cimientos convulsos; montañas con símbolos grabados que solo descifran los pájaros que arden contra el atardecer. Y habitaciones llenas de baúles abiertos, tapizadas de pétalos y guijarros. Y pasillos que desembocan en el cráneo azul pálido del reloj más exacto. Y jardines con rombos luminosos que se nutren de la cera siempre inconstante de la Duda. Y árboles que protegen entre su corteza la Palabra de la que derivan todos los idiomas. Y día, y noche, y naufragio, y tanto infinito con sabor a resina quemada, a caricia prohibida.
      Nevermind. Una guitarra desequilibrada que alterna uvas maduras con garfios en torbellinos lacerantes; que cercena raíces y libera nubes púrpura. Un bajo nunca monótono que abisma, como la llaga en el beso, como el beso en el flanco más débil de la soledad. Una batería que desestabiliza, que descarga mil tridentes de oro sobre la conciencia, vuelta mar sediento de más mar, ocaso perplejo de úteros tensos. Nevermind. Rito donde la música se perpetúa como un desgarro de la vigilia y chorrea una sangre cárdena, espesa como frustraciones, como una angustia detenida en las cervicales. Cielos frecuentados por la ausencia; ofrendas con el hechizo salvaje de precipicios nuevos.
      Nevermind. Bahía de versos. Unos terribles como de sepultado vivo, otros erráticos como fuga de chacales. Nevermind. Evocación del vacío y su olor a cipreses frescos, de eclipses encadenados, de tierra fermentada. Sismos como santuarios; pirámides de bruma.
 
                                                            XII

      Y quería más de lo que podía robar.
      Agotar la luz, penetrar el útero de las sombras y su alquimia de albatros. Beber la niebla y su presagio. Derribar los cimientos que trepan hasta el vacío.
      Si los ríos confluyen en una única tempestad, si los precipicios devuelven voces inasibles, si los árboles- túnel, alba y temblor- persisten en su fe tornasolada.
      Viciar la sangre de insectos morados- belleza en espiral, abandono, génesis del azul. Parpadear en los ojos insepultos de la noche. Bendecir el fracaso y lo fugaz, los pasos extraños y el baldío, las ramas en los charcos.
      Si en el espejo se abre una condena, si no hay protección ante los atardeceres menstruales, si de nada sirve un beso perimido por el viento.
      Agotar la luz, hasta que las sombras recuperen su contorno, su olor a frutos maduros.
                                                          
                                                            XXV

      ¿Qué otra cosa debería ser? Todas las disculpas.
      El remordimiento no deja ver más allá- distorsiona hasta el delirio, sueños perforados por la angustia, callejones que confluyen en una pared donde gime un gato crucificado.
      ¿Qué crímenes inexcusables? ¿Qué perversión como una alimaña en la tráquea? ¿Qué ofensa contra la permanencia de lo real, contra el absurdo de ser y de declinar?
      La noche se abre, horadada por una lágrima de luz. Desborda en acantilados y párpados, en magma y náuseas.
      ¿Qué jardín ocre habitar? ¿Qué tiempo, garganta insondable de espuma? ¿Qué desgarro de llovizna sobre una lápida ilegible?
      La desesperanza- culto que carcome- hace girar nuevas Tablas. Y el infinito clausurado, y la falsedad subterránea, y la pincelada borracha.
      ¿Hacia qué reino lábil? ¿Hacia qué torre de crepúsculos retenidos? ¿Hacia qué tajo, desorden último de lo inefable?
      Sentir la brisa como la bocanada de lo sagrado. Y en lo sagrado su propia negación. Sentir el temblor, la deriva y su derramar.

                                                          XXVIII

      El 4 de marzo de 1994, en Roma, Kurt Cobain sufrió una sobredosis, a raíz de la ingesta de hipnóticos y champaña.
      Oye la muerte, los pasos firmes de la muerte. Sobre las calles de tu ser, sobre las viñas de tu ser, sobre la arena leve de tu ser. Oye la muerte, la vagabunda.
      Oye la muerte, la voz perenne de la muerte. En la hierba desordenada de tu ser, en la fuente de mármol de tu ser, en las nubes en reposo de tu ser. Oye la muerte, la transparente.
      Oye la muerte, el roce profundo de la muerte. Donde confluyen las cascadas de tu ser, donde abrevan las lentas bestias de tu ser, donde vacila el dios amputado de tu ser. Oye la muerte, la furtiva.
      Oye la muerte, el desgarro infinito de la muerte. Cuando arden los pájaros cautivos de tu ser, cuando se desbordan las partituras como encías sangrantes de tu ser, cuando se escalonan hacia el magno espacio los precipicios de tu ser. Oye la muerte, la desequilibrada.
      Y sin embargo regresar, como de un bautismo pagano, entre los muros descascarados de la confusión. Regresar para decir o para ocultar. Altísimo privilegio de los incoherentes, de los que adivinan en el agua constelaciones de larvas, de los que intuyen en los astros la transgresión de toda herencia.

LEANDRO LÓPEZ  (La Plata, Buenos Aires, 1978) Es profesor de Lengua y Literatura, y corrector literario. Obtuvo la Diplomatura Internacional para Correctores de Textos. Publicó Hoja de Sudestada N°288 (2000); Caídas sobre caídas (2001); Postales anacrónicas (2007); El reino paralelo (2013); Mitología de la noche (2018). 

      

      

Catalina Boccardo: selección poética

 

Catalina Boccardo












 

de vaca luminosa
carne la noche 

tus imágenes revolvían mi cerebro de ternera
el cordón untado en la pesadilla

dentuda me defendía
del meridiano rojo
a mordiscos

después lavábamos la sangre 

5

tus cuentos
como la vaca exigida por su leche
me empujaban


pueblos de cañas 
la doña que habitaba el humo 
y un calor interminable de los grillos
por el sembradío


alguien ordeñaba 
temía a las ubres
su leche grasienta 


el día bravo empezaba con la aguja del sol
pero se derrumbaba con el agua


ácida de frutas

palpando la humedad
ser imaginario del bananal
                                        
                                        vivía al fondo
                                        la que predecía el futuro de las nietas


¿sabés que una vez las escuché a ella y a la abuela

hablando de mí?
¿sabés que entre los trastos vacíos y las botellas extrañas

supe quién iba a ser?

