Páginas

lunes, 1 de junio de 2015

Horacio Cavallo: Muestra de Poesía Uruguaya Contemporánea






Francisco Alvez Francese






Francisco Alvez Francese nació en 1992, estudia Letras en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Estudió cine, es colaborador habitual en la sección cultural de la diaria y ha colaborado en la revista Lento.  





Muerte de Carlos Martínez Moreno
a Pablo Rocca
I

El pozo de la noche
resulta de un absurdo laconismo.
Y, finalmente, Colonia no es otra cosa
que un gigantesco museo.
En las tristes ruinas del Real
pensás, Carlos Martínez Moreno,
tal vez en otros puertos.
No pensás, claro,
en aquél final.
Pensás, es posible que pensaras,
eso sí, en Buenos Aires, primero,
y en Montevideo, también,
incluso en Barcelona.
Pero no pensaste
en el desierto.
Y ¿cómo ibas a imaginarte
si en la luz crepuscular
Colonia se abría como un pájaro
aunque la dejabas?
¿Quién te iba a decir,
Carlos Martínez Moreno,
que el salto no era así,
que el salto era esperar parado
a la muerte y caerse?
Podrías haberlo leído
en las barrosas olas
que dejaban los barcos.
Pero mirabas el humo distante
y no podías ver
la claridad de tu fin.

II

Onetti les decía
los relojeros.
Con Emir sabían hacer
magníficos relojes.
Basta darle cuerda a uno
(tengo en mis manos tu reloj mejor,
de duras tapas negras)
para que vibre como antes,
y ponga en tiempo cada hora.

III

No sé si había agua
en tus zapatos aquél día.
Pero tal vez hubiera
el sonido de la procesión,
las calles adoquinadas,
la sombra de un álamo
contra una pared rosada,
la difusa luz de un farol
en la niebla.
Se apaga lentamente
otro cigarrillo,
la noche es toda hojas
y manchas en los dedos.
"Debo partir"
"They kicked me up",
dijo Emir casi riendo.
"Renuncio".
"No".
Y se cerró el puerto.

IV

Escribiendo en unas miserables cuartillas
o escribiendo.
No había alternativa.
Dejaste el laberinto de sombras
sin resolver sobre tu tumba.
¿Dónde estás ahora,
Carlos Martínez Moreno,
si ya no esperando aún
volver?

Segunda muerte

Vine a morir
en el lugar señalado, Carlos Martinez Moreno.
Vine porque me dijiste        Crlos Mrtinz Mno.
Que viniera a ver caer la nieve                                                sobre las aguas tristes del Miguelete.
                                               A dejarme calar
                                               sandía absurda
                                               los huesos.
A oir el rumor de los fusiles
y del titular: CLS MATZ MNO – MRTO ESPRND SR LBRE.

El pico del pájaro de la noche                    Debes recordarlo:   
                                                                       la noche-pájaro se abrió para vos
                                                                       el día aquél de la evasión
                                                                       y se cerró para darte en su espalda chorreante
                                                                       las calles y puertos de BCN, MVD, y la pánica llanura
                                                                       interminable.
tiene un hilito de sangre y de saliva (y semen y lágrimas, Idea dixit)
y ya no grita
                        en el patio cuadrado.

                        Los lentes me duelen, Cr Mr Mr,
                        ya dejé la noche afuera
                        (espera atada en el palenque y Carlos Reyles la mira, domándola: la noche ahora es una yegua)
                        todo mi cuerpo responde a un nombre: Dolor, CRL MRT MRN
un dolor de erres que me pierde.
                        Pero la soledad no tiene esa angustia, no,
la muerte se la reserva toda para sí, Carlos Martínez M
(y yo no puedo siquiera nombrarte).
                                               Vine a otra cosa, no ya a nombrarte en el dolor
                                               ni a leer ese libro que yo sé
                                               ni a esperar nada
                                               ni a buscar a nadie
                                               ni a buscarte
                                               vine a dejarme sobre las vías, sobre la escollera Sur, sobre la casilla de                                                      los perros muertosdhambre.
                                               Veo por fin la llama de mi exterminio.

            [la cosa era así: Fuimos con Pablo, Martina y Mateo a buscar el rastro de aquella muerte “casual en una esquina cualquiera” y encontramos la sombra del cuerpo que viste tantas veces cuando no-dormías. La sangre que no vimos, el tajo abierto. Vendían una cocina, algo más que no recuerdo. Una cocina sobre el cuerpo, sobre el lugar desesperado del cuerpo. Y que no vendieron.]

Son (recuerdo que decías) “Los muertos de antes”, RLS MTNZ NO. / Por ellos vine.
Por sus manos que insisten en tocar lo que no tiene nombre,
lo que se ha roto en el viento o en el río,
por sus manos que exánimes me empujan,
me clavan su amarillo dedo entre las costillas
y me llevan a beber la copa impura.
Por ellos vine: las sombras que dibujaste en una hojas
y que se llamaron “Paraísos” porque no las podías ver.

Y ahora gravita sobre mí
todo el arrobo del agua verde,
de los ojos misteriosos,
de los cuerpos que esperan
el contacto delicado con lo vivo.


Gisella Aramburu




Gisella Aramburu nace en Rocha, en 1986. Pasa la primera parte de su infancia viviendo en las escuelas rurales de distintas localidades del departamento, en las que su padre se desempeñaba como maestro residente. Desde chica devora libros, dibuja hedonistamente, y se interesa por distintas manifestaciones artísticas. El gusto de su hermano mayor por la Literatura Fantástica y el Rock marcarán sus intereses de forma definitiva, y desde antes de saber lo que era la Literatura afirmaba que enseñaría “a los niños a leer cuentos”. Escribe desde que sabe escribir, primero historias fantásticas (descarados plagios que fue emocionante perpetrar) y luego también poesía. Siguió su vocación y estudió Profesorado de Literatura en el Centro Regional de Profesores del Este, y desde su egreso practica la docencia en liceos públicos de distintas localidades de Maldonado, Lavalleja y posteriormente Rocha, donde vuelve a radicarse en el año 2011. Ese mismo año  su breve poemario “Grabadora de Viaje” resulta seleccionada en la antología “Urgente: Poesía Emergente”, surgida del concurso del mismo nombre convocada por el Centro Cultural de España, en la que se recogen diez poemas de diez poetas uruguayos de entre 20 y 30 años. Participa en diversas revistas literarias y Ciclos Poéticos, y en 2012 reincide publicando “Ritos Salas Limbos” con Trópico Sur. Actualmente escribe en confortable soledad y lleva adelante el proyecto editorial independiente Bestial Barracuda Babilónica. Sigue enseñando Literatura y lo seguirá haciendo.


