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jueves, 12 de agosto de 2010

W.H. Auden, España 1937.









 


W.H. Auden (London 1907-Vienna, 1973)
Versión Patricia Ogan Rivadavia-Esteban Moore








España, 1937.


Ayer todo el pasado. El lenguaje del tamaño
extendiéndose hacia la China por las rutas de comercio,
la difusión del ábaco y de los dólmenes;
ayer el reconocimiento de las sombras en los climas soleados.

Ayer el avalúo de los contratos de seguro mediante fichas,
los augurios y profecías del agua; ayer la invención
    de las ruedas de carro y los relojes, la doma de los potros;
ayer el bullicioso mundo de los navegantes.

Ayer la abolición de las hadas y los gigantes;
la fortaleza como un águila inmóvil vigilando el valle,
         la capilla erigida en el bosque;
ayer el tallado de ángeles y de atemorizantes gárgolas.

El juicio, entre columnas de piedra, a los herejes;
    ayer la discusión teológica en las tabernas
            y la cura milagrosa en las fuentes;
ayer el Sabath de las brujas. Pero hoy la lucha.

Ayer la instalación de dínamos y turbinas;
la construcción de ferrocarriles en el desierto colonial;
          ayer la clásica conferencia
sobre los orígenes de la humanidad. Pero hoy la lucha.

Ayer la fe en el valor absoluto de la lengua griega;
la caída del telón sobre el cadáver del héroe;
        ayer la plegaria dedicada al atardecer,
y la adoración de los locos. Pero hoy la lucha.

Mientras tanto, el poeta susurra, asombrado entre los pinos
o,  allí donde canta libre la cascada, compacta o enhiesta
      sobre las  rocas junto a la torre inclinada:
'Ah, sí, mis visiones. Oh, sí, enviame la suerte del marinero'.

Y el investigador espía a través de sus instrumentos
 el territorio las provincias inhumanas, el bacilo viril
                 o al enorme Júpiter acabado:
'Pero y las vidas de mis amigos. Yo indago, indago'.


Y... los pobres en sus hogares sin fuego dejan caer las páginas
     del diario vespertino: " Nuestro día es nuestra pérdida.
 Oh, Historia mostranos al operario, al organizador, que el tiempo
         nos guiará hacia el río refrescante.

Y las naciones  combinan cada grito, invocando la vida
  que da forma al vientre individual y ordena
  en la noche los terrores privados:
'¿ No fuiste vos el que fundó la ciudad-estado de la esponja,

el que erigió  los vastos imperios militares del tiburón
y del tigre, y fijaste la atrevida residencia  del petirrojo?
   Intervení. Sí, descendé como una paloma o
un papá furioso o un manso ingeniero: pero descendé.'

Y  la vida, si acaso responde, contesta desde el corazón
y los ojos y los pulmones, desde los comercios y plazas de la ciudad.

'Ah... no, yo no soy tu energía,
al menos en el día de hoy, no para vos. Para vos soy
'el obsecuente, el compañero de copas, ese al que engañan con facilidad:
yo  soy cualquier cosa que hagas; soy tu promesa
    de bondad, tu anécdota humorística:
soy la voz de tus negocios; soy tu matrimonio.

'¿ Cuál es tu proposición ?  ¿Construir la ciudad de los justos ? Lo haré.
Estoy de acuerdo. ¿O es el pacto suicida, la muerte
       romántica? Muy bien, acepto, porque
yo soy tu elección, tu decisión: sí, yo soy España.'

Muchos lo han oído en penínsulas remotas,
en llanos adormecidos, en las aberrantes islas de pescadores,
        en el corrupto  corazón de la ciudad;
han oído y emigrado como las gaviotas o las semillas en flor.

Se aferraron como clavos a los largos trenes que se sacuden
a través de las tierras injustas, a través de la noche, a través del túnel 
                                                                                         / alpino
                                flotaron sobre los océanos;
caminaron sobre los pasos de montaña: vinieron a ofrendar sus vidas.

