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jueves, 6 de septiembre de 2018

Aldo Pellegrini: Canto de amor perdido


Aldo Pellegrini






 




























 




Exploré tu respiración hasta la fuente de los ardores en el
lugar en que se encienden las linternas para iluminar el
ceremonial de los instantes magnéticos.

Yo ascendía y descendía de la camaradería de los reflejos,
avanzaba y retrocedía orientado por mi brújula de espasmos
y al examinar tus respuestas, todas las debilidades de la razón
construían una lógica nueva sin sombras.

Y no perdía el tiempo. Con cada nuevo perdón una ventana
sorprendente se iluminaba donde el lobo domesticado aullaba
a las amenazas del abandono.

Te reprocho ser siempre la misma en tanto que el Norte y el Sur
se separan de los puntos cardinales para convertirse en flores de
arrepentimiento. Cuando se usa un nuevo nombre para las cosas
ellas se transfiguran y mediante un lenguaje antes desconocido
nos comunicamos los secretos del orden universal.

Y nos abandonamos al gran manto de hierba con su color de
conciliación en una atmósfera que resquebraja el sol, donde
tribus de razas primitivas nos acogen para recomenzar la extraña
tarea de vivir.

Yo observaba cómo una envolvente humareda de florestas salía
de tus ojos y comprendía que nos arrastraba la antigua voz en
ebullición de las cosas.

Los plumajes venden su calor, la risa contenida hunde sus pies
en el barro. Un derrumbe nace de los contactos inesperados
mientras la oscura pena vigila en la distancia.

Con nuevas virtudes desplazaremos a las antiguas. La tersura
de tu pecho y la curva de tu vientre son los signos de victoria
de un nuevo evangelio. Cuando lo comprendan, los ascetas
comenzarán a dar  vueltas alrededor de tu cuerpo para alcanzar
la plenitud de los éxtasis giratorios.

He ahí el destino de los fanáticos. El espíritu girará en torno del
cuerpo hasta participar de la lectura tornasolada en la cual todos
los estados de la materia se confunden. Nuevos nombres ensalzarán
el prestigio de nuevos estados. Más aéreo que el aire, tu cuerpo será
venerado en todas sus formas cambiantes. Tu séquito lo formarán
legiones de moscas piadosas y las memorables larvas te despertarán
para el día del sacrificio en que honradamente acometerás el tránsito
hacia la más pura solidez.

En ese estado te llamarán con diversos nombres a cada uno de los cuales
responderás cambiando de color. Cuando te llamen noche, tu color marfilino
espantará a los espectros, pero preferirás que te llamen telaraña, lo que te
permitirá columpiarte hasta la transparencia absoluta, indiferente a la
inmutable condición humana.


Aldo Pellegrini (Rosario, Santa Fe, 1903- Buenos Aires, 1973). Poeta,
 ensayista, traductor, crítico y gestor cultural. Es fundador del primer grupo surrealista de habla castellana, según el poeta y ensayista colombiano Raúl
Henao, el más importante fuera de Francia. Pellegrini inicia la aventura
surrealista en Buenos Aires, la que se extenderá por América Latina de la que participarán Francisco Madariaga, Enrique Molina, Juan Antonio Vasco,
Carlos Latorre, Julio Llinás y Juan José Ceselli. En 1961, publica su Antología
de la poesía surrealista, considerada por André Breton como el aporte más importante para el conocimiento de la poesía surrealista publicada en cualquier idioma. Asimismo fue el director de la Colección Los Poetas, publicada por Fabril Editora, cuyos títulos fueron centrales al desarrollo de varias generaciones de poetas  en la Argentina y el continente.
Su obra ha sido reunida en La valija de fuego (Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2015).