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domingo, 26 de febrero de 2017

Alberto Hernández: La última “agonía”, NUEVE GATOS, SIETE VIDAS Y CHARLES BUKOWSKI


Charles Bukowski











1.-
Las cabezas de dos caballos cruzando la meta del hipódromo de Hollywood Park simbolizan la última “agonía” de Charles Bukowski en “El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco” (Anagrama, Barcelona 1998), diario ilustrado por Robert Crumb en el que el autor norteamericano sabe que va a morir, pese a que aspiraba a llegar a los 80 años. Murió a los 73, acompañado de nueve gatos cuyas siete vidas se fundieron en la del poeta y narrador cuyo ojo cerebral detestaba la compañía de los humanos.
El 28 de agosto de 1991, a las 23.28 horas, Bukowski comenzó a escribir la que sería su obra póstuma, toda vez que ésta salió publicada cuatro años después de la muerte de su autor, editada por Black SparrowPress con el título original “The Captain Is Out to Lunch and the Sailors HaveTaken  Over the Shop”.
A una hora en que Bukowski viajaba hacia el infierno –como a él le hubiese gustado decir-, su amigo John Martin, quien había sido también su editor, encontró entre papeles las hojas que hoy son motivo de estas líneas.
El 27 de febrero de 1993, a las 12.56 horas, el rabioso escritor cerró el diario y esperó la hora de la muerte. Las últimas palabras que quedaron de su aliento fueron:
“Que te den por el culo, compañero. ¡Y tampoco me gusta Tolstoi!”
Un poco antes había renegado de Shakespeare.
Los belfos de aquellos caballos pudieron haber cruzado también la meta de Oaktree o de Fairplex Park, pero Charles Bukowski, para el gusto de algún doble que logre imitarlo, prefirió verlosen el nombrado un poco más arriba.

2.-
¿Cuántas agonías puede vivir un hombre? ¿Cuántas uno como éste dedicado a escribir desde el desapego, desde su propia agonía? ¿Cuántas las de un poeta que no tenía esperanzas, que respiraba para vivir lo que no podía hacer contra el ser que llevaba incrustado en sus huesos?
Charles Bukowski fue un desesperado, un ser agónico. Un escritor rodeado de fantasmas que sabía matar con las palabras que publicaba. Liquidaba sus muertes con el filo de la poesía que salía de sus intestinos, de su cerebro y de sus uñas. De las siete vidas que extraía de sus nueve gatos y de la silenciosa presencia de su esposa, Linda, la última esposa, la que lo vio morir.
Fanático del hipismo, este aventurero de la vida y de la muerte no apostaba por el dinero, aunque a veces le hacía falta, sino para no morirse en vida. Para soportar la idea de que tenía que morir, aunque afirmaba no tenerle miedo a la señora calva que en 1994 entró a su cama y se lo llevó.
En toda su escritura, en ésta de hoy, están los caballos, los hipódromos, los jugadores y apostadores, los mirones, los personajes de una novela que terminó de cuajar y que se hizo diario porque esa era la intención, hacer un diario que terminó pareciendo una novela donde el personaje principal es el mismo Bukoswki. Una autobiografía con todos los destalles del espíritu de quien no ocultó nada. La honestidad de este autor quedó plasmada en las casi doscientas páginas de este largo título que ocupa nuestra atención de este desocupado y ocioso cronista. 
Los dibujos o retratos de Robert Crumb describen la cara marcada del autor. El rostro con las huellas de la viruela o de los barros de la juventud. La faz de camionero rabioso. De picapedrero polaco. De gringo con cara de buscador de pleitos.
Charles Bukoswki y sus nueve gatos. Bukoswki y sus siete vidas. Charles Bukowski, lengua suelta de la literatura norteamericana, aún escribe desde la lectura de quienes se acercan a sus libros, en especial a éste, donde reposa la última parte de su cuerpo y de su alma.