¿sabés? los pueblos son oscuros porque esconden palabras en otro idioma


¿y quién no conoce sus ánimas? después de muchas vidas todavía los pedidos de auxilio 
algunos podemos abducir los becerros de sus madres 
llevarlos al día seco y amarillo
de antes de ayer
del pasado


yo atisbé el camino de regreso en tus relatos que anunciaban la lluvia
lo aprendía de memoria
cada detalle debajo de las sábanas


sssshhhhhh estoy allí


36

no ves que digo “alma”
“agua bendita”
en lengua mestiza
cal viva despellejándote

comulgación de hormigas 
las cabezas al ras 
(que a la india le coman el cuerpo abajo de la tierra)

“se fue al cielo con dios” me enseñaron
pero seca no creo 
sino el nado azul de mis mujeres 
pájaros de insurrección

las tujujú y sus cuellos manchados de sangre
reencarnadas

a campo abierto  
la lengua oculta 
puede gritar
                       
(De Formosa,  2015)
 

kusama y bacon

he visto a kusama en orgías 
pintar el falo
una etapa de su arte
corriendo desnuda dentro de una multitud 

(luego atraparon a la artista
que deseaba alguna vez ser atrapada)

nunca entendí lo suficiente 
ir al extremo
otorgar un salvoconducto al cuerpo
esa guarnición no termina de romperse 
frente a los ataques

no es matar o violar de manera directa

el material de la fotografía sobrevive
hasta que alguien logra su captura
como la pintura
o los golpes de la escultura

bacon sabía mucho de esto
se llevaba los pedazos y sus obras parecen frigoríficos
                                                                                                   
De (Collage (2015)



4
perdí la noción de mi lugar
del que salieron engendros

vos continuás en la cama extenuado
mientras nos rodean 
imágenes 
lentas y ciegas
de la memoria
o el sueño nos respira encima

el templo de la serpiente_ digo_
toquemos de una vez su cabeza
el transcurso sinuoso de las hechos
para que comprenda
comenzás por morderme los pies

6

donde estemos los desaparecidos nos persiguen
cargamos sus mochilas hasta el próximo pueblo

7

la avenida de los muertos
el vendedor-chamán pasa la piedra oscura por mi espalda
percibe que no soy quien digo

otro nombre con mi sombra
otros músculos se tensan

(De El viaje y el ombligo (Uruguay,2018)

 

diálogo con kazuo onho 

travestido:
tus mujeres lucen sombreros
y a esas flores les falta seguridad 
máscaras blancas que nunca había visto arder 
lloran y ríen
mórbidas
me tocan la nuca si intento bailar

y otro physique du rôle
sobre puntillas 
del músculo 
medias de nylon
chis-chis al tocar
(nosotras calzamos 
nuestra propia vida)

tarso metatarso
contracciones 
paren
los huesos

forma de flor 
calcáreo jazmín


(De Bailar, 2022)
 

Acá no hay palabras que hablen de los pájaros,
hay pájaros.
El ronquido,
piar,
en medio de lastimeros fracasos 
del vuelo,

nido primigenio
romperse un ala
o una pata,
caer, 
este mundo no dará reparo alguno,
aves trastornadas,
mismo aire,
desfallecen en verano sobre el pavimento.

Yo encontré la salvación, un pájaro herido.
Pía, siempre pía de felicidad.
Alegre y profundo, ni siquiera encoge sus plumones ante la lluvia.

Y ella se habrá creído muerta pero tenía dos vidas: 
la de la melancolía
y la hondura
de este repentino hogar.

(De El pico de los pájaros, 2021)


CATALINA BOCCARDO, (Buenos Aires,1961) Sus poemas aparecen en diversas antologías y revistas de poesía. Colabora con blogs de difusión literaria y realiza reseñas de libros. Tiene varios proyectos literarios en preparación. Ha publicado en poesía los siguientes libros:
El jardín santo (2011),Territorios (2012), Elementos y otros títulos en formato de Cuadernos (2013-2014), Collage (2015), Formosa 2015), 
El viaje y el ombligo (Uruguay, 2017), Punto Ciego en formato de E-book, compilación de poemas y fotografías de propia autoría (País Vasco, 2017), El Pico de los Pájaros (2021), Bailar  (2021),


 

martes, 20 de septiembre de 2022

Weslley Almeida: poemas de ‘Memórias fósseis’


Weslley Almeida



























OBSERVACIÓN

Es en el amanecer
que se desnuda la luna
para el ingreso del día.

Es al finalizar la tarde
que se espera la noche

se despiertan estrellas
en el sueño del sol.


SEMPITERNO

Y siempre y siempre la vida es suntuosa
argumento de la espina
aparecida de flor
penumbra de lumbre varia
alborada de arrebol.

conocedora de proposiciones de minería
lagarto trepando rocas de amor
una losa por medida infinita
que no-sé desde cuándo vino

bastando sólo apenas
el elucubrar
junto a la breve flor.


TEMP(L)O

El tiempo es un templo
culto de todos los días
de gritos y silencios;
oraciones, rezos y mantras.

En el canto de la lavandera
en la sonrisa de la criatura
en el hambre de los ojos de quien baila
la ronda tejida en el celo.
En el gemir de los gallos,
en el cri-cri de los grillos.

Se cumple el rito
en plegarias
de cigarras nocturnas.


TRAVESÍA

Ayer
vi la puesta de sol
en mis retinas

Por cuanto hoy
me encuentro anochecido
de estrellas.

Mañana
seré todo recomienzo
de amanecer.


POCOS SEGUNDOS

En pocos segundos
muere
una persona de hambre.

