domingo, 28 de julio de 2013

Martín Zúñiga Chávez: Poemas.





 
 Martín Zúñiga Chávez





























Parece simple trabajar sin música

Cuesta mirar cuanto te acompaña
un incendio.

Cuando los discos viejos inundan la casa.
Cuando las paredes se vuelven gigantes
y estás parado en medio

y
de pronto las medias se te mojan
sin razón, y sin razón también la luz se acaba.
y un barro antiguo se asoma bajo las señales.

Cuesta no cerrar los ojos
en la necesidad de detener algo.

Los techos de Calamina vibran al compás de la lluvia

Lo mejor que puede suceder es el agua
corriendo en la cañerías
pero pocas veces suceden cosas buenas
en mi casa. Con la palabra amor se acaban
muchas palabras. las canciones y los bailes
de moda. hendiduras imperceptibles en los dientes
como colinas como elefantes blancos;
porque ya es costumbre acarrear tangos
en los baldes de agua. El frío
que se filtra por las grietas me amuebla la casa.
Y aunque es un desierto lleno de espinos y tequila

las musas bailan en mi pecho
al son del carro basurero y se ríen de mi falta de agallas,
de mi inestimable pesimismo al prender los cigarrillos.

Every time we say goodbye revolotea por la casa.
Con el tiempo también aprenderé a reírme.
Pavlov tenía algo de razón en ello.


Esto es un Cover


                                                                       ― ¿Qué tiene de arte jugar con un pezón?
                                                                                              ― Es una nueva forma de arte.
                                                                                                              Philiph Roth, El Teatro de Sabbath


Esto es lo que suena cuando un dedo se posa en una herida.
Trampas en la luz.
Los manifiestos recientes dan por sentado
que dos personas podían compartir sus posibles espacios.
Naranja partida por la mitad sin detenerse en las minucias del placer cotidiano.

En mis cortos cinco sentidos clavados en las tiendas de juguetes,
ella crece para mis adentros.
Entiendes si te digo te quiero? No entiendes tampoco si te digo que te odio.
Que te deseo.
Pintarrajea los quioscos saturados de periódicos atrasados
con transeúntes sombras entre la nieve que deseamos nunca termine de licuar.

Crece como un vómito tierno.

Comparo la vida con éstas palabras.
Trampas en las sombras
Trampas de la luz para ser más exactos.
En las cortes en cambio se sabía que los esposos no podrían.
Que lo esencial está en la súplica;
en el lugar, más, oscuro de la palabra.

Entre las páginas de hermosos libros que nunca entiendo
donde una cortina de centauros ebrios cae delante del sol.
Ella, cuyo nombre desconozco.
           
Tú me quieres de verdad   Pues claro, claro que te quiero
Yo también te quiero                      Pero, pensé
Pero, no vayas tan de prisa           Asentí.
No me atosigues, yo tengo mi propio ritmo para hacer las cosas
Asentí.
Podrás esperar                                Asentí.
Me lo prometes                    Te lo prometo

Éramos una gallina a la que le habían quemado el pico y un gato
al que le habían arrancado las garras.
El ritmo de una gallina no varía en lo más mínimo.
Un gato, en cambio.

Balada para el Amenazado con Epifora y Aforismo chamusqueado

Pájaros de eucalipto arden dentro de sus paredes.
Paredes de carne y de sal. En la primera epístola a los tibetanos el apóstol habla
sobre el sonido en la inmersión del agua y del fuego.
Bolas de fuego cayendo sobre la muchedumbre intrigada.
Bolas de fuego que no les queman; habla

de cómo el agua le teme al fuego, aunque no debería,
de cómo el fuego le teme a la arena, la arena al viento
que la amontona y la separa.

Lo compara con la armonía de las flores y de los insectos repudiando el apetito de la carne.

Abre en su narración un paréntesis: habla de un viejo romano
que antes de cierta batalla, olvidada ya por el tiempo,
tomó agua. Si voy a tener sed, ya la tengo, dijo. Y mató a unos cuantos antes de
seguir la senda de Arquíloco.