3.-
Para no perderlo de vista, para aproximarnos a su talante, a su energía verbal, algunas reflexiones tomadas de este diario que hunde los dedos en todas las llagas:
“Mi alma está en peligro. Siempre lo ha estado”. (28-08-91).
“Probablemente tenga alguna enfermedad. Saroyan perdió el culo en el hipódromo, Fante con el póquer, Dostoievski con la ruleta. Y realmente no es cuestión de dinero, a menos que se te acabe (…) Ahora escribo, escribo y escribo, cuanto más viejo soy más escribo, bailando con la muerte. Buen espectáculo (…) la inmortalidad es el estúpido invento de los vivos”. (29-0891).
“Debería hacer un gigantesco esfuerzo y cortarme las uñas de los pies esta noche. Sí, ya sé que hay gente muriéndose de cáncer, que hay gente durmiendo en la calle en cajas de cartón, y yo estoy aquí parloteando sobre cortarme las uñas de los pies (…) El hecho de que esté vivo a los 71 años de edad, y parloteando de las uñas de mis pies, es suficiente milagro para mí”. (11-09-91).
“No hay que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece. Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte (…) el dolor no crea la escritura; la crea un escritor”. (12-09-91).
“Los poetas, los novelistas, los cuentistas…una pandilla de farsantes. La escritura tiene algo que atrae a los farsantes (…) Me enteré de que encontraron a mi primera mujer muerta en la India, y que nadie de su familia quiso hacerse cargo del cadáver. Pobre chica. Tenía un defecto en el cuello, no podía girarlo. Aparte de eso, era perfectamente hermosa. Se divorció de mí, e hizo bien. Yo no era lo bastante bueno ni lo bastante grande como para poder salvarla”. (13-09-91).
“El mundo puede vivir mucho mejor sin escritura que sin fontanería (…). “Lo que mató a los dinosaurios fue que se comieron todo lo que había a su alrededor y luego tuvieron que comerse los unos a los otros, y al final sólo quedó uno, y ese hijo de puta se murió de hambre”. (26-09-91).
“Sé que voy a morirme pronto, y es algo que me parece muy extraño. Soy egoísta, me gustaría seguir con el culo aquí, escribiendo palabras (…) Lo más extraño, para mí, es mirar los zapatos de la gente después de que se muere. Es la cosa más triste que hay (…) Prefiero pensar en la muerte que en escritores. Mucho más agradable”. (30-09-91).
“Debería estar muerto. Y lo voy a estar. No es tan grave cuando lo piensas”. (09-10-91)
“Estúpidos egos perdidos. Yo soy uno de ésos. Sólo que para mí es un pasatiempo (…) Yo también estoy enfermo, de alguna manera. No me enfrento a la realidad. Pero ¿quién demonios quiere hacerlo?”. (14-10-91).
“No podía pasarme la vida tirándome por precipicios. Quizá después de un descanso pudiera lanzarme al abismo otra vez. Quizá”. (22-10-91).
“El mundo entero es un saco de mierda que se está rompiendo por las costuras. Yo no lo puedo salvar. Pero he recibido muchas cartas de gente que afirma que mi escritura le ha salvado el pellejo. Pero yo no la escribí para eso, la escribí para salvar mi propio pellejo”. (03-11-91).
“Uno de mis gatos había regado de semen mi máquina. Tuve que llevarla al taller”. (22-11-91).
“El principal problema, para los filósofos, es que deben humanizar su lenguaje, hacerlo más accesible, porque entonces los pensamientos se iluminan mejor, se hacen todavía más interesantes. Creo que están aprendiendo que es así. La sencillez es la clave (…) Hemingway nunca se reía. Alguien que escribe de pie a las 6 de la mañana no puede tener sentido del humor. Quiere derrotar algo”. (09-12-91).
“Bueno, me muevo entre la novela y el poema y el hipódromo y sigo vivo” (18-01-92).
4.-
La muestra anterior creo que es suficiente para sabernos al lado de una contradicción, pero solvente, coherente. Toda contradicción es así: el ser humano se contradice para poder ser. De lo contrario albergaría –como ocurre con los déspotas- la idea de ser Dios. Y Bukowski fue un humano que se agregó demasiado a esa condición, a la de ser hombre.
Su obra es una suerte de desaguadero por donde corren todos los desperdicios de la humanidad. Por eso su lectura se hace imprescindible.
Nos hacemos más humanos al leerlo.
Casi nunca los caballos llegan a la meta cabeza a cabeza.

