lunes, 28 de septiembre de 2020

Horacio Spinetto: Las Mesas de Ramón Gómez de la Serna

 


Las Mesas de Ramón, es un libro de Horacio Spinetto, recientemente publicado por Luciano Calude Producciones. Se trata de una singular aproximación a Ramón Gómez de la Serna a través de "sus" mesas desde diferentes ángulos. Las mesas de dos notables cuadros donde aparece Ramón retratado por Diego Rivera y por José Gutiérrez Solana. La mesa de Ramón en su casa porteña pintada por Spinetto. Además de varias de sus greguerías con referencias a mesas, como también mesas dibujadas por Ramón en varios de sus escritos, y algunas otras cuestiones al respecto, van preparando el camino para llegar a la parte sustancial del trabajo. Y llegamos a la presentación de un trabajo, hasta ahora inédito de Gómez de la Serna: "El futuro cuadro de Zuloaga", donde varios personajes ilustres se ubican alrededor de la mesa del "Grupo de la España Nueva"


Horacio J. Spinetto (Buenos Aires, 1950). Conocido como Pancho por amigos y familiares. Artista plástico. Arquitecto (UBA). Museólogo (ENM). Investigador Urbano.

Entre 1985 y 1996, docente en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo  (UBA), en las materias Introducción a la Arquitectura Contemporánea; Historia III y Morfología.

1986-2018, Profesor en la Fundación Artes Visuales (dirigida por Hermenegildo Sábat), en los cursos de Diseño Gráfico; Dibujo con modelo vivo, y Dibujo y Pintura para niños y adolescentes. 2010 a la fecha, Profesor invitado al Posgrado de Gestión Cultural, patrimonio y turismo sustentable, de la Fundación Ortega y Gasset (FOGA), Buenos Aires, en la materia Patrimonio Intangible. 2018 a la fecha, dirige el Taller de dibujo y pintura: Poesía y pinceles.

Fue declarado Historiador de la Ciudad de Buenos Aires 2005, por la Legislatura porteña. Es Académico titular de la Academia Nacional del Tango.

Autor de los libros: “Guía de Murales de Buenos Aires”, “Cafés Notables de Buenos Aires” I y II, “Cafés y Tango en las dos orillas” (con Mario Delgado Aparaín), “Librerías de valor patrimonial” (con Esteban Moore), “Pizzerías de valor patrimonial (con Esteban Moore), “Heladerías de Buenos Aires”, “La Palabra esencial, Antonio Porchia y sus Voces” (varios autores), y “Casco Histórico de Buenos Aires” (varios autores), entre otros.

Colaborador en la revista “Todo es Historia” (creada por Félix Luna), con su sección mensual Redescubriendo Buenos Aires, desde 1994. Colaborador de las revistas “Summa +”, “Barzón”, “Tipográfica”, “Tres Puntos”, “Sección Aurea”, “El Jabalí”, etc.

Realizó más de treinta exposiciones individuales de sus pinturas y dibujos en Buenos Aires y en distintas ciudades argentinas y del extranjero. 


 

jueves, 24 de septiembre de 2020

SANTIAGO SYLVESTER: SOBRE LA FORMA POÉTICA

 









                                                            













                                                          No soy más que un aficionado, un simple curioso, y tengo prisa.

                                                                                                            Abate Henri Bremond


No hay placer en ver siempre lo mismo en arte, ni es posible buscar sorpresas donde ya todo es conocido; tal vez por eso la forma poética encuentra un sentido en la mutación y cada tanto propone versos todavía extraños al oído: la forma está en tránsito, esto es precisamente lo que ella misma revela. No viene a traer seguridad o consuelo, no es éste su propósito, sino casi lo contrario. Nos tiene en vilo, apostando a renacer y a modificarse; si cambia el contexto, ella lo acompaña, modifica el lenguaje, abandona palabras y expresiones, e incorpora otras; altera el ritmo, la secuencia, la prosodia, expresando siempre la sensibilidad de cada época. 

      Toda época se expresa a través de la forma, por lo que hay una toma de conciencia que integra la construcción poética: una tarea de la forma consiste en dar un paso más. 

      Interesa entonces recordar que no tiene una única historia. En Occidente sus características son distintas que en Oriente, y responden a otra sensibilidad. Y sin salir de Occidente, tampoco es la misma en todas partes: hay versiones en el ámbito de una misma lengua y a veces dentro de un mismo país. La variedad es un hecho, aun contando con la globalización, la transferencia de conocimiento, de noticias, y la velocidad de todo. 

Que hay culturas distintas es una evidencia; y que hay consecuencias también distintas es otra. La poesía rebasa una única historia, aun cuando intentemos, como en este trabajo, enunciar momentos clave de su evolución, con pie inevitable en Argentina, y lo hagamos con cierta arbitrariedad como pasa siempre que hacemos una selección; además de mostrar que toda novedad tuvo que abrirse camino, que muchas veces fue resistida, y que debió imponerse para sobrevivir.