Filosofía de bolsillo

nos soñamos galácticos
en extrañas y astrales dilataciones mercúreas
nos miramos dorados en el sol
y pálidos y azules en la luna
y en las luces verdes de viejos buses
vemos a la muerte sentada
como esa silenciosa pasajera
que corta la cuerda de los chelos
y aplasta con el puño a los mastines.

(Grabadora de viaje, incluida Urgente: Poesía Emergente (Antología), Centro Cultural de España, 2011)

Crítica a la lírica

“Los poemas son problemáticos
no sirven
se desahogan como prostitutas borrachas
en el hombro de los desconocidos
resultaría más lógico
delimitar más su círculo
al ámbito psicoanalítico”
Se lo dicen ante el muñón
y la sangre seca
ante los ojos arrancados se lo dicen.

(Grabadora de viaje, incluida Urgente: Poesía Emergente (Antología), Centro Cultural de España, 2011)

…………………………………………………………………………………………………….

………………………………………………………………………….
Ajusticiamientos (Poemas de comedor)

I
en la vertical sonora de la novena
la niña con el suave traje de conejo
sostiene firmemente la metralla
bumvae estrella
bum a quemarropa/ a pólvora
perfuma la noche las narinas
esfuerzo de materia en combustión
querida
lo sabemos
te mintieron que no duele
del dentista al cementerio
y los ojos rasgando el tiempo de las cosas
hasta que merezcan el alma del silencio.

(Ritos Salas Limbos, Trópico Sur, 2012)


los patios interiores

II
antigua sed mística/ carro lleno de llaves
tirado por papas tubérculos

frío de pez
por la piel
mordida
de la espalda
ojos resecos
rememoran
tibias cegueras prenatales
            las proyectan más azules en la muerte

y me detuve frente a mi lengua
para mirar con el cerebro los espinos
con las manos heladas/ doliendo
de limpiar el sembrado contra la tierra.

(Ritos Salas Limbos, Trópico Sur, 2012)

………………………………………………………………….
el baile del pez (L.J.)

en el diafragma siempre página cuenco
horizontal de morbilidad blanda
qué verterás hoy, señor
qué arderá en la caligrafía del nombre que me has escrito
lunas múltiples de bóveda prometida
y dentro la gotera del conjuro abecedario
en que careces de sangre/ señor

las luces que se tienden por llanuras nocturnas
no responden a la tierra o lo celeste
o las manchas de apretarse los párpados
en cuclillas ni a la carne que se siente
invertirse dolorosa desde el ombligo desde el sexo
hasta ser visión de orquídea de dolor
hediondo y ruido a tripas hasta que
me vieras –pero no-
ser signo al menos en la densa noche de la carne
una mancha inquietante en tus visiones
tan puras/señor/ y tan inútiles

(Del poemario inédito Los Transportes Nocturnos, 2014)

Censura

tu nombre todo cerrándose del centro a la altura perfecta de la noche

tu nombre todo desde oscuros descampados donde pastan los caballos como sombras

tu nombre en partes menores disuelto en un solo de guitarra que molesta
en su ausencia posterior
nervios anémonas abrazando la oscuridad submarina
los brazos intentando conceptos de cerca
aquí bajo el influjo vertical de su no cuerpo

tu nombre en un vaso más bajo, el costado ritual del tigre
que duerme junto al templo es el mismo
que su costado sagrado
una mentira con música de ojos
dejada en la boca tu hostia de horizonte

pero vives afuera
aunque atrapen por momentos aludes de ceniza
tu paso tú no vives de este lado de la noche

el pájaro y yo te conocemos
(Del poemario inédito Los Transportes Nocturnos, 2014)


José Manuel Barrios

  
             José Manuel Barrios, Montevideo, 1983, es escritor y perfomer. Cursó estudios de grado en Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UDELAR). Fue director de Gusto Tuyo, Encuentro de Poesía Latinoamericana en Montevideo. Primera edición 1, 2, 3 y 4 de Diciembre del año 2010, financiado por el Fondo Concursable para la cultura, MEC, 2010 (Uruguay). La primer parte de su obra poética se denomina Investigación Poética, a ella corresponden los libros  Explanans. Editorial Zignos, Lima, 2007. Democracia. Linardi Risso, Montevideo, 2007, obra premiada con un Fondo Concursable del MEC (Uruguay). SILICIO. Red de los poetas salvajes, Ciudad de México, 2009. Bagrejaponés. Editorial Mental, Montevideo, 2010. La segunda parte de su obra se denomina Corpus Geneticum, sobre la cual escribió el libro HÁBITO (inédito). La tercer parte de su obra lleva por nombre Telos/Virga, la misma es una doctrina espiritual sobre el conocimiento del alma y se  divide en cinco libros.: Yoga. Literal, Limón Partido: Ciudad de México, 2011. Atari. Editorial Mental, Montevideo, 2011.  Arcade (inédito). Santiguo (inédito). Her Bodhi (inédito). Además de esto publico los trabajos: Más instrucciones para el año XIII. [Antología de poesía oriental], Catafixia: Guatemala, 2012.  Inverso (compilación de la obra del poeta uruguayo Julio Inverso), Literal: Ciudad de México, 2013. Trabajó en el grupo de performance interdisciplinario Cuarteto Prozac, dirigido por Raúl Nuñez, se destacan las obra DEMOCRACIA 1984 (Encuentro de poesía experimental, MEC, 2009), PROZAC SALE (Casa de los Siete Vientos, 2010).  Se ha presentado como poeta y performer en diversos festivales internacionales como Poquita Fe de Santiago de Chile, Vértigo de los Aires de Ciudad de México y País Imaginario de Lima. Forma parte del colectivo Editorial Mental, laboratorio de escritura y medios de representación. Este colectivo se dedica a la escritura en diversas fases de su apreciación creativa. Una editorial, un laboratorio, un libro, un devenir.  