 
Alberto Hernández

ALBERTO HERNÁNDEZ Poeta, narrador y periodista. Egresado del Pedagógico de Maracay. Estudios de postgrado en la Universidad Simón Bolívar en Literatura Latinoamericana. Fundador de la revista literaria Umbra, es colaborador de revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria, otorgado por el Círculo de Escritores de Venezuela. Ha representado a su país en diferentes eventos literarios: Universidad de San Diego, California, Estados Unidos, y Universidad de Pamplona, Colombia. Encuentro para la presentación de una antología de su poesía, publicada en México, Cancún, por la Editorial Presagios. Miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Ha publicado ensayos y textos poéticos en las revistas Turia de España (Aragón), números 81-82; en Il foglio volante de Italia, Nº 4, abril 2007; Piedra de molino, Arcos de la Frontera, España, primavera de 2007, entre otras. En Venezuela, en la Revista Nacional de Cultura, Imagen, Solar, Poda, et al.
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al italiano, al portugués y al árabe. En 2012 recibió de manos de las autoridades rectorales la máxima condecoración de la Universidad de Carabobo, la Orden “Alejo Zuloaga”, en el marco del X Encuentro Internacional de Poesía de la UC.
































sábado, 18 de febrero de 2017

Poesía Actual, Venezuela: Ender Rodríguez






Ender Rodríguez


















EXERCISE
Numberfour

(Lance imaginarias líneas conectoras entre preguntas y
respuestas y dele sentido estructural, si es que puede)

1. ¿Qué es un diccionario?
2. ¿Dostoievski tenía un buen paquete o era un novelista
ruso depresivo?
3. ¿Neruda hablaba checoslovaco siempre o solo a veces?
4. ¿Por qué se joden los lapiceros justo cuando haces poesía?
5. ¿Acaso los infiernos de palabras y humo son para los
fiscales de la metafísica o para el barbero iletrado?

R= Pues, porque no sabes escribir ni un fuckin verso
R= a, b, d, e, h, w y z
R= Me duele el estómago Stephen
R= Claro ese artefacto es una estupenda
fonogramicovocaliventrilucuosamaquinita
de fácil comprensión
R= Tenía la pasta pero surgió algo

CHAT
 
Mieses: Hola, el tiempo se angosta
Yo: Quiero tu crítica sobre “ex sesos y aza res” my güey
Mieses: En el nigredo de los alquimistas está la puerta
hacia la luz, el largo, inmenso pero razonado desarreglo
de los sentidos de Rimbaud
Lástima a los que se impide tocar el cieno
Yo nado feliz en esas aguas nutricias
Yo: Qué bueno eso... Escucha ahora la voz de mis oídos
Mieses: Disculpa lo apremiante de la fisiología,
me ausento del Chat
Yo: Ajá
Mieses: Estoy abriendo la segunda botella en mi sobria
ebriedad como me enseñó Ludovico
Yo: Ludovico, el q silva la palabra desde el alma de su hermoso
culo de silla d palabras
Mieses: Mientras eso, escucho blues y a Mingus y Cream
en el crossroad de Clapton, también me visitó bola de nieve,
mientras leía a Lezama
Yo: Cuídese cabrón, abrazos de agua
Mieses: Difícillll, lo más importante es mantener el desarreglo
Yo: Cambio y fuera, fuera es adentro

FIESTA TRIBAL
A Danny
3AM. Sonaban los quitiplás, los culo e puya
Percusión y golpes de aire aitaan San Juan, aitaan    Mi mujer
era el diablo puro pa’ echar candela Mamá
De todos modos, yo nunca llegaba de noche
La danza rítmica invocó así la madrugada. Ron celeste, la fiesta, rito
y San Juan sin la cabeza en los pies
A las 5, se acercó una patrulla
Yo recibí amablemente al sargento
El ruido en la ciudad era un escándalo
Con las pistolas en mi rostro y el llamado a irnos en la bocina
de los azules no hacíamos más que mirar la noche en pausa
Saqué un carnet de triste funcionario cultural y le hablé al
sargento sobre la importancia del folklore
De mi boca salían fermentados olores saturados de sejes y alcohol
No recuerdo nada más, solo que nunca volvió a amanecer