Sobre ese pedazo árido, ese fragmento arrancado del África
caliente, pegado tan crudamente a la Europa ingeniosa,
        sobre aquel altiplano rayado de ríos
las formas amenazantes de nuestra fiebre se hallan precisas y vivas.

Mañana, tal vez, el futuro: las investigaciones acerca de la fatiga
y los movimientos de los empacadores; la exploración gradual de todas las
                       octavas de la radiación;
mañana el engrandecimiento de la conciencia con dietas y ejercicios             
                                                                                /respiratorios.            

Mañana el redescubrimiento del amor romántico,
tomarle fotografías a los cuervos;  toda la diversión bajo
           la sombra dominante de la libertad;
mañana la hora del director y del músico.

Mañana, para los jóvenes, los poetas explotando como bombas,
las caminatas junto al lago, el invierno de la perfecta comunión,
              mañana las carreras de bicicletas
en los suburbios en la tarde de verano: pero hoy la lucha.

Hoy el inevitable aumento de la probabilidad de muerte;
 la aceptación consciente de la culpa en hechos criminales;
        hoy el derroche de los poderes
en el chato efímero panfleto y la reunión aburrida.

Hoy el consuelo provisorio; el cigarrillo compartido;
los naipes en el granero iluminado por una vela, el concierto malo,
        las bromas masculinas, hoy el
manoseado e insatisfecho abrazo antes de herir.

Las estrellas están muertas, los animales no desean mirar;
estamos solos con nuestro día, el tiempo es corto
        y la Historia a los derrotados
podrá decirles  ¡ Que pena!, pero no podrá ayudarlos, mucho menos perdonarlos.



Antonio Cisneros, poemas.





Antonio Cisneros, Premio Pablo Neruda, Chile,2010.





















Para hacer el amor

Para hacer el amor
debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha
tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavía.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca
de las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.
Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en todos sus caminos.
La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techo
y entonces
la muchacha no vera el Dedo de Dios.
Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el amor pero se aprende.


Un perro negro

Un perro. Un prado.
Un perro negro sobre un gran prado verde.

¿Es posible que en un país como éste aún exista un perro
negro sobre un gran prado verde?

Un perro negro ni grande ni pequeño ni peludo ni pelado
ni manso ni feroz.

Un perro negro común y corriente sobre un prado ordinario.
Un perro. Un prado.

En este país un perro negro sobre un gran prado verde
Es cosa de maravilla y de rencor.


Crónica de lima

                                                 Para calmar la duda/que tormentosa crece/
                                                                      acuérdate; Hermelinda, /acuérdate de mí.
                                                                              Hermelinda, vals criollo




Aquí están escritos mi nacimiento y matrimonio, y el día de la muerte
del abuelo Cisneros, del abuelo Campoy.
Aquí, escrito el nacimiento del mejor de mis hijos, varón y hermoso.
Todos los techos y monumentos recuerdan mis batallas contra el Rey de
los Enanos y los perros
celebran con sus usos la memoria de mis remordimientos.
                                                                       (Yo también
harto fui con los vinos innobles sin asomo de vergüenza o de pudor,
maestro fui
en el Ceremonial de las Frituras.)
                                                                   Oh ciudad
guardada por los cráneos y maneras de los reyes que fueron
los más torpes -y feos- de su tiempo.
Qué se perdió o ganó entre esta agua.
Trato de recordar los nombres de los Héroes, de los Grandes Traidores.
Acuérdate, Hermelinda, acuérdate de mí.