I- POR EJEMPLO, HOMERO

La pregunta acerca de cómo definir un clásico ha recibido respuestas que, sin embargo, no agotan la cuestión. Ítalo Calvino, en Por qué leer los clásicos, enumera catorce razones que fundan la necesidad (la conveniencia, la alegría) de volver a donde la humanidad ha vuelto siempre. 

        Un aspecto señalado por Calvino, que me interesa subrayar, es que un clásico es alguien que sigue hablando después de haber hablado; alguien que no quedó mudo después de la extenuante tarea de haber hablado durante años, o siglos, en lenguas diferentes y para gente distinta. El clásico sigue hablando y, lo que es complementario, cada época sigue escuchándolo, como corresponde a un mensaje destinado a durar. 

         Kant aporta otro concepto cuando dice que “en filosofía no hay autores clásicos”; cambia el sentido de la palabra clásico, y nos permite remedar que en poesía tampoco hay poeta clásico: o sigue vigente su mensaje, o sencillamente no tendrá mucho interés. Un clásico entendido como tal, con pedestal incluido, suele ser un obstáculo: no ayuda mucho sino que institucionaliza la palabra. Dejo de lado la idea en uso de “lo canónico” porque me gusta menos: un canon apuesta por lo inmutable, por lo que no se puede discutir, por lo tautológicamente canonizado, y esto no es cierto en literatura. Si la idea de clásico propende al monumento, la de canon tiende al dogma. Podríamos decir, entonces, que no existe poeta clásico en el sentido de que siempre está interferido por la actualidad, por la avalancha de modificaciones con las que tiene que medirse y salir airoso: un poeta, de cualquier período histórico, no puede encerrarse en sí mismo para sobrevivir, tiene que confrontarse con las épocas sucesivas, hasta llegar a la nuestra. Concebida así, la antigüedad no está reservada sólo como materia de estudio o trabajo de anticuario; aunque no descarto la opinión que describe a un clásico como el que fue transformado en monumento y precisamente por eso ya no se lee. Es una versión algo cínica, pero señala una dirección frecuente. Siempre he tenido, al respecto, la intención secreta e imposible de investigar cuántos poetas, cuántos profesores (no sólo alumnos) de las facultades de letras del país, han leído de verdad el Quijote de la Mancha. Pero dejo de lado esta disquisición porque, como diría Pavese, lastima más de lo necesario. 

La idea del clásico que sigue hablando después de haber hablado sirve para indagar de qué modo poemas fundadores de Occidente, como la Ilíada y la Odisea (escritos, para abreviar, por Homero: haya sido éste singular o plural, haya vivido en un siglo o en varios), fueron armados por épocas distintas hasta conseguir a través de un tiempo bastante largo la versión definitiva. Definitiva, si se puede hablar así.

Durante los primeros siglos de vida estos poemas fueron considerados, además de poemas, libros de historia. Por algo se ha dicho que ambos son la autobiografía del pueblo griego en una época ya mítica; y sus luchas, afrentas, amores y venganzas llegaban con la convicción de que las cosas habían sucedido así, en algún tiempo y en ese lugar. Fue entendido así hasta que el punto de vista cambió; y este cambio, el paso de historia, o narración de hechos históricos, a ser sobre todo poema, fue el primero que les tocó. No sucedió de golpe, sino paulatinamente, y no de una sóla vez para todos los griegos, sino que se dio, como siempre, una convivencia entre creyentes y descreídos, entre los que suponían que esos hechos protagonizados por héroes y dioses eran parte de la historia, tal vez también de una historia sagrada, y los que postularon otras creencias, como Heráclito, Sócrates o Aristóteles. Con ser un paso enorme, no fue el único. 

      Se calcula que estos textos fueron compuestos y ordenados entre los siglos XII y VIII antes de Cristo, con el destino inevitable de tener transmisión oral. Así fue hasta que, se supone, Pisístrato dispuso en el siglo VI a.C., uno antes que el de Pericles, recogerlos en una edición “oficial”. Aquella transcripción sirvió para que la composición de ambos tuviera pocas variantes desde entonces. Pero aun así hay que señalar otro cambio sustancial, ocurrido en el siglo III a.C., cuando se dividieron en cantos esos largos poemas que, hasta entonces, habían sido tratados como un único bloque, una larga caída libre de cerca de 28.000 versos. A partir de esas divisiones, ya quedaron estructurados como nos han llegado hasta hoy.

      Pero todavía se puede anotar otra modificación notable, ya no referida a los poemas sino a la lengua en que fueron escritos. No se trataba de una lengua fija sino de un conglomerado de diversos dialectos griegos, elegidos por el atendible motivo de que convenía: conveniencia métrica y estilística.  Dicho de otro modo, era una “combinación artificial” de rasgos que, sumados, terminaron consiguiendo un doble acierto: el primero, que sigamos leyendo aquellas obras, sin que hayan perdido intensidad ni gracia; y el segundo, que esa lengua inexistente por entonces (o con existencia deshilachada) exista desde hace siglos por la fuerza de aquellos poemas. Su poder constructor puede verse en varias direcciones, incluso en la invención de un idioma, que hasta hoy se trata y estudia como griego antiguo.