Una persona
de hambre
muere

una persona.


URBES OPERANDI

Los acordes de la ciudad:
disonantes
altisonantes.

La simetría de los edificios
la cronometría de los pasos
el monólogo monótono maquinal

el clic de enter
el ruido del acero

obreros danzan sin melodía
repetitivos los brazos
y el día a día
(como rueda de polea)

Es el mis
mo-tor
nado.


BORRADOR

Tachar, tachar
tachar las líneas de los versos
y sentir palpitar
en los dedos
el corazón.
Tachar, tachar,
hasta progresar a lo poético.

En el garabato errante de lo bello
tachar, tachar.
Cual niño que avanza
y confunde el eslabón

de la sintaxis, semántica
de la gramática al léxico

y borra
todo
junto
en lo impreso.

Tachar, tachar
hasta progresar a lo poético.


QUIJOTE

El poeta es un quijote de las palabras
comulga en poiesis
su caballo y escudero
en métodos de locura
en el ritmo ágil de las cabalgatas

interfiere
en el intervalo de los silencios
en la marca acústica de las huellas

su poesía
surge del susto
en el desencanto como lo sórdido endulzado
en el canto de lo ínfimo enaltecido

en su lenguaje de crin alada
nos presenta relámpagos de novedades
de lo alto del lomo y la brida
en visiones
de molinos de viento enloquecidos.


BÚSQUEDA

En las idas y venidas infinitas
en el fin del fondo profundo
buscándome
siempre buscando
el mar que orilla mi mundo.


* Todas las piezas fueron seleccionadas de Memórias fósseis (Ilhéus, Bahia, Editora da UESC, 2016). 

Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2022.

Weslley Almeida es poeta, académico e investigador de literatura, y compositor musical bahiano. Publicó Pétalas, talos e espinhos y Decalque, entre otros títulos. Memórias fósseis fue el libro ganador del Premio Sosígenes Costa de Poesía – 2016, de la Academia de Letras de Ilhéus. Tiene un blog, “Lê-Tranças”: www.letrancas.blogspot.com


 

martes, 13 de septiembre de 2022

Lucía Estrada: Poesía

 

Lucía Estrada























Del laberinto de Ariadna I

Toma este delgado hilo de sombra y envuélvelo en torno a ti. Ténsalo hasta el límite. Comprueba su resistencia. El roce oscuro pronto ganará la carne, el hueso, la médula feroz de tu memoria. 
Insiste en el corte que aguzará tu oído, tu lengua. Insiste hasta que seas de la herida su cerco de palabras afiladas.
De un extremo a otro de la sangre, allí donde la luna marchita alimenta a sus perros, extiende su línea sedienta. Pero no lo rompas. No rompas la noche ni la palabra espejo. No rompas lo que has escuchado ni la voluntad de seguir en pie sobre el hielo que cruje, bajo el ardor de tantas lámparas contradictorias.
Toma entre los dedos este delgado instante; púlsalo como a la sola cuerda del piano en la torre de Tübingen.
Esta es la última posibilidad de aferrarte. Ténsalo en torno a ti. No lo pierdas.
***

Mar de Barents

Hemos llegado a este punto. El menos posible, pero también el más cierto. Una montaña que escalamos en sentido contrario, pacientemente, desde nuestros mejores días. Nos esforzamos en ello, sin norte, como si alguien más guiara nuestro destino. Una mano perversa y obstinada, al fin. Ahora lo vemos. Se advierte su trazo impecable en esta página sin margen, en este sordo descenso que aprieta la garganta y obstruye la luz. Pero aún queda algo de nosotros. Un poco de aire reservado, una imagen, una palabra dura como piedra. Una palabra que atraviese el metal o sirva como ancla. Una palabra que encierre todo, que lo libere todo.
De algo estaremos a salvo. Aquí adentro nada que no esté desde antes con nosotros puede herirnos. Todo riesgo evita molestias menores. No hay intemperie. Ni siquiera un cielo cerrado. Las voces ahogadas de la memoria ya nada recuerdan. Un amargo sabor de musgo donde antes hubo lenguaje. Sensaciones como abismos. Un silencio que nadie comprende. Un silencio que no es ausencia de otros. Un golpe seco que ofusca el oído. Una sílaba ciega. Escribo en la oscuridad…


De luna y tenebrario

“Tú duermes. Y tu aureola se enciende como nunca y me incluye como si yo también tuviese aureola”. 
Marosa Di Giorgio

A mi madre

Toda la noche lidiamos con las aguas. Yo sostenía de este lado las paredes y los techos, tú preservabas el oro de los tigres. Ningún abismo se interponía entre nosotras, envueltas como estábamos en la misma crisálida de invierno. Pero tú parecías más fuerte. Al tiempo en que restablecías el rostro deshecho de tus hijos, tejías gasas y delicados mantos de seda que cubrían todo el paisaje. Más allá del sueño, más allá de mi propio y estrecho laberinto. Al menor soplo del viento, oficiabas pequeñas ceremonias para alejar la tormenta. Yo te miraba desde mi estatua de sal, incapaz de mover los labios, devorada por la sombra desde el vientre hasta los ojos, enferma, como el destino que no acaba de cumplirse. Atenta a los designios de un dios tan solitario como las aguas que empiezan a retirarse, conjuras una vez más el árbol que se extiende desde tu corazón hasta mi boca y aguarda otro día, otra noche en el jardín ¿Acaso las viejas canciones de cuna conducían a este momento? ¿Acaso eran fórmulas para acercar la vida, envueltas en la misma crisálida, tú y yo, absortas en lo que vendría después, como dos hermanas unidas tibiamente por el silencio?