Neniña

Neniña samba un jugo de Caucaia mujer de Cuiabá danzando fuera de Embú favelas sin copoazú pistolas hormigas muertas del hormiguero hablar de recife capoeira capada tierra sangrada Irasema de cacao Helder y las llamas del infierno sin tierra JussaraDadinho Ciudad sin Dios Zé pequeño corre y nunca escaparás la ciudad de la furia ha sacado un ojo al diablo macho y una hembra estalla en Río de Janeiro Galinha espera un tabaco de hambre la chica de la samba en la cueva transexual se abre la boca con una boa repleta de hojillas hemos sido iniciados en la nada no llegaremos al elixir blanco nirvana Neniña ocre pistola boca de copoazú Samba un jugo de Caucaia mujer de Cuiabá danzando fuera de Embú

SIN NOMBRE

3 % AM. Tour ParcAstérix. Entre alrededores de Notre Dame donde barbudas cerdas-macho acicalaban deliciosas a un piojo para André Breton, llegó un obispo desnudo buscando donde morir sin reloj en mano

4:33,1 M. La axila del invernadero en una condesa sobria, dejaba olvidar con ginebra que el ornitorrinco no usaría jamás el trigo en ese palacio sin Napoleón presente en calzoncillos

-7 AM - OHm. Llegaron subastados a Puy Do Fou unos señores de nombre Renoir el ciclista y Gogh el mendigo sin religión cuya madre había vendido por dos acres el pistilo de una mujer sin hijos

2PM lñk,$. Un sable en el Sena no sabrá jamás que Platón fruncía el ceño vagamente para que ni las cerdas-macho, ni la condesa, el pistilo ni yo, fuésemos un cabello blanco de Verlaine en espera del infierno

Ender Rodríguez (San Cristóbal, Venezuela. 1972). Escritor y artista multidisciplinario. Licenciado en Educación Integral. Ha publicado: Cantos del origen (2001); El sofá de Beatrice (2006); Primavera cero (2007); Creactivo (2007); Rabo de Pez. Nuevos idiomas en la creación (2014) y Ex sesos y asa res. Borrones para textos no tan perversos (2016) entre otros tantos publicados en internet, y en físico, como coautor. Actualmente trabaja con publicaciones alternativas, audiopoesía y experimentos variados en otras plataformas de publicación digital y audiovisual de fácil acceso.




Poesía Actual, Venezuela: Néstor Mendoza




Néstor Mendoza





















DÓCIL

Tus proporciones se mantienen firmes
y sobresalen,
como una manera de decir
que aún la belleza de las formas
merece las caricias del amante.

No deberías estar quieta en esa tabla.
Incluso debajo de la piel amoratada
se logra ver un cuerpo bello.
Una cantidad indeterminada
de puños se ensañó contigo.
Quebró la longitud blanca del hueso,
en partes que no pueden armarse de nuevo,
o que yo, particularmente, no sé armar.
Pero todo ya pasó; no temas,
tu presencia se ha vuelto dócil.
Lograron apaciguar tus quejas
con el batazo rotundo en la frente.
El primer golpe vino desde atrás.
No te diste cuenta de la succión
y del desorden de manos,
de lo que se alojaba adentro
(las caricias que nunca se pidieron
y aquella viscosidad repulsiva).
La mesa metálica, plancha fría,
para extender tu figura.
Todo debe permanecer ordenado:
las manos no desparramadas
o colgando su inmovilidad.
La desesperación requiere
de un cierto orden,

incluso tu cuerpo
que ya no sabe cómo respirar.
La horizontalidad toma espacio,
y ahora tú eres superficie.
Busco un culpable:
no hallo al criminal.
Hay cuerpo sin sombra movible,
pero no mano que golpea y extrae la vida.
Tu organismo debería estar de pie.
Se supone que el cuerpo horizontal
solo es digno en el amor.

FEBRERO

Quieren ver el oleaje de sangre, y constatar, con parco
asombro,
qué hay detrás,
más atrás,
y ver si los huesos también sangran.
Quieren ver la emanación del dolor como
surtidores,
su humanidad confundida con el asfalto y todo
el humo.

Hay una pequeña urna donde pretenden acumular
el exceso del paisaje incómodo,
doloroso
(manos y piernas quietas
para siempre)
e hincar, hondo,
el acero del fusil.


FUNDACIÓN

Dios nació
de una naranja.
De sus colores,
refractados,
brotó el arcoíris.