      Carlos García Gual da cuenta de las traducciones españolas de los poemas homéricos: una sorpresa es saber que no hay ninguna previa a mediados del siglo XVI. Había traducciones al latín, pero no a la lengua llana; y fue Gonzalo Pérez, Secretario de Estado de Felipe II, el que primero vertió la Odisea a endecasílabos blancos, publicada incompleta en 1550 y en versión íntegra en 1556. La Ilíada tuvo que esperar más, hasta el siglo XVIII, cuando Ignacio García Malo la tradujo en 1788, una versión que según García Gual fue rápidamente superada por la de Gómez Hermosilla, de 1830. 

      Tiene gracia el comentario desencantado de Juan Valera, a fines del siglo XIX, al comprobar que sus contemporáneos despreciaban a los clásicos: “Los más atrevidos se van derecho contra el autor (mientras otros acusan al traductor) y decretan que Homero es soporífero; que en la edad bárbara en que vivió, tal vez gustaría; pero que ahora no hay quien lo aguante, y que ni los mismos que lo encomian lo leen, sino que aprenden lo más sustancial de lo que dice algún compendio o manual de historia de la literatura, y suponen que lo han leído y hasta se han encantado leyéndolo, para darse tono y lustre de discretos y profundos”. Parece que tenía razón José Bergamín cuando, en una entrevista que le hice hace años, explicaba que no es cierto aquello de que “cualquiere tiempo passado/ fue mejor”, sino que todo pasado es mejor, porque entonces, cuando fue, era como siempre. Lo que queda en pie son los poemas, listos para ser usados por el que los merezca; y es interesante comprobar que son ejemplo claro de cómo el tiempo actúa sobre un producto que se suponía concluido. No lo estaba. Todavía faltaban etapas que iban a adecuar sentido y forma, tal como los conocemos hoy en todas las lenguas del planeta, con introducciones y notas a pie de página.







lunes, 21 de septiembre de 2020

Carlos Guido y Spano: Trova

























He nacido en Buenos Aires

¡Qué me importan los desaires

con que me trate la suerte!

Argentino hasta la muerte

He nacido en Buenos Aires.


Tierra no hay como la mía;

ni Dios otra inventaría

que más bella y noble fuera

¡Viva el sol de mi bandera!

tierra no hay como la mía.


Hasta el aire aquí es sabroso;

nace el hombre alegre, brioso,

y las mujeres son lindas

como en el árbol las guindas:

hasta el aire aquí es sabroso.


¡Oh Buenos Aires mi cuna!

¡De mi noche amparo y luna!

Aunque en placeres desbordes,

oye estos dulces acordes

¡Oh Buenos Airres mi cuna!


Panal de amor encendido,

borda el cielo tu vestido

de rosas y rayos de oro:

eres del mundo tesoro,

fanal de amor encendido.


¿Quién al verte no te admira

y al dejarte no suspira

por retornar a tus playas?

Deidad de las fiestas mayas

¿Quién al verte no te admira?


De tus glorias que otros canten,

y á las nubes te levanten

entre palmas y trofeos.

Yo no asisto a esos torneos:

de tus glorias que otros canten.


Tu esplendor diré tan solo,

si no ya del viejo Apolo

con la lira acorde y fina,

en mi guitarra argentina

tu esplendor diré tan solo.


Voluptuosa te perfumas

de junquillos y arirumas;

cuando te adornas y encintas,

en las auras de tus quintas

voluptuosa te perfumas.


Goza del Plata al arrullo

llena de garbo y orgullo,

criolla sin par, blasonante

de tu destino brillante,

goza del Plata al arrullo.


Triunfa, baila, canta, ríe;

la fortuna te sonríe,

eres libre, eres hermosa;

entre sueños color rosa,

triunfa, baila, canta, ríe.


¡Cuántos medran a tu sombra!

tu campiña es verde alfombra,

tus astros vivos topacios;

habitando tus palacios

¡Cuántos medran a tu sombra!


Bajo de un humilde techo

vivo en tanto satisfecho

bendiciendo tu hermosura,

que bien cabe la ventura

bajo de un humilde techo.


La riqueza no es la dicha;

si perdí la última ficha

al azar de  la existencia,

saque en limpio esta sentencia:

La riqueza no es la dicha.


Ne nacido en Buenos Aires

¡Qué me importan los desaires

con que me trate la suerte!

Argentino hasta la muerte

He nacido en Buenos Aires.


Carlos Guido y Spano ( Buenos Aires, 1827-1918).






