sábado, 26 de junio de 2010

Allen Ginsberg: una nueva sensibilidad. Esteban Moore





















Allen Ginsberg fue sin duda una de las personalidades del siglo XX, uno de los poetas que establece el tono definitivo de la poesía norteamericana, dejando su marca e influencia en la literatura contemporánea. Reconocido además como uno de los padres espirituales del Flower Power y del hippismo, movimientos sociales que se extendieron por el mundo entero. Tuvo una participación activa en los grupos que se opusieron a la guerra en Vietnam, se asoció al Movimiento por los Derechos Civiles y dio su apoyo a todas las organizaciones defensoras de la libertad de expresión. Las minorías étnicas, sexuales y religiosas hallaron en él una voz solidaria dispuesta a hacer del compromiso una razón de vida.
Recibió premios, honores y becas, éstas no le impidieron convertirse en una de las fuentes de mayor energía creativa de esa comunidad de mentes lúcidas conformada por los beats y el administrador de lo que muchos en tono burlón bautizaron como la Empresa Allen Ginsberg (“Allen Ginsberg Industries”) que contaba con una oficina en Nueva York desde la cual emitía sus ‘mensajes’ al mundo. Su generosidad no conoció límites, en sus últimos días de vida, mientras agonizaba, dedicó muchas horas de su escaso tiempo para hablar con sus amigos por teléfono y la conversación incluyó siempre una pregunta directa: “¿Necesitás dinero?” 1
En la década de los 60 su interés por la música popular lo llevó a conocer a los Beatles y desarrollar una amistad con ellos, particularmente con John Lennon. Compartió el escenario con The Fugs y Jefferson Airplane. Bob Dylan, lo incluyó en una de sus extensas giras por todo el país (Rolling Thunder Review). Sus intervenciones en radio y televisión, siempre controvertidas y espectaculares, lo convirtieron en una figura pública, hecho que aprovechó para hacer conocer su poesía y la de otros autores admirados por él.
En los años setenta fundó junto a Anne Waldman una escuela de poesía alternativa fuera de los ámbitos tradicionales de enseñanza, un sitio donde los poetas pudieran transmitir su experiencia. La llamó “The Jack Kerouac School of Disembodied Poetics”, un claro y sincero homenaje a uno de sus grandes amigos de la juventud. El objeto de esta escuela no era sólo difundir aquellas estéticas que no hallaban un lugar en la universidad, sino actuar como centro de oportunidades para muchos poetas y escritores marginados del circuito académico.
Nació el 3 de junio de 1926 en la ciudad de Newark, Nueva Jersey. Asistió a la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York de la que fue expulsado, allí conoció a Jack Kerouac, a Neil Cassady y a Herbert Huncke. En ese período tumultuoso de su vida para evitar una condena en la prisión estatal, luego de ser arrestado junto a otras personas a bordo de un auto robado, se declara mentalmente incapacitado y el juez lo obliga a permanecer ocho meses en un instituto psiquiátrico. Nuevamente en libertad decide reiniciar su vida, se declara heterosexual y comienza a trabajar como creativo en una agencia de publicidad. Insatisfecho con esta vida rutinaria hace pública su homosexualidad y cambia varias veces de empleo. Fue sucesivamente lavaplatos, sereno y soldador en una metalúrgica. Luego finalmente acepta los consejos de Jack Kerouac y se traslada a la Costa Oeste. En aquellos primeros años de la década de los cincuenta, cuando él arriba a la ciudad de San Francisco, “...el portal a Oriente de los Estados Unidos de América…” según Rudyard Kipling 2, caracterizada por Bret Harte como “…serena, indiferente al destino… guardiana de dos continentes…”, “…el último refugio de los bohemios…” en la opinión de Karl Shapiro, ésta era el centro de una intensísima actividad cultural que se desarrollaba en toda la región de la bahía. En el campo de la performance Kenneth Rexroth y Kenneth Patchen leían sus poemas en público acompañados por músicos de jazz. Lawrence Ferlinghetti, quien se había instalado allí en 1950 y que en ocasiones participaba de estas veladas en The Cellar (El sótano), escribía en esa época sus “mensajes orales espontáneos”, textos concebidos por su autor para ser escuchados, en los que registra definitivamente la dicción del habla coloquial que ya nunca se ausentaría de su discurso poético. En el centro de poesía de la Universidad local, dirigido por Ruth Witt-Diamant, y en cafés y galerías de arte, se organizaban lecturas de poesía en las cuales era posible enterarse de las últimas tendencias poéticas, o de lo que estaban produciendo el surrealista Philip Lamantia o el casi místico y católico William Everson. 3
Esta ciudad relajada y tranquila se convirtió en un involuntario punto de reunión para varios poetas: Ginsberg, Jack Kerouac, Philip Whalen, James Harmon, Michael McLure, Robert Creeley, Gary Snyder y Gregory Corso. En la casa de Kenneth Rexroth podían intercambiar opiniones con Lew Welch, Robert Duncan y Jack Spicer. Rexroth era un escritor que al igual que William Carlos Williams, discutía con los poetas más jóvenes acerca de sus teorías estéticas, les brindaba su apoyo, y escribía generosas cartas de recomendación. Su hogar se había convertido en uno de los centros culturales más importantes de la ciudad.
