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miércoles, 8 de enero de 2014

Anselm Hollo: El sueño de la absoluta representación instantánea.



Anselm Hollo (1934 -2013)

























Primarias, convenciones, elecciones—
escenificadas espectacularmente sustituyen los viejos sueños
                    de las reuniones ceremoniales alrededor de las fogatas,
el voto directo en las asambleas
                  esa ‘cosa’ anglosajona


Memorias ensoñadas simplemente acerca del tiempo post nomádico
cuando la siembra del rábano era la nueva tecnología
Sabiendo que esto sucedió hace tiempo, allá lejos,
nos gustaría sin embargo acercarnos  al que está cargo
y pronunciar un discurso por lo menos dos veces más largo
                 que el de cualquier otro…

Incluso si la telepatía fuera perfeccionada—
también la comunicación global instantánea—
¿dónde diablos hallaríamos
personas de estado, legisladores, burócratas
capaces de enfrentar esta increíble arremetida
de la información? ¿El resultado no sería acaso
una sobrecarga total, circuitos quemados,
                                 aullantes ataques de nervios?


No obstante cada hormiga sabe exactamente
       que es lo que debe estar haciendo cada segundo de su vida,
todo el proceso organizativo autocontenido
    e informándose a sí mismo—

Para parafrasear a Blaise Pascal, yo preferiría ser
    un confundido, un tonto perdido, una criatura
         peluda de sangre caliente poseedor de lenguaje
para quejarme, alabar, sin importar qué,
antes que ser  el prototipo del microchip que nos propone  la naturaleza.

(Versión Esteban Moore)


Anselm Hollo (Helsinki, Finlandia, 1934- Boulder Colorado, EEUU, 2013) Poeta, Traductor, editor, periodista y docente en Suecia, Alemania, Austria Inglaterra y  Estados Unidos de Norteamérica, país en el residió a partir de 1966. A partir de 1974, dictó talleres de poesía y traducción en la Escuela de Poesía Descorporizada Jack Kerouac, en el Instituto Naropa, fundado por Allen Ginsberg y Anne Walman. 
     


       






Paul Hoover: Niño en la entrada.





Paul Hoover




















Las palabras casi han desaparecido
                 la letra impresa desciende de la voz
la voz desciende de la mente
                 el ruido nunca está solo
como podrás oír algo
                 si no existe una nota madre

las antiguas leyes todavía se sostienen
                nuestras pisadas son el producto del hombre
existe un atajo hacia el sol
                a través de  un bosque oscuro

un pensamiento tan cercano a la vida
                tiene su palidez
algo está quieto en el niño
                y algo envejece
todo lo demás es ‘pensar hacia adelante’
                la vida sin estructuras  



(Versión Esteban Moore)



Paul Hoover (Harrisonburg, Virginia, 1946). Poeta, ensayista, docente y editor. Sus ultimos libros de poemas publicados Sonnet 56 (Les Figues Press, 2009); Edge and Fold (Apogee Press, 2006); Poems in Spanish (Omnidawn, 2005); Winter (Mirror), (Flood Editions, 2002); Rehearsal in Black (Salt Publications, 2001); Totem and Shadow: New & Selected Poems (Talisman House, 1999); Viridian (The University of Georgia Press, 1997); and The Novel: A Poem (New Directions, 1990). Codirige junto a Maxine Chernoff la emblemática New American writing.


Gerard Manley Hopkins, Novedad Editorial, edicionesTokonoma.






Despierto y siento la piel de la oscuridad



Despierto y siento la piel de la oscuridad, no el día.
¡Qué horas, oh, qué horas negras hemos pasado
esta noche! ¡Cuántas visiones, corazón mío; cuantos caminos recorriste!
Y todavía has de recorrer más, en tanto se demore el alba.

Doy testimonio de cuanto digo. Pero donde digo
horas quiero decir años, quiero decir la vida. Y mi lamento
son innumerables gritos, gritos como  cartas a ciegas lanzados
hacia el queridísimo que vive, ¡ay! tan lejos.

Estoy irritado, lleno de rencor. La más profunda ley de Dios
me ha hecho paladear la amargura: mi sabor era yo;
huesos tallados en mí, carne colmada, sangre rebosante del maleficio.

Autofermentada de espíritu, una insulsa masa se agria. Veo
así a quienes están perdidos y su flagelo ha de ser
como yo soy el mío, sus sudorosos egos; pero aun peor.

Gerard Manley Hopkins

Traducción Delia Pasini.
Series Tokonoma
Editora Amalia Sato.
Buenos Aires, 2013.


Delia Pasini. Nació en Buenos Aires. Poeta y traductora. En poesía ha dado a conocer: Un decir se repite entre mujeres (1979); Los peces de ceniza (1984); Adiós en el original (1985); Títere sin cabeza (1991); De artes y oficios (1998) y Parábola de ciegos (2005.
Ha traducido entre otros autores en lengua inglesa a: Lewis Carroll, Oscar Wilde,  Jane Austen, Christopher Marlowe, Robert Louis Stevenson, Charles Dickens y William Butler Yeats.
 



