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sábado, 10 de septiembre de 2011

Thomas Kinsella: Confines de la tierra.

Thomas Kinsella

















Olí el extraño Atlántico
Finistère....
                      Finisterre....

La superficie del mar se oscureció. La tierra a mis espaldas,
y  todas sus células y cistas, se oscurecieron.
Desde una roca pelada sobre la cúspide del mojón de piedras
espié el horizonte hacia el noroeste
y sentí esa minúscula imperfección nuevamente.
Donde el último rayo hundido se retiraba.
Un punto de luz.

Un gusano de lo posible
meneándose desde la espina dorsal
deslizándose hacia el cerebro.

Vacilamos ante ese mar más ancho
pero nuestras cabezas cantaron con propósito
y paz predadora.

¿ De quién era ésta sangre excitada que
busca torpemente nuestros movimientos?
 ¿ De quién este hambre fantasmal
que atraviesa los túneles de nuestros pensamientos llenos de pasajes
que huelen a muerte y arcilla  y  débiles metales
y grandes piedras en la oscuridad?

A  corta distancia en  la bahía
el fuerte oleaje nos tomó  a su merced,
grises, agitadas pendientes de agua
deslizándose  debajo nuestro, desmoronándose,
arrastrándose  hacia adelante, gigantescas.

Empujados mar adentro durante un día y una noche
nos sostuvimos con firmeza, entumecidos por la constante 
fuerza del viento oceánico.
Nos acercamos el uno al otro, como si fuéramos uno,
y nos volvimos hacia adentro, el caos salino
rodando en silencio a nuestro alrededor,
y escuchamos a nuestras propias bocas
mascullando en el ardor provocado
por las pequeñas gotas de agua marina:

Viento maléfico estate quieto
dulce madre 
sobre las salvajes aguas 
derrama paz


la que nos dio nuestro descontento
la que encontramos y desencontramos
en cuya sombra anhelante 
erigimos nuestros  soportes
y nos asentamos satisfechos
y construimos y estamos todavía
insatisfechos, cuya mirada desorbitada
y  sagrado aullido  hemos raspado
mudos sobre  placas de piedra
remolinos de agua abriéndose sobre
remolinos de aguas que se cierran
y bailes taladrados en la piedra
en espiral ángulo y rulo
ondas de río  rampa de  tierra
círculo del sol  curva de la luna...
en cuyo generoso favor alimentamos nuestro hambre
desenraizados y llegamos
en el infierno de la ballena
                                 garganta de vendaval
hoyo de sal
                            oscuridad en ningún lado
reina de la  calma
                          derrama paz
La pesadilla concluyó finalmente.
En la mañana, bajo una brisa soleada,
cabos desnudos se elevaron frescos desde las olas.
Penetramos una bahía profunda, abierta
a todas la corrientes del océano.
Estábamos meas allá de lo que nadie había estado 
y mareados por el agotamiento y el alivio
-- tres veces calculamos equivocadamente y casi fuimos empujados
sobre la misma roca.

                                    ( Yo había sentido todo esto  antes)
Timoneamos a lo largo de una pared de piedra
y penetramos un  tranquilo corredor de roca en el que resonaban
los ecos de las olas y nuestras voces bajas.
Yo me paré en la proa. Nos acercamos cuidadosamente a una pendiente de                                   
                                                                                                              /piedra.

Me sujeté. "Padre nuestro..." alguien dijo
y hubo pequeñas risas. Estuve parado
buscando  por un momento las palabras correctas.
Ellos se callaron. Elegí una vez más las viejas palabras
y descendí del barco. Al recibir el impacto sólido
un poder soñador se soltó en la base de mi espina dorsal
y se desenredó  deslizándose hacia arriba a través de mi médula.
El agua marina fluyó sobre la roca, retirándose
con un siseo femenino, tirando de mi talón.
Mi lengua se trabó.

¿ Quién
          es un aliento
que hace el viento
que hace la ola
que hace ésta voz?

¿ Quién
      es el toro de las siete cicatrices
el halcón sobre el acantilado
el salmón hundido en el charco de agua
el charco hundido en su tierra
la furia del animal
la fibra de la flor
una lagrima de el sol?

¿Quién
   es la palabra que pronunciada
   libera la lanza
         y derrama el terror
 enciende la chispa
         y se  quema en el cerebro?

Cuando  los hombres se reúnen en la colina
mudos como   piedras en la oscuridad 
                 (la embarcación golpeaba detrás mío)
¿Quién es el hombre de toda luz?
¿ Quién se dirige de lleno hacia
las interesantes condiciones de la luna?
¿Quién toquetea el hoyo hundido del sol?:
   ( Yo fui hacia adelante, extendiendo la mano)

-Versión Merceditas Lennon, Esteban Moore-

 


Thomas Kinsella  (Dublín, 1928) Poeta, traductor, ensayista  y editor. Ha dado a conocer más de veinte volúmenes de poesía, entre ellos: Poems & Translations (New York: Atheneum, 1961); The Clergyman (Dublin: St Sepulchre's Press, 1965); Nightwalker and Other Poems (Dolmen, Oxford, New York, Oxford University Press, 1968; New York, Knopf, 1969); Collected Poems 1956-2001 (Oxford University Press, 2001). Su ensayo The Dual Tradition: An Essay on Poetry and Politics in Ireland (Carcanet, 1995);nos  brinda una aguda mirada sobre la poesía irlandesa. Ha traducido a varios poetas de la tradición gaélico irlandesa al inglés.