 
HER BODHI
 José Manuel Barrios[1]
 [selección]


en el principio, las raíces del árbol nacían en el cielo y emanaban de la raíz sin raíz del Ser integral. Su tronco creció y se desarrolló atravesando las capas del Pleroma, proyectó en todos los sentidos sus ramas frondosas sobre el plano de la materia apenas diferenciada; y después, de arriba a abajo para que tocaran el plano de la tierra

Madame Blavatsky

el árbol de la vida se extiende desde lo alto hacia abajo y el sol lo ilumina enteramente

Zohar

               árbol al pie de una montaña
árbol al pie de un río
árbol cruzando por la luna
árbol bajo el cielo estrellado

Fisonomía del suelo

Quiero apurar la delgadez para que el suelo desaparezca.
Nunca fue oscura la órbita pero el abajo marca la pirámide del mapa.
Los contornos. Los límites.

A punto de partir
mi signo gotea
deshace la calidez
y a través
experimenta el afuera
de lo que aún.

Las piedras te claman, por ti, quieren festejarse,
rodar en su despeñadero de hojas vuelto añicos
Te daré una rama para ensalzar el otoño.
Todo es madera por aquí, a nosotros
solo nos visita el niño feo.
¿Cómo nacen así?
El vago esfuerzo los apluma y la estridencia de calaveras de metal
abanica sus caderas.
Sus perfumes huyen
:para este futuro también el niño fue preparado
[el niño malo que escondía amiguitos debajo de su cama]
[el niño anciano llamando una y otra vez al balcón de su novio]
Toda la nobleza no basta para sentir su noche.
Tampoco se viste de noche la nobleza.
                        O bien el monte es impenetrable.



De cuerpo en cuerpo
de mano en mano voy reptando hacia ti.
Nos espesa lo súbito. El vaho de la sombra
creciendo a kilómetros.

Me agito 
con el cascahuesos

Al temblor de las nueces atajo la manzana,
trampa de osos en la oscuridad.

Un lugar oscuro no respira o canta.
Lo oscuro tiembla agitado.
De placer a placer el espectro.

Temes robarle al hacha su manera de actuar.
Al loco su estar en bandera.
Al santo su estigma de sal
donde también se degolló el gusano.

Así flotamos en la grieta puntiaguda del cuenco.
Despertando para volver a despertar.

J A V A

Desde que el tiempo no existe pues su lugar difiere sin más exorcismo.

Y la tenacidad pasa por mis manos que ya son otras volviendo a aprehender.

La flor no canta su dicha.

El mar flota en la pesada línea de las abstracciones.

Derramo mi talón sobre la arena. Un suelo duro pero dinámico
cambia umbral por umbral. Cambia a sombra si sorprende desparramarse.

Sobre mi cama una horquilla quiere tragar mi almohada.
Abisinia gema, cuarzo, lapislázuli,
sal de granito pronta a despegar.

Mano sobre otra sostienen.
Mano sobre otra se apartan.

Vibrar y vivir mi voz nueva
como el camino de un buda sin nombre.

Provisoriamente ajeno. Dueño solo de mis extraños.

BAJO TIERRA


No sabes volar
tu corazón fue enterrado bajo tierra.

Bajo tierra enluté sus manos, asfalto y grafito.

No sabes volar, el suelo te necesita y clama. Estás clavada a las raíces de la tierra que te hacen beber su túnel. Viajar neón por neón encima de los sarcófagos flotantes que van atravesando el río y se convierten en el río que permite su paso.

Llover a la mañana, abrir el libro de mi nombre. Pasar las páginas. Dejar que me toque. Pisar la tela del libro que se comió sus manos. Huella en el ojo del salar.

No sabes volar, no vuelas. Viaja dolor por dolor.

Vive en el daño.

Al igual que un árbol tu corazón habrá de quebrarse. Lo tumbarán las palabras de un montón de gentuza que se guardó tu nombre en el chaleco. Ellos te quieren derribar y tu también quieres. Porque tu corazón será puesto sobre una mesa donde lo cortarán por sus lastres.

Y si viviste duro como roca, tu corazón será una piedra. Lo apilarán junto a otros y encima erigirán la montaña.

Pero si eres de los que viven por debajo de la tierra,
deja que tus raíces broten
para partir y derribar a todas las ventanas.

Deja que el rayo ingrese, la noche es tu casa.
Soporta los pies con tu cabeza.
Varios mundos se han derribado ante ti.

El sol hizo crecer tu pelo.

Si vienes por debajo de la tierra deja que tu pelo crezca,

deja a los animales 
libres de tu pelo.

Si vienes
por debajo de la tierra
dile que ya despegue
así nos dispersamos
todos por separado.
Mi lengua es mi brazalete.

Con ella vuelo, dejo relucir las puntas. 
Los pentáculos son mi estigma, y son también mi tercer ojo. Tengo una lengua en el centro de mi frente. Ella será mi futuro. Mi dolor. Me abandonará. Me buscará. Juntos veremos la incisión donde el cielo pierde su bazo. La noche resucitará. Iré al mar a recoger tu ofrenda.

Laura Chalar 



Laura Chalar nació en Montevideo, Uruguay, donde se recibió de abogada. Ha publicado tres libros de poesía, de los cuales el más reciente (y su primer libro en idioma inglés) es 'Midnight at the Law Firm', editado por Coal City Press, de Kansas. También ha publicado dos volúmenes de cuentos y numerosas traducciones. 













Huésped

¿No se venden cinco pajarillos por dos moneditas?
Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos.
Lucas, 12:6

El corazón del pájaro se volvió el corazón de la casa. Latía desde la cocina como una semilla roja, aunque no fuera más que un corazón de pájaro, guardado en su caja de pluma y huesitos. 
Y el corazón era al pájaro como el pájaro a la casa. Aguardaba su hora llenando el espacio de sí mismo, al igual que una inicial iluminada en un manuscrito. No era una espera inmóvil, porque el corazón también piaba, y ensayaba estrépitos de alas, preludio del gran vuelo de algún día.

A veces velaba, el pájaro, y a veces dormía. Y cuando dormía sabíamos que la noche sería más viva, grande de álamo y cielo veloz de los sueños que él soñaba, y entonces no entrábamos a la cocina: nos íbamos a acostar sin el vaso de agua, contentos del corazón del pájaro en la casa.
Había aire dorado, alto aire azul y sin muros en los sueños que soñaba el pájaro. Por eso se murió.

Pero yo quiero estar donde tú estás, pequeña luz quebrada.