 

viernes, 11 de septiembre de 2020

Eduardo Cormick: Cruz y Fierro


























Salieron de la iglesia con un tímido resplandor entre nubes, por el este. Había sido una misa breve: un cura oficiando de frente al altar ofrecía su espalda cargada de ornamentos a los dos feligreses que atendían en silencio el curso de la ceremonia. Después de decir las últimas palabras en latín como imponía el rito, el cura hizo una breve inclinación y giró a su izquierda, para buscar la puerta de la sacristía. 
Se sorprendió al verlos, no porque fueran ellos, a quienes no conocía; le sorprendió el solo hecho de ver a alguien en la iglesia a esa hora de la mañana. El cura hizo un gesto que podía ser un saludo y siguió su marcha. Los feligreses, dos hombres de unos cincuenta años, con ropas de ferroviarios, recorrieron callados la breve nave central del templo y se detuvieron un instante; se miraron como buscando alguna certeza. Uno era apenas más alto que su compañero, y tal vez un poco más corpulento; tenía cabello rubio. El otro tenía el pelo más oscuro. 

Una vez fuera de la iglesia, apenas apoyados en el muro para protegerse de la suave intemperie de ese amanecer, uno dijo —Esto no tiene goyete. Lo mejor será que me entregue a la policía. 

 —No tenés por qué hacerlo. Estarías pagando por el berretín pendenciero de otro. —No sé por qué me buscó pelea. No sé por qué no escuchó cuando le dije que siguiera con sus cosas, que no se metiera conmigo. Detuvieron el paso en la esquina. Uno sacó el paquete de cigarrillos Clifton y convidó al otro.

 —Si yo terminaba de cenar y me iba a dormir, y esta mañana ya estaría llevando el tren a Mendoza. El que escuchaba buscó en el bolsillo de su mameluco hasta encontrar fósforos. Protegió con su mano la llama que crecía y la acercó, primero a un cigarrillo, después al otro.

 —Él se hubiera olvidado de mí, y yo de él, y los dos estaríamos vivos. Caminaron unas cuadras por las veredas de Santos Lugares, en silencio. Las luces de los primeros vecinos madrugadores se filtraba por las celosías de algunas casas. Entraron al taller de Alianza y se presentaron, como cualquier día, como cualquier ferroviario. —Parece que no le gustaba perder. 

 —Pero le gustaba jugar. No encontró a nadie en el boliche para jugar a las cartas, y me vino a engrampar a mí. Primero quiso jugar por el plato de comida. Perdió. Después quiso jugar por plata. Yo no tenía más que para pagar lo que comí. Él ni para eso. Uno tomaría en Retiro el mando de la locomotora del tren a Mendoza. El otro pasaría como uno más en el montón, como cualquiera de los muchachos que aprovechaban el tren para regresar a su pueblo. Antes, se demoraron unos minutos en la Oficina de Movimiento. El que iba a conducir pidió el teléfono prestado. 

—Pagué lo mío y me fui—siguió contando cuando estaban en la locomotora, que se movía lenta en la salida de Retiro. 

— Era tarde, estaba cansado después del día de trabajo, y no lo quería terminar mal, más pensando que hoy tomaba el servicio temprano. Caminaba con su saco ferroviario colgado del hombro, enganchado con el pulgar. —Me lo topé ahí mismo, en la puerta de la iglesia. Buscó pasar, pero le cerró el camino. La suerte quiso que quedara así, con su espalda contra la pared. 

 — Entonces adiviné el brillo de su cuchillo al salir del cinturón. Antes de morir, pensé, te mato. Agitó el saco y, como poncho, lo enrolló en el brazo izquierdo, para tantear el cabo de su cuchillo con la derecha. Sorprendido, el atacante dudó. 

 —Y así, sin más, lo despené contra el escalón de la iglesia. Las calles y barrios de la enorme ciudad se desdibujaron y el tren comenzó a atravesar los campos grises, con manchones de novillos y ovejas pastando. 

 —Te bajás en O’Higgins — dijo el que manejaba. 

 —En O’Higgins no hay parada. Este para en Chacabuco y después sigue hasta Junín.

 —Hoy para en O’Higgins. Te van a estar esperando. Te vas al campo y te quedás tranquilo unos días. El domingo, que lo tengo franco, te voy a visitar y nos vamos a cazar. 

 —Si no, podemos ir a pescar. ¿Cómo se llama el arroyo ese que está cerca? —Está bien, nos vamos en el sulky hasta el arroyo. Saladillo de la Vuelta, se llama. Si en el camino vemos alguna liebre, o perdiz, probamos unos tiros. — Mucho nombre para un arroyo tan chiquito. 

 —Cierto. El nombre es más largo que el arroyo. Al salir de Chacabuco, el tren avanzó hacia el oeste, de frente a una negra pared de nubes quebrada por los relámpagos, y disminuyó la marcha al entrar a la estación O’Higgins. A través de la lluvia sacudida por el viento, los dos advirtieron el andén desolado y detrás, bajo los sauces, el camión. 

— Ahí está Siracusa, esperándote. Él te va a llevar hasta el boliche. De ahí podés seguir caminando. —Sí, es cerca. 

 —No llega a media legua. Se saludaron con un apretón de manos. 