Las mañanas son un poco más frías,
pero nunca tendrás la certeza de una nueva estación
-hace casi tres siglos se talaron los bosques y los pastos
fueron muertos por fuego.
                                                    El mar está muy cerca, Hermelinda,
pero nunca tendrás la certeza de sus aguas revueltas, su presencia
habrás de conocerla en el óxido de todas las ventanas,
en los mástiles rotos,
en las ruedas inmóviles,
en el aire color rojo-ladrillo.
                                                                  Y el mar está muy cerca.
El horizonte es blando y estirado.
                                                                        Piensa en el mundo
como una media esfera -media naranja, por ejemplo- sobre
cuatro elefantes,
sobre las cuatro columnas de Vulcano.
                                                             Y lo demás es niebla.
Una corona blanca y peluda te protege del espacio exterior.
Has de ver
                     cuatro casas del siglo XIX.
                     Nueve templos de los siglos XVI, XVII, XVIII.
                     Por 2 soles 50, también, una caverna
donde los nobles obispos y señores -sus esposas, sus hijos-
dejaron el pellejo.
                              Los franciscanos -según te dirá el guía-
inspirados en algún oratorio de Roma convirtieron
las robustas costillas en dalias, margaritas, no-me-olvides
-acuérdate, Hermelinda- y en arcos florentinos las tibias y los cráneos.
(Y el bosque de automóviles como un reptil sin sexo y sin especie conocida
bajo el semáforo rojo.)
                                                                              Hay, además un río.
Pregunta por el Río, te dirán que ese año se ha secado. Alaba sus aguas
           venideras, guárdales fe.
Sobre las colinas de arena
los Bárbaros del Sur y del Oriente han construido
un campamento más grande que toda la ciudad, y tienen otros dioses.
(Concierta alguna alianza conveniente.)
Este aire -te dirán-
tiene la propiedad de tornar rojo y ruinoso cualquier objeto al
       más breve contacto.
Así,
tus deseos, tus empresas
                                       serán una aguja oxidada
antes de que terminen de asomar los pelos, la cabeza.
Y esa mutación -acuérdate, Hermelinda- no depende de
        ninguna voluntad.
El mar se revuelve en los canales del aire,
el mar se revuelve,
es el aire.
                 No lo podrás ver.

Mas yo estuve en los muelles de Barranco
escogiendo piedras chatas y redondas para tirar al agua.
Y tuve una muchacha de piernas muy delgadas. Y un oficio.
Y esta memoria -flexible como un puente de barcas- que me amarra
a las cosas que hice
y a las infinitas cosas que no hice,
a mi buena o mala leche, a mis olvidos.
                                                   Qué se ganó o perdió entre estas aguas.
Acuérdate, Hermelinda, acuérdate de mí.


En el 62 las aves marinas hambrientas llegaron hasta el centro de lima


Toda la noche han viajado los pájaros desde la costa —he aquí
    la migración de primavera:
las tribus y sus carros de combate sobre el pasto, los templos,
    los techos de los autos.
Nadie los vio llegar a las murallas, nadie a las puertas
—ciudadanos de sueño más pesado que jóvenes esposos—
y ninguno asomó a la ventana, y aquellos que asomaron
sólo vieron un cielo azul-marino sin grieta o hendidura entre su
    lomo
—antes fue que el lechero o el borracho final— y sin embargo
el aire era una torre de picos y pellejos enredados,
como cuando dormí cerca del mar en la Semana Santa
y el aire entre mi lecho y esas aguas fue un viejo gallinazo de
las rocas holgándose en algún patillo muerto
—y las gaviotas-hembra mordisqueando a las gaviotas-macho y
un cormorán peludo rompiéndose en los muros de la casa.

Toda la noche viajaron desde el Sur.
Puedo ver a mi esposa con el rostro muy limpio y ordenado
   mientras sueña
con manadas de morsas picoteadas y abiertas en sus flancos por
los pájaros.


Antonio Cisneros, E.M.; Puntadel Este, 2009.



