sábado, 30 de julio de 2011

100 Mil Poetas por el CAMBIO




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domingo, 24 de julio de 2011

Julio Ricardo Estefan: Poemas

Julio Ricardo Estefan























III

Hay una noche clara
buscándome en el pecho
una luna llena
                        que marca tu presencia,
un campo de estrellas,
                        infinito,
navegándome este hálito de vida
que se escapa fugaz
                        hacia la muerte.




V

                                                     a D.B.D.

He vendido el destino
mirando tu reflejo
            apenas perceptible
una tarde de Octubre.
He dejado que el cielo
amanezca en tus ojos
y me he abandonado
a discurrir la vida.
Cada paso que damos
            son tus pasos,
tu me abrirás las puertas
de este gran laberinto.
Tan solo soy un niño
            llevado de la mano.





a Mowgli, in  memóriam.

Es largo el sendero,
es oscuro,
es terrible el sendero
donde llora el infante,
es, además, imperceptible
el sinuoso trotar de la manada.

Al cabo lo han rodeado,
lo husmean, temerosos e inquietos.
El animal más viejo se adelanta
y lame al pequeño
que ha cesado en su llanto.

Uno a uno se acercan al niño,
que busca con sus manos el pelaje.
Algunos aún le gruñen;
y he aquí, Sr. Kipling,
que ante el asombro de sus más fieles lectores,
el niño sonríe,
sin saber que los lobos
no interpretan igual que los humanos
que se muestren los incisivos de esa forma.

Y yo escribo,
también estupefacto,
que por ello
el viejo lobo disparó
la primera dentellada…




Efecto mariposa

“El aleteo de las alas de una mariposa
se puede sentir al otro lado el mundo”
Proverbio Chino.


La poesía agita sus alas en Tokio
y Basho evoca un camino desierto y un crepúsculo
que luego recordará Cortázar.

La poesía agita sus alas en Italia
y Salvatore Quasimodo
es atravesado por un rayo de sol.

La poesía agita sus alas en Buenos Aires
y Borges ve como vienen, por ese río de sueños y de barro,
a fundarle la patria.

La poesía agita sus alas en México
y el llano de Rulfo arde en llamas
incendiando todas su metáforas.

La poesía agita sus alas en Baltimore
y un cuervo entra por una ventana y se posa en la sala
de Edgar Allan Poe.

La poesía agita sus alas en España
y un manco escribe las locuras de un hidalgo
que agota los caminos de La Mancha.

La poesía agita sus alas en París
y un cadáver sobre la mesa de Bretón
despide fragancias exquisitas.

La poesía agita sus alas en Chile
y Neruda contempla una noche
con estrellas que tiritan a lo lejos.

La poesía agita sus alas en cualquier parte del mundo
y el huracán se produce aquí,
dentro del cuerpo.



El reino de Lolomoi

a Yazmine

Tiene ambos ojos a un lado de la cara,
una cara alargada de caballo
con orejas pequeñas.

Tiene un cuerpo ovalado y rechoncho
con ocho patas finitas
que apenas lo sostienen.

Una cola flecuda es el remate
que da vida armoniosa
a este ser fabuloso.

“Se que vives alegre, Lolomoi,
en un reino de extrañas criaturas
con colores de felpa.
Con hermanos tan raros como vos:
Limoi, Aiomoín, Mololomón,
que te secundan”.

No pienses, amigo, que deliro,
contándote estas cosas increíbles,
apenas te describo este bosquejo
del mundo asombroso
de una niña.



Variaciones de una caída por la tarde

Me caí por la curva de tus ojos
y el ocaso deliró violetas.
Con la punta del pie pise una nube
mientras crujía la tarde entre mis dedos.

Ojos, violetas, nube, dedos,
curva, ocaso, pie, tarde.

Me caí mientras el ocaso con la punta crujía.
Por la curva deliró la tarde entre mis dedos
y pisé una nube de tus ojos.

La curva, la punta, la tarde.

Mientras, me caí entre el ocaso y tus ojos.
Crujía la curva con la punta.
La tarde deliró ojos, dedos, pie.