—Una última cosa antes de irte: dame tu cuchillo; llevate el mío. Llevá los Clifton, también. Yo compro en Junín. Se apeó de la locomotora con el bolso al hombro y atravesó el andén con paso ligero para escapar de la lluvia. Montó al camión y mientras saludaba al conductor, el tren se puso otra vez en marcha con un bramido ronco, para completar el tramo programado, Retiro 

– Mendoza. No importa cuál de los dos estaba en el camión, y cuál en la locomotora. El que lo precisara, sabía que podía contar con el otro. Un relámpago iluminó la huella anegada frente al camión. Siracusa puso primera y partieron. Su acompañante se ajustó el sombrero sobre su cabello oscuro, o rubio. 

 Esta historia ya ocurrió una vez, y tal vez mil. Pudo suceder así, o de modo parecido.  

Eduardo Cormick (Junín , Buenos Aires, 1956) Novelista y narrador. Ha publicado: Almacén y despacho de bebidas El Alba (1992), novela, premio de Secretaría de Cultura de la Nación en la categoría Iniciación en Novela. Quema su memoria (2004) novela sobre Guillermo Brown, premio Novela Corta, Fundación El Libro ; El primer viaje (2010), novela. Dos libros de relatos Entre gringos y criollos (2006) y Hasta que aclare (2017).

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Djami Sezostre: poemas





















 




 

América

 

Yo también soy eso, thank you

La basura del mundo.

 

Yo también soy eso, thank you

El huso del mundo.

 

Yo también soy eso, thank you

El basurero de la basura del mundo

 

Yo también soy eso, thank you

La confusión del huso del mundo

 

Un basurero que apesta

Hecho bos-

 

Una confusión que apesta

Hecha bos-

 

…tá!

¡Está!

 

Entendí, yo no puedo hablar. Ay ay

 

No, thank you.

 

[Poema de Zut (2016), p. 47.]

 

 

Aire

 

Fui al jardín de tu corazón

Y pedí ‘agua’ no para sedar

Mi sed ancestral

 

Fui al jardín de tu corazón

Y pedí ‘amor’ no para saciar

Mi sed ancestral

 

Fui al jardín de tu cuerpo

Y pedí ‘agua’ y ‘amor’ no para

Mi sed ancestral

 

Fui al meollo de tu cuerpo

Y pedí ‘alma’ para el hambre

De mi sed ancestral

 

Fui al mundo de tu cuerpo

Y hallé ‘agua’, ‘amor, ‘agua’, ‘alma’

Y nací verbo

 

Es ‘agua’ ‘amor’ ‘agua’ ‘alma’

 

[Poema de Cavalo & Catarse (2016), p. 141.]

 

 

Catequesis

 

Vamos a reunir a los fieles, pero a los infieles también.

Vamos a reunir a los infieles, pero a los fieles también.

 

Inclusive, Señoras y Señores, a aquellos que traicionaron

A las madres y dejaron a los pobres en las calles de la amargura.

Inclusive, Señoras y Señores, a aquellos que comieron

A las hermanas y dejaron a los pobres en las calles de la amargura.

 

Vamos a reunir a los fieles, vamos a reunir, vamos.

Los creyentes o no. Los incrédulos o no. Las vírgenes

O no. A las lésbicas o no. A los millonarios o no.

A los miserables o no. A los negros. A los blancos. O no.

O no. Hermafroditas o no. Africanos o no.

Latinos o no. Europeos azules. Europeos verdes. O

No. O no. Americanos burros. O no. Bestias o

No. Gente de cualquier tipo sirve para la Congregación.

 

¡Jesús está vivo!

 

Vamos a reunir a los idiotas, inteligentes o no. Y

Vamos a pasar las próximas vacaciones en Punta Cana…

 

[De O pênis do Espírito Santo (2018), pp. 66-67.]

 

 

Auauau [Uivouivouivo*]

 

Estar, digo, yo mismo estar conmigo,

No es fácil, estar conmigo requiere pa

Ciencia y yo siquiera tengo paciencia

Conmigo mismo, por lo tanto, estar con

migo** es no estar con nadie.

 

Con frecuencia, para mi alivio

Y el alivio de mis sentidos, yo,

Al final, estoy conmigo, pero realmente

Nunca estoy conmigo, sospecho hasta

Que jamás estuve conmigo, mismo

 

Cuando yo vivía antes de estar a

Sí, definitivamente conmigo, para

Siempre conmigo, cerca o lejos,

Maravilla de infierno que es verde

Como un cachorro, auauau

 

 

[* Uivo: aullido.

** Juego de palabras en su idioma original: migo es una forma popular de amigo en portugués.]

[De Cão Raiva (2019), p. 83.]

 

 

Madreselva

 

El sapo croador croa

 

El hermano croador croa

Hecho liana croa

La friega del desgaste croa

 

El sapo croador croa

 

La hermana croadora croa

Hecha liana croa

La friega del desgaste croa

 

El croador contra ella croa

La croadora contra él croa

 

El sapo croador croa

 

Nació la hija croadora

Salvaje como croadora

Nuevita croadora

 

La madreselva silva

 

[De Óbvio oblongo (2019), p. 71.]

