miércoles, 26 de septiembre de 2018

Esteban Moore: Historia







Esteban Moore




















                                                                 Cómo placen a los héroes los caballos
                                                                 Juan Manuel Roca


                                                                         

Qué decir de los repetidos monumentos ecuestres 

Qué

de  esos  hombres  siempre bien montados 

que con arrogancia ocupan parques y paseos de la ciudad

Ambicionando qué

desde su afectada postura en trabajado metal



Qué decir de esas inalterables figuras de bronce 

          triunfo de aquellos que con ardiente empeño anhelan evocar

                                                            /jornadas de incierta gloria

Qué decir de esos jinetes envarados

                    cabalgando siempre corceles de brío

-congelado metal en el tiempo- que en vana pretensión levantan 

                                                                         /una de sus patas

  o ensayan un suave corcovo o se aferran con todas sus extremidades

                          /a ilusorios campos de batalla



Qué decir

               de ese general uniformado a la europea 

                             comandante de gauchos desarrapados

quien con altiva insolencia levanta su brazo derecho

                                           la mano abierta

                    los dedos extendidos en señal de qué

                                                      -carga o retirada-

sujetando decidido las riendas de una bestia majestuosa

                        – fabuloso semental

                                               de parada indómita 

allí en las alturas de un imponente pedestal

                                                    recubierto en granito rosado

erigido sobre un  basamento escalonado -de proporciones descomunales

                                delante del cual  los jóvenes que pasan

rinden su mirada ante  los pechos conmovedores de esa muchacha

                                    /que sentada  allí con la blusa desabrochada 

se aprovecha de la tibieza  de este sol de septiembre

                                                   / que precoz anuncia el verano



Esteban Moore (Buenos Aires, 1952). Poeta, traductor y ensayista En poesía sus últimos títulos publicados son: Partes Mínimas -uno/dos- (2006, Alción, Córdoba, Argentina); El avión negro y otros poemas  2007, Buenos Aires,  Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias), Veinte años no son nada (2010, Alción, Córdoba, Argentina) y  Poemas 1982-2007 (2015, Alción, Córdoba, Argentina).



En ensayo publicó: Primer Catálogo de Revistas Culturales de la Argentina (Ediciones Revista Cultura, auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Nación y la Federación de Revistas Iberoamericanas, Buenos Aires, enero 2001) y ha dado a conocer en revistas y diarios textos sobre la obra de Alberto Girri, H.A. Murena, Horacio Salas, Lawrence Ferlinghetti, María Granata, H.A. Murena, Allen Ginsberg y la poesía argentina contemporánea, reunidos en Versiones y apropiaciones (Alción, Córdoba, 2012).



             Ha realizado la traducción de diversos autores de lengua inglesa entre ellos:   Lawrence Ferlinghetti: Los Blues de la procreación y otros poemas (Alción, Córdoba, Argentina, 2006)  Jack Kerouac,  Buda y otros poemas (Alción, Córdoba, Argentina,2008); John F. Deane, Lejano país y otros poemas (Alción, Córdoba, Argentina, 2011);  Allen Ginsberg, Aullido y otros poemas (Alción, Córdoba, Argentina, 2012);  Raymond Carver, Vos no sabés qué es el amor y otros poemas (Alción, Córdoba, Argentina, 2015).

       

              La Universidad de Carabobo, Valencia Venezuela distinguió su   labor   poética otorgándole la condecoración Alejo Zuloaga.















Luis Benítez: Ese hermano que envenena los ríos



Luis Benítez






























Ese hermano que envenena los ríos
abre una ancha brecha
que le parte la vida.

La mano  que asesina los huevos de  los peces,
el dedo que ordena que se sequen las raíces del mundo,
que la fruta se pudra antes de llegar a su boca,
que en el aire fallezcan las alas de los pájaros,
y el silencio congele el  paisaje de su misma muerte,
ese hermano que pide
que los hongos se asomen en lo rubio del trigo,
y que la noche se abra en el corazón del alto mediodía.

Ese hermano que obliga
a retroceder al tiempo hasta su aborto,
el que invoca calaveras
en medio de la fiesta de su propia carne viva,
no sabe que se suicida en el ave que cae,
no sabe que se muere
donde declina el tallo
su alegre columna verde,
donde el todo de los campos
se convierte en la nada.

