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jueves, 11 de diciembre de 2014

Mario Pera:Poesía peruana reciente, Diego Alonso Sánchez



Diego Alonso Sánchez




















2

En el templo de La luna y la sombra

Hoy es el quinto día del Quinto Mes[1]. He remojado pétalos de lirio para
limpiar mis pies cansados[2] mientras observo a unos niños zarandear un
muñeco vestido de senshi[3]. El río Hirose no está lejos, y aunque hoy –más
que nunca– las carpas deben estar nadando contra la corriente, yo me
consumo en pensar si ya es tiempo de emprender viaje en busca de Li Po.
Mi hermano Yoshitada diría, sin duda:

Una carpa de papel
más valerosa
en río bravo.

En su honor decido abandonar Sendai y Matsushima, para redescubrir mi
espíritu en alguna ciudad olvidada por la memoria.
Como despedida, al iniciar el viaje, cuelgo estos versos en uno de los
pilares de mi casa[4]:

Hoy Kodomo no hi.
Pétalos de lirios
desatan mis pies.


9

La fatiga

Seis días que mi camino no me da tregua y apenas he podido descansar
escasas horas en esas cabañas que se construyen al lado de los senderos
para los viajeros. La provincia del arroz ha quedado atrás y mis sandalias
están hechas jirones. Debo apresurarme porque la naturaleza no espera.
La noche me sorprende en medio de un campo solitario; las nubes en el
cielo se han disuelto bajo la luz de la luna; entonces, me echo sobre la
hierba para reposar.
“Li Po debe estar esperándome en su mausoleo al pie de ‘La colina del
caracol’[5], mientras yo me quejo de cansancio”.
Cierro los ojos y siento el peso del silencio sobre mi pecho. De pronto un
poema me turba entre pensamientos:

Los hombres de hoy
no contemplan la luna de antaño,
pero la luna reciente
sí alumbra a los hombres del pasado.[6]

Abro los ojos, y de cara al cielo, me siento acompañado.


(De Por el pequeño sendero interior de Matsuo Basho)


2

Han transcurrido pocos días desde el Año Nuevo. Por las mañanas es una risa fresca, unos pasos ligeros, un silbido el que palpita sobre la grama y los arbustos, sobre todas las estancias de la casa. Una de aquellas tardes, el aprendiz se anima a responder al mensaje de su maestro; con mano firme traza estas palabras:

Cuando el pez está en el océano,
el océano es infinito.
Cuando el ave está en el cielo,
el cielo es infinito.
Cada paso es una empresa arriesgada.


17

Los días de lluvia han cesado. El maestro ha decidido retirarse a las colinas. Una vez ahí, pasa el tiempo reflexionando sobre las distancias entre el hombre y lo que ama. Solo, sumergido en ese enmarañado paisaje, reconoce sus debilidades y es invadido por la melancolía. Más tarde, compone unos versos imitando a los maestros chinos:

No hace mucho que nos hemos separado
y en mi puerta ya crecen hierbas silvestres.
En la espesura, seres imposibles se agitan
y sin descanso escucho sus desdichas.
El viento desvanece a las luciérnagas
y el frío escarcha el campo solitario.
Mis mangas de seda se humedecen
con mis lágrimas incontenibles
¡y ni el paso del tiempo detiene el río de mi pena!


27

El calor ha aumentado en los últimos días, lo que ha entusiasmado el corazón del aprendiz. Un día, muy temprano, busca a su mentor e interrumpe atrevidamente sus oraciones:

Mientras las cenizas se elevan al cielo
y el fuego devora con ansia animal
todo el espectro de color de esta primavera,
desde lo alto, veo cómo se consume el mundo
como si fuera una hoja de papel.
Y el viento solo puede susurrarme
una canción fantasmal,
tan indiscutible ante el desastre:
«Las moradas de los hombres
son devastadas con insignificancia
y con ellas su inútil intento de perdurar
en este universo solitario».

En el firmamento carmesí,
todavía reverberan los rescoldos
iluminados por mi mirada.


(De Se inicia un camino sin saberlo)


Diego Alonso Sánchez (Lima, 1981)  Bachiller en literatura peruana e hispanoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue cofundador del Grupo de Creación y Publicación Literaria Sociedad Elefante y, bajo el sello editorial del mismo nombre (Sociedad Elefante Editores) publicó Mitsuya Nicolás y otros poemas (2002). En el año 2009 publicó Por el pequeño sendero interior de Matsuo Basho y, en el 2013, obtuvo el primer premio en el VIII Concurso Nacional de Poesía de la Asociación Peruano Japonesa Premio José Watanabe Varas por el libro Se inicia un camino sin saberlo. Actualmente ejerce la docencia en el colegio Los Reyes Rojos.