Con la punta del pie pisé una nube
y el ocaso deliró violetas,
mientras crujía la tarde entre mis dedos,
¿me caí por la curva de tus ojos?




El último verso

Al final de la noche
—más precisamente al alba—
alguien habrá escrito
el último verso del insomnio.
Sólo el poeta sabe lo que dice
y los trazos se lavarán
cuando el mundo despierte.
A usted, seguramente, lo tendrá sin cuidado.




Inversión

No era el cielo plomizo
ni tu pollera lila,
lo que me distrajo fue el campo de siembra
que recorríamos tomados de la mano.

(Con su simétrica regularidad de agujeros
parecía un gigantesco rallador de verduras).

No era el campo de siembra
ni tus zapatos altos,
lo que me sorprendió fue la lluvia inesperada
que salía a raudales
de la tierra.




En el zoológico de TUCson

Hay una sala nueva en el zoológico de TUCson
donde exhiben un PERRO
—mitad PErro, mitad zoRRO—
que aúlla ladridos todo el día,
y un vistoso GATO
—mitad GAto, mitad paTO—
que nada y maúlla
y agita las alas para el vuelo
(que nunca logrará
porque alguien le ha cortado las plumas).
En un rincón, al final de la sala,
hay una CABRA
—que es mitad CAbra y mitad ceBRA—
paseándose orgullosa con sus largas patas y sus tristes rayas,
y por último, una OVEJA
—mitad OVEja, mitad abeJA—
que da una lana muy dulce
(pero que no sirve para tejer pulóveres).
Puedes venir a TUCson
con las manos vacías
(en el zoológico prohibieron el uso
de cámaras fotográficas).




Canción lunar

A RRS

No sólo causa penas ese disco ambarino
que pone en mi café una pieza de plata
a veces trae la risa, la locura, el milagro,
el recuerdo, el desvelo, la nostalgia y sus ojos.

Somos tantos insomnes buceando la penumbra
—cada uno está solo sin bastarse a sí mismo—
como peces hambrientos, como soles sin brillo,
como quietos montículos de tierra y de agua.

Hoy tengo un rayo nuevo que atraviesa mi frente
no hay nubes esta noche de plenilunio errante
miro por la ventana los últimos vestigios
de la ciudad que duerme con increíble calma.




El lenguaje olvidado

Ella duerme el sueño de la bella
con su carga de muerte suspendida
duerme y habla un lenguaje olvidado
de crujientes monosílabos esquivos.
Quiebra frases y estruja las palabras
y yo alargo el oído y el insomnio.
Hace tiempo que escucho vanamente,
sólo entiendo esta lengua si me duermo.


Julio Ricardo Estefan ( Monte Buey, Marcos Juárez,  Córdoba, 1963). Narrador y poeta.Participó en la Antología “Monoambientes”, compilada por Rogelio Ramos Signes y publicada, Buenos Aires, 2008. Integró la antología de  microrrelatos  “Velas al viento”(España, 2010) compilada por Fernando Valls. Ha publicado en  microrrelato “La excepción a la regla” (2009), “Juegos de Superhéroes” (2010) y “La señal inválida” (2011). Actualmente coordina el ciclo Poetas por Poetas que se lleva a cabo en San Miguel de Tucumán desde el año 2007.

Desde 2009 es editor responsable del sello La aguja de Buffon ediciones que, a la fecha, ha publicado una veintena de libros de autores tucumanos y del noroeste argentino.

Rubén Derlis: Soneto a Baires y otros poemas.

Rubén Derlis

















SONETO A BAIRES

Vos sos mía, ciudad, aunque se oponga
tu marido legal: el intendente,
y te amo en cada esquina, entre la gente,
o donde este habitarte lo disponga.

En el tango que busca tu inocencia
para arrastrarte hacia su desvarío,
y en la música nueva, desafío
de luz-color llenando tu presencia.