En esta historia aves de eucalipto se postran dentro de su pelo
y todas las verdes criaturas de la tierra y del agua.

Si me quedé a almorzar al borde de la laguna,
si me quedé a ver a un caimán apareándose bajo un lejano trueno,
si me quedé fue casualidad. Y ataraxia.
Y pocas monedas para tomar el tren —¡tan literarios siempre los trenes! —
adecuado para llegar a casa.

En esta historia rondan otra vez la soledad y el frío que es su apariencia.
Luna herida en mi talón a la manera de una metáfora, de un artilugio accesorio, innecesario.

Adorna así la verdad con mentiras y lo llama belleza,
porque sabe que la gente cree disfrutar
de la sorpresa al encontrar un león en mitad del camino.
A los ocho años, en la clase de gramática, su padre de un sopapo le enseñó
el orden cierto de las cosas
que conocía por sus ancestros.
Cosas importantes para un hombre de bien, no para mí, respondió.

Si el sonido de la refrigeradora vacía me acompaña con su canción
de cuna, ¿para qué gasté el tiempo al lado de musarañas?, se preguntaría luego.

Resumamos la cuestión: es delicioso y tentador no hacer nada. Gastar mal el tiempo.

En clases de gramática el filósofo pone nombre al juego de equilibrio
entre conciencia y armonía. Síntesis.
La belleza para el gramático es planear el juego. En cambio el apóstol entró en él:

pone un pie sobre la cuerda
y luego otro
y otro.
El gramático recomienda: no mires abajo está el cielo.

Hay un nuevo intermedio donde las vacas se juntan
tratando de hacer casar sus manchas. Es su ingenuidad, heroica.

La verdad se parece a una cuerda tendida sobre el camino puesta ahí más para
hacer tropezar que para guiar a alguien.
Y tentado por las formas sensuales de la vanguardia, quien habla
reconoce no saber consolar a nadie. Se agarra a golpes
con su soledad: mascota olvidada en el aeropuerto, muerta de inanición y pena.

Al año siguiente se escapó de casa. Fue un viaje corto, por cierto.
Pronto olvidó las reglas para escribir cartas.
Su padre debía tener razón al notar algo raro en su hijo:
le es imposible aceptar a las nubes blancas y decide ver azul,
amarillo, bermellón y gris nieve. Falta de sentido común, repetiría el padre.

Luminosos manuales y tratados sobre el orden cierto de las cosas
vendió para regresar a casa. No volveré
no volveré otra vez
no volveré en ratas alimentadas por mis ojos bajo las uñas de mi soledad.
El caimán será devorado no por su pasión, sino por el resplandor del trueno.
           
El apóstol finaliza su epístola recomendando viajar y no mantener una casa;
incendiar todos los libros
y las paredes en la cabecera de las autopistas. Acostados al costado de las vías
por nuestra cabeza salía el sol, mientras los números del calendario se teñían de rojo.

Encontraron el cuerpo del apóstol detrás de muros tapiados
huyendo de las extraordinarias máquinas del amor.
No encontró defensas que le sean útiles.
No hubiese podido encontrarlas.


Martín Zúñiga Chávez (Cusco, Perú, 1983). Ha publicado los poemarios Gavia (Ediciones Fecit, España, 2009), Pequeño estudio sobre la muerte (Ediciones Copé, Perú, 2010) y Cover (Ediciones Difacit, España, 2011), además de la antología de poesía joven de Arequipa Rastros/Rostros (CRPP, Perú, 2011). Su obra ha recibido varios premios como el Premio Internacional de Poesía Ángel Martínez Baigorri y el Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos, ambos en España; y  el Premio Nacional Juvenil de Poesía Javier Heraud y el Premio Internacional de Poesía Copé de Plata en Perú. Dirige la asociación cultural Centro de Recursos para la Poesía www.centroderecursosparalapoesia.org, plataforma de gestión de proyectos culturales que organiza el Festival Internacional de Poesía Ari Quepay, entre otras actividades. Realiza el proyecto LAE LEA Perú http://urbanotopia.blogspot.com. De niño quería un dinosaurio de mascota.


jueves, 18 de julio de 2013

Niels Hav:16 poemas.