  

Kathy Durán: Las geografías de una piel.


Kathy Durán





















I

¿Cómo desatarme de tu boca,
de ese húmedo placer  que teje mis brillantes cabellos
enredados en la tibieza de tu piel?

Indescifrable son tus brazos rodeándome
sublimes, perfectos,
en las noches inmensas y agitadas
como mareas.

¿Cómo sucumbir al olvido  de tu olor
si en la penumbra imagino cada gestos de placer,
tu fuerte respiración,
tu esplendor vehemente que me asecha,
tan adherida a mis ganas
que a en ti hallo mis fuerzas?

Extasiarme en la profundidad de tus ojos,
en ellos me ilumino,
me envuelven tan tibiamente, poderosamente,
me encuentro entre el rápido ritmo de tus latidos
en la luz que nos atropella sin notarlo.

Te presiento y soy toda deseo
y en estos recuerdos hechos de aroma
soy el susurro más seductor que mi cuello sueña,
el sabor más ardiente,       
el más profundo.

Debo permitirme ser tomada de ese modo,
toda entera, labios y sueño
dejarbme llenar del sabor de tu fuego,
balacearme en tu rígido ímpetu,
sentirme moldeada al antojo de tu deseo,
excitándome, volverme forma en tus dedos,
morderte, saciarme en los oscuros rincones
y que me respires, me sonrojes,
que  colmes esta maravilla.

No negaré nunca este irrebatible sueño,
ni esta noche de la que estoy hecha,
si cuando soy,  eres, somos…
me liberas.

II

Mira hacia el mar,
es tuyo,
escucha al ruiseñor del atardecer entre las olas,
pero recuerda que soy yo
la que siendo hondo rumor, brisa fresca, acaricio tu piel encendida,
soy quien te sueña despierta en la roca, 
espero que llegues,
que me acerques a tu oído
y selle con este verso mío en tus labios
el calor de mis besos.

III

Cuéntame, ¿qué tan arduo será
construir esa piel de tus palabras
en mis ojos ávidos de nuevos amaneceres
para mis geografías?

IV

En las noches los ojos sueñan
lo que la razón impide,
que la realidad no admite,
que el alma no entiende,
y que las palabras no alcanzan a nombrar.

 Ahora, sólo ahora,
comencé a soñar de día,
a ser alba,
a ser vigilia,
pero en algún momento lograré encontrarme
con otra noche,
la noche en la que fui por primera vez,
y tendré  valor para desafiarme,
para alejarme de todas las cosas
sin mirar atrás.

V

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Octavio Paz

No hay respuestas,
ninguna fantasía podría compararse con nuestro momento.
Yo dejo de ser de tiempo y de destiempo,
soy ahora,
también soy aquí.

No me desates,
quedo encendida para siempre en tu abrazo,
sólo en tu baluarte yo encuentro el fuego genuino.

Despojados estamos de toda inhibición
porque el amor nos redimió.
Siente el pálpito de mi sangre –cual caudaloso río
enrojecido y rugiente,
como delta apasionada,
ansiosa de ti.

Mi piel tibia tiembla,
vibra vehemente,
tus besos se esparcen como semillas por mi piel ondulante
en las perfectas noches de pasión desbordada.

Quédate en mi ardor perpetuo...
No dejes de amarme
Y te ofrezco la exaltación de mis poros,
extendida, sin medida,
ni fronteras, sin interrogantes,
sólo con el alma encendida,
porque mis suaves palabras serán sólo
para tus oídos ávidos de luz.

VI

Soñé contigo como si fueras un ser inmortal en mis caderas.
Me aferraste, unías tus labios de luna a mis geografías, 
anclaste incesantemente en mi piel.

Comenzaste a besar cada cosa que era mía,
cada gesto como sombra
fijaste tu mirada en mí y sin decir nada,
tus ojos hablaban de amor.

Luego tus manos jugaban con mis pechos,
tu boca en mis pezones,
tu mano arrebató mi ropa,
arrancó mis bragas mágicamente,
y ya estabas desnudo,
todo erguido,
era placentero escuchar cómo mi respiración
encendía tu deseo.

Era noche cerrada,
pero había arena alrededor de nosotros,
el mar sublime iba,
venía al compás de nuestros movimientos.
Una ola sigilosa se unió
a nuestros cuerpos desnudos
y te pregunté: -¿Es cálido?
Sí, muy cálido- respondiste. 

Tus manos vigorosamente apretaban mis muslos trémulos,
abriste tu boca para que entrara el susurro de la noche
y todo lo que eres lo dejaste 
en mi cálido y húmeda forma que las olas golpeaban.

Vi una estrella caer en el mar
y tú apacible encontraste mis brillantes ojos, 
extenuado,
rodeándome con tus brazos,
en un dulce y seductor momento
nos hicimos uno.