 

Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2020.

Material enviado por Edson Cruz, poeta y editor del sitio web “Musa Rara” (www.musarara.com.br).

 

Djami Sezostre (1971), nacido en Rio Paranaíba, Triângulo, Minas Gerais, es creador de Poesia Biossonora y de Ecoperformance. Autor de los libros: Lágrimas & Orgasmos, Águas Selvagens, Dissonâncias, Moinho de Flechas, Cilada, Solo de Colibri, Çeiva, Pardal de Rapina, Anu, Arranjos de Pássaros e Flores, Cachaprego, Estilhaços no Lago de Púrpura, Yguarani, Silvaredo, Z a Zero, Eu Te Amo, Onze Mil Virgens, O Menino da sua Mãe, Zut, Cavalo & Catarse, Salmos Verdes, O pênis do Espírito Santo, Cão Raiva, Óbvio Oblongo, O pássaro zero.

 

lunes, 7 de septiembre de 2020

Sebastíán Jorgi: EL ASCENSOR

Sebastían Jorgi

 









 

 




                                                                                       a Olga Ferrari

 

Quedó tendida en la cama, desmayada por el puñetazo del ladrón. Éste, lo único que quería era el anillo, una joya valiosa. Se lo sacó del dedo  mayor de un tirón. El gesto de Delia, aún sin sentido, fue ilustrativo del dolor. El tipo sonrió de satisfacción.

    Se habían conocido unos días antes en un bar. La había seducido como a las otras. Apretó en su mano izquierda el anillo. Entendía de joyas y sabía su  valor.

    Cerró la puerta del departamento de Delia y se fue, raudamente, hacia el ascensor. “Habiendo escaleras, el consorcio no se responsabiliza por cualquier accidente. En caso de incendio, use la escalera”, advertía un cartelito pegado a un costado del aparato.

   Llamó y el ascensor llegó enseguida, como si lo estuviera esperando. Entró y apretó el botón de la planta baja. Volvió a sonreír, con cara de triunfo. Había dado otro buen golpe.

  El ascensor se movió, pero hacia arriba.

  Alguien—pensó—lo había llamado desde uno de los pisos altos. Al notar que aumentaba en una inusitada velocidad, se alarmó e intentó pararlo. Los botones no respondían. De golpe vio que el anillo, que aún atesoraba apretado en su mano izquierda, voló hacia arriba. Volvió a apretar el botón PB de para bajar, desesperado. El ascensor siguió subiendo. Y no paraba en ningún piso. Se le ocurrió pensar que algo no andaba bien con la ley de gravedad.

   El ladrón supo cuál era la última parada cuando vio una llamarada roja en el techo que crecía y crecía. Que inexorablemente, crecía.

 Sebastían Jorgi (Lanús, Buenos Aires, 1942) Novelista, cuentista, dramaturgo, ensayista, poeta, letrista, investigador y docente. Ha ejercido el periodismo deportivo y cultural en los medios más importantes del país. En 2011 se publicaron sus cuentos completos: Por Todo el Camino.

Su obra ha sido distinguida en varias oportunidades con los premios: Eduardo Mallea (Municipalidad de Buenos Aires), PEN Club (Argentina), Villajoyosa (Alicante, España), Iberoamericano  Javiera Carrera (Chile), entre otros reconocimientos.

                                                                            

martes, 1 de septiembre de 2020

Miguel Ángel Real: Poemas

 


















 

 

1

 

Se adentra el hombre como siempre

en la guarida de la luz

y no sabe si al fondo

el definitivo brillo

es azote o azogue.

 

 

 

4

 

Me miro en el reflejo de un escaparate.

De la sonrisa, un rictus de quijada

es todo lo que queda.

Las cosas que decía se revuelven

en un apacible basurero

al abrigo de vientos.

Mientras tanto, el asfalto bebe

las lluvias esperadas.

 

 

5

 

Con la mirada puesta en las huellas

me convierto en un especialista de la arena,

evito los charcos y las algas putrefactas

y dejo de lado nuestras sombras;

ignoro el correcto apelativo de las nubes

y desprecio el azul, a sabiendas

que los recuerdos se apelmazan

porque le niego la luz a tus perfiles.

 

 

11

 

Prescindes de las miradas que son solo artificio,

acudes a la voz de la que cuelgan los consuelos,

desdibujas colinas si no las piensas suaves,

observas, receloso, los escritos ajenos

porque hay siempre sorpresas

ocultas tras la física.

 

 

13

 

Irradias.

Pero la palabra no es justa

pues solo sé describirte en una cámara oscura,

con los vértices del revés y tu sonrisa muerta:

alcanzas lo que yo fui al saber mirarme,

modelo perfecto -sabiamente extático-

de un pintor daltónico.

 

 

14

 

¿Qué reflejo tiene la noche?

¿Sobre qué superficie?

Y aún así soy capaz de saberte.

