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lunes, 5 de junio de 2023

Lawrence Ferlinghetti: La vida sin fin

 

Lawrence Ferlinghetti
























No tiene fin
la espléndida vida del mundo
no tiene fin su hermoso vivir
su hermoso respirar
sus hermosas criaturas sensibles
observando escuchando y pensando
riendo y bailando
suspirando y llorando
a través de las tardes sin fin
noches sin fin de amor y éxtasis
alegría y desesperanza
bebiendo y fumando
charlando cantando
en los Amsterdams sin fin
de la existencia
de animadas conversaciones sin fin
y de los cafés sin fin
en los cafés literarios de las mañanas de lluvia
sin fin las películas de la calle que pasan
en los automóviles en los tranvías del deseo
en las inagotables vías de la luz radiante
Sin fin el baile de las melenas
al ritmo sin aliento del punk rock
y de la música disco su aire en la cabeza
a través de las medianoches de la Vía Láctea
hasta los paraísos del amanecer
hablando fumando y pensando
de todo aquello que en la noche no tiene fin
en lo blanco de la noche la luz de la noche
Ah sí el vivir y amar no tienen fin
odiando y amando besando y matando
No tienen fin los latidos la respiración la procreación
la rueda de la vida de carnes
girando constantemente en el tiempo
Vida sin fin muerte sin fin
no tienen fin el aire y la respiración
Mundos sin fin
en los que los días nunca terminan
en las capitales del otoño
sus grandes avenidas de hojas en llamas
Sin fin los sueños y los cuerpos
en los que el sueño desovilla
las mangas tejidas de la ansiedad
los laberintos del pensamiento
las laberínticas ensoñaciones del amor
las espirales del deseo y su exageración
los innumerables finales de lo innombrable
Sin fin los cielos incendiados
sin fin el universo que gira
Mundo sobre una hoguera de hongos
No  tiene fin el fuego que respira en nuestros cuerpos
tatuados comedores de fuego bailando en las plazas
tragando el aire incendiado de la gasolina
Valiente el corazón batiente de la vida llameante
sus pulsos compases y llamas apagadas
Sin fin los campos de los sentidos
los olores del deseo del amor
los maullidos de los gatos en celo
el aroma intenso de los sexos
El sonido  de los que hacen el amor no tiene fin
el sonido de las camas chirriantes no tiene fin
el gemido de los amantes no tiene fin
escuchado en la noche a través de las paredes
Los gritos del éxtasis inacabables
las voces encendidas
en la última y perdida culminación
el ruido de las máquinas de música saltando
el fluir del jazz del esperma sus ritmos
difunden su energía en el paraíso
Y luego los intentos de fuga no tienen fin
huir de la náusea de Sartre
de las colinas peladas
donde se consumió la sensación
en el lento fuego del tiempo
de la alegría de vivir desesperanzada
de los barcos cargados de ilustración
de los barcos cargados de mierda
que aún flotan
en los infernales ríos de Caronte
codicias histerias paranoias
poluciones y perversiones
Sin fin l’homme revolté 
en el anónimo rostro de la muerte
en las huellas del estado monstruo
No tiene fin sus visiones anárquicas
No tiene fin su alienación
No tiene fin su poesía alienada
tábano del estado
portador de la esencia de Eros
No tiene fin el sonido de la vida
del hombre que vive en la tierra
las audiciones radiales sin fin
las transmisiones de tv sin fin
No tienen fin
los rollos de papel en la rotativas
el fluir de las palabras y las imágenes
en las cintas de las máquinas de escribir
escritura automática y garabatos
sin fin los pòemes dictés por lo desconocido
sin fin los llamados telefónicos
hacia los confines de la tierra
y la espera de los amantes en las terminales
y el llanto de los pájaros en las terrazas
y el graznido constante de los cuervos en el cielo
y el multiplicado canto de los grillos
y los mares rugientes y las aguas gimientes
alzándose y cayendo sobre guijarros distantes
y las mareas lamedoras durante los Idus del otoño
beso salitroso de la creación
Infinitas las campanas del mar anunciándose
Más allá de las represas y los diques de la vida
y el repetido llamado de las campanas
en las iglesias vacías
en las torres del tiempo
Infinita la manifestación de calamidades