Niels Hav
















Epigrama

Te puedes pasar la vida entera
acompañado de palabras
sin encontrar
la justa

Igual que un pobre pez
envuelto en un diario húngaro:
primero, está muerto,
segundo, no entiende
húngaro!

© Niels Hav -  Traducido por Ricardo Labarca

Sobre su ceguera

1
¿Es más barato ahora, me pregunto,
escribir con tinta que cuando Borges dictaba
sus cuentos laberínticos en Buenos Aires? 
El Homero argentino consideraba las palabras símbolos
que compartimos con los demás. “Creo que la estética abstracta
es una ilusión vana,” escribió en un prefacio
en el que renunciaba a la originalidad, casi sin jactancia.
Después de ciego tuvo contacto visual con John Milton
en El paraíso perdido.

2
El amor es ciego. ¡Pero pasaron cuarenta años!
Cuarenta años con estudios, imitaciones o ataques de ira
al escapar el tigre de sus sueños. A veces visitaba
al oculista, siempre con desilusión: Estudió
a  Joyce que debe haber amado a Nora, pero tan ciego
nunca fue. Alonso Quijano sólo después de                               
perder la razón y creerse Don Quijote, dejó
la biblioteca paterna; y cuarenta años después
de encontrar el amor en Ginebra, Borges quedó ciego –
¡Tan ciego como Beethoven sordo!

3
Trabajaba en la oscuridad y pulía mentalmente sus frases,
hasta centellear de pura metafísica
“Si uno es poeta, lo es siempre y se ve todo
invadido de poesía.” Borges se alimentaba
de su desgracia y reemplazó el mundo visible
con sagas y versos en inglés antiguo. Su ceguera
se volvió un don: sólo en aquel momento se puso
al nivel de Homero, y pudo ver
en la profundidad del oscuro y vasto mundo
en ese instante vertiginoso de la eternidad.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Cuando quede ciego

El amor es ciego –
y cada día cuando el ciego
pasa a topetones con su bastón,
el tráfico se detiene en menos de un segundo,
mientras divinos ángeles suben y bajan –
y el oculista cierra la clínica.
  
El amor es ciego,
pero el sexo inofensivo: Mi vista no tiene nada,
   puedo ver todo.

Por eso mis poemas de amor son un fracaso.
Con los ojos cerrados susurro en el teléfono,
en la estación está el ciego
como un santo evangelista
tarareando bajo la lluvia
- paralizado de amor.

Los enamorados se besan la punta de los dedos,
lo sé.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Muéstrame tus pechos

Cuando tengo hambre, pienso en tus pechos,
que nunca vi,
y en tu mirada rusa al pasar,
mientras pasiva e inquieta miras por el local
como una de las melancólicas hermanas de Chéjov,
tomando té mientras hablan de
viajar a Moscú.

Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

Es tan complicada la vida.
E incluso tocas el piano y vives con vista
a un cementerio donde por las tardes
el sol invernal medita
entre las tumbas.

Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

Cuando tengo hambre, pienso en tus pechos,
tu boca rusa, la luz amarilla de tu cocina,
que tampoco vi,
y en tu pudorosa muñeca cuando cortas
el pan y comes lentamente mientras observas
el cementerio y escuchas distraída
una sinfonía desenfrenada de Rachmaninov .

Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

Mas, él que duda pierde su tiempo: ¡quiero
ver tus pechos! Chéjov bebió champán
en su lecho de muerte, y Rachmaninov murió en América:
el agujero negro nos espera a todos. Ven
como estés, ¡vamos a Moscú!
Oh, bailemos esta noche
en un café de Moscú.