(Poemas de Katábasis)  



Lucía Estrada (Medellín – Colombia, 1980) Ha publicado varios libros de poesía, entre ellos Maiastra, Las Hijas del Espino, El Ojo de Circe (Antología), La Noche en el Espejo, Cuaderno del Ángel, Continuidad del jardín (Selección personal) y Katábasis. Con su libro Las Hijas del Espino obtuvo el Premio de Poesía Ciudad de Medellín (2005), y la Beca de Creación en Poesía, otorgada por el Municipio de Medellín en 2008 con Cuaderno del ángel. En 2009 y 2017 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá con sus libros La noche en el espejo (2010) y Katábasis (2018) respectivamente. Con este último libro fue finalista del Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura de Colombia en 2019. Textos suyos han aparecido también en varias antologías y publicaciones del país y del exterior. Así mismo sus poemas han sido traducidos a varios idiomas. Invitada a diversos encuentros literarios en el país y en el exterior. En 2020 la Editorial Eulalia Books (Estados Unidos) publicó una edición bilingüe de Katábasis en traducción de Olivia Lott (Finalista en el PEN America Literary Awards, 2021 . Próximamente la editorial L’ Harmattan de París (Francia), publicará una edición bilingüe de Katábasis en traducción de Dominique Delpirou.


jueves, 8 de septiembre de 2022

Márcio Catunda: poemas de ‘Emoção Atlântica’

 


Márcio Catunda
















NOCTURNOS

Copacabana, andar en tus noches
sólo tiene sentido en nombre de aquella bohemia.
No son los coches de la avenida,
ni los carteles luminosos de los restoranes,
ni tampoco las bellas mujeres.
¡Es mi ideal de adoración de la Luna!
Que permanezca este espejo en mi autoveneración.
Esta arena blanca sea mi refugio contemplativo.
Me alegro de ver las olas dibujadas en la vereda
y el murmullo de las palmeras al viento.
¡Copacabana de los bares y los paseos,
floto en pasos de éxtasis,
cuando reverencio la ciudad de los poetas!
Más que prostitutas bonitas, tenés la brisa marina.
Aún te quedan momentos románticos.

En la avenida, el prosaico zig-zag de los coches.
Las abstracciones me liberan del estancamiento.
Disfrutar el instante es un valor permanente.
Es fluir absorto, sin percibir el peso de la vida.
Mi única habilidad.
Toda idiosincrasia que quiero volver predominante.
Mi estética anticonsumista.
Reflexiones de las que se nutre el poema.
La velocidad de la palabra en sus tres dimensiones.
Mi introspección incomunicable.
Mi meditación oriental.
Estoy perplejo delante de todo.
Atravieso túneles ideales.
No hay serenidad sino en la visión del litoral.
Nací para contemplar horizontes abiertos.
La noche me hizo pensativo.
Los edificios son paredes perforadas de luz.
Paseo con los amigos, en demanda de libros,
por las calles iluminadas.
Me deleito en los alivios.
Me ilumino de utopías.

Doce son las horas, porque no concurro a ningún puesto.
No me preocupo con insignificancias.
El Altísimo me llenó la taza de néctar.
Bebo alientos en la noche lánguida.
Subo a la torre iluminada, y escribo.
La burguesía me mira sin entender.
No ambiciono los beneficios de los opulentos.
Tengo el lúdico paseo
y el plenilunio me es propicio.
Descanso en la expectativa serena.
No necesito del beneplácito de autoridad alguna.
Tengo mi cuota de paz.
Mi momento de ígnea trascendencia.
No me dijo hipnotizar,
sino por los faros intermitentes en el océano.
Permanezco contemplando la extensión de las luces litorales.
Sublimo las melodías desesperadas.
El festín nocturno es mi fortuna.

Bebo la clarividencia del litoral.
Llego al portal de la reflexión.
Mar diáfano, islas claras.
El espejo mítico de la planicie azul.
Púrpura en la tela celestial.
Celebro las luces vitales del Planeta.
A lo lejos, entre los montes,
Niterói es una pirámide centellante.
En la ensenada de Ipanema,
un collar de luces se refleja en las espumas.
La noche viste el escudo de las estrellas.
Además de la curva de Leblon,
en la pendiente, el Vidigal radiante.
Los efluvios en mí como estigmas.
Respiro la dádiva lúdica del viento.

Sepan todos que mi remedio hierve en las olas.
Son piedras de sal en el mar,
flores en la arena.
Matices de colores, filtrando la niebla.
Cuando veo la claridad,
cruzando el Elevado de Joá...
Cuando voy a una librería, en un domingo,
con el sueño místico de mi realismo.
Cuando brota el indomable clamor de las aguas...
Camino embrujado por la noche.
Todo fluctúa en la estera mágica.
El viento limpia el tendedero de la incerteza.
Atravieso todas las estaciones de Ipanema.


EMOCIÓN ATLÁNTICA

No soy de ver la vida por la ventana.
El ocaso tiene suavizaciones.
Huyo de los vehículos,
atravieso la avenida, en dirección al mar.
Serenas olas, idílicas montañas.
Hay navíos en el horizonte,
pero es en mi memoria que ellos están fijos.
Celebro la virtud mística de este momento.
Soy el que persiste en encantarse delante del poniente.
Contemplo el cielo en el remolino de las aves.
La ciudad es todavía paradisíaca.
De un lado están las fachadas prosaicas de los edificios;
pero, del otro, la luminosidad líquida,
el efluvio irisado, el esmalte efervescente.
Camino por la arena.

Me tragan guartaná y catuaba,
en un vaso desbordante de miel.
El sábado es el burdel de la santa egipcia.
Me quiero vigilar sin castigarme.
Golpear la puerta del hedonismo.
Confieso que la belleza me alucina.
El silencio de ella es más agudo que la música de las esferas.
Quiero la condición dionisíaca,
la estridencia de los días solares,
la vida pulsátil del bullicio.
Rio de Janeiro continúa en un espasmo de éxtasis.
Ansío saborear el néctar de la luz.

¿Adónde voy, con mi ansia de futuro?
Voy al Pan de Azúcar, a beber en las altas esferas.
Me someto a las sacudidas del ómnibus
y a la exorbitancia del ingreso.
En la redoma fluctuante, la grandeza translúcida emerge.
La visión se abisma en la infinitud.
Desde el cráter empinado, el encanto es transcendental.
La eternidad es una expansión azul más allá de las islas.