Inés, amiga:

La casa del jardín encantado está vacía.
Agua muda corre por el tejado,
las paredes aún blancas.
En la dorada penumbra de alguna habitación
duermen noticias traídas por tu letra casi antigua.
El domingo fuimos a Punta del Este,
es un lugar muy hermoso.
Tu ático de infanta robada
se impregna de luz oblicua.
¿Queda muy lejos Warszawa?
¿Huelen a humo los inviernos?
Pocas cosas hay más sabias que nunca mirar atrás.
Un arte que dominaste temprano,
mientras las demás permanecíamos
atadas al gris familiar de cierta cuadra,
cierto tinte del aire sobre el mar.
Si sigo esperando que me escribas
es porque aguardo una misiva de mí misma,
inventario de todo cuanto amé.

Medioevo
(i)

Te llamarás Mencía, Sancha, Berengaria, princesa de los misales, señora de las almenas. Desgranarás telarañas y latines, tus vísperas frías se irisarán de agua. Nadie leerá el nombre secreto que escondiste en tu bordado, justo donde cayó la única gota de sangre que pronunció tu aguja. Para ser raíz de soldado y preste, yacerás toda la noche, desnuda, en campo de plata. Y te has de morir con las manos juntas, como tu estatua.

(ii)

Juan sin Miedo va a cruzar el puente. Ha dejado el puñal dormido entre los doseles de su cama, y vuelan palomas grises rozándole el rostro flaco. Oculto en los pliegues de la capa, un libro de horas susurra latines aterrorizados que él desoye, protegido como va por todos los ángeles de Borgoña y leones rampantes de Flandes. Como una sonrisa negra se estira el puente entre torres: El delfín espera… cruzad. Juan sin Miedo tiene los ojos fríos y la nariz larga: su cara es de mercader bajo el sombrero enjoyado. Cruzad… Campanas, preces que tiemblan. La duda no es sino un pulso, un pájaro alcanzado en vuelo. Calla el silbido agorero (Borgoña y Flandes lo amparan) y el duque atraviesa el puente, paso firme hacia el delfín, hacia el hacha, hacia la muerte.

(iii)

El mercenario y la Virgen conversan en el pequeño jardín cerrado. Ella con capirote azul en vez de corona de oro. Un velo de seda y luz se le derrama a lo largo. Él tiene una cicatriz como una broma nefasta, y quieta su mano oscura sobre la despierta espada. Un ángel aburrido revolotea en torno al cerezo. Por encima de sus voces, ebria de rosa y alhelí, parlotea una fuente. Más lejos, cerca del muro, hay salvia, menta y mejorana. Y más allá, río y muralla, toda una ciudad que reza. María inclina la alta frente, ofrece al Niño que lleva en brazos, y el ángel se queda inmóvil, como pintado en el aire. El Niño sonríe, horrendo, la boca llena de sangre.

Oudtshoorn

Duermen su larga siesta provinciana bajo la pausada luz, palacios de las plumas, espejismo de magnates descalzos, condes y duques del polvo. Aquí está el oblicuo atardecer, señor de los rumores, y la sinagoga ensaya la sonrisa benigna de sus puertas. Duermen su larga siesta, palacios de la nada, y mañana también, presos de ese cielo ahora inmenso y despiadado, guardarán su entraña sombría, la viva penumbra. En el silencio expectante del cortinaje holandés, de la oscura madera, esperarán. Hundidos en un sueño sin voces, hijos del azul rabioso, velarán el dorado de los relojes, los esbeltos escritorios, la frescura acorralada. Todo lo venido de ultramar. El tributo evadido al desierto. El escenario de una vieja obra aplaudida hace mucho tiempo y parece que muy lejos, aunque haya sido aquí mismo, bajo el resplandor sin tregua de este mismo cielo implacable.

Leonardo de León


Leonardo de León (Minas, Uruguay, 1983). Es profesor de literatura. Ha publicado: No vi la luna (Premio Nacional de narrativa Banda Oriental), Confirmación del aliento (2012, Premio de poesía Pablo Neruda para jóvenes poetas), El Nirvana de Apolo (Premio Casa de los Escritores, 2012) Detrás del  murallón de los rituales (Premio Casa de los Escritores, 2013) y dos libros de haikus: La selva en la semilla y Pequeñas catedrales.







Fúnebre

En el vaso vacío el aire hueco
le da cuerpo a la voz de lo profundo
y una sombra escapada de otro mundo
desenvaina puñales en el eco.

Penetra por los ojos hasta el seco
y frígido comienzo vagabundo
de un llanto encarcelado y moribundo
furtivo como el gesto de un muñeco.

Por grietas, manantiales del vacío
los muertos se declaran inocentes
derrumban los silencios como puentes

cansados de posar sobre su río.
Los cascos enlutados se desatan
y arrastran a la vida lo que matan.

Necedad

Soy hombre de la ausencia y de la pausa
desvivo lo que vivo en otra vida
que busco impenitente, y enseguida
que asoma la destierro en otra causa.

La luz se me deshace entre las manos
y escurre por el cuerpo hasta una huella
que nunca fue pisada, y una estrella
no vista me revela sus arcanos.

Rodeado de reflejos me destejo
consiento que la vida me dibuje
relámpago a relámpago. Me cruje

la piel cuando recuerdo lo que dejo.
Mi noche siempre es otra y es la misma:
la del necio que añora lo que abisma.

Duelo

Cerrado como un puño, el olvido
se trinca y despedaza tu bosquejo
agrieta los alientos del espejo
que empañan en mis ojos tu vestido.

La casa y los objetos te maldicen
inventan balbuceos con tus labios
repiten al oído los agravios
excusas que a sí mismas se desdicen.

En la calle los rostros y los restos
recuerdan a la ausencia que no vimos
durmiendo como un niño que parimos

sin vida entre los cuerpos ambidiestros.
Las luz llora con hambre de su gema
famélica de horror en el poema.

Instante

Un día que no está en el calendario
por fuera de la piel y mi respiro
amaga con mostrarse si retiro
los ojos del reloj, su mercenario.

Lo busco entre las voces del armario
en patios y balcones donde admiro
la noche desmontando su zafiro
al claro de otro día involuntario.

Respira entre los huesos, lo presiento
mordiéndome los ecos y la duda
que dejan los zapatos en la muda

gravilla de otro viento por el viento.
Destella en un descuido: una pausa
rebelde del efecto y de la causa.

Poeta

Un poeta no vive de la luna
ni de noches leudando en el desvelo
ni de sílabas que mojan su pañuelo
ni de amores que incendian su fortuna.

Un poeta se alimenta de la hambruna
y ninguna de sus horas da consuelo
a la sed de un pan bajo otro velo
otra noche, otro sol, otra luna.