Antonio Cisneros (Lima, 1942). Poeta, periodista, cronista, guionista, docente universitario y traductor. Ha publicado : Destierro" (1961); David (1962); Comentarios reales de Antonio Cisneros (Premio Nacional de Poesía, 1964); Canto ceremonial contra un oso hormiguero (Premio Casa de las Américas,1968); Agua que no has de beber (1971); Como higuera en una campo de golf (1972); El libro de Dios y de los húngaros (1978); Crónicas del Niño Jesús de Chilca (Premio Rubén Darío, 1981); Agua que no has de beber y otros cantos (1984); Monólogo de la casta Susana y otros poemas (1986); Por la noche los gatos (1988); Poesía, una historia de locos (1989); Material de lectura (1989); Propios como ajenos" (1989,1991,2007); Drácula de Bram Stoker y otros poemas (1991); Las inmensas preguntas celestes (1992); Poesía reunida (1996); Postales Para Lima"(1991) Comentarios reales (2003); Como un carbón prendido entre la niebla(2007); Un Crucero a las Islas Galápagos" (2005, 2007); A cada quien su animal (2008); El caballo sin libertador (2009).

Luis Pereira, Poemas.






















es mágico
no salgo de casa
todas las emociones que preciso para vivir
están en Facebook
o en la tevé por cable
los académicos no lo entenderían


***

mi modelo es / pasar la noche / como el personaje de / una serie de tevé de / historias de hospital / mostrador de restoran barato / whisky con dos piedras de hielo / una picada de fiambre y / luego la tevé por cable / encendida / como ninguna


***

escribirle cursilerías a una chica de Asunción / por chat escribirle cursilerías a la chica: / "tu mirada es promesa de estallido" / por ejemplo / "intentos no bélicos de explicación / de fotografias"


***

 

Anuncio 2


                                            

(sobre poema de Alan Sillitoe,

Diario de Poesía Nº 79).

 



fanático
fumador ocasional
poco dedicado al cultivo de modales ciudadanos
sin barba
cincuenta y algo
apto para caminar
incapaz en ajedrez Conga barullos excesivos
deseoso de saber qué nos aguarda

desea conocer mujer de pechos generosos
con conciencia de clase
aficionada a la lectura
y a los almuerzos de domingo

con intenciones de conversación.

se ofrecen viajes
postales de Liniers
ferrocarriles
trenes suburbanos
canciones rojas
recuerdos de las plazas de Moscú

hoteles de segunda
una bicicleta
violines
Vivaldi
postales de una fiesta
la calle Leandro Gómez

postales de domingo.



***


oigo a la estúpida dar pasos en la noche
zapatear, avanza la malvada
la noche es de los solitarios que oyen a la pérfida
el rumor de hojarasca ruido de sauces árboles de río
especies de menor importancia crujen
al pasar de los zapatos la malvada


***


Verla era como respirar como arbitrar el último minuto la hora indicada en el placar de la Ámsterdam


***

esta es la tormenta
hace que los dientes bailen
sube la marea / golpe del mar
lo incierto de la navegación
esta es la marea / trepa
nubla la visión
del atardecer
zozobra

esta es la ventisca
la noche hace que los dientes brillen
se alboroten
dancen

el recuento de los
primeros daños.


***

intimidan los cementerios
los cementerios urbanos me intimidan
su manera de situar los cadáveres
iguales anónimos
metros bajo la tierra
en este sitio se han construido cadáveres
por miles se amontonan
se palean se cavan
agujeros para ellos


***


Esa tripa
farándula
fabulosa
burócrata
pieza con jazmín.

El triperío
las pieles
la gendarmería


***

Camaguey el Combo y
su figura esa
de tacones que brillan

El Combo el ritmo la cintura de
la piba de Constitución

Esa de la calle Raffo.

El baile con el Combo
Los molinos
harineras

La elegancia del vuelo
Los tacones

La Constitución



***

Versión posible del amor

tres empanadas de carne una vez por semana
un film de Kieslowski, una telenovela brasileña
y una argentina de lunes a viernes

vacaciones juntos una vez al año.