El día no era opuesto
a la noche, ni la mujer
al hombre. Un único
grito unía la piel y
el agua.

Dios bajó de su burro
sin mirar el horizonte
que dejaba atrás;
solo bendijo la tierra
que habitarían
sus hijos.

Fue bueno con
sus creaciones:
prefirió construirse
antes, mucho antes,
prefirió
el ensayo,
la prueba original.
El primer pecado.

Trajo
estacas, cemento
y ladrillos; una bolsa
con semillas.

Dios temía ser hombre;
eligió ser un
niño que juega descalzo.

No quiso estar solo
en la llanura
de los animales,

por eso nos creó.


 LADRILLOS

Cuesta mucho terminar esa pared
tantas veces pospuesta.
Es lo suficientemente baja
para verte desde aquí,
cuerpo laborioso y distante,
cuerpo que no sé nombrar
porque existes a medias.
Un ladrillo unido a otro es
una manera de ocultarte
o acercarte sin que te des cuenta.
La cuchara de albañil que une y aleja,
amontona bloques para borrar la figura.

El cemento y la arena mezclados con tu forma,
inmovilizan piernas y brazos, te convierten
en estatua.
Este muro señala
un espacio neutral
donde cada quien puede
desnudarse:
                              para verte
no necesito echarlo abajo,
moverlo o imaginarlo en otro patio.




Néstor Mendoza. (Mariara, Venezuela, 1985). Poeta, ensayista y promotor cultural. Licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Realizó estudios de posgrado en Literatura Latinoamericana. Ha publicado los libros Andamios (2012) y Pasajero (2015). En el 2011, recibió el IV Premio Nacional Universitario de Literatura «Alfredo Armas Alfonzo». Sus poemas han sido incluidos en varias antologías de poesía venezolana. Forma parte del comité de redacción de la revista Poesía y del comité organizador de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC).

martes, 14 de febrero de 2017

Alberto Hernández: 50 años de “Falsas maniobras” RAFAEL CADENAS “FRENTE AL TIEMPO”



Rafael Cadenas



















1.-
Me deshago de cualquier tropiezo. Vuelvo a mirarme bastante joven en Sabana Grande. Soy un estorbo en los pasos que dirijo a la librería Suma por mi torpeza para hacerme sentir cuando estiro el brazo y estrecho la mano de alguien. Aún llueve sobre mí y me aletargo. Protagonizo un instante. Me miro en la vidriera y allí están Raúl Bethencourt y Rafael Cadenas, a quien he leído muy poco en los periódicos, en el “Papel Literario”, para ser exacto.
Entonces entro y me deshago de mi timidez extrema, aunque mi delgadez física diga lo contrario. Hiperquinético, con cara de beduino, arribo al pequeño mostrador. Cadenas está de espaldas. Lee algo. El dueño del establecimiento me sonríe con la amarga seriedad de siempre.
Me arrimo a los libros de poesía y entonces me encuentro con el autor en la edición de Fundarte de 1979, donde habitan “Los cuadernos del destierro”, “Falsas maniobras” y Derrota”.
Tomo el libro en mis manos y lo hojeo.
Me aproximo a Cadenas y lo saludo. Levanta los ojos en cámara lenta y me mira: su rostro no expresa nada. Si acaso un leve gesto en la comisura de los labios. Deja de leer. Le muestro la edición caraqueña y ahora sí, sonríe. Pero con mucha seriedad. Se la extiendo y él la revisa. Abre el tomo y va directo a la página 31. Saca un bolígrafo azul y corrige. Hasta ahora no he visto lo que rasguña sobre el papel. 
Masculla algo y me enseña la corrección:
-Aquí pasó algo. Me di cuenta después. Hay un error: “hinca es con h”. Escribieron la palabra sin la h”. Y me devolvió el libro. Nuevamente me lo quitó y colocó su firma al comienzo de la obra, exactamente debajo de “Falsas maniobras”.
Había mucho silencio en la librería. Raúl seguía en su faena, entre facturas y chasquidos de su boca.
Era el 10 de octubre de 1979. La fecha la anoté como he hecho en algunos libros. 15 días después cumpliría yo 28 años y “Falsas maniobras” arribaba a sus 37.
2.-
Relato esto porque hace 50 años fue publicado “Falsas maniobras”, una de las escrituras renovadoras de la poesía venezolana. Y comienzo con estos personajes porque esa experiencia revitalizó mi creencia de que estaba frente a un poeta que había cambiado algo en mi manera de leer poesía, de entenderla, aunque no la entendiera. Dos años antes me había graduado en el Pedagógico de Maracay. Sabíamos de Cadenas, pero no era el Cadenas del que no supondríamos sería después. No obstante, era ese Cadenas que siempre ha sido. Distinto en su decir y andar. Y distinto yo en mi escribir en este instante, toda vez que sigo siendo aquél que viajaba a Caracas cada mes a buscar libros en la librería Suma de Sabana Grande. Entonces Venezuela era un país, pese a que Maracay no gozaba –ni goza- de espacios para adquirir los más recientes títulos.
Ese día conocí a Rafael Cadenas. Digo yo conocer. Pasó lo que arriba conté. Después vino la lectura y otras veces hemos coincidido y hablado. Poco, pero hemos hablado y algunas cosas he escrito acerca de su obra, más para sentirme cerca de su voz que para enriquecer la crítica –que no soy afiliado a ningún sindicato de críticos-, la que tanto hace guantes con sus sombras en sidesteps.
3.-
El yo lírico de Cadenas viajó desde “Los cuadernos de destierro” (1960) hasta este discurso que Ana Nuño califica de “…agonístico, que pone de manifiesto la lucha del poeta por hallar el espacio más propicio a su voz” (prólogo de la Antología de la Colección Visor de Poesía, Madrid 1999). Y en efecto, Cadenas continúa la escritura en prosa, pero devela la “unicidad” de su yo en el otro, en el tú que “maniobra” en este su segundo volumen (1966). La “seductora diversidad” amplía las posibilidades expresivas de nuestro autor, quien navega, cruza laberintos y estrechos y arriba al país amado, al país que lo advierte sin piel, envuelto por un yo en el que