Gusto de escribir al aire libre,
delante de los árboles.
En los jardines, entre pájaros y bellas mujeres.
En lugares desde donde yo vea la inmensidad.
De preferencia, cercano a algún palacio
iluminado por el sol vespertino.
Sin desasosiego, mirando los matices de los colores
y la proyección de las sombras.
Más que placentero,
es terapéutico este ejercicio de quietud.
Allá fuera, ruge el tumulto de los motores.
En mí, todo es silencio.
Hago versos como quien distribuye delicadeza.
Hecho el arado que es toda ternura.
Hecho quien bebe aromas de delicias.

Gusto de escribir caminando,
alabando las energías del Planeta.
Me siento en una piedra, a la orilla de las olas,
y comprendo la esencia del universo.
Mi lucidez registra la fascinación de la hora.
Sé que mi destino es el agua que el viento agita.
Sé lo que se aprende con las metáforas del mar:
la noción de distancia
y la inquietud del movimiento.
Movimiento de introspección; no, de dispersión.
De amor por la vida; por lo tanto, por las personas.
Será este el enigma que descubriremos.
Contemplar y crear formas.
Tener como luz interior la concentración del arte.
Cantar la maravilla del litoral y la fluidez del tiempo.
No revivo los idilios de la infancia,
pero en la visión marina prevalece un devaneo antiguo.
El soplo de la tarde me transporta aquella paz romántica.
Luz que viene de la comunión con la naturaleza.

No cambio un paseo en la playa
por tres años de un cargo público.
Es gratis. Es cuando yo quiero,
nadie me saca de quicio.
¿Qué importancia tiene vestir un traje,
cuando se puede andar sin camisa?
Capto toda forma de energía lúdica.
Debajo del Trópico de Capricornio,
la cosa más excelente es celebrar la vida.
Que el tiempo me sea esa quietud rumorosa.
No hay riqueza sino en ese desbordamiento.
En los momentos sublimes, el estremecimiento de los mejores días.
Ya no pierdo el apetito por causa de la emoción.
Tengo el perfuma de las rosas en el alma:
me entrego a la belleza.
Con pétalos en las manos,
paseo el pensamiento por las sierras,
alrededor de la Laguna.
No quiero voltear la página de la vida.
Sólo quiero saber de las nubes sobre el luminoso océano.
Converso conmigo mismo
en la brisa que es pura caricia.
No habrá instante
en el que yo no esté pleno de lirismo.
Idolatro el silencio y dejo que pasen los minutos.
Ando escuchando las olas.
Playa mansa en mi sortilegio.

La vida es el grito del espíritu en el ventarrón.
Es remar en el pantano, rumbo al puerto de nada.
Celebro las virtudes carnales,
los aromas que emanan de la piel que brilla,
la energía vital de las cosas permeables.

Estoy a los pies del mar,
delante del cortejo de las espumas.
Todo se rehace en las suaves calderas tremulantes.

El mar es un dios en la ciudad encantada.
Contemplo este coloso etéreo.
Más allá de los ángeles que pasan hambre,
más allá de todos los infortunios,
el poderío de los destellos:
todos los dones de mi entusiasmo,
la tecnología del sentimiento.

La brisa de la tarde se desliza en los tejados
y en los dedos de los árboles.
Viene la fragancia del instante.
Penetra por la ventana, nutriendo la vida, entre máquinas.
La calle contrasta con la Luna,
que, alta, me impone su influencia.
Al margen de los techos oscuros,
sobre el viaducto, los coches van,
en los vanos de la inquietud.
El Sol es una corona de fuego,
horizontalmente, en la hora de la suavización.
Las lejanías consuelan la audición disoluta.
Necesito asilarme en la plataforma visual.
Hay más placer en este refugio,
del que hay en las discusiones teológicas.
El pulsar de un corazón vigilante
vale trescientos premios literarios.
En la contemplación de las musas, estoy sólo y absoluto.
De un trago, bebo la belleza de todo.


PERFIL LÍRICO DE AFFONSO ROMANO DE SANT’ANNA

Un poeta opuesto a la santidad protocolada,
rebelde a toda represión,
perplejo ante la muerte colectiva.
Un poeta que ve constelaciones en el cuerpo de las mujeres,
y cultiva el vicio de la belleza.
Un poeta que siente la luz que hay dentro de la piel.
A quien le repugna ver batallas en plena calle.
Que rechaza el veneno omnipresente.
Que no sabe beber la vida indiferente.
Y vive iluminado por el prisma de las catedrales.
Trastornado por el desencuentro de las almas,
en vez de inspirarse, como Rilke, en castillos,
se asusta con los tiroteos.
En vez de contemplar cisnes,
recoge el título de las noticias de asaltos y guerras.
Pleno de expectativas, escribe como si le ardiese el ser.
Al mismo tiempo, íntimo de las estrellas
y expectante de lo cotidiano;
espantado con la singularidad de las cosas.


CAPITAL DE LOS PLACERES VISUALES

Respiro los meandros de floresta y mar.
El Sol oracular escribe esencias,
la ondulación explota en curvas,
se desliza en la piedra resbaladiza.
Capital de los placeres visuales:
velas como insignias en un manto líquido.
Órbita de la belleza, de Flamengo hasta Urca.
Proyectado a la distancia,
brumoso relieve con matices:
edificios y palos borrachos,
cascadas sobre la Laguna,
sierras sobre túneles;
pasillos, goteras de peligrosidad.
Más allá del carrillón del puente sobre la Bahía,
de Itacoatiara a Paquetá,
todo claro:
pulsación vital, en los caminos de Linha Vermelha
o en las pistas de la Zona Sur;
madrugada, en el aroma de los árboles de Aterro do Flamengo.
Luz densificada en la superficie del mar,
misterio abierto a la navegación de la memoria.
Configuración de tierra y cielo,
repositorio de dádivas.
Canto la visión que me enciende la vida.

