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miércoles, 4 de enero de 2012

Ernesto Simón: Historias.

Ernesto Simón










 












Perdedor

Un ángel, cansado de proteger a idiotas, se dedicó a volar sin rumbo. Mas no pudo con su genio. Cada tanto oteaba para abajo y veía un nuevo capítulo de la estupidez universal. Desastre. Destrucción. Espanto. Después de todo era un ángel responsable. Por eso miraba de cuando en vez. Era alado el querubín, blanco, liviano. Lindo ángel, el ángel. Buen amigo. Solidario.
Voló durante tres días. Se sintió libre después de tanto tiempo viviendo para los que sufren. En pleno vuelo, cuando empezaba a soñar que la vida se le terminaba, una bala le perforó una de sus alas. Miró hacia abajo. Se dio cuenta de que sobrevolaba una guerra entre dos naciones. Emprendió el aterrizaje, tenía trabajo. Sonaban sirenas. La ciudad era un caos. Parecía que el infierno había emergido a la superficie de esta calamidad a la que algunos llaman planeta. Pasó por una casa que se incendiaba. Por la ventana asomaba una melodía que venía de la radio, que también se quemaba. Las sirenas están sonando y yo sin agua bendita, decía la canción. Entonces pensó que era un ángel perdedor y que Dios se estaba comunicando con él a través de la radio.


La costura del tiempo

En el año 2666 comenzó a rajarse la costura del tiempo. Desde entonces, la historia del mundo se dividió en dos versiones. Las letras se escribieron duplicadas. Todo se supo de dos maneras. El espejo se convirtió en matriz ineludible. Hubo un lado y hubo otro. Cuentan que los hombres nunca supieron de la misteriosa costura que Dios no había terminado de unir. Un trabajo mal hecho y la fatiga inesperada del Todopoderoso contribuyeron al malogrado final. La humanidad quedó condenada a conocer una sola de las dos versiones que cifran la historia.  


Demanda

En el año 2021, Tony, un flamante abogado, decide viajar a Europa para presentar una demanda ante la Comunidad Europea. El legista reclama una indemnización para América del Sur por el oro que los esclavos negros sacaron de Brasil y que los portugueses entregaron a bancos ingleses. Por la plata que extrajeron de Potosí y Perú para financiar a la Corona. Por el cobre arrebatado a Chile. Y por todo lo que los originarios fueron obligados a robarle a la montaña para financiar la decadencia parasitaria del Viejo Continente. En la Comunidad Europea lo miran con asombro, como al loco de Copérnico y al idiota de Vincent Van Gogh. Iluso, el abogadito se vuelve a su pueblo esperando que los demandados respondan la querella. En los tribunales internacionales la carcajada es empalagosa y la posibilidad de otorgar la indemnización es nula. Desde el cielo, Dios mira asombrado la insolencia del muchacho que, por un momento, le recuerda a uno de sus hijos. Uno al que la historia bautizó con el nombre de Cristo.

Ernesto Simón (San Juan, Argentina, 1969) Narrador, dramaturgo y periodista. Ha publicado: Hombres modernos y otros cuentos (2004). Su obra Todos dicen algo se estrenó en el Festival Nacional de Teatro por la Memoria (2010). Los diarios Perfil (Buenos Aires), Cuyo (San Juan) y  Uno (Mendoza) ha dado a conocer sus ficciones.