Alción Editora Córdoba. 102 pgs.
Sobre Partes mínimas / Minima naturae, de Esteban Moore
Daniel Fara
En varias películas norteamericanas se da la situación del subordinado cuyos intentos de discutir el modus operandi de algún Humpty Dumpty quedan cortados por una conminación: "My way or the highway".
Partes mínimas tiene mucho que ver con esa situación y no porque la reproduzca, sino porque si se vincula con ella a es a través de la crítica y la ruptura.
Si empezamos por las referencias, hay una autopista (autopista de road movie, sin carriles ni peaje; por tramos sólo un mejorado o un camino de tierra). Por ella, Moore -es decir, Moore entre comillas, el actuante, no el autor- recorre territorios pampeanos y patagónicos. Y no con un plano, atento a señales y carteles; los recorre "my way", deteniéndose cada tanto para incorporar (a sí y al poema) elementos del entorno o, al revés, para proyectar sobre los escenarios ideas, sentimientos, intuiciones, analogías. En otros términos, el registro discursivo nunca es ideográfico: se fragmenta la unidad canónica del paisaje, se da una apropiación idiosincrásica de los fragmentos y el resultado es siempre el extrañamiento.
Considerando, ahora, los aspectos paragramático y paratextual del libro, vuelven a aparecer dos caminos: una vía paratextual superpuesta espacialmente a otra, textual, por la que van los poemas. De una primera lectura, superficial, puede surgir la impresión de que por "my way" circulan solamente las palabras de "Moore" mientras "the highway" es transitada exclusivamente por los títulos / epígrafes. Al respecto, se agregaría que lo propiciado en el poemario es cierta relación de coexistencia pacífica entre niveles y no la opción por uno de ellos. Así, el "or" podría bien ser reemplazado por un "and". Pero si la sustitución nos lleva a dar por cierta la existencia de dos niveles jerárquicos bien diferenciados (tal como lo están en la admonición de Humpty Dumpty), entonces no se puede hablar de "or" por "and".
Para empezar a explicar esto por alguna parte, digamos que en los textos, "highway" tiene un sentido literario pero usual: "autopista", y otro literal pero ajeno al uso: "vía alta, elevada" o, más precisamente, "camino que va por encima". Y este camino, por obra de la diagramación y por las convenciones del paratexto, va, literalmente, por encima de "my way". Por otra parte, también hay dos acepciones para "my way": "mi camino" y "mi manera". ¿Y por qué no "mi estilo"? Bien mirado, "high way" podría llegar a entenderse aquí como "estilo alto, elevado" respecto del que se emplea en "my way". Es que, después de todo, ¿no entra voluntariamente en situación de subordinación todo poema que elija ser introducido por una cita prestigiosa?, ¿no se pone, en todo sentido, por debajo de esa cita?
Todas estas conjeturas podrían ser viables si éstos fueran poemas canónicos, si aceptaran, según el canon, el criterio de autoridad del discurso referido. Pero lo cierto es que ni son canónicos los poemas ni, en otro orden de cosas, llega a establecerse, entre niveles, una relación subordinante / subordinado. Estas cuestiones se verifican en cada uno de los niveles.
Arriba: cada título / epígrafe se muestra, mirado de cerca, como el resultado de notorias operaciones de fragmentación (de selección y recorte). Por otra parte, no hay mención in situ de los autores; sus nombres han sido reemplazados por números y enviados a una lista a fin del libro, que lleva por título un lacónico "Data". Sólo allí nos enteraremos de quién dijo qué. Es importante notar que si bien Moore (sin comillas) ha elegido a estos poetas por caros a sus gustos y respetados por él, cada adición a la lista final significa una resta de autoridad para cada integrante. Por último ¿no surge de estos trabajos, a modo de bonus track, un largo poema hecho de fragmentos, que se titula "Data" y que, definitivamente, es de la autoría de "Moore"? Según se ve, por "the highway" transitan, con el mismo nivel de importancia, la voz de los consagrados y la de "Moore".
A todo esto, en el camino de abajo parece ocurrir un proceso inverso. No hablemos ya de la presencia ficcional de "Moore" porque tal cosa no se da nunca, vayamos directamente a las huellas más difíciles de ocultar: los deícticos. Al respecto, son tan escasas las marcas, es todo tan impersonal, tan exocéntrico, que si arriba nos referíamos a una apropiación de la palabra ajena, aquí hay que hablar de una cesión de la propia. En "my way", "Moore" resigna la exclusividad en el uso de la palabra, pero no sólo por su resistencia a todo protagonismo. Si un título es, por regla, una macroestructura que sintetiza el sentido del texto al que encabeza, puede decirse que cada poema es, aquí, una expansión no vinculante de su respectivo epígrafe. A partir de eso y teniendo en cuenta los procesos de fragmentación, apropiación y anonimización que comentáramos, se concluiría en que la voz de los poetas convocados se oye más en los poemas "de abajo" que en las frases "atribuibles", circulantes por “the highway”.
En síntesis, los niveles existen, pero muy problematizados. Ya no podemos hablar de un camino para el discurso de los ilustres y de otro para circulación de la voz del locutor. En los dos aparecen, interactuando, los dos discursos, aunque la forma de interacción en un nivel no sea la misma que en el otro.
(Sólo una cosa funciona del mismo modo y con la misma productividad en los dos niveles: el cuestionamiento a la palabra autoritaria -autoritaria por venir de un consagrado o por ser la de un Yo que la usa en forma exclusiva / excluyente-. Con relación a esto, pensamos que además de la fusión de voces, la polifonía, que algunos críticos señalan como un acierto en este poemario -y que lo es, sin duda-, importa destacar en él la forma peculiar en que se presentan los mecanismos de diferenciación; esto es: cómo se los propone para luego desactivarlos o para ilustrar críticamente el poder que ejercen sobre la “poesía culta”).
Hemos diferenciado, desde el principio, dos planos: el referencial y el paragramático / paratextual. Esa división no ha obedecido solamente a necesidades analíticas; creemos que el poemario la ofrece, paradójicamente, para marcar una analogía y, desde ella, expandir la productividad lírica a espacios no habituales de significación.
En concreto, estaríamos ante la comparación de dos viajes: el que “Moore” realiza por la Patagonia, eligiendo detalles atípicos, proyectando su interior sobre el entorno; y el que emprende a través de un paisaje lírico, apelando también a la apropiación y la proyección. Ese paralelo de itinerarios no es ajeno al trabajo de diferenciación, ya comentado, que se hace en cuanto a la división de niveles. La constante, si puede haberla en un entramado tan complejo, es siempre romper con el itinerario tradicional, ya sea respecto de las referencias como de las estructuras, ya se trate de eludir el verticalismo de las poéticas escalafonaria como las convenciones del minimalismo psicologista.
En un mundo utópico, no ya Humpty Dumpty sino, a lo mejor, el Sombrerero Loco, podría satisfacer la inconformidad de la Alicia de turno con una tercera variante: “My way as the highway”. Tal vez este poemario aproxime una respuesta análoga al lector consecuente.
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