Rio de Janeiro, noviembre de 1998.

[* de la sección final “Dos canciones”]


GRUMARI

El Sol despejó una ofrenda de nácar sobre la floresta,
y la flora cubrió de turmalimas el dorso de los peñascos.
Islas de paz afloran en la planicie azul.
Paraísos emergen bajo la forma de peñascos,
ornamentando el templo abierto del horizonte.
El mar adorna de guirnaldas blancas
la arena de Grumari.



* Todas las piezas fueron seleccionadas pertenecen a Emoção Atlântica (Rio de Janeiro, 2010).

Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2022.

Márcio Catunda (Fortaleza, Ceará, 1957) es escritor y diplomático brasileño, autor de una treintena de volúmenes de prosa y poesía. Entre otras instituciones, es miembro del PEN Club de Brasil. En 1977 publicó su primer libro, en colaboración con Natalício Barroso Filoho, Poemas de hoje, al que le siguió Navio espacial, en 1981. Como compositor musical, algunos de sus poemas fueron grabados en disco.
Media docena de sus libros fueron traducidos y publicados en España: Luz sobre la historia, Autobiografía en Madrid, Días insólitos, y Jardín de ortigas (Antología poética), entre otros.


lunes, 5 de septiembre de 2022

viernes, 2 de septiembre de 2022

SANTIAGO ESPEL: Poesía

 

Santiago Espel


















La campana de Gauss

Tras un efímero brillo, el país ha vuelto 
a hundirse en sus hábitos malsanos.
Los achaques del cuerpo se multiplican.
El precio de la remolacha se fue a las nubes.
Los servicios meteorológicos no saben
qué hacer con el dislate climático.
Las viudas ya no son mayoría absoluta.
El poema sigue huérfano de inspiración.

Y como si esto fuera poco, nosotros
los de entonces, no damos pie con bola.

Apostemos a que las estimaciones
científicas pongan cierto orden
en este circo de malentendidos recurrentes.


Réquiem para un símbolo de nobleza

Vamos a darle descanso
finalmente a la abeja
que transitó ya tantos poemas
buenos y malos
éditos e inéditos

con su vestido de bourbon
su escafandra de verano
su danza circular 
                  de pequeño cóndor.

Descanso perentorio a la abeja

por la espiga de filo fatal
por el zumbido ritual de torero
y por su honorable labranza de polen.

Seamos justos con la abeja
que supo darle al poema
su muerte última 
y su resurrección primera.


En un abrir y cerrar de ojos
Lo prenatal
el primer vagido
el último suspiro.

Y en el medio
el sufrimiento
y también el amor.


Cena

Una copa de bohemia
en sus relieves de cristal.
A través del vino dorado
pasa una cinta de luz.

Como animales 
asustadizos y frágiles
las manos se acercan
y arrugan el mantel de lino.

Se dicen poco:
Lo necesario para el olvido.
Lo indispensable para el reencuentro.


Bosón de Higgs

O (h) la partícula de Dios
capaz de destruir el universo:

descalabro de la materia
y arreo en la gramática del tiempo.

O (h) el impulso arrepentido
luego de siete fatigosos días.


El acorde místico de Scriabin

La vibración rebota en los gruesos 
paños de la sala: aros perforando
las paredes de agua del sonido.

Es la meditación del instante 
hecha coágulo en la eternidad.

A miles de kilómetros de distancia
entre serpientes y carnavalitos
canta el arroyo y rezonga el carancho.


La semilla negra

Esa pequeña gloria que sucede
en los latidos de la tierra
y empuja en su tallo
la certidumbre del nuevo día
o el molino asmático de la noche.

El agua hace nudos
en los filamentos del riego.
La araña teje rizomas de discordia.


La logia de los venenos

Como extensión de las parcelas
diseñadas por el Dante,
en un desvío impreciso del camino
la recámara bulle y regurgita 
placentas y ancianos insomnes.

De esa feria de obscenidades
reguladas por el asombro y los temblores,
nacen los unos y se calcinan los otros.

Si hubiera un Dios, su alegato 
bastaría para agotar nuestro pavor
bastaría para apagar el coro infame de risas.

Pero no hay tregua ni razón que alcance.
No hay redención exenta de plazos ni precio.


Busco trabajo en el faro más solitario del mundo

Si saben de algo
por favor comunicarse 
urgentemente con la mensajería.

Sobrada experiencia en soledades
y adaptación plena a los climas más cruentos.

Disponibilidad horaria ilimitada.
Necesidades higiénicas esporádicas.
Dos idiomas y excelencia en el silencio.

Avistaje y clasificación de utopías.
Rescate de náufragos y soñadores compulsivos.

Se ruega confidencialidad absoluta.


El largo día del poncho de hilo amarillo

Eso que algunos poetas llaman jornada y otros día,
no es más que una débil tregua o cese imaginario
del fuego en la batalla, la pausa descarada de la vigilia.
Abrirá la puerta de la casa, traspasará el límite oscuro
como quien sale del sofoco del agua o del lejano
e inenarrable útero, y dejará inerte sobre la silla el saco
gastado por el rayo del sol o por la caricia de la lluvia.
Se dirá que los aspectos frívolos de su vida han alcanzado
ya un punto intolerable, un punto sin retorno, y cerrará 
y abrirá instintivamente la mano como un corazón abierto
y anhelante de sacarse un peso de encima.
En el patio cuadrado y de reflejos presentirá el perfume
dulzón y esperanzado de los brotes nuevos, y cuando
el pájaro cante en la antena, como es costumbre,
el perro del vecino ladrará su encierro de todo el día.
Pensará en el paso del tiempo, y lo verá en los lunares
de los brazos, y en la humedad que sube decidida 
por la pared del sur, la más angosta del patio cerrado.
Se sentará finalmente a la mesa y dejará caer unos pocos
y balbuceantes versos que reprobará con una mueca.
En ese momento, como un gesto indeclinable 
del destino, sonará el timbre: una, dos y tres veces.
Abrirá y verá que está empezando a llover, y que la gente
corre a sus casas con las últimas y perentorias compras,
como quien busca refugio y sosiego, después de un
largo y tedioso día, apenas antes de la indolencia fatal 
y socarrona del próximo, disciplinado, e inminente minuto.




