Descontento, pero no infeliz.
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Amistad: vecindad de las almas, diversidad de los espíritus.
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A los mosquitos les gusta vivir peligrosamente en la cerveza.
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El peor amigo de las bibliotecas es el préstamo.
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Con todas las condiciones para ser relativamente felices somos absolutamente desdichados.
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En una especie tan carnívora y astuta como la nuestra es una hipocresía escandalizarse de la muerte.
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Envejecer es irse haciendo inexistente, cursar un aprendizaje de fantasma.
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Los impulsos sustituyen a la voluntad.
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Fama: la pequeñez humana os hará grandes.
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El hotel es una isla por días.
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Aspiro a tener, como la ola, plenitud en la fragilidad.
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Parece posible la plenitud en las mañanas y en la noche, pero en las tardes sólo unos pocos logran la plenitud en lo inestable.
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Éxtasis de la temporalidad.
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Nadie es el habitante del crepúsculo.
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Desde el país fugaz donde comienza el vacío.
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Prólogo: ‘Anónimo y desconocido lector estas líneas te llegan sin elegirte, si algo vivo hay en ellas consiste en no haberte elegido y en no saber quién eres…’
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Intuición: memoria vaga de un acierto futuro.
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No me gusta tocar puertas ni derribarlas, me gusta o que estén abiertas o pasar de largo.
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Instrumentos pasivos, cóncavos: el cenicero, el pozo, la sartén, la olla, la tumba.
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Hay que conversar con los muertos en vida, me refiero a la nuestra, pues no creo que ellos la tengan; seguramente, de muertos no podremos conversar ni con los muertos.
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¿Siempre la vida íntima es pequeña?
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Gasta más tiempo el viejo en sus achaques que el atleta ejercitando su cuerpo.
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En esta época hay que vivir en otra para sobrevivir en esta.
* Antonio Deltoro, Por ahora, México, Ediciones Sin Nombre/Secretaría de Cultura, 2018, pp. 9, 12, 15, 16, 18, 19, 21, 22, 28 y 30.
** Selección realizada para este blog por el crítico y editor Demian Paredes, en el marco de un proyecto de antología del poeta y ensayista mexicano, para ser publicado por primera vez en Argentina.