© Niels Hav   - Traducción: Gloria Galindo

 Confidencias

El invierno es feroz,
por eso es preferible a las
histéricas puestas de sol,
de la que nadie puede protegerse.

Como las mujeres que el sábado por la tarde
prefieren a un hijo de puta cruel, desgarrado por la existencia,
en lugar de un tipo amable que escuche
sus quejumbrosas confidencias.

Las entiendo bien: sólo las madres
y los idiotas pueden tolerar el lloriqueo –
como cualquier normal,
detesto los domingos de verano; especialmente al atardecer.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Las mujeres de Copenhague

Me he vuelto a enamorar de cinco mujeres
distintas durante un viaje en el autobús de la ruta 40
de Njalsgade a Osterbro. ¿Cómo va uno a controlar
su vida en esa condiciones?                                          
Una de ellas llevaba un abrigo de piel;
otra, botas rojas. Una leía el periodico; la otra, a Heidegger
 y las calles estaban inundadas de lluvia.
En el bulevar Amager subió una princesa empapada,
eufórica y furiosa, y me cautivó totalmente.
Pero se bajó frente a la estación de policía                 
y su lugar lo tomaron dos reinas con pañoletas fulgurantes
que hablaban con voces estridentes en pakistaní
durante el trayecto al Hospital Municipal
mientras el autobús bullia de poesía.
Eran hermanas e igualmente bellas, por lo que les entregué     
mi corazón a las dos y empecé a hacer planes de una nueva vida
en una aldea cerca de Rawalpindi, donde los niños crecen en medio del olor    
a hibisco mientras sus madres cantan canciones desgarradoras cuando
la tarde cae sobre las llanuras pakistaníes.  

¡Pero ellas no me vieron! Y la que llevaba el abrigo de piel lloraba
con disimulo, cubriéndose con el guante, cuando se bajó en Farimagsgade.
La que leía a Heidegger cerró el libro de súbito y me miró fijamente
con sonrisa burlona, como si acabase de vislumbrar a un Don Nadie
en su mismísima insignificancia. Así se me partió el corazón por quinta vez
cuando se levantó y se fue con las otras. ¡Qué brutal es la vida!
Seguí otras dos paradas antes de darme por vencido.
Siempre termina así: Uno, de pie en la acera, fumando un cigarrillo,
tenso y levemente desdichado.

Traducido al español por Orlando Alomá.
© Niels Hav

La visita de mi padre

Mi difunto padre me visita,
vuelve a sentarse en la silla que me dejó.
¡Bueno, Niels! me dice.
Bronceado y fuerte, su cabello brilla como charol.
Antes, arreglaba las lápidas
con pala y carretilla, yo le ayudaba.
Ahora él mueve la suya.
¿Cómo te va? me pregunta.
Le cuento todo, mis planes
mis intentos fallidos.
En el tablero cuelgan varias cuentas. Tíralas,
me dice ¡ya volverán!
Se ríe.
Por años estuve resentido conmigo mismo,
dice, me desvelé pensando
cómo ser un buen hombre.
¡Es importante!

Le invito un cigarrillo,
pero ha dejado de fumar.
Afuera el sol le prende fuego al techo y a la chimenea.
En la calle, los basureros gritan bulliciosos. 
Mi padre se pone de pie
los mira por la ventana.
Tienen prisa, dice, así debe ser.
¡Haz algo!

© Niels Hav   - Traducción: Gloria Galindo

El poema

No ataque
al poema: ¡Está arrestado!

El poema se niega a obedecer órdenes.

El poema no se da en confinamiento solitario.
El poema deambula en la intemperie, 
hurga en los residuos ajenos,
lleva pistola.

El poema desconfía de la ley y los tribunales,
mas confía firmemente en una ética superior.
El poema discute con azarosos transeúntes,
se mete a la oficina ejecutiva con acusaciones infames;
no tiene ningún respeto. Huele mal
(a mierda & rosas)

El poema espera gustoso la tormenta.
El poema pasa la noche en soledad
y desenfrenado éxtasis.
El poema se encuentra en los aeropuertos
a bordo de transbordadores hacinados.
El poema es en gran medida político, pero odia la política.
El poema es quisquilloso,
y abre la boca en raras ocasiones.