En octubre de 1955, siguiendo la recomendación de Rexroth, el poeta organiza una lectura de poemas en la Galería Six, una pequeña galería de arte cercana a Embarcadero, donde exponían su obra los artistas jóvenes de la ciudad y ocasionalmente se realizaban conciertos y lecturas de poemas. Leerían allí su trabajo la noche del 7, McClure, Snyder, Whalen, Lamantia y Ginsberg. Rexroth se habia ofrecido para oficiar de maestro de ceremonias. Entre el público estaban Ferlinghetti y Kerouac.4
Esa noche, que luego sería llamada por la prensa local la del “Renacimiento poético” de San Francisco, Ginsberg leyó un texto sobre el cual estaba trabajando hacía algunos años y que no tenía intención de publicar: Howl (Aullido). Cantó sus versos, los gimió, y en la parte final de su lectura estuvo al borde del llanto. Esta performance causó una emotiva reacción en el público. Él comprendió entonces que liberando su personalidad sobre el escenario podía conmover a otras personas. La idea de crear una nueva audiencia para la poesía ya no le pereció tan descabellada.
Con Aullido no sólo comienza un tiempo en la literatura norteamericana sino que también se inicia un nuevo estilo de composición. Ginsberg dice que él sigue el modelo de Kerouac y que su objetivo es calcar en la página los pensamientos de la mente y sus sonidos. Ésta debe ser comprendida como la “escritura de la mente”. Este procedimiento fue descrito por su maestro el venerable, Chögyam Trumpa, como el resultado natural de su consigna: “Primer pensamiento, el mejor pensamiento”. Esta definición, insistiría Ginsberg, siempre es paralela a la de Kerouac: “La mente es la belleza de la forma”. Este poema seminal plantea el regreso a una tradición que muchos poetas en su país habían desatendido: la de Whitmam, Apollinaire, Artaud, Lorca, William Carlos Williams y Mayacovsky. El suyo es un intento de expandir la propia tradición insertando voces diversas, combinando los largos versos de Whitman, el tono de ciertos poemas de Christopher Smart (Jubilate Agno), de Percy Bysshe Shelley (Adonais, Ode to the West Wind), las iluminaciones de Blake, con la renovada apreciación de la naturaleza de la forma del cubismo francés y español y la poesía onomatopéyica del entonces olvidado Kurt Schwitters.5
Aullido ,según su propio autor, fue construido como una letrina de ladrillos, parte por parte, dentro de una estructura rítmica que se desarrolla y crece continuamente en sí misma. Podemos agregar que el contrapunto de los sonidos en sus tres niveles: el de las palabras en una misma línea, el de las líneas en una misma parte y el de las partes del poema entre sí, es fundamental para la comprensión de los significados de este texto que podemos comparar con la figura de un triángulo equilátero, en el que el ritmo nace de su vértice superior y se expande hacia la base, modelándose en el propio aliento del autor.