Su patria es una grieta temblorosa
que ahonda por sí misma hasta su entraña
y late como un eco en la montaña

y grita y se despeña y no reposa.
El poeta no es hombre de esta vida:
anda afuera buscando la salida.

Victoria Estol



Victoria Estol nació en Uruguay en 1983. Es licenciada en Sociología.
Publicó Bicho Bola (Yaugurú, 2012); libro que en 2014 fue publicado por Toad Press (California - EE.UU) con traducción de Seth Michelson.
Participó en los libros colectivos: Cualquiercosario, co-editado entre Uruguay y España, y  Fixture, co-editado por dos editoriales argentinas. Integra la antología América invertida que será publicada por University of New Mexico Press en el 2015.
Algunos de sus poemas han sido traducidos y publicados en diversas revistas internacionales.


Aeropuerto


La mancha de sangre sigue en la alfombra del baño. Un búho al acecho, inmóvil, que les recuerda todos los días al levantarse lo que pasó.

Del rojo intenso pasó al marrón seco.

Ella intentó limpiarla una vez. Se arrodilló y cepilló hasta que le dolió el esqueleto, y no pudo.

Ahora se va a Nueva York. Guarda en el bolso de mano el libro de Carver que él le regaló.
No tiene dedicatoria.

Hicieron todo lo posible para no dejar rastros en el vida del otro. Como dos perfectos asesinos borraron todas las huellas y quemaron las pistas.

Él giró 45 grados a la izquierda. Ahora tiene el paisaje más despejado.

Ella nunca volverá a usar tacos.

***

arte dramático
Una pareja nueva sentada enfrente. Empieza la obra. Están cerca, casi de la mano. Ella ríe cuando no hay que hacerlo. Su risa caniche invade la pieza. Él se incomoda, cada vez más.
Yo no toco a mi pareja. Me gusta mirar sin ser tocada. Hace un par de intentos
y me alejo
Falsos aplausos.
Se prenden las luces. El novio de la chica que ríe se quiere separar. Sus gestos son la evidencia.
En los pasillos, mientras comentan las virtudes y defectos de lo visto, me acerco al novio y le toco el culo. Lo miro distraída y entro al baño.
Me bajo la bombacha. Sé que él viene.

***

se me cayó el sistema basado en la distancia
ahora programo uno basado en la confianza

mi perro mea todos los árboles del parque
es más eficiente que yo

***

tengo un nudo en la garganta
me lo trago
cae en picada por el esófago
pica en el estómago
rebota en las tripas

se acomoda despacio entre mis ovarios

duele

acuesto el cuerpo para que calme
posición fetal
el nudo rueda hasta mi cadera izquierda
pega contra el hueso

boca arriba
miro el techo
las maderas tienen ojos

se asienta en mi ombligo

cosquillas

***


desnuda me siento vestida
el cuero pesa
la carne se asfixia

busco el cierre de este traje que respira intemperie
el disfraz de piel cae
mi adentro es un cabo de manzana en el aire

el minúsculo palito pierde gravedad
olfatea el verde
penetra la tierra

pulsando espera


Gerardo Ferreira




  Gerardo Ferreira (1981, Montevideo). Poeta, investigador y periodista cultural. Se ha desempeñado como colaborador en el diario la diaria y en revistas culturales como El Boulevard, Lento y Periódico de Poesía. Ha publicado Imagina el desierto (Chile, Simbiosis, 2009) y La sensación es un lugar (Montevideo, Irrupciones, 2013). A fines de 2014, en coautoría con Andrés González, publicó Horacio Quiroga: contexto de un crítico cinematográfico. Diálogos con Caras y Caretas y Fray Mocho (1918-1931), como parte de la colección “Cuadernos de Literatura” de la Biblioteca Nacional de Uruguay. Entre sus publicaciones colectivas se destacan los textos aparecidos en Río Grande Rewiew (University of Texas); Urgente: poesía emergente (CCE, Uruguay) y en la Revista Inéditos (Fundación Mario Benedetti). En 2013/14 obtuvo una de las becas Eduardo Víctor Haedo correspondientes al  Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística (FEFCA) que otorga el MEC, para realizar en Chile su proyecto personal: “Seminario intensivo: Poesía chilena de la segunda mitad del siglo veinte. Tejidos al borde y sellos de Alianza”, bajo la tutoría del poeta Guido Arroyo.


I

Soy nuevo.
Una cáscara ida, una piel que muda entre los siglos
como algo tibio que emerge de la nada
como la tibia nada que abunda en el silencio de un llanto
nacer es también un acantilado

no me abotono el primero de la camisa
no me guardo en un cajón como algo que no usaré en invierno
no soy un llaverito
un arbusto que ha crecido débil en las afueras de Pekín
soy la onomatopeya del trueno
o me asemejo
el recuerdo fuerte que se oyó en algún momento
o ni siquiera eso
el sonido que hace el recuerdo al gatear bajo la mesa
el espesor de sus finas piernas.


(de Imagina el desierto, 2009)


II

Estar despiertos a esta hora es poco importante
a esta hora algunos escriben y otros leen
nadie mueve un músculo a esta hora
nadie es testigo de nada
los espejos se congelan
las imágenes son jóvenes de nuevo

a esta hora todos son lo que desearon
doctores, pasajeros de tranvía, albañiles, argonautas
todos son lo que son
duran lo que tienen que durar
no hay secretos a esta hora
no hay soberbios monumentos

a esta hora predomina la cresta de cualquier animal
a esta hora predomina la cresta de cualquier animal que no [sea un gallo
a esta hora predomina la cresta de los humanos
rojas, amplias, disimuladas por el pelo
todo tipo de crestas para ostentar en días festivos
tan larga es la vida y tan poco duramos.

(de Imagina el desierto, 2009)

Merodeos


            Volver a empezar, recomenzar algo. Verse otra vez como una hoja en la intemperie, y decime, te gustó la película. Estuvo buena. Reencontrarse con esa parte olvidada, dar con la parte nueva y llevarla a una confitería, a un salón. Bailar o no. Movéte despacio así te sigo.
             Pasear de nuevo por la rambla, encontrar una cadenita tirada entre las baldosas viejas. Ver mucha arena, ver muchas bolsas enganchadas a contrapelo en los arbustos. Todo de nuevo, solo que ahora no es la misma rambla, ni la misma cadenita, ni las bolsas sucias lo que me importa, sino vos. Bueno, muchas gracias, vení por este lado que no hay charcos.