 

 

15

 

Un brillo en el día: tinta.
Y en su fugacidad, mi tortura.

Los días son largos y solamente imagino

sobrevivir en los trazos y en los espejos rotos:

sentido que busco porque tú me lo pides,

porque el pasado tiene un sentido de senda

y la pluma solamente obedece a la sed de palabras.

 

 

16

 

No hay umbral porque mi retrato no importa.
Paso a paso descubro la importancia de las perspectivas

y prefiero los jardines sin laberintos ni puertas;

yo debo borrarme ante aquellos que quise

pues me miraron y me dieron forma.

 

 

17

Sobre el silencio,

nubes

que son pozos,

pero más libres.

 

 

 Poemas inéditos del proyecto “Variaciones sobre los reflejos”

 

 

Miguel Ángel Real ( Valladolid , España, 1965) Poeta, traductor y licenciado en filología. Es catedrático de español en el Lycée de Cornouaille de Quimper (Bretaña). Integra el equipo de redacción de CRÁTERA como Delegado de la revista en Francia.  Algunos de sus poemas en español han sido publicados en las revistas La Galla Ciencia, EL Coloquio de los Perros, Fábula y Saigón (España) en Letralia (Venezuela, incluyendo una participación en “Papeles de la pandemia”, antología digital) Santa Rabia (Perú) y en las publicaciones mexicanas Marabunta, El Humo y La Piraña, así como en la antología de poesía breve “Gotas y hachazos” de la editorial PÁRAMO (España, diciembre de 2017) y en las revistas francesas “Le Capital des Mots”, “Festival Permanent des mots” “Lichen”, “La terrasse”, “Revue Méninge”, “Touroum Bouroum”, “Météor” y “Recours au poème” poseen algunos de mis poemas en francés, originales o traducidos del español. Ha publicado los poemarios “Zoologías” (Editorial en Huida, Sevilla), en marzo de 2019 y Como dados redondos / Comme un dé rond (Editions Sémaphore, Francia), noviembre de 2019, edición bilingüe). Como traductor de poesía contemporánea en francés y español, ha traducido a más de cien autores en diversas revistas en Francia, España y América (Passage d’encres, Le Capital des Mots, Mange Monde, Recours au Poème, La Galla Ciencia, Crátera, El Coloquio de los Perros, Low-Fi Ardentia (Puerto Rico) o La Piraña (México). En esta última revista es director de las secciones “Le Piranha transocéanique” y “Ventana francesa”.

Traducciones publicadas :

- “Fauves” (Editorial Corps Puce, Francia), poemas del autor ecuatoriano RAMIRO OVIEDO (Trabajo conjunto con Marceau Vasseur, diciembre de 2017)

- “Erratiques”, poemas de ANGÈLE CASANOVA, fotos de PHILIPPE MARTIN. Edición bilingüe. Editorial Pourquoi Viens-Tu Si Tard, Francia, octubre de 2018

- “Les travaux de la nuit”, de PAUL SANDA. Edición bilingüe. Editorial Alcyone, Francia (diciembre de 2018)

 

 

Mario Meléndez: Poemas

 









 

 

 

















Guacolda

 

Hembra continental vestida para un viaje sin palabras

la sombra del espejo donde mueren las miradas

se parece a ti

tiene las mismas grietas esparcidas en un mar amargo

la misma historia adolorida en el balcón

donde la raza asoma

 

Oye a los jinetes adherirse al gran imán de los recuerdos

siente a la manada desgarrar las armaduras de los dioses

huele al primogénito del viento galopar de noche

mientras sangran a lo lejos las encías

y la muerte entra en la herida de la muerte

deshuesando el bien y el mal

 

Sube en el latido del cultrún

hasta donde el cóndor sacude su cabellera intratable

su túnica de plumas ancestrales

su vuelo matrimonial de alas sonámbulas

 

Y baila

baila junto a los hijos que no vendrán a consolarte

baila entre los guerreros que degollará el olvido

baila con tu pueblo el rito de la flecha sudorosa

el rito de la flecha sin piedad

el rito de la flecha sin sonrisa

el rito de la flecha humedecida

por el llanto de las calaveras

por el llanto de los coihues

y de los sueños castrados

 

Y aún así

cuando la sangre mueva los pies

para hablar con los espíritus

y tú la veas venir hacia tu propia sangre

hacia tu propio pie

hacia tu propio origen

cuando el musgo tape las sobras

de la gran ira de Arauco

y los pájaros queden con la servilleta puesta

malhumorados por no haber llegado antes

cuando los ríos se ahoguen de ardor

y el queltehue amontone los gestos

del último de los caídos

lucha

lucha para que el pan se desmigue en tu mesa

lucha para que el maíz recupere su orgullo

lucha para que la flecha sonría de nuevo

para que el ciervo te enseñe a beber

para que el miedo no roa tu alma

 

Lucha hasta que el luto anestesie tu edad

porque estás destinada a hacerte llaga

y en ti mamarán las estrellas

 

 