El poema estropea la fiesta.
El poema se saca la chaqueta
y sale a tu encuentro.
El nerviosismo es parte del poema.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

En defensa de los poetas

¿Qué hacer con los poetas?
La vida los maltrata
se ven tan lastimeros vestidos de negro
con la piel azulosa de sus borrascas interiores.

La poesía es una horrible enfermedad
los infectados deambulan quejándose
sus gritos contaminan la atmósfera como escapes
de estaciones atómicas de la mente. Es algo tan sicótico.
La poesía es un tirano
desvela por las noche y deshace matrimonios
arrastra a la gente en mitad del invierno a desoladas cabañas
donde permanecen ateridos, con sus orejeras y gruesas bufandas.
¡Imagínense qué tortura!

La poesía es una plaga
pero que la gonorrea, una abonimación terrible.
Pero consideren a los poetas, no es fácil para ellos.
Trátenlos con paciencia.
Son histéricos como si estuvieran embarazados de gemelos
crujen los dientes cuando duermen, comen tierra
y hierba. Se pasan horas en medio del viento ululante
atormentados por asombrosas metáforas.
Todos los días son sagrados para ellos.

Oh, por favor, apiádense de los poetas
son sordos y ciegos
ayúdenlos a cruzar las calles por donde van dando tumbos
con su invisible impedimento:
recordando toda suerte de cosas. De vez en cuando
uno se detiene a escuchar una sirena distante.
Sean considerados con ellos.

Los poetas son como niños locos
expulsados de su casa por toda la familia.
Rueguen por ellos;
han nacido tristes
-sus madres lloraron por ellos
acudieron a médicos y abogados- hasta
tuvieron que darse por vencidas
por temor a perder la cabeza.
¡Oh, lloren por los poetas!

No tienen salvación.
Infectados de poesía como leprosos secretos
están presos en su mundo fantasioso.
Un asqueroso barrió lleno de demonios
y fantasmas vengativos

Cuando un claro día de verano, de sol radiante,
vean a un pobre poeta
salir tambaleante de su edificio
pálido, como un cadáver
y desfigurado por las especulaciones
¡Acérquense a auxiliarlo!

Amárrenle los cordones de los zapatos
llévenlo hasta el parque
y ayúdenlo a sentarse en un banco al sol.
Cántenle un poquito
cómprenle un helado y háganle un cuento
para que no se sienta tan triste.
¡Está completamente arruinado por la poesía!

© Niels Hav. Traducido al español por Orlando Alomá.

Mi pluma fantástica

Prefiero escribir
con una pluma usada encontrada en la calle
o con una de publicidad, feliz de que promueva al electricista,
la gasolinera o el banco.
No sólo porque son gratuitas 
sino imagino que esos implementos de escribir
fusionarán mi escritura con la industria
el sudor de los obreros calificados, las oficinas
y la mística de toda existencia.

Una vez escribía minuciosos poemas con pluma de fuente
poesía pura sobre la pura nada
pero ahora me gusta que en el papel haya mierda,
lágrimas y mocos.

¡La poesía no es para los apocados!
Un poema deba ser tan honesto como las cotizaciones de la bolsa
una mezcla de realidad y fanfarronería. 
¿Qué queda aún que hiera nuestra sensibilidad?
No mucho.

Por eso no pierdo de vista el mercado  de valores 
y los documentos importantes. La bolsa
forma  parte de la realida como la poesía. 
Y por eso estoy tan contento con este bolígrafo  
de un banco que me encontré una negra noche
frente a una tienda cerrada. Huele
vagamente a meado de perro y escribe de maravilla.