(de La sensación es un lugar, 2013)

Eso que es tan obvio

            Tenía que ponerme aquel pantalón, aquel buzo peludo y azul, y lo hice. Tenía que pronunciar esas palabras y no otras, en fila, incluso los errores y sobresaltos de la voz cuando planea decir algo eficaz. La noche es el respaldo acolchonado de una silla, pensé, mientras iba a encontrarte. Ahora que lo escribo es claro, aparecen detalles, el cuidado que pusiste en colocar cada ondulín sobre tu pelo, la manera en que yo acomodaba el cuerpo, manos en los bolsillos  y torso derecho.
            Caminamos por la calle como dos extraños, pero sabiéndonos, el chiste fácil en la punta de los labios, el mutuo reconocimiento de virtudes que no habíamos encontrado en otros. Caras extrañas, ajenas de tan familiares. Caminamos y tropecé. Te reíste. Nos pechaba la gente y parecía abstraerse el mundo. Se iluminaron las baldosas al pisarlas como un teclado, como una versión apócrifa del Billie Jean de Jackson.
            Caminamos hacia un sitio al que no correspondía. Tenía que preguntarte algunas cosas. Cosas que había planeado decir para mantener lejos la conversación de aquello otro tan obvio entre nos. Pero me olvidé de la mitad. Las preguntas se fueron contestando solas, o al menos tuvieron un espacio en blanco para ser ocupado con símbolos y asociaciones, que nada tienen que ver con esas imágenes pero que sirven para responder. Porque buscamos una respuesta, y no se puede caminar mucho más de una cuadra sin saber a dónde se va y con quién.     
            Fuimos a comer luego del espectáculo, y dijiste que la lógica era cosa de la que no era momento para conversar, y no hablamos de la lógica, hablamos de qué podíamos comer mientras hablábamos. Y comimos, y hablamos, pero olvidando que nos habíamos encontrado para eso.
  
(de La sensación es un lugar, 2013)

la luz / la sombra

la palabra luz sobre la sombra
ejerce cierta educación
y la sombra austera rebelde
la distraída anárquica sombra resistente
esquiva, rencorosa, fútil
amiga del olvido del ayer y del silencio
no hace los deberes
no escribe nunca a los pies de ninguna palabra con penumbra
es decir la tarde o la luna

la sombra queda en pose cuando no hay objeto
sigue especulando cabizbaja en su forma
pluma cayendo de sí, perezosa, fofa inerte
pupila boba la sombra
repasa libros en la oscuridad
libros que discuten alfabetos que jamás entenderá sin la luz
(de la tarde o de la luna)

la sombra refunfuña, se suena los mocos
se clava en un bolsillo de pantalón ajeno
y como una moneda enojada piensa
no todo lo que brilla es luz.


(de Tiempo amarillo, inédito)

Olga Leiva



Olga Leiva, 1981. Lund, Suecia.
Ha publicado LA LENGUA DEL VIENTO (ed CATAFIXIA, Guatemala 2011). BAGREJAPONéS en coautoría (ed MENTAL , Montevideo 2011). BRUJA BOREAL (ed MENTAL, Montevideo 2012). DIAMANTISMO (ed CRUZ DEL SUR, 2013). Ha participado en festivales, antologías, y lecturas colectivas por varios países de América Latina. Trabaja desde la Editorial Mental, diseñando en SIELO.


Porque respiro en la noche pero voy en la dirección
de las auroras boreales Porque he permanecido
demasiado espacio en la caverna Porque tú me
reclamas yo desciendo de este libro Muevo las
constelaciones para que vuelvan a cantar Escuchemos
su perla perfecta de hacer milagros Esperemos su
silueta en el próximo amanecer Allí no hay permisos
ni derrotas Allí todo lo puedes El amor y el desamor
Allí todo lo tienes Los recorridos que abandonaste
cuando todo era tan pequeño aún Una galaxia apenas


EL BESO DEL REINO ANIMAL


Después de pensarte amarte y abandonarte me dí
cuenta de que no tenía lugar donde no ir Entonces las
puertas se abrieron y yo entré en la última casa


Fui sitiada: en el centro de la noche escuché una voz
que retumbó en mi cuerpo Un mar furiosamente
blanco y palpitante entró en el Mundo y lo sitió


El sol ha caminado dentro de mi cuerpo tanto
tiempo Me ha cansado y le he pedido que me deje
Déjame navegar los abismos sin Tí le he rogado sin
encandilamiento Y se ha retirado para que mire los
trece rostros en el Río Son Tú, me sonríe mientras se
aleja y deja que mis dedos lo coloquen en un borde del
cielo

Un libro es un acertijo que le hace el ser al escritor
y luego es el acertijo que le hace el escritor al lector
Luego el lector se convierte en el ser En discípulo del
Misterio

Juan Pablo Pedemonte






Juan Pablo Pedemonte (Montevideo, 1981). Poeta, Artista Plástico y Realizador Audiovisual. Ha publicado el poemario Almajara (Caracol al Galope, Montevideo, 2003) y participado en publicaciones colectivas. Mantiene inédita la obra Muertos en Flor (Primer Premio a la creación artística. Fundación Zitarrosa, 2008;  Primer Premio Serafín J. García 2010),Los cristales del vientre (Mención Juan Carlos Onetti 2013), Los vitrales del Cristo (Mención Premio del MEC). Actualmente dirige la serie de documentales Los pájaros ocultos (Fondos Concursables 2011 y 2014) orientada a la difusión de artistas nacionales.

espinas

Con la santa oxidación de los ángeles
se me fueron las alas, la piedad.
Sentí el sermón soberbio
de los peces que acaban ahogándose;
el de las serpientes
que ofrecen su cuerpo para ahorcar.

Con el sagrado desmoronamiento
se fueron mis huesos, mis nudillos,
la paciencia.
Sentí la resurrección
de las espinas en mi cuerpo.

Y derrotado en los brazos
de las flores más oscuras,
el domingo desnudó su sombra y su cruz
sobre mi espalda.

CONTEMPLACIÓN

Ahora que estoy a mis espaldas
y tengo un espejo en el alma
partiéndome los huesos;
ahora que observo de frente
el pan de mi columna vertebral, la miseria,
y encorvo la luz para dar dominio y desarrollo a mis tinieblas;
ahora que es preciso hallar al hombre que se ahoga bajo mi zapato,
me contemplo.

