Gabriel Jiménez Emán |
Yo que me creía
Yo
que me creía un gran poeta
Que
me creía un hermoso imbécil con barba
Que
me creía un sol cotidiano
Ahora
me asomo al cuarto cerrado
De
mi espíritu
Y
veo peces dormidos bajo el agua
Veo
pájaros perdidos en la noche blanca
Veo
a mis ojos aparecer en la puerta de mi alma
Considero
también la posibilidad de irme por el cielo
A
beber cervezas con los amigos al lado de aquella nube
Que
me hace guiños detrás de la mejilla de Dios
Rasurado
Rasuro
mi piel con la maquinilla que ha rasurado tus piernas
En
la mañana deslizo la hojilla jabonosa por los poros de mi cara
Y
siento ahí la piel de tus piernas
Suavemente
la resbalo y ella narra la historia de mi piel
La
historia de tus piernas en mi rostro
La
narración de la ternura en mis bigotes
En
mi barba en mi nuca que se alebresta
Cuando
pasa de nuevo otra vez mojada
Del
agua salada de las lágrimas de mis ojos
Que
han pasado por la piel
De
tus piernas
El día se asoma
El
día se asoma a mí
A
ver un trozo de calma
Se
asoma a mi ventana a cantar
Con
los árboles de la mañana
Con
los pajaritos que engullen pétalos y gusanos
Tragan
sobras de pescado
El
día quiere devorar toda la música
De
mi pobre tocadiscos que se ha puesto a cantar
Como
un barítono
El día bendito me hace un guiño
Para
que le siga por los despeñaderos de las horas
Y
yo por supuesto
Acepto
su descabellada invitación
Bar
En
el bar de la esquina
La
silla traquetea resbala
chorreando
sol por la boca
chorreando
claridad por su ojo memorioso
Los
hilos perdidos en el recuerdo del otoño insomne
Los
ojos masticaban la soledad
Se
atragantaban de un azul dejado por los rincones
Donde
la música salía agazapada dando saltos de rana
Se
inicia de una vez la tenida en la barra donde las lenguas
Juegan
ardientes con las llamaradas de la costumbre
Con
los pies pegados a la tarde inmaculada
Especialista
en moldear realidades intangibles
Bar
barra bar testigo ciego de todos estos días
Dios
del ron del aguardiente y de las cervezas boquiabiertas
Botellas
con los cuellos repletos de sueños amarillos
Caracas
atolondrada en su cielo borracho
Paris
a lo lejos ahogada en su propia alma color vino
Tralalí
tralalá agüita dulce bocanada de sustos mañaneros
Desde
esta hermosa resaca
Que
juega con la marea de adentro
Hola Bukowsky
Dónde
aprendiste a boxear así Barfly
Dónde
aprendiste la técnica del insomnio
Ese
delirio conducido al escaño Hemingway
Al
escalón Lowry al rango Dylan Thomas
Te
seguimos como perros fieles Charles
Te
hacemos estallar en la madrugada urbana
Como
el Chino Valera como el viejo Caupolicán o el atarantado Pepe Barroeta
Y
los despatarrados pintores Edgar Giménez Emiro Lobo Ricardo Domínguez
Que
nos derribaron a patadas limpias y dulces
Con
un pie en el estribo directo hacia el abismo
Caídos
cada uno con un padrenuestro en la frente
La
mariposa de Bukowsky en los labios
Y
su verbo feroz cargado de esperanza
Perder
Perder.
Perder el tiempo
Perderse
en el cruce de caminos
Gastar
las horas no remendar nada
No
tener tan sólo desear
No
poseer tan sólo ocupar un espacio en el camino
O
delirar en el patio donde desperdiciamos la brisa ciega
Perder
ahí el tren o el andén
Perder
la billetera en el abismo del callejón
Perder
un amor sublime es esencial para el hallazgo
Para
situarse de lleno en la vía que no va a ninguna parte
Perder
el sentido
Perderlo
todo de un solo golpe
Gabriel Jiménez Emán (Caracas, Venezuela, 1950). Poeta, narrador y ensayista.
Obra publicada q.v. posts anteriores.