Sobre la poesía de Diego Alonso Sánchez:

Su poesía se centra, desde sus inicios, en el desarrollo del estilo oriental esencialmente japonés, aunque también con no pocas referencias chinas. Debo mencionar que este estilo ha tenido un escaso desarrollo en la tradición poética peruana, siendo Sánchez quizá el único poeta que, en la lírica peruana reciente, lo practica con oficio y mérito. Su pluma plasma la sabiduría oriental en una búsqueda por alcanzar un lenguaje propio, en el que la reflexión y la observación de la naturaleza son elementos clave para una alcanzar poesía plena de imágenes dirigidas al aprendizaje. Como en la mejor poesía oriental, la poesía de Sánchez hace de la contemplación de lo que sucede en nuestro entorno el punto de ignición para su creatividad, la que está siempre rodeada por una gran espiritualidad y misticismo.

Mario Pera: Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente

Pesa. Pesa bastante y suele abrumar a no pocos el saber que, de algún modo, eres heredero de las palabras de algunas de las más grandes figuras de la poesía en lengua hispana. Tener entre esos “ascendientes poéticos” a escritores de la talla de Eguren, Westphalen, Adán, Moro, Churata, Eielson, Varela, Hinostroza, Cisneros o Watanabe, quienes conforman un concierto bien afinado de voces, es una piedra muy pesada en el bagaje de cualquier poeta. Y no hablo aquí de Vallejo por un olvido involuntario, sino porque, por el altísimo nivel de su poesía, considero que este ha pasado a formar parte de la tradición poética mundial, y no sólo de la peruana. Todos estos poetas mencionados, y varios más, han elevado una valla tan inexpugnable como espléndida para quienes apuestan en estos días por escribir poesía en el Perú y publicarla. Siempre con la intención de estar a la altura de una de las tradiciones líricas más sólidas e importantes en el siglo XX, como lo es la peruana.
Sin embargo, llegados al nuevo siglo y luego de un par de décadas en las que hubo un ensimismamiento de la poesía peruana contemporánea (creo producto del conflicto social interno y de la política represiva que gobernó el país en esos años), han saltado a la arena nuevos autores quienes se encuentran en la ardua tarea de redefinir y configurar un norte para la poesía escrita en un país que, valgan verdades, poco o nada valora y aprecia la trascendental función que para su cultura, identidad y desarrollo ostenta la poesía. Estos noveles poetas, quienes iniciaron su obra en los primeros años de la década del 2000, y otros a partir de la década del 2010, continúan en un caso condensando su propuesta y, en otro, en plena indagación y estructuración de un proyecto poético personal.
Es en este panorama, quizá no tan alentador, que han surgido las voces de poetas los que no tienen nada en común pero que, de tenerlo, ese único punto es, a mi juicio, la responsabilidad y voluntad férrea con la que abordan su labor creativa para acercarse (o alejarse) del hecho poético y transitar por el centro y los límites, nunca bien definidos, de la poesía.
En Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente, mi intención es el ofrecer una mirada a la poesía de autores peruanos nuevos, cuyo trabajo me parece atendible y serio. Poetas a los que de manera arbitraria califico como “jóvenes”, pese a que para muchos, sea por edad o por los méritos logrados por su obra, ya no lo son. Como bien sabemos el criterio de juventud siempre tendrá sus reparos, más aún en la poesía que es un terreno en el que aquel es un concepto aleatorio, siendo que esta vez me decidí por fijar el límite de selección para poetas que a la fecha (diciembre de 2014) han cumplido, máximo, los 35 años de edad.
Se trata de poetas que han iniciado su camino con la venida del nuevo siglo y quienes han nacido en distintas zonas geográficas del país, por lo que proceden de entornos sociales y culturales disímiles entre sí. Doce poetas peruanos, ocho de la capital y cuatro de provincia, repitiendo estos mismos números en cuanto a género. Lo que espero proporcione una visión general, jamás total, de lo que los poetas recientes vienen creando por este lado del mundo.
Por supuesto, la presente muestra en ningún momento pretende ser restrictiva o excluyente, y menos aún del tipo canónico, pues ello sería un completo absurdo y, más, una necedad. Mi propósito se centra aquí en dar a conocer parte de la obra lírica de jóvenes poetas nacidos en Perú que, en mi criterio, merecen ser leídos con atención. 


































[1] El día cinco del Quinto Mes se celebra la Fiesta de los niños (varones), el Kodomo no hi. Esta festividad está relacionada con la pureza y la fuerza.
[2] Para purificar el cuerpo se acostumbraba lavar los pies con pétalos de flores.
[3] Guerrero o soldado en idioma japonés. A lo largo del libro mantendremos algunas palabras en japonés original para no atentar en contra del estilo y el significado simbólico.
[4] Era costumbre de los viajeros colgar la primera estrofa (hokku) de un haikai no renga (ocho o más estrofas que funcionan como poemas) al iniciar un viaje. Esta es la fragmentación que da origen al haiku, como se le conoce actualmente.
[5] Esta colina, que yace frente al río Changjiang, está a siete kilómetros al sudoeste de Dangtu, y consiguió su nombre debido a su forma de caracol. En esta colina hay una torre que fue dedicada a la memoria de Li Po. Aquí, se dice, están escondidos los restos del poeta.
[6] Poema de Li Po.