Pablo Queralt |
quien no conoce la
cólera no vivió
como esa bandada de
zorzales que cruza
el cielo como sin
destino detrás de la lluvia
la ruta del sol la de
siempre después de la siesta
estalla el canto del
gallo con la misma fe
da la vuelta al mundo se
alimenta de poesía
como los rostros de Carpani
en esa fuerza obrera
de los vasos de vino
vacios en almacenes ese suave
humo
en otro lado de la ruta
andando a los balazos
rompiendo la paz del
campo de manzanillas
mis ojos piden paciencia
ya la luz será azul
sobre los pastos en
oleadas volando
en la caída silenciosa
después del estampido
de garzas en el inmenso
cielo a la tarde
cuando se van los
turistas en ese aire fresco
de la vuelta en los
camiones cargados de naranjas
escuchando en la Spica
los resultados de los partidos
las notas del mirlo que
se borran como un libro inédito
perdido en este lado de
la luna este camión mugroso
con sus últimos
nocturnos y una dulce llovizna en la noche perra
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cuando la casa cae
desflecándose como una mente
que no puede sostenerse
con sus buracos por el peso
del trote y levantás
otra pared con que sangre que barro
despertás del retorcijón
tragando luz entre las naranjas
del cielo mientras los
árboles van anocheciendo allí
quedan tus amigos en la
puerta de sus casas sus narices
con el motor de sus
vidas frente al río en los límites de
la posibilidad ya todo
estaba diagramado y yo me encierro
en esta cápsula
en este mar paraguayo
con mi odalisca de patio
el día de verano que
salimos a nadar mar adentro
y cuando paré ya no
estabas más todo era agua
y sol apunté al norte y
a la noche llegue a la playa
nunca más te ví, los
brazos eran plastilinas que no
cedían al temblor seria
tarde por que los chicos estaban
durmiendo.
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esos instantes que sacan
el azul
del cielo escucho sus
cisnes hasta
el silencio de oro en el
talión del brillo
ese mar respirando
encima del secreto de la otra orilla.
El universo venía ahí
como un vals en su marea
siempre descubriendo
algo
en el mapa de las yemas
al ras de esa vida mientras
ocurre la realidad
la sed del día en su
agua
como una llanura una
forma
de amar o ponerle peros
a esa
agua que quien la
encuentre entenderá.
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el ruido de las puertas
en el hotelito las
palabras
del libro sobre el sol
en los tejados
la música de cage que no
está en ese latido
como aves flotando sobre
nosotros en la cama
mi corazón secándose
día y noche en sus venas
hasta encontrar la calma
que te estoy ofreciendo
una oscuridad aprende a
vivir en nuestras vidas
llena de palabras nuestros
pasos en un lenguaje
que nos deja en el
silencio con su horizonte de bruma.
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pollo al champignon lomo
a la eduardo séptimo al
marsala
escalopes revuelto
gramajo
chernia salseada con
hierbas
y crema de espárragos
todo
por error o por sorpresa
puede perderse
pero alguien lo guarda
en su libreta
de recetas a través de
los años
y se sostiene pero
cuidado con
que esté todo el tiempo
allí
puede borrarse
hay algo más en esos
instantes que estás
distraído
en que todo el pueblo
bebe pisco
como una interrupción
que te lleva a
comprender
como se van dando las
cosas
amen, momento precioso
como ruge tu fuerza tu
apetito
si te das permiso para
disfrutar
comer como algo del eros
que te dice este es tu
momento
tu parada
como si todo hubiera
vuelto
a su comienzo
seguís insistiendo en tu
mismo
idioma tus manzanas tus
comidas
expandiendo tu interior
y fluís
en el peso del color
del aire
hasta que el agua te
llega
y esa masa se extiende
en espiral
en exceso
como cuando le decís
algo
a alguien
que hace que nadie
quiera
acercarte más a vos
y no te invitan
y volvés al espejismo de
la casa
de esa palangana esa
serie desaparecida
otras comidas fuertes
para pasar el mal trago
momento momentos momentos
cuánto ruido ruidos que
soledad
y otro avance en la
letra pequeña
ossobuco con salsa de
pimientos
al vino tinto calamares
rellenos
polentas gratinadas con
guiso de rabo
zapallos azucarados de
postre con crema batida
cognac
y al dormir
viene y se va
de vuelta a la vida
de la calle
esos velos
que no calman
nunca la sed
cociná cociná cociná
lo que hiciste hacélo
ahora todo al revés
y ahí ponés los huevos
en el agua como a un
niño en la cuna
los huevos poché de
gallina de campo
que pasea al aire libre
rojos anaranjados
y escuchás la música
amarilla de los tomates
y la panceta en la
sartén
mientras molís la
pimienta y ya las
arvejas y las habas
blanqueadas
en manteca con los
espárragos trigueros
(delicia del jardinero)
que construís en tu
garganta
cordero cordero en
cebollas
para mi amiga que me
visita
esta noche
cantar de los cantares
ah necesitaba ver toda
esta
luz del color de la
naturaleza
pondré la mesa las
sillas
de plástico
el mundo quedara afuera
haciendo ruido con el
viento
Pablo
Queralt (Buenos Aires,
1955) Poeta. Ha Publicado, entre otros títulos:
Cansancio de lo escrito(2001) , Un seductor mañana (2004), poema de la nieve
(2009), Escribí mi nombre (2010) y 89 golpes y un whisky (2010).