del barbado hombre santificado
No tiene fin
La cuerda del  corazón del mundo
desenroscándose
resplandeciente en el tiempo
brillando a través del espacio
No tienen fin los cruceros turísticos
atravesándola
barquitos pequeños en los canales infinitos
millones de ventanas en llamas en el atardecer
la ciudad quemándose con las sobras de la luz
los distritos de faroles rojos brillan y danzan
con pijas porno pijas de neón
y los vibradores que vibran sin descanso
en las piezas de edificios a medio derruir
Sin  fin el movimiento de las mandíbulas
masticando las carnes de los sangüiches del deseo
los jugosos bifes anchos del amor
Sin fin los sueños y los orgasmos
ritos de fertilidad ritos de pasaje
y el vuelo de las aves fértiles
sobre los techos de las casas
y los huevos que caen en los nidos
en las vaginas sin fin
los intentos y tentaciones de la carne
en las habitaciones por hora del amor
donde canta la paloma golpeada
No tiene fin el nacimiento de las criaturas
en los sitios donde el amor y el deseo
han tomado aposento
Sin fin el dulce nacimiento de la conciencia
y sus amargas muertes en vano
Sin fin el marchitamiento
de las pieles las frutas efímeras fugaces
y las sirenas de neón
cantando unas a otras en alguna parte
Sin fin las leves variaciones
de lo absolutamente familiar
los fuegos de la juventud
las brasas de la ancianidad
la furia del poeta renacido
No tiene fin toda creación
en la danza muda de las moléculas
Todo se transmuta todo cae en el silencio
y todo gime llora una y otra vez
Sin fin la espera interminable
Dios y Godot
nunca terminan de llegar
No tienen fin las acciones los planes 
los dilemas y las demoras
Absurda la espera que anula la acción
y desea que ya no existan las guerras
y desea la desaparición de los estados
Es inútil la espera que niega la acción
No tiene fin la lucha entre el bien y el mal
las cabriolas del destino los viajes del odio
sin fin la energía nuclear
la energía interna de la tierra
las reacciones en cadena sin fin
del fogonazo final
que fallan en sus intentos
mientras las Blancas Bicicletas de la protesta
circulan lentamente a su alrededor
Pues algún día estos dioses con rostros caninos
que calzan zapatos a la moda escarpines de Gucci
botas tejanas y sombreros de latón
y viven en bunkers
con muchos botones e interruptores
a su alcance
desaparecerán les llegará el fin
Pues lo que nunca tendrá fin 
es la esperanzadora posibilidad
de elegir en nuestras encrucijadas
elección que aún no ha sido realizada
elegiremos
la iluminación de las mentes oscuras
los senderos de la gloria
los verdes gigantes de la casualidad
los anzuelos de la esperanza
en los pantanos del desaliento
las colinas en la distancia
los pájaros en los arbustos
los arroyos de la luz oculta
las melodías desconocidas
las sesiones del pensamiento dulce y silencioso
y las muertes felices de los corazones todos los días
y  las pijas de barro
y los pies enfundados en zapatillas
recorriendo la bahía
Y es más 
son infinitas las puertas
de la percepción que aún deben ser abiertas
y los potentes chorros de luz
en el elevado espíritu del hombre
en el espacio exterior muy dentro nuestro
en el Amsterdam del Ying y del Yang
Sin fin las rubaiatas sin fin las beatitudes
sin fin los shangrilas sin fin los nirvanas
sutras y mantras sin fin
satoris y sensaras sin fin
Bodhiramas y Bodisatvas
Karmas y Karmapas
Sin fin las Shivas cantando danzando
en los humeantes vientres del éxtasis
Brillos trascendencia
penetrando la cristalina noche del tiempo
en el silencio sin fin del alma
en la larga y altisonante historia del hombre
en el sonido y la  furia sin fin
significando todo
con sus alucinaciones sin fin
adoraciones e iluminaciones
y destrucción total
y erecciones e exhibiciones
fascismo y machismo
circos de las almas extraviadas
parques de diversión de la imaginación
Coney Islands
del poema sin mente sin fin
dictado por la voz individual
del inconsciente colectivo
ciego en las huellas
del tiempo
En los últimos días de Alejandría
El día que precede a Waterloo
Los bailes prosiguen
En la noche se escuchan
los sonidos de una fiesta bulliciosa

Amsterdam, julio 1980.

(Versión Esteban Moore)