Ginsberg leyó incansablemente la obra de Pound y en particular Los Cantos, que para él se sostienen a través del ritmo, del contrapunto logrado cuando cada frase enfrenta su propio eco. La reconstrucción sobre la página de lo que él denomina los sonidos de la mente, los compaces naturales de la lengua, señalan la importancia otorgada al ritmo en tanto elemento constitutivo del poema. Noción que proviene de Pound quien en su “Treatrise on Metric” lo compara con las formas, como pueden ser “la quilla de un barco o el motor de un automóvil”, antes de declarar enfáticamente: “El ritmo es una forma del tiempo”. Pero, quizás la influencia más grande que podemos percibir en el autor de La caída de América y Wichita Vortex Sutra, es la de su maestro William Carlos Williams cuya escritura rescata la vivacidad y espontaneidad del lenguaje coloquial.
La escritura de los Beats emergió en una época en que la literatura norteamericana, según Paul Hoover, estaba caracterizada por un exceso de decoro y formalismo. Ellos encarnaron una actitud poética antiintelectual y antijerárquica, en la que la búsqueda de visiones y revelaciones no está reservada sólo a aquellos que pueden darle expresión literaria o artística, sino que debe ser compartida por todos los que rechazan el pasado y el futuro por igual, por todos los que se rebelan contra toda forma de autoridad u organización social, por todos aquellos que desean aguzar sus sentidos para enriquecer su propio diálogo con la existencia. Ellos no deseaban controlar la naturaleza, los eventos o a las personas. Sabían que vivían en un mundo que se encaminaba a su propia destrucción y que eran necesarias respuestas renovadas. En este proceso que se sucede dentro de los extendidos y difusos límites de lo que se llamó Movimiento Beat, toda forma de conocimiento que permitiera ampliar las fronteras de la percepción fue aceptada. Los beats contemplaron al mundo de una manera diferente a partir de sus lecturas de textos pertenecientes a la tradición del Budismo-Zen, de su creencia en que la interacción de distintas concepciones religiosas conformaría una nueva conciencia espiritual, de su reconocimiento de las culturas indígenas y de sus experiencias con alucinógenos, entre otras cosas.
Todos aquellos que formaron parte de lo que en la actualidad se reconoce como el Movimiento beat o la Generación Beat (denominaciones que pertenecen al mundo de la periodización historiográfica, que podrán denotar, pero nunca connotar la profundidad de la transformación que se opera a partir de ellos en la mente contemporánea) cultivaron en sus discursos distintos grados de diversidad estética, desarrollaron poéticas reconocibles; para ellos las tendencias estéticas, como las lenguas, no se imponen unas a otras: traducen, se integran, colaboran, realizan prestámos, y en este contexto recrean la significación lingüística
Lawrence Ferlinghetti explica este fenómeno de la siguiente manera: Si has estado leyendo acerca de la interpretación de las poéticas de los Beats (especialmente la de Ginsberg) hallarás en ellas que los términos ‘poético’ y ‘poéticamente’ son en realidad ‘malas palabras’, deben ser evitados. Lo concreto es lo más poético. El detalle exacto, sin bordados adicionales. De esto trata precisamente la ética de los Beats.6 Una ética que asumiera la nueva sensibilidad ante la belleza que se estaba produciendo y que diera cuenta de ella en su percepción poética. Las palabras de Ferlinghetti son de algún modo la traducción actual de aquéllas de Ezra Pound: “El objeto en su naturalidad es siempre el símbolo adecuado.”

1- Lawrence Ferlinghetti, relato oral.
2- Rudyard Kipling, From Sea to Sea, Letters of travel, vol.1, p.471 Macmillan and Co.,London 1909.
3-Golden Gate, Five San Francisco Poets, ed. David Meltzer, Wingbow Press,
San Francisco, 1976.
4- The Birth of the Beat Generation, Steven watson, Pantheon Books, New York, 1998.
5-Allen Ginsberg, Howl, Final text, ed. Barry Miles, Harper & Row, New York, 1986.
6-Lawrence Ferlinghetti, Viajes por América desierta, p. 11, traducción Esteban Moore, Ediciones UNESCO/Graffiti, Montevideo, 1996,

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