Nuestros cuerpos marcaron la arena
y sobre ella quedó el rastro del cielo,
en ese mismo cielo carmesí donde una estrella fulguró,
y todo terminó en ese destello,
despertando con el sol en mi rostro,
húmeda entre mis sábanas que te conocieron
de la misma forma como mi sueño te tuvo
como un ser inmortal.

VII

Mírame sin los días que me quedan,
sin estas arrugas que me faltan,
sin el credo que mis sueños te dictan,
sin esas pesadas noches que ya son olvido,
sin tiempo cuando vagaba por los bosques lluviosos
buscando un refugio para el alma solitaria.

Aunque sea,
mírame con tu risa antigua,
con el niño cautivo que llevas en tus ojos.

Mírame a pedacitos,
si lo prefieres…
Mírame que mi amor fluye
cual dulce como erección.
Mírame aunque fuese con tus letras escribiendo mi nombre.

No es el desierto el que buscas,
no es la noche ausente de astros por donde quisieras volar,
no es en el acostumbrado día en el que ansías caminar,
ni albergar el frío que acumulan tus manos
ahora que en la soledad te detienes.

Mírame sin reparo,
sin ni siquiera saber si duermo desnuda.

Soy la misma que te mira y te desea,
La que se siente llamarada y aroma.

VIII

Te veo detrás de cada sueño
Llamándome como en el rostro de los demás.

Y yo desde el otro lado,
                       aún más triste
                                    aún sin máscara,
                                                       aún sin ti.

 
IX

Piel cómplice o mezcla de sangres
cuando roza el centro de suave paloma.
Manos que también dicen adiós.

María Mercedes Carranza



Que agonía tejerme entre tus brazos,
beber tu aroma en la proximidad de tu piel, estanque perfumado,
sentir tus dedos en la sutil seda que desnuda mi cuerpo,
porque el amor suscitando por tus labios al amanecer se marchita,
porque es tu ausencia la casa que construiste como mi guarida.

Dejar que incendies mi paraíso con tu espada
de fuego es mi pena,
porque es otro paraíso al que amas,
otro árbol perfumado tiene tu verdadero fuego
sin que el tiempo se precipite a robarle tus besos,
porque no hay medida ni distancias en aquella que es tu casa.

Amarte con mis lágrimas,
porque aunque sienta que el mundo se reduce
a dos cuerpos que se aman,
aunque mis tersos muslos se abran a la levedad
del deseo con tu sola mirada,
aunque tu respiración entrecortada diga
mi nombre con tantas ansias,
aunque te ame sin deber entregando mi desnudez ardiente,
vistiéndote de besos,
sé tú cual viajero, cual pájaro emigrarás a tu nido
y sólo te tendré en las cavernas de mi solitaria imaginación.

Y mayor es mi tristeza,
porque seguiré deseándote perdida en el placer que seduce mis labios,
quemándome en el calor de tu mirada sobre mi cuerpo,
con el alma desnuda en tu suspiro,
esperando que aquellas palabras
que no fueron posibles construir en mis oídos,
algún día dejen de ser mi eterna condena.

X

Hoy cerraré mis ojos,
esconderé mis miedos,
exorcizaré las batallas que mi mente propicia,
para mañana abrir mis labios
y nombrar lo que provoca mi sentido al tacto,
dejar salir el calor de mi piel, sofocarme,
seguir sintiendo,
sin permitirme,
sin conceder.


LAS GEOGRAFÍAS DE UNA PIEL, POESIA DE KATHY DURÁN.

La poesía llega como un relámpago y llamea en las orillas del papel, sucumbe a cada gesto del lenguaje y se detiene, ingrávida, en un recodo del paisaje dibujado en la mano de Kathy Durán, la mano con la que escribe o con la que tira las barajas. Anochece. Una luz verbal camina como un duende, se yergue, bebe junto a la fuente. Es el poema recorriendo los cadenciosos mapas del caribe, buscando entre sílabas a la ebria musa de los trópicos.  Hace años, desde que aún era niña, Kathy Durán está hecha de adjetivos intensos y de colores profundos que sofocan el paisaje, que sofocan las mareas.
En la poesía  de Kathy Durán hay una exacerbada  e intensa relación con los instintos, con la fábula del cuerpo, con la frágil soledad de las palabras y sus emociones. Cada vez que Kathy Durán toca un verbo irregular, la página respira agitada, lucha con sus emociones.  Entrar en sus marcadas geografías es perderse en arduos continentes de amor y belleza, en el caótico esplendor de una ansiedad inaudita. Veo crecer sus íntimas relaciones con el lenguaje, su comercio intimo con las sombras, veo un mar hechizado atravesando sus sílabas, en mar en llamas que nombran sus labios al llegar la noche, el mar que va y viene a sus espaldas, mientras en el sueño dos cuerpos trazan bajo los astros la topografía de un deseo, la geografías de una piel.

Fernando Denis