***

Opción 1:

debería

deshacerme de todas las novelas y libros de cuentos
menos los de J.C. Onetti
menos los de C.P. Rossi
menos los de J. Rulfo
menos los de J. Cortázar
sacar de la casa

todos los semanarios 2002 - 2008

todos los diarios
inútilmente conservados esperando qué

todos los libros de poéticas
autistas
toda clase de ensayo que no se atreva
con algo más
un croquis un paisaje un desliz

no me atrevo con
las fotos de La Pedrera de abril de 2008

debería

no me atrevo
con tu apunte de las compras
en el hipercentro el domingo pasado
ni con esa ropa íntima que quedó
en el tendedero

debería
seguir con los poemas de Juarroz
de Gullar

no me atrevo

no con esa línea del poema de Puig
acerca de la hoja que cae
tampoco me atrevo
al menos hoy
con los mensajes de la Bandeja de Entrada
ni me cambiaría de ciudad



Opción 2:

mudarme de ciudad
poner ciento treinta quilómetros entre esta humanidad y
Cualquiera De Sus Vestigios


***

Dos días después se
Desató el aguacero
Las chalanas los botes
Inútiles para vadear el
Paso








Luis Pereira (Paso de los Toros, 1956). Poeta, periodista, gestor cultural, coordina el Encuentro de Escrituras, Maldonado, Uruguay.
Ha publicado:  Murallas (1980); Memoria del mar (1988);Poemas de acción y mujeres delgadísimas (1992); Señales para una mujer (México, 1993); Retrato de mujer azul (1998); Manual para seducir poetisas (2004);   Pabellón patrio, serie de relatos íntimos (2009); Cumbia Villera, inédito, obtuvo Mención de Honor, Intendencia Municipal de Montevideo, Uruguay.
Con Manual para seducir... fue finalista del premio Miguel de Cervantes de Armilla, Granada, España, 2004







Griselda García, poemas.


















Serrallo

Otros ya idos
me coronaron reina:
final de un linaje de crueldad.

Audaces, los que quedan.

Acérquense.
Anímense a ser vistos así.

Voy a crear la palabra perfecta
voy a decir sus nombres
hoy nacen a mis brazos.

Engendraremos
un ejército voraz.
Vamos a arder y brillar.

La ofrenda

Yacer con el hijo
educarlo en la carne
controlar con los días
el ancho de su espalda
en la espesura fundirnos.

Al interior de la yema del ojo
catedrales de agua
delgadas escamas
de la leche.

Un desborde del cuerpo
una fiesta sin fin
la muerta hilvana
su pañuelo de larvas.

Te alimento
te baño con miel
te envuelvo en piel de luz
te cubro de flores y canto.

Camino de arena

Las pieles negras
relucientes de aceite y sal
los hoteles turquesas 
lamen la orilla
el bigote suave de la chica 
que amamanta a su hijo
el pelo impreciso
el pecho suelto sin pudor.

Hora en que la luz baja
se inventa este momento
para recordarlo en un futuro irreal.

Atardece al revés.
Los chicos del domingo lo saben.
Se les escapa el ocaso
como el río que nunca verán.


Griselda García, poemas de El ojo del que mira, La Carta de Oliver, 2009.



Griselda García nació en Buenos Aires en 1979. Publicó los libros de poesía Alucinaciones en la alfalfa (2000), El arte de caer (Alicia Gallegos Editora, 2001), La ruta de las arañas (Ediciones del Dock, 2005) y El ojo del que mira (La Carta de Oliver, 2009). Co-dirigió la editorial de poesía La Carta de Oliver. Fue secretaria de redacción de la revista de poesía La Guacha.
En la actualidad se dedica al dictado de talleres literarios de escritura creativa, narrativa y poesía. En el taller de clínica de obra ayuda a otros escritores a armar y ordenar el material para publicar sus libros.