No soy yo el que reparte las migas de humo en el espejo
ni es el otro el que redobla mi gesto de abismo;
ni siquiera es la muerte
esta densidad que entretela los párpados.

Somos yo y ella y el participio temible de mi nombre
y el imbécil que surge en el cristal como una burla.
Y más allá, mi sombra proyectando el cuerpo sobre la pared
junto a la humedad que envejece contemplándome.

Nunca es justo descarnarse
sobre la piel de un azogue.

SITIO PARA DORIMIR

Madre, estoy llamando brutalmente
a ese hombro que duerme bajo tu vestido;
estoy llorando ese vacío
que grita sobre ruedas en tu vientre.

Madre, estoy llegando brutamente.
Mi bestia corre sobre el mar rezando tu nombre
o queda alambrada en los racimos de la muerte.
Mi triste bestia; perdonala; está llorando.

Agua de otro siglo hacia tus pies,
rumor eterno, viejo viento de barro;
brutalmente, mi bestia de ancestral aurora.

Estoy llorando más allá. Estoy llegando.
Madre, la noche carga una sombra
donde podemos dormir los juntos.

VARIACIONES DEL RÍO DE LA SAL

Montevideo, todo el polvo atrasado
deslunándose en los espejos;
todos tus muertos ladrando hacia el sur
de una plaza enterrada en la costilla de un puerto;
todo es, Montevideo, apenas
la navaja del viento,
una rosa clausurada
en el cemento turbulento del Río de la Plata.

Montevideo: playa acuchillada de palomas.
El silencio es la rama más profunda
en la hora lastimada de tu llanura. Oigo
el rocío quebrando el paisaje
como un sucio sudario de grises. Todo es apenas.
Y en los muros tiembla la mano fría de la noche
auscultando letanías.

Hay sombras que ningún dios comprende.
Montevideo, todo es apenas
tu penar.

TRANSEÚNTES DE LA MANO

Una madre carga su muerte de la mano de un niño.
Puebla una lágrima en su esqueleto,
deja un crisantemo cerrado
lloviéndole la espalda.

Por un río anegado de pájaros
trajinan el contraviento.
Como un rumor de humo
se abren en el setiembre de una calle.

Ambos yerguen su columna de dolor animal,
llevan encorvadas las pupilas, los brazos
como racimos de hojas profundas.

Y todo el recorrido
es el principio de una herida que llevan a cuestas.

Paula Simonetti


Paula Simonetti nació en Montevideo, 1989. Licenciada en Letras. Trabaja en el área social y la cultura comunitaria. Se dedica a escribir desde niña y sus poemas han integrado una serie de antologías tanto en Uruguay como en el exterior. En el 2012 obtuvo el Primer Premio de Poesía Joven Pablo Neruda. En el 2013 obtuvo una mención en el concurso nacional Juan Carlos Onetti (Intendencia de Montevideo) por su poemario “En la boca de los tristes”, editado por Lo que vendrá.



*
Armar el cuadro otra vez/ reconstruirlo
como si una fuerza extraña lo hubiera fracturado
como los evacuados como los exiliados
 como los que incendiaban sus propias casas
como después de las  guerras y de los desastres
y también como cosas más sutiles
como sobrevivirle al amor como después
de esos finales
como después de la muerte como después
de los padres
y después de los hijos
y también como cosas más sutiles
como cuando amanece

Nelson

¿Te acordás cuando dios te abandonó
y era verano?
¿Te acordás cuando dijo
quedate revolviendo
contenedores, basurales, plazas, vientres
piezas y pulmones?
¿Te acordás que apenas
te dejó frente a ese plato breve?
¿Te acordás de la oración,
de cuando amanecía?
¿Te acordás de dios y del verano?

No voy a hablar

voy  a hablar de otra cosa
nunca es eso
no te voy a decir
basta
voy a dibujarte este sutil
paraíso de papel
sin contarte los piojos ni los sueños
la mirada que se abre hacia una infancia breve
de las hamacas voy a hablar
de los rosarios
será que no rezás
que no te hamacaste
ayer
mañana
nunca
no voy a retomar la cuenta
moretones que se van pero hacia adentro
para volver a estallar en el gesto de los hijos
de tus hijos y ad eternum
me olvidaré después cuando esté hablando
a nadie
de Picasso
eso
duele
no tu mano  firme como
la rigidez de un loco
le diste vuelta la cara y volvió otro
de un golpe tu hijo se hizo hombre
no me vas a decir que ellos son niños
hombre de mil años canta Goyeneche
voy a hablar de otra cosa
aunque me vuelvo
a este abecedario
que solo habla de vos y de mi infancia
nada más
no dice basta
no se hizo para decir basta
no voy a hablar del golpe y de la marca
de la forma en que tu mano aplasta el gesto
de tu hijo como si fuera mosca de verano
voy a hablar de la forma en que tu mano
se levanta desde adentro del poema
y lo deshace

Milagros

la madre arrima el plato con desgano
revuelve la amargura para que se enfríe
cinco años hace que nació tu nombre
y ya no puedo irme hasta tu cuna
con una canción
con un poema
de noche apenas te encendí
la luz de este cigarro
y trajimos con mucho trabajo
la luna hasta el plato
la risa a la boca
comé, Milagros
grita tu madre cuando aparta
esa muñeca a la que le faltan brazos
y le sobra mugre
todavía sabés viajar de noche
a los parques donde el viento te hamacaba

O

Guardarse el pan sin que lo noten los amigos
mientras se escribe que la vida es
la breve luz del cigarrillo
mirar desde la cama una silueta
un libro un perro el hambre
nunca quise vivir para escuchar
el sonido del despertador en la mañana
y ver que tiraban piedras en el vidrio
y que otra vez
no era el amor
ya no el amor
un montón de músculos
con alguna esperanza cuando salen
a pasear y se ponen a dolerme
nunca quise leer mirar/ mirar tan hondo
saberme un yo en los ojos de esos perros
mirar mirar doler Idea
mirarme en otros ojos ver tus ojos no quería
ni besar cualquier frente sudorosa
ni tomarme la fiebre del poema
ni darle voz a nadie
no quise ser mujer quería
mirar hacia atrás caminar
al revés no quería decir madre
nunca quise aprender a escribir
decir mi nombre dibujar este país enrarecido
el aire/ no quería aprender a respirar
saber qué son pulmones cuánto sale
quería escribir hacia atrás
tapándome los ojos como si no supiera

Karen Wild Díaz






Karen Wild Díaz. Montevideo, 1984. Bajo la energía mutante de la amapúrea. Publica "Anti - Férula" (Ed. Itinerante, Buenos Aires, 2013, reeditada con Niñobuho cartonera, Buenos Aires, 2014, traducida al inglés por Ron Salutsky a publicarse por Toad Press, Estados Unidos, en 2015). Participa en la Antología "Hijas de Diablo, Hijas de Santo: Poetas hispanas actuales" (Niñobuho cartonera, Buenos Aires, 2014), y en "América Invertida: an anthology of younger Uruguayan poets" (University of New Mexico Press, Estados Unidos, a salir en 2016). Otras publicaciones aparecen en revistas y en la web. Ha tomado cursos de danza contemporánea. Actualmente realiza un master en "Filosofía y críticas contemporáneas de la cultura", en Paris 8-Vincennes-St Denis.  