Más allá de la guitarra

 

a Víctor Jara

 

Más allá de la guitarra

están las manos separadas de la patria

un sonido de alas que arde

y quema mis zapatos

una invitación a orinar sobre la tierra

con la semilla pura del canto

Más allá de la guitarra

la sangre dibuja una música violenta

y la cabeza del cantor se llena de agujeros

y de besos con olor a muerte

Más allá de la guitarra

los caminos lloran

la lluvia llora y cae de rodillas

porque el hijo de la tierra

no completará sus pasos

Más allá de la guitarra

más allá del estallido

que apagó los corazones

más allá de este poema

y con la herida inolvidable

de un tiempo inolvidable

los ojos buscan a Víctor

más allá de la guitarra

y de la patria

 

 

 

Abrígate, Gladys

 

a Gladys Marín

 

Abrígate, Gladys

que la muerte tiene los pies helados

y una lágrima en la sien

No bastarán tus rojos huesos para este viaje

ni la saliva de tu corazón

Date trato

que hay lombrices añorando tus entrañas

tus axilas luminosas

tus rodillas que adivinan el país de los enanos

Ve despacio

no te olvides de marchar entre las tumbas

no te canses

y ojo con las hormigas que te deprimen

con aquéllas que presienten tu color desde lejos

tu color sin maquillaje, tus encías de viento

tu cabello enjaulado que crece cuando ríes

compañera de las horas golpeadas

todo vale en esta noche sin orillas

donde la eternidad pasa descalza entre tus muertos

y tiene hambre de abrazarte

porque sabe que tus gestos resucitan

y se echan a volar sin despedirse

y se pierden en la patria de los sueños

y ya no vuelven

Qué harás ahora sin ti

sin tu esqueleto de pan mojado    

sin tus pechos que ladran de orgullo

sin tus sábanas heridas

ahora que la ausencia se desviste para otros

qué harás bajo la tierra sin conocer a nadie

Abrígate, Gladys

y amarra bien tus cenizas por si te arrepientes

 

 

 

La playa de los pobres

 

               1

 

Los pobres veranean en un mar

que sólo ellos conocen

Allí instalan sus carpas

hechas de mimbre y celofán

y luego bajan a la orilla

para ver la llegada de los botes

curtidos de adioses

En la playa

la miseria se broncea boca abajo

el hambre toma sol en una roca

los niños hacen mediaguas en la arena

y las muchachas se pasean

con sus bikinis pasados de moda

Ellas tienden sus toallas de papel

y se recuestan a mirar el reventar de las olas

que les recuerda la forma de un pan

o una cebolla

Mar adentro nadan los sueños

Y ellas ven al vendedor de helados

acariciando sus pechos

o a ellas mismas en un viaje hacia la espuma

del que regresan con vestidos nuevos

y una sonrisa en el alma

 

 

               2

 

Los pobres veranean en un mar

que sólo ellos conocen

Y cuando cae la tarde

y el horizonte se desviste frente a ellos

y las gaviotas se desclavan del aire

para volver a casa

y el crepúsculo es una olla común

llena de peces y colores

ellos encienden sus fogatas en la arena

y comienzan a cantar y a reír

y a respirar la breve historia de sus nombres

y beben vino y cerveza

y se emborrachan

abrazados a sus mejores recuerdos

Mar adentro nadan los sueños

Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela

cargando libros y zapatos y juguetes

o a ellos mismos regresando del trabajo

con los bolsillos hinchados

y con un beso pintado en el alma

Y mientras ellos sueñan

el hambre apaga sus fogatas

y se echa a correr desnuda por la playa

con los huesos llenos de lágrimas

 

 

 

Llévame

 

Llévame hacia el sur

de tus caderas

donde la humedad

envuelve los árboles

que brotan de tu cuerpo

Llévame a la tierra profunda

que asoma entre tus piernas

a ese pequeño norte de tus senos

Llévame al desierto frío

que amenaza tu boca

al desterrado oasis de tu ombligo

Llévame al oeste de aquellos pies

que fueron míos

de aquellas manos que encerraron

el mar y las montañas

Llévame a otros pueblos

con el primer beso

a la región interminable

de lengua y flores

a ese camino genital

a ese río de ceniza que derramas

Llévame a todas partes, amor

y a todas partes conduce mis dedos

como si tú fueras la patria

y yo, tu único habitante

 

 

Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel, La muerte tiene los días contados, Esperando a Perec y El mago de la soledad. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. Parte de su obra se encuentra traducida a diversos idiomas. Durante algunos años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Durante el periodo 2014-2016 dirige para la editorial Raffaelli de Rímini dos colecciones de poesía latinoamericana traducidas al italiano. Una selección de su obra apareció en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Al inicio de 2015 es incluido en la antología El canon abierto. Última poesía en español (Visor, España). En 2017 algunos de sus poemas aparecen traducidos al inglés en la mítica revista Poetry Magazine de Chicago. A partir de 2018 trabaja como editor general de la Fundación Vicente Huidobro.