© Niels Hav   -  Traducción: Orlando Alomá

El desafío

Despertar por la noche con el cerebro lleno de locas
especulaciones no es tan raro,
la mayoría se encontrará con un monstruo. Unos
alivian con analgésicos el dolor,
sobrevivir a la pérdida o salvarse de una depresión.
Se sienten totalmente abandonados y solos
con los monstruos – así es.
El diablo anda como león rugiente.
Otros se conforman con la droga que hay
en el libre mercado; el tabaco, el café, el alcohol, orgías de comida
o ascetismo. Otros consiguen desaparecer
en el trabajo o en alguna gran pasión.
Construimos pequeños imperios con la esperanza de que sirvan
de ancla al espíritu sin hogar, ese día
abandonamos el cuerpo y entramos a la eternidad.
Todos quieren dejar su huella –como agradecimiento,
porque se nos permitió poner los pies en la Tierra y regocijarnos
de su belleza; se nos permitió amar y odiar
en el ámbito normal de un cuerpo con domicilio habitual.
El desafío es descifrar las experiencias comunes;
el horror y la miseria que nos rodea pegados
en la ropa penetrando en el cuerpo.
Observar lo que pasa y si es posible
decir las cosas como son.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo

No contribuyamos al olor a miedo

¿Por qué se empujan en el autobús?
el invierno es aterrador
de por sí
¿Qué sabemos de la bondad
y la maldad? No contribuyamos
al olor a miedo.
La mayoría de la gente hace un esfuerzo
por vivir,
y él que todas las mañanas decide
levantarse, merece respeto.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo

Encontrar una lagartija en la oscuridad

Ajenos a la matanza,
dimos un paseo por los lagos.
Hablabas de Villalobos.
Yo observaba a un cuervo
picotear la mierda de un perro.
Cada uno en lo suyo envuelto
en una coraza de ignorancia 
que protege nuestros prejuicios.

Los holistas creen que el aleteo de una mariposa
en el Himalaya, afecta el clima
en la Antártica, quizás sea cierto.
Pero allí por donde pasan los tanques,
 y gotea carne y sangre de los árboles,
no hay consuelo.

Buscar la verdad es como encontrar una lagartija
en la oscuridad. Las uvas son de Sudáfrica,
el arroz de Pakistán, los dátiles de Irán.
Apoyamos la idea de las fronteras abiertas
para frutas y hortalizas,
pero a dondequiera que nos volvemos,
el culo sigue en la espalda.

Los muertos son enterrados en el periódico,
para que nos sentemos impasibles
en un banco al borde del paraíso
y soñemos con mariposas.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

Eso

Sucede que me da eso
cuando vemos las noticias, y hay niños en la sala,
Su grave preocupación ante las matanzas,
el sonido del llanto se condensa
en una gran interrogante que se cierne
sobre mi cabeza como un hacha
o una nube turbia.

Apago. Trato de borrar todo,
cambiar el estado de ánimo. En vano.
Destrozar el televisor no es suficiente.
La verdad del estado del mundo se filtra
por las paredes; los niños lo saben,
por supuesto, es su mundo –
el único que tengo para ellos.
Lo puedes ver en sus ojos;
no nos absolverán ¡Nunca!
Nuestras bromas son ineficaces,
el cinismo nos resta puntos.
Cada día se acumula más
de eso.

© Niels Hav   -  Traducción: Gloria Galindo

El alma baila en la cuna

Si es verdad que el alma
nace vieja
y durante la vida rejuvenece,
entonces tú y yo juntos somos
más viejos y más jóvenes.
Una fusión así es peligrosa.

Seamos honestos: cada día
vivimos con el Destino,
como la gente que vive en un delta
recorrido por mareas e inundaciones.
La luna le es familiar;
nosotros vivimos en ella.

El corazón late libremente, el alma
baila en la cuna.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo

Amor

Es una gran palabra
¿O me atragantó?
¿qué es amar,
al fin y al cabo?
Muchos cambian con el tiempo
el gran amor por unos centavos.
Te amo, y desconectas el enchufe.
Te amo, y me tiras el libro
por la cabeza.
Te amo ¡Y el mundo estalla!