No canta salvo el viento

Caminamos lo árido, la quebrada seca
Respiramos kilómetros
Se quemaban pantorrillas y el hilo de arena en los labios
era el índice del suelo
La montaña sube por mi hombro
Y tu espalda se cubre de espinas

Cierto, no fuimos hasta el borde
donde la hierba lucha porque el monte se abra tierra
y rumorea el río

Nadie pidió la lluvia entonces
ni dibujó en el aire un árbol

Encordamos los hilos de la lengua
rígidos trozos de cuerda y alambre
pero la trenza quedó firme y muda

Colgamos la terminación de cada pierna con palillos
y nos tendimos boca abajo
para no vernos
para no volver a tocarnos

Los palos del cielo se descruzan y atisbo un pestañeo

Cada otoño, un pájaro lejano viene a picotear la oreja
Dudo si está vivo
Nadie llega a estos parajes
Estos parajes son de antigua huella
de antigua huella y míos
Hay kilómetros de arena y roca para ese pájaro
Y sin embargo, ha venido

Ese pájaro no canta salvo el viento

Pero en el pecho
hay una gota

Siento en la boca del estómago el túnel
de nebuloso humo

Allí comienza el cielo

Anzuelo

Me dijo que venía del infierno
qué de dónde vengo yo
Del vacío, dije
Tengo alas
Usaba garras. Antes
Ahora hay otras técnicas

Me dijo fascinante y se apagó
Puso su cabeza entre mi cuello y hombro
Pero no logró dormir

Por qué te vas..?
Íbamos a prender fuego la casa.. ¡y te fuiste!

Me voy, pronuncio
No te vayas

Sus ojos están cerca
Pero tabiques y membranas
hacen la ilusión
            (he de medir mi entusiasmo)

Reviso sus libros, la habitación
Me escurro en la azotea
Lo toco despacio mientras fumo
No dejo de observarlo

Su celda dónde está

El camino del Pájaro primero

Me entusiasma entrevistar al asesino
Volver a cogerlo
Estirar, lisar su cuerpo
Tornear, cubrir de piel

Y convencerle que no me mate

Para el calor es mejor no friccionarlo
Tiende a crisparse y hacer movimientos alocados
Cuando sus jugos, por el contrario, han de descender

Hay que colar la pulpa y dársela para que huela
Su propia carne

Transferirle el fuego
Que arda la cabeza
Y forme una corona de ramas
que de madrugada florarán

Que su peso no lo atragante
Que no equivoque tampoco
Y se esconda en lo ligero
cubículo alargado donde guarda su temblor
como un secreto a voces

No temas al signo de tus fauces
Tómalo como escalón

Serás elefante al dar tu peso al suelo
Dejarás al elefante un piso abajo

Si sigues el fuego de mis ojos
a la mañana serás primero ave y luego
cualquier animal

He soñado una terapia espectáculo
Un despliegue detallado de argumentos

Para salvarlo y vivir


Tribu

No se puede matar una loba
Ni impedir que un brujo se acerque a ella

Ella tiene el pelo largo y rubio
Él quiere ser enrulado por ella
Mujer del agua y la tierra, del bosque

No la deseo. Es mi hermana

En la noche disfruto ser mecida por ella
En la noche disfruto al brujo en mi cama

No quiero pelear con la loba
No quiero alejar a mi hermana

Me gusta más ella. El brujo vive del viento
Desea aferrarse a algún tronco. Ella es sólida
Es fuerte. Él se acurruca debajo del lomo

Cada viento que sopla, lo lleva
No hace eco
No tiene norte

No soy un soporte tan fuerte

Me gusta más ella. Tiene una forma determinada
Él ama ser bebido por las cosas
Que le dejen huellas
Por eso lo llamo y responde

Me gusta más ella. No tengo una forma tan clara

Lo llevará hasta sus raíces de árbol grueso
Lo tendrá asido a sus piernas, sujeto de un lazo
Es lo que hacen las lobas

Que no la tormenta o la noche
Por eso me atraen los brujos y curas y magos

Lamo la vejez de sus cortezas, los revuelvo, los endulzo
Y los entrego a mis hermanas


Horacio Cavallo: Narrador y poeta uruguayo nacido en Montevideo el 31 de diciembre de 1977. Ha publicado El revés asombrado de la ocarina, poesía, Ediciones de la Crítica, 2006, (Premio Anual de Literatura MEC, Ministerio de Educación y Cultura 2006); Oso de trapo, novela, Trilce, 2008, Premio Municipal de narrativa 2007; Sonetos a dos (en coautoría con Francisco Tomsich), poesía, Trilce, 2010,Premio Fondos Concursables para la Cultura 2009 (MEC); Fabril, novela, Trilce, 2010, Premio Fondos Concursables para la Cultura 2009 (MEC); Piano solo, relato, Trópico Sur, 2011; Clementina y Godofredo (con ilustraciones de Daniela Beracochea), infantil, Topito Ediciones, 2012, Premio Fondos Concursables para la Cultura 2012 (MEC); Cenizas, relatos, La Propia Cartonera, 2012; El jorobado de las alas enormes (con ilustraciones de Pantana), infantil, Trilce, 2012, Descendencia, poesía, Ediciones del Estómago Agujereado, 2012, El silencio de los pájaros, Alter ediciones, 2013, relatos, y Figurichos, junto al Ilustrador Sebastián Santana, Ediciones de la Banda Oriental, 2014, Premio Bartolomé Hidalgo en Libro Álbum. Integra varias antologías tanto en poesía como en narrativa.