Ese hermano que envenena los ríos
no sabe que también envenena el rojo río
que lo anima por dentro,
el que desagua en la sangre de sus hijos
lo empetrola hoy y ahora con su error infinito.

La mano que alzó la orden
de talar el futuro
derribó cada hora de ese día, mañana,
donde había gestos y rostros
que se le parecían
al hermano equivocado que envenena los ríos.



Luis Benítez (Buenos Aires, 1956) Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York y de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y de Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA). Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). Sus 36 libros de poesía, ensayo, narrativa y teatro han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. En 2011, la editorial española Publicatuslibros.com editó en e-book, en 3 tomos, sus “Poemas Completos (1980-2006)”, con ensayo introductorio del Prof. Luis González Platón, de la Universidad de Madrid.





viernes, 14 de septiembre de 2018

Novedad Editorial: Jorge Rivelli










jorge rivelli (bs. as. 1954) poeta y enólogo. publicó: un tiempo para matar- arché ediciones,  colección plaquetas (1991)-, movimiento en fuga – arché ediciones, colección plaquetas (1992)-, trompe l’oeil –arché ediciones (1994)-, hebra mojada –en colaboración con alejandra mendé - plaqueta ediciones rebus, colección cuadro conjetural (1997)-; matambre –papel tinta ediciones, colección pluma fuente (2004)-; las calles terminan en los bares – papel tinta ediciones, colección pluma fuente (2005) - premio fondo nacional de las artes (2004)-; platos de agua / copas de fuego-homenaje a charles bukowski-, omero libros (2012); a mi primo sergio (el barítono) – omero libros, colección plaquetas (2012)-; baila baco baila, editorial la porteña, colección acento urbano (2013); manhattan gandhi, editorial la porteña, colección acento urbano (2014). formó parte de las antologías: legado de poetas ( poesía social argentina 1956-2006)- ediciones patagonia 2007- y poetas & putas -ediciones patagonia 2008-. de 1999 a 2009 dirigió la revista de poesía omero.

martes, 11 de septiembre de 2018

Isidoro Blaisten: Edith Piaf ha muerto en la lluvia





Isidoro Blaisten






















 





                                                                                  ‘El  ruiseñor canta mal’
                                                                                                 Jean Cocteau



Nada más que su voz de costurera sola
de mendigo golpeando en una estrella.
Nada más que  su voz y una violeta pisoteada
                    / mojándose en la lluvia.

Nada más que su voz y una luna de cartón y cabaret llorando.
gastadas lágrimas de glicerina
mientras un hijo muere y se caen las lágrimas
como harapos al borde de violines.

Nada más que su voz que un arlequín escucha
en un gran hospital abandonado
mientras quizás la nieve
un bulevar
la cárcel
digan que también la conocieron.

Quizás hacia las dos de la mañana
cuando bajan los ojos las cortinas
una puta, un solterón, un saltimbanqui
alguien que alguna vez miró bajo los puentes
alguien que alguna vez lloró bajo la lluvia
digan que también la conocieron.


Murió a la hora en que los solitarios
caminan agachados
doblan la vida como un diario
la guardan bajo el brazo.

Esa mañana
Buenos Aires amaneció lleno de lluvia.

Junto a las hojas muertas
un gorrión se moría de alas a la calle.



Isidoro Blaisten (Concordía, Entre Ríos, 1933₋Buenos Aires, 2004).





jueves, 6 de septiembre de 2018

Rubén Tizziani: Historia mítica de Buenos Aires














 
Zoología-híbridos y musarañas


Están los que se van lejos y extrañan, se ponen nostálgicos, sentimentales, coquetos; toman mate amargo, escuchan a Gardel y repiten fuerte golpeándose el pecho: buenosaires, buenosaires. Escribe nombrando a esta ciudad rioplatense como si fuera el centro de la tierra. Los cronistas —gente que escribe acerca de los que escriben— acostumbran entonces a hablar de inocultable amor, voluntario e inexplicable destierro, desarraigo: el hombre que se fue hace mucho pero no olvida la ciudad y le amontona cosas,  glosa las calles, las casas bajas de los barrios, los colores mierdosos de un lugar que trata por todos los medios de nivelar hacia abajo. Hasta ahora ha conseguido hacérselas pagar a todos los que se negaron a tener la vaca atada y nunca pusieron guita para el hogar policial, defendieron la democracia ni participaron de una campaña pro silla de ruedas para los paralíticos.

