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martes, 1 de septiembre de 2020

Mario Meléndez: Poemas

 









 

 

 

















Guacolda

 

Hembra continental vestida para un viaje sin palabras

la sombra del espejo donde mueren las miradas

se parece a ti

tiene las mismas grietas esparcidas en un mar amargo

la misma historia adolorida en el balcón

donde la raza asoma

 

Oye a los jinetes adherirse al gran imán de los recuerdos

siente a la manada desgarrar las armaduras de los dioses

huele al primogénito del viento galopar de noche

mientras sangran a lo lejos las encías

y la muerte entra en la herida de la muerte

deshuesando el bien y el mal

 

Sube en el latido del cultrún

hasta donde el cóndor sacude su cabellera intratable

su túnica de plumas ancestrales

su vuelo matrimonial de alas sonámbulas

 

Y baila

baila junto a los hijos que no vendrán a consolarte

baila entre los guerreros que degollará el olvido

baila con tu pueblo el rito de la flecha sudorosa

el rito de la flecha sin piedad

el rito de la flecha sin sonrisa

el rito de la flecha humedecida

por el llanto de las calaveras

por el llanto de los coihues

y de los sueños castrados

 

Y aún así

cuando la sangre mueva los pies

para hablar con los espíritus

y tú la veas venir hacia tu propia sangre

hacia tu propio pie

hacia tu propio origen

cuando el musgo tape las sobras

de la gran ira de Arauco

y los pájaros queden con la servilleta puesta

malhumorados por no haber llegado antes

cuando los ríos se ahoguen de ardor

y el queltehue amontone los gestos

del último de los caídos

lucha

lucha para que el pan se desmigue en tu mesa

lucha para que el maíz recupere su orgullo

lucha para que la flecha sonría de nuevo

para que el ciervo te enseñe a beber

para que el miedo no roa tu alma

 

Lucha hasta que el luto anestesie tu edad

porque estás destinada a hacerte llaga

y en ti mamarán las estrellas

 

 

Más allá de la guitarra

 

a Víctor Jara

 

Más allá de la guitarra

están las manos separadas de la patria

un sonido de alas que arde

y quema mis zapatos

una invitación a orinar sobre la tierra

con la semilla pura del canto

Más allá de la guitarra

la sangre dibuja una música violenta

y la cabeza del cantor se llena de agujeros

y de besos con olor a muerte

Más allá de la guitarra

los caminos lloran

la lluvia llora y cae de rodillas

porque el hijo de la tierra

no completará sus pasos

Más allá de la guitarra

más allá del estallido

que apagó los corazones

más allá de este poema

y con la herida inolvidable

de un tiempo inolvidable

los ojos buscan a Víctor

más allá de la guitarra

y de la patria

 

 

 

Abrígate, Gladys

 

a Gladys Marín

 

Abrígate, Gladys

que la muerte tiene los pies helados

y una lágrima en la sien

No bastarán tus rojos huesos para este viaje

ni la saliva de tu corazón

Date trato

que hay lombrices añorando tus entrañas

tus axilas luminosas

tus rodillas que adivinan el país de los enanos

Ve despacio

no te olvides de marchar entre las tumbas

no te canses

y ojo con las hormigas que te deprimen

con aquéllas que presienten tu color desde lejos

tu color sin maquillaje, tus encías de viento

tu cabello enjaulado que crece cuando ríes

compañera de las horas golpeadas

todo vale en esta noche sin orillas

donde la eternidad pasa descalza entre tus muertos

y tiene hambre de abrazarte

porque sabe que tus gestos resucitan

y se echan a volar sin despedirse

y se pierden en la patria de los sueños

y ya no vuelven

Qué harás ahora sin ti

sin tu esqueleto de pan mojado    

sin tus pechos que ladran de orgullo

sin tus sábanas heridas

ahora que la ausencia se desviste para otros

qué harás bajo la tierra sin conocer a nadie

Abrígate, Gladys

y amarra bien tus cenizas por si te arrepientes

 

 

 

La playa de los pobres

 

               1

 

Los pobres veranean en un mar

que sólo ellos conocen

Allí instalan sus carpas

hechas de mimbre y celofán

y luego bajan a la orilla

para ver la llegada de los botes

curtidos de adioses

En la playa

la miseria se broncea boca abajo

el hambre toma sol en una roca

los niños hacen mediaguas en la arena

y las muchachas se pasean

con sus bikinis pasados de moda

Ellas tienden sus toallas de papel

y se recuestan a mirar el reventar de las olas

que les recuerda la forma de un pan

o una cebolla

Mar adentro nadan los sueños

Y ellas ven al vendedor de helados

acariciando sus pechos

o a ellas mismas en un viaje hacia la espuma

del que regresan con vestidos nuevos

y una sonrisa en el alma

 

 

               2

 

Los pobres veranean en un mar

que sólo ellos conocen

Y cuando cae la tarde

y el horizonte se desviste frente a ellos

y las gaviotas se desclavan del aire

para volver a casa

y el crepúsculo es una olla común

llena de peces y colores

ellos encienden sus fogatas en la arena

y comienzan a cantar y a reír

y a respirar la breve historia de sus nombres

y beben vino y cerveza

y se emborrachan

abrazados a sus mejores recuerdos

Mar adentro nadan los sueños

Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela

cargando libros y zapatos y juguetes

o a ellos mismos regresando del trabajo

con los bolsillos hinchados

y con un beso pintado en el alma

Y mientras ellos sueñan

el hambre apaga sus fogatas

y se echa a correr desnuda por la playa

con los huesos llenos de lágrimas

 

 

 

Llévame

 

Llévame hacia el sur

de tus caderas

donde la humedad

envuelve los árboles

que brotan de tu cuerpo

Llévame a la tierra profunda

que asoma entre tus piernas

a ese pequeño norte de tus senos

Llévame al desierto frío

que amenaza tu boca

al desterrado oasis de tu ombligo

Llévame al oeste de aquellos pies

que fueron míos

de aquellas manos que encerraron

el mar y las montañas

Llévame a otros pueblos

con el primer beso

a la región interminable

de lengua y flores

a ese camino genital

a ese río de ceniza que derramas

Llévame a todas partes, amor

y a todas partes conduce mis dedos

como si tú fueras la patria

y yo, tu único habitante

 

 

Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel, La muerte tiene los días contados, Esperando a Perec y El mago de la soledad. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. Parte de su obra se encuentra traducida a diversos idiomas. Durante algunos años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Durante el periodo 2014-2016 dirige para la editorial Raffaelli de Rímini dos colecciones de poesía latinoamericana traducidas al italiano. Una selección de su obra apareció en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Al inicio de 2015 es incluido en la antología El canon abierto. Última poesía en español (Visor, España). En 2017 algunos de sus poemas aparecen traducidos al inglés en la mítica revista Poetry Magazine de Chicago. A partir de 2018 trabaja como editor general de la Fundación Vicente Huidobro.