A veces no venís cuando te espero
–con más ganas de vos que de mí mismo–
para ser tu nostalgia un sólo instante,
porque sabés a muerte que te quiero
aunque a veces lo niegue –por machismo–
y que habré de morir siendo tu amante

(de Homo Porteñensis, 1993)



CAMBIOS/MODIFICACIONES

Desagotar el Sena, dejar fluir el Riachuelo.
Trocar los obeliscos: el de Plaza de la República
por el de Place de la Concorde.
Trasplantar el Botánico en el Jardín-des-Plantes.
En Place Furstemberg meter apretada toda Butteler.
En Notre-Dame la iglesia de Pompeya.
En el Pont de Tolbiac el puente Avellaneda.
Constitución en la Gare de l’Est.
Retiro en la Gare du Nord.
Barracas en Batignolles.
Honduras a lo largo del boulevard Voltaire.
El verde primavera de Figueroa  Alcorta
sobre el dorado viejo de Champs-Elysée.
Quitar el Pont d’Iena, poner el puente Alsina.
Frente al Trocadéro el monumento a Alvear.
Corrientes nocturna en Saint-Germain.
Florida en la Rue de la Paix.
En los Jardins du Luxembourg (después de una lluvia)
un arco iris nacido en El Rosedal.
Boedo de punta a punta en Saint-Michel.

Y alguna cosas más
si decidiese quedarme para siempre en París.

(de Homo Porteñensis, 1993)



cierto adolescente

en las tardes de otoño casi noche
subía por la calle oruro que la sentía suya

iba a conversar con la poesía
junto a la estatua de florencio sánchez
mientras la luz caía pálida sobre su bronce
y la tristeza era más honda y era amiga

la melancolía esperaba en un verso cualquiera
compañera del regreso por chiclana
hasta entrar en las calles de siempre.

(de ordenar la vida, 1968)



EL POLACO

Llegó a la vida con el tango puesto;
lo demás fue destino saavedrense:
el fervor futbolero por platense,
su inclaudicable amor por lo que es nuestro.

Su canto nace puro en la vertiente
de su fraseo modulado en lunas,
azula el empedrado, y no hay ninguna
duda: el Polaco es del barrio y de su gente.

Cuando el abierto patio ya sea olvido
–una sombra agachada en la memoria–
y el último gorrión haya emigrado,
su voz vendrá por cielos del pasado
porque Saavedra guardará su historia,
a refirmar qué somos y hemos sido.

 (de Cielo de Coghlan, inédito)


3011

En el 3011 he de seguir aquí;
no hay manera de ser en otra parte.
Estuve en tu comienzo –palo a pique–,
pionero de tu destino largo.

¿No tropecé acaso en cuanta piedra
sembró la Historia en tu camino aciago?
¿Quién sino yo, junto a los de mi clase,
puso el hombro, los huesos, las cenizas,
abrió la aurora, despejó mañanas,
gritó: adelante, y que el futuro pase?

Vos sos de algunos criollos,
unos miles de indígenas
y de millones de inmigrantes.
Estamos aquí y no desertaremos.
Así como te hicimos
desde el barro y el canto,
con esperanza y sueños te seguimos forjando.

Queda dicho. No tengo por qué irme.
Cuando te nombro,
otro lado queda en ningún lado.

De aquí a mil años te diré: igual que ayer
tenés mi corazón,
mi voluntad,
mis manos…
Vamos andando, Buenos Aires.

(de Cielo de Coghlan, indédito)


* * *

Cuando pisar fuerte por Saavedra no era cuestión de improvisar;
(menos aún lo era demorar una caña pendenciera en “El Cajón” de Cabildo
a un tiro de piedra de los yuyales de Vicente López).
Digo, cuando por los costurones del feite
se conocían los hombres de cuchillo que venían de otros barrios
a buscar por estos andurriales el aguantadero siempre a mano
si por cosas de la mala suerte se habían desgraciado.

Coghlan era un solitario apeadero;
la estación que habla inglés desde su andén al doble puente fue cosa de después.
Entonces cercanías de Belgrano para algunos
por su verdor y algunas semejanzas;
para otros,
prolongación de Saavedra sin cuchillo apurado y de mejor talante.
Distintas maneras –válidas todas ellas–
de nombrar a un barrio todavía nonato.