Están también las mayorías —llamadas genéricamente porteños—, única especie condicionada para vivir casi con indiferencia en una región cruel, inhóspita, inhabitable. Un hábito la distingue: protestar en voz baja, aunque se alegra cuando meten en cana a un melenudo, un tipo que fuma mariguana en la plaza San Martín, le afeitan las patillas a la gente o cierran una boite en la que una mina mostró el culo al subir una escalera. Acostumbra llamársele también clase media y muestra una extraña predilección por las flores de plástico, las estampitas, los chistes verdes y los escapularios de Ceferino Namuncurá. Grosera, reprimida, orgullosa de su mediocridad, de su miedo, ha dejado el ámbito de la ciudad en poder de policías y colectiveros. Odia a los militares, pero no se sabe qué raro mecanismo los empuja los 9 de julio a los desfiles desde hace muchos años; sin embargo, al cruzarse con un uniforme en la calle, gira un poco la cabeza hacia el lado contrario, mira de costado y dice muy bajito: hum, hum; aunque no precisamente hum. hum como se lee  sino un sonido más seco, más nasal, irrepetible salvo para otro porteño y con la boca, nunca con la máquina de escribir. Desde hace por lo menos ciento sesenta años merodea la Plaza de Mayo tratando de saber de qué se trata sin que hasta ahora se haya animado a preguntarlo. Para disimular su presencia da de comer a las palomas y ya que está , cuando ve llegar por Florida y Diagonal a los granaderos a caballo del Libertador marchando hacia la plaza, la casa de gobierno y el histórico cabildo, aplaude; entonces los caballos levantan la cola recortada y cagan con un largo pedorreo.

………

Están por último las sombras innombrables. Algunas guías de turismo registran las más ilustres y puede encontrárselas  en lugares predeterminados a los que acuden a abrevar, porque  hasta la hacienda baguala cae al jagüel con la seca: en la esquina de Charcas y Maipú, por ejemplo, bajando de un taxi cerca de la medianoche. Cuando se abre la puerta asoma, antes que nada, la punta de un bastón oscuro; explora el aire hasta que al aparecer la mano y el brazo, la caña toca el suelo.  Después un pie, otro, la sombra entera erguida, solitaria, parada en la calle como símbolo de la desolación, dando frente a donde debe  suponer (o sabe con certeza) que está la vereda. Tantea el pavimento, da un paso y se detiene observado   por el cana de la esquina que lo confunde, seguramente, con un animal de existencia real.
Se detiene, mete la mano en algún bolsillo, revuelve y saca una pequeña caja; la sacude cerca de la cabeza, lucha con ella en silencio, la abre y extrae un objeto que la oscuridad y su premura en ocultarlo no dejan siquiera adivinar de qué se trata. Después deja caer la caja de cartón, abierta, en el suelo, ajeno a la curiosidad del milico que no interviene, disuadido, tal vez, por su engañoso aspecto inopfensivo. Acabada la ceremonia, arranca buscando con la sensible punta del bastón el cordón de la vereda; se detiene al llegar, gira un poco la cabeza sonriendo y sube; amenaza tomar hacia la derecha, por Charcas, pero se decide finalmente por la izquierda, cruzando la vereda en diagonal hasta encontrar la tranquilizadora referencia de la pared.
A esta altura del rito ha conseguido que hasta el tira se olvide de su presencia y un inocultable regocijo le recorre el cuerpo: si se lo mira desde atrás, es fácil percibir que una risa silenciosa lo conmueve. Camina hacia Paraguay aunque no alzanza a llegar: la ciudad lo devora, pero las sombras son indigeribles y lo vomita al amanecer del día siguiente.

(de Los Borrachos en el cementerio, Buenos Aires, 1974)


Rubén Tizziani (Vera, Santa Fe, 1937). Narrador, periodista y guionista. Ha publicado las novelas: Las galerías (1969),  Los borrachos en el cementerio (1974), Noches sin lunas ni soles (1975), El desquite (1978), Todo es triste al volver (1983), Mar de olvido (1992) y  Un tiburón de ojos tristes (2001). Asimismo publicó una biografía de Alberto Olmedo, Un poco menos pobre (1992).