“Ni siquiera el lenguaje mitigador, que desarma,
que embota, que oculta, quitando poder a las cosas,
le sirve para nada porque vive en significados”.

Quien viene del destierro y ha logrado cruzar las mareas del Caribe y se ve “frente a este paisaje al que protejo”, es otra voz, un ser que se decía multiplicado, pero también un “hombre incompleto”. A la vuelta del exilio, el hombre que es se califica de complicado, enredado, problemático. Es otro hombre a quien

“Comienzan a llamar poeta, aunque está lejos de eso, pues es sólo un hombre desabrigado”.

Es decir, un hombre a la intemperie, en el exilio de su yo. Del yo del otro que retorna siempre a un “adversario”, a la angustia de saberse envuelto por los retrasos a que lo obliga la ciudad. Es un hombre que al sentirse amenazado por cualquier gesto, por algún rostro, “lo desdibujo pacientemente”.
En este libro está el viaje. La recurrencia del exilio. De Trinidad a las costas venezolanas a través de Boca de Serpiente. Desde el “antiguo reino” hasta el “país amado”, pasando por un paisaje conocido antes de la huida. Voz desolada, cargada de silencio por las trampas que respira a la llegada de un alguien que exige explicaciones.
Una poética que se despoja de todo, que se agita “Frente al tiempo” de sus verbos, porque Cadenas cuenta y ajusta cuentas a los adjetivos precisos para deshacerse del otro, el que retornó y se vio en otro espacio, en otros sonidos. De allí que

“No soy el mismo”.

Ese otro, esa otra voz se menciona en y desde el silencio, desde la soledad sonora que contiene estos textos. El hombre que es otro dice:

“Abandono mi caminar intrincado. Me dilato en vastedades blancas. Sirvo en silencio a un solo rey.
(…)
Me hago a la lentitud, al gesto consciente, al rumor del desierto”.
4.-
En “Realidad y Literatura” (Equinoccio / Editorial de la Universidad Simón Bolívar, Caracas 1979), Cadenas afirma:

“El poeta está siempre ocupando algún otro cuerpo (iscontinually in for, and filling, someotherbody), dice Keats; pero si se observa bien el sentido del texto, parecería más apropiado pensar que el ocupado por las “criaturas de impulso” es el poeta, pues si éste no tiene identidad ¿cómo va a ocupar otro cuerpo? Siendo este poeta un viviente anodadado por todo, un ser como la vida misma, no podría ser eso que Keats expresa. Para ocupar otro cuerpo hay que ser “alguien”…”

Esta cita revelaría el posible origen del comienzo de “Falsas maniobras”:

“Hace algún tiempo solía dividirme en innúmera-/ bles personas. Fui sucesivamente, y sin que una/ cosa estorbara a la otra, santo, viajero, equili-/ brista.
Para complacer a los otros y a mí, he conservado/ una imagen doble. He estado aquí y en otros luga-/ res. He criado espectros enfermizos”.

El poeta y su doble. El otro en el yo fragmentado. El que se despoja en él y en el otro. El espejo y el reflejo. Voz y silencio. Poema.
Acerca de este mismo aspecto, Ana Nuño escribe:

“El yo poético ensaya, desde este punto de vista, un diálogo consigo mismo, que es la única vía para entablar una comunicación con el otro”.

Cadenas se habla a él y se hace el otro en el lector. Una vez que el lector se ha apropiado del “corpus” poético, el autor desaparece en el otro, en el lector. Diálogo simultáneo que puede hallarse en “Los dos inútiles”, en el que quien usa la primera persona “enfrenta” al otro: “Mi perturbador puntual, siempre frente a mí/ con su enjambre de reticencias, huyéndome en su-/ surros”.
Esta “inutilidad”, este fraseo frente al espejo, es decir frente al que se supone el otro, lo lleva al desvío del sendero que lo conduce al fracaso.
Cito completo el poema “Mirar”:

“Veo otra ruta, la ruta del instante, la ruta de la atención, despierta, incisiva, ¡sagitaria! Pico de víscera, diamante extremo, halcón, ruta relámpago, ruta de mil ojos, ruta de magnificencia, ruta de línea que va al sol, reflejo del rayo vigilancia, del rayo ahora, del rayo esto, ruta real con su legión de frutos vivos cuyo remate es ese lugar en todas partes y ninguna”.

El autor ha destacado tipográficamente las palabras “vigilancia”, “ahora” y “esto”, calificadas por el “rayo”. ¿Qué quiso decir Cadenas con este juego?: el sustantivo que indica husmear, al adverbio de tiempo que apuntahacia el tiempopresente y el adjetivo demostrativo que identifica. Tres instancias que entrañan un significado: el poeta colocado en un trípode desde el “mirar”, desde el espionaje de algún ojo que lo marca. Las “falsas maniobras” del otro, las trampas de la realidad.
Destierro, regreso, vigilancia, el paisaje revisado. El “Fracaso”:
Con este poema, Rafael Cadenas anunció, in pectore, la llegada triunfal de “Derrota”, uno de sus más conocidos textos. “Fracaso” es un canto de agradecimiento. Una elegía al éxito, aspiración que muchos han cultivado con el fin de llegar a la fama, ese personaje que tiene sus raíces en la mitología y que se puede convertir en asidero personal en la medida en que el fracaso asoma su hocico. Fama, éxito, fracaso y derrota son palabras que forman partedel clima de artistas y buscadores de tesoros y reveladores de secretos.
El poeta no desperdicia para decir: “Cuanto he tomado por victoria es sólo humo”.
Y frente al tiempo tutea al fracaso:

“Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un/ papel, mantenerme a la fuerza en un escalón, / trepar con esfuerzos propios, reñir por jerar-/ quías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no/ me has dejado ser. Por no darme otra vida. Por / haberme ceñido.
Me has brindado sólo desnudez…”
Y de allí a la “rutina”, al vivir y llegar a decir: “Planto mi casa en medio de la locuacidad. / Me reconstruyo con un plano inefable. / Calma. Ya está. Entro en la horma”.
El libro respira al final con “Una canción que me acoja después de lavado, / sin tinieblas”.
En medio del sosiego que da la “Encantación”: “Aplacado como un reflejo, llegaré a este filo”.
Rafael Cadenas frente a su tiempo, a todo el tiempo para completar una obra que no ha terminado. Una poesía que inventa y se reinventa.
A 50 años de “Falsas maniobras”, el poeta es uno, pero también el otro, el lector.