 Santiago Espel, nació en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1960. Publicó en poesía rapé, 1988 (Faja de Honor de la S.A.D.E); Pavesas & Muelles, 1990; Misas en Harlem, 1993 (1er Premio de Poesía Nacional Ramón Plaza); Cantos Bizarros, 1998; La clari¬dad meridiana, 2001; La víspera sí, 2002; Isoca, 2004; Vulgata, 2006; 100 haikus, 2008, Cuaderno acústico, 2010; La penitencia, 2012; Notas sobre poesía, 2013 (Ensayo); Mesa de entradas, 2015; Breviario exótico de accidentes poéticos, 2016, Photo Carné 2018, y El Pan de la rabia & El Vals, 2019, Su señoría, 2020, y Nuevas notas sobre poesía, 2021.En 1995 publicó la novela La Santa Mugre o El País de Cucaña, en Grupo Editor Latinoamericano.

Su poesía fue traducida al inglés, alemán y portugués. Tradujo a Philip Larkin, Paul Blackburn, Kenneth Patchen, Patrick Kavanagh, Alice Oswald, Robert Graves, John Ashbery, Patti Smith, Don Parterson, Peter Hammill, Gary Snyder, Mario Quintana, Wilson Bueno y Mario de Sà Carneiro, entre otros. 

Coordina talleres de escritura en Vicente López, lugar donde reside.
Su poesía fue musicalizada, documentalizada, y puesta en escena teatral y artística en más de una ocasión.

Egresado de la Escuela de Periodistas del Círculo de la Prensa.
Es editor del sello de poesía, narrativa y ensayo, La Carta de Oliver, desde 1990, en el que lleva editados de manera independiente alrededor de 100 títulos.




 















ELISA MOLINA: POESÍA

 

Elisa Molina




















MIRÁ


“Mirá” -me dijiste en el sueño-
y por supuesto no recuerdo
qué apuntabas en el paisaje.

Firme aún el lazo entre aquí
y allá, te agradecí despertando:
“Siempre atento conmigo, muerto.

No sé bien quién sos ni por qué, 
como abeja desorientada,
zumbás en este encierro mío.

¿Será -ahora que lo pienso 
y la mañana es una ola
mansa de luz que se aproxima-

que quisiera dejarte ir:
vos a libar tus raras flores
y yo las mías de este mundo?”

 
CÓMO SE FORMAN LAS TORMENTAS

La trama de los buenos argumentos
--cómo se va inflamando el horizonte;
cómo de norte a sur una delgada
hebra de patos lo cruza y se pierde
y la tensa expectativa del día—
te convence, por más que hayas pasado
tanto tiempo de tu vida creyendo
que la tormenta estalla de repente.

No. Es que estos y otros tantos golpes
de efecto te pasmaron, y además
en eso consiste tu humanidad,
en recortar, parcelar, definir
realidad para poder vivir: este
maravilloso aroma anuncia lluvia
a raudales; este otro, más acre,
la creciente, fragor entre las piedras.

Pero nada advertías en la nube
derivando rumbo al sur ni en los gallos
que cantan a deshoras ni en el raro
color de la madrugada. Ahora
en tu pequeño Larousse aparece
que escándalo del agua se origina en
hiato en el aire, cuarzo que se raja
y mudanzas apenas susurrantes.


EL ASCENSO DE ATÓN

Desenterraron collares y un pez
fosilizado en un bloque de piedra
negra, basalto de más de tres mil
años. El alma del pez no está allí.
Transmigra seca también a través
de las fotogalerías de los diarios
del mundo, una semana o dos.
Después, no se sabe. Se olvidará.

La ciudad está en el desierto. Vemos,
al fondo, el Nilo. Atrás, palmeras
al viento y en primer plano al arqueólogo
español. Todo es internacional
y dura menos de cuatro minutos.
Luego nos hundimos hacia lo hondo
y oscuro del sueño, donde a lo lejos
reverberan ¿las escamas de un pez?

La vida que está en otro lado en mi
paisaje interno – juncos amarillos
entre las piedras de las Altas Cumbres,
hay viento y a la vez silencio; frío
y, en el agua, peces que son grises
sombras sin miedo – la vida o ese
rincón que ahora mismo es sin mí, 
sabe que la muerte está en otro lado.


RESUELLO CORTO

Tiene el resuello corto y de a poco
quiere aumentar la resistencia. Pero
el músculo de la impaciencia se hace
fuerte, domina y para el limitado
nadador hay un consejo difícil:
dejar entrar el mundo, flotar boca
arriba, desasido como hoja
o reflejo de nubes en el agua.


CONSEJOS
        A Elvira

De seda, solo queda el papel del cigarrillo.
De todo lo que pienso mientras voy por el día
haciendo cosas, una maraña que no sirve.
De lo que a veces brilla por su ausencia, el aura
de una voz que suena igual que el agua y agradezco.
Mientras fumo y bebo el vino tinto de la noche
la escucho: amando se aprende a saltar en arco
como un pez. Amando se debe volver al sueño.


NADADOR

Puse una vela en el fanal la última
noche del año: un mínimo faro.
Los que mueren en hospitales, solos,
¿cómo se orientan? ¿O es que solo mueren?
No sé. O sí, pero lo mismo dejo
esta lucecita que parpadea
para el arco preciso de tus brazos,
¿en qué aguas, desnudo nadador?