Nos consolamos en la ignorancia,
como los elefantes.

Sin hijos no hay felicidad,
decía Schumann. Clara le dio siete hijos
como antídoto contra la melancolía.
¡No fue suficiente!
Enloqueció, trató de suicidarse
y murió en un sanatorio.
Ella tocaba el piano, esto es
lo que llaman amor.

© Niels Hav   -   Traducción: Gloria Galindo


Niels Hav (1949)- Se crió en una granja al oeste de Dinamarca, y en la actualidad reside en Copenhague. Es uno de los poetas más importantes en Dinamarca, y una de las voces nórdicas contemporáneas más destacadas. Algunos de sus libros son: en inglés We are here (2006), y en danés De gifte koner i København [Las mujeres casadas de Copenhague] (2009), y Når jeg bliver blind [Cuando me volví ciego] (1995). Estos libros y otros han sido traducidos al inglés, español, árabe, turco, italiano, alemán y chino. También ha sido galardonado con varios premios, entre ellos el  The Danish Arts Council.

Mario Pera: Poemas.


Mario Pera






















Haritsuke

Aun aquel
que sólo finge morir
palpa la muerte.
Gösta Ågren

Aquella corona hirsuta
muerde mi cabeza
hace dos mil años,
incitando al suicidio
a mis ideas.

He buscado,
entre los azotes romanos y
las espinas de mi corona
y no hallo,
en dos mil años,
madero o siquiera astilla
que no se sienta culpable
por
mi crucifixion.

Ausencia de otoño
/giro del destino/

Mi madre no se llama María
no es virgen, ni hubiese permitido que me flagelaran
tolerándolo en sosiego.
Pero
como María
se adhirió a mi flanco con un lirio entre sus labios
y dijo:
Tú eres El Profeta.
El Profeta de la orfandad.
Mi sangre dejó de dar vida
se hizo un río de muerte que corona el Gólgota
tierra donde Adán permanece
entronizado en su vergüenza.

Se extravían mis pasos
por cuarenta noches
y otros tantos días
pues fue crítica la memoria del Levante
una épica justa de orfandad
librada sobre mis huesos de serpiente
que penden como candelabros
de la higuera donde incógnito
el dedo del limbo muerde la rueca.
Relincho mordiendo las faldas de mi madre
guardo en mi sangre
la sombra de un destino ulcerado
y solo puedo susurrar
la merma de mi odio:
tú no cambias.
Eres oscura.

Oración del clochard moribundo

Tres manchas de mierda
develan mi rostro mejor que cualquier fotografía
al menos ese soy yo, digo
un adorador egocéntrico
la lepra en el culo de mi familia
el rosario de mi madre
que arde bajo mi almohada

y todas las cruces
resbalan de mi cogote desorientadas
mientras oigo caer sus oraciones en saco roto
y en mi sueño más calmo
veo que Lima arde, mi familia arde
este poema entre tus manos
arde
mis huesos se ampollan
y mi sangre adelgaza hasta convertirse
en cuerdas muy delgadas que me ahorcan.


Siempre fui un mal hijo
soy agnóstico y me masturbo, pero
mi sangre jamás nutrió
el ideal de otro cuerpo.

Un buitre viejo me observa
y canta un estribillo alegre
donde se yergue el árbol de Judas
yo también soy un traidor, respondo
vendí mi nombre y mi voz
la enclaustré eternamente
en el llanto de mi madre.

Por primera vez
suda frente a la Cruz
un hombre que ya ha muerto.




MARIO PERA (Lima, Perú, 1981). Escritor, diseñador gráfico y abogado. Ha publicado en poesía Preparaciones anatómicas (2009) y Ruido Blanco (2011) y, en ensayo, Fare l’America or learn to live in it? Italian immigration in Peru (2012). Ha sido editor del sello Magreb.