Elisa Molina (Córdoba, 1961) ha publicado los libros de poesía Escrito en el Agua (Editorial del Copista, Córdoba, 2003), En la lengua de tu padre (Editorial del Copista, Córdoba, 2012), Por más que en la noche la luna (Ed. Nueva Alción, Córdoba, 2016), Cormorán (Ed. Nueva Alción, Córdoba 2018) Una línea simple (Ed. Nueva Alción, Córdoba, 2020) y Cómo se forman las tormentas (Ed. Buena Vista, Córdoba 2022) Integra las antologías Señales de la nueva poesía argentina (Llibros del Pexe, Gijón, 2004), Órbita, veintiuna poetas cordobesas (Postales Japonesas, Córdoba, 2017) y Nosotras (Nueva Alción, 2020). Autora de estudios críticos, prólogos y reseñas sobre la obra poetas argentinos contemporáneos (Rodolfo Godino, Ricardo Molinari, César Cantoni, Eduardo D´Ànna, Juan Carlos Moisés, Diego Muzzio, Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik, Alberto Girri, Alejandro Nicotra, Circe Maia, Roberto Malatesta, Pablo Seguí, Daniel Vera, Inés Araoz, María Teresa Andruetto, Laura García del Castaño, Leticia Ressia etc.), que han aparecido en diversas revistas del país y del extranjero, entre ellas: Revista Fénix - poesía y crítica, Hablar de Poesía, Palabras de poetas, Variaciones Borges, Analecta Literaria, Revista Ardea, Op. cit., La guacha. Poemas y algunos trabajos críticos pueden encontrarse en el blog personal: https://segunda-voz.blogspot.com 


TIBISAY VARGAS ROJAS: Poemas

 

TIBISAY VARGAS ROJAS


















                                          A Fabiola

No quiero llorar más
sobre esta manzana
desteñida de gusto
en destierro
toda fruta es tasada
huérfana de paraíso
deambulo desnuda
por calles angostas de afecto
mi oído de lengua trabada
no comprenderá el lenguaje
de algún dios que me requiera
no temeré castigo
harta de abrojos
si me encuentra
ya que polvo soy
sin regreso.


TIRADA

No hace falta barajar
ajustar la forma correcta
para distribuir
las cartas ya están abiertas
sobre la mesa de este no país
salvados los escollos
del arrepentimiento
la lectura cifró a los descartados
uno a uno aparecieron
colmados de los atributos
de sus miserias
no hay salida
posibilidad de escape
para todos estos arcanos
mayores en el abismo
de la resignación.


LAMENTO DE SIBILA ENTRE CALIMA

                                           Ciego de las sombras terrestres
                                           morirás con los ojos abiertos.
                                                                                  Paul Eluard

Me han sido esquivas las nubes
el vuelo de los pájaros
la hoja desprendida que parte en dos
el verde y el ahora
de cenizo y triste desvarío
mi voz se colma de lastimaduras
mi lengua cede al lamento
queda confusa ante el sol de cielo trasmutado
en oro falso, irrespirables vahos
no me sirven tampoco los oídos
caracolas vaciadas de mar esquivo
¿qué he de hacer, Señor
con estos días
de cuenta larga que suma sobre resta
qué he de hacer con tanto
de tan poco?


LABERINTO DE FAUNOS

Agarra la tiza
traza todas las puertas
que te quepan
en el modo de abrirlas
está la clave
para salir del laberinto
no hacen falta llaves
siempre fue asunto de vuelos
termina el sueño
porque el monstruo despierta
y cerrar tras de ti
no te libra.


*

Voy a ritmo de cincel
trozo a trozo
emerge un brazo
y asirme es el primer desacierto
tras la mano
empeñosa herramienta
del destino
sabe contar los días
pide
niega
empuña
y tiembla
si deshoja margaritas
nada más frágil
cuando el último pétalo
no me quiere.


*

Oh Señor, que pase
este cáliz
que me escuece las horas
lo poco de día festivo
que a bien tenga
y me deja el pecho y la garganta
llenos de viejas
amarillentas estampillas
sin sello, sin viaje
sin poderlas pegar
siquiera a sobres
de buenas nuevas
porque me la paso arrodillada
en este jardín sin olivos
temerosa de judas, soldados
y juicios
que terminan en pena de muerte
para niños
que se juegan el todo en las calles
por su derecho
a sentarse una vez más a la mesa
y a dormir
como Tú mandas.


*

                                                Que mañana habrá guerra, ¿es cierto,
                                                y ya nunca jamás seré grande?
                                                                                        Robert Rozhdéstvenski

Mira bien el cielo
mira bien la tierra
toca la hoja
deja a la hormiga
recorrer tu brazo
el que lanza la pelota
y empuña victorioso las canicas
muerde la galleta, ensalívala
que su dulce corazón invada tu boca
por todos los besos nunca dados
cuenta los creyones
sácales punta
dibuja la casa árbol sol
y nube como siempre
la haces tuya y nadie
podrá discutirte su color
es tu amparo
tu castillo
pequeño rey de naipes
allí renaces
como un dios.


Tibisay Vargas Rojas. Escritora venezolana (Caracas, 1961). Licenciada en Educación, Mención Lengua y Literatura, por la Universidad de Carabobo. Especialista en Docencia Universitaria. Facilitadora de Talleres Literarios: CONAC, CENAMEC, Casa Nacional de Las Letras “Andrés Bello”, entre otros. Sus publicaciones han aparecido en periódicos y revistas nacionales e internacionales. Ha publicado los poemarios Llana palabra (1993), Pasollano (1993), De humo y sal (1998), Tachaduras (2000), Tema de miseria (2002-2019), Poemas Patacaliente, selección de poemas (2003), De un patio a otro (2005), Tercera Persona (2008) y Poemas (2009). Premios nacionales en poesía: Ipasme (1992); “Rafael Rivero Oramas”, (1997); Tercer lugar del I Concurso Nacional Interuniversitario de Poesía (1998); I Premio del Concurso Interuniversitario de Poesía Cuam (2001) y calificación en el IX Concurso Nacional de Literatura Infantil “Miguel Vicente Patacaliente” de la Fundación Cultural Barinas (2003).