Después, lo que vino sin permiso de nadie
a dotar de otra vida pastizales y siestas:
el progreso sembrando la planicie de escaques
para mover trebejos de industria y de trabajo
y en un nuevo tablero dar jaque al tiempo viejo.

Salvo los de las vías, ya no hay yuyos en Coghlan,
y el último pesado de Saavedra
yace en el humus del Medrano entubado bajo García del Río.

Y hoy es esto que vemos,
donde ciertas nostalgias ya no caben
pues todo nos impele vertiginosamente
a no tener recuerdos,
o a algo peor: olvidar lo que fuimos.

(de Cielo de Coghlan, inédito)



(PARA GRABAR SOBRE UN MÁRMOL)

Tu color oxidado de hojalata
no ritmó su caudal para acunarme,
porque la vida vino a despertarme
al oeste del Río de la Plata.

Me trajeron temprano a tus orillas:
en Boedo fui naciendo a la aventura
de amarte a esquina y calle, con la hondura
que conjugan poesía y maravilla.
Y hoy que quemo los últimos asombros
en los cambiantes fuegos del camino
aún se enciende de vos mi amor sin pausa.

Cuando este ser que soy sólo sea escombro,
dirá la losa que cierre mi destino:
“Aquí yace un porteño honoris causa”.

(de Homo Porteñensis, 1993)

Rubén Derlis  (Buenos Aires, 1938) Poeta, escritor, periodista. En 1966 comenzó a realizar muestras de poemas ilustrados en forma individual o conjunta. Colaboró en revistas literarias y periódicos culturales de la Capital Federal: “El contemporáneo”, “Las espuelas del ángel”, “Actitud”, “Renovación”, semanario “Propósitos” y diario “Clarín”; del interior: “Cartón de poesía” (Tucumán), “La ventana” (Rosario, Santa Fe), y del exterior: “Revista de los viernes” (Uruguay), y “Cultura boliviana”, (Oruro, Bolivia), entre otras. Integró la dirección de la revista “Hoy en la cultura”, sección Poesía (1965/1966). En 1967 fundó y dirigió hasta 1972 las Ediciones Del Alto Sol. Miembro fundador del Grupo de los Siete (1983), colaboró en todas las entregas de poesía que el grupo editó.
Varios de sus poemas fueron musicalizados: Conmigo y Un corazón con música de Oscar Matus (el primero grabado en Buenos Aires y el segundo en París), El fuego compartido con música de Marta Kapustin (grabado por el dúo “Ouro Negro”, de Angola); Muchacha Buenos Aires  y Del lado izquierdo con música de Miguel Alvarez; La casa del poeta y Sol americano con música de Hugo Pardo –el último grabado por Mercedes Akel–, entre otras composiciones.
Fue el primero en editar junto a Juan Manuel Sánchez en la creación artística, poemas ilustrados dentro de la modalidad póster, por lo que ambos son considerados como los iniciadores de la difu­sión masiva de poesía mediante este sistema.
Fundó las Ediciones Papeles de Coghlan (1993), y cofundador de la editorial Papeles de Boedo (2001). Integra el consejo de redac­ción del periódico “Desde Boedo”. 
La piel del sol, Boulevard Voltaire, Tonos neutros, La casa del poeta, Mandato de Violante, Junio de lluvia, Con humana voz, Digo América, Indagaciones, Domingo panadero y Viento solar son algunos de sus casi treinta poemarios publicados. Sus dos obras en prosa son: Boedo y otras adicciones, y  Guía para vagabarrios, libros de notas y ensayos breves sobre temas de la ciudad.
Trataron acerca de su obra el escritor Ariel Bignami en Arte, ideología y sociedad, y Leónidas Barletta en Boedo y Florida: una versión distinta. En 1994 dio una charla sobre la Generación del 60 –a la que pertenece– en la Frazer University de Vancouver (B.C.) Ca­nadá.

Corina Moscovich: Poemas.


Corina Moscovich





















I

Presas del pánico
sus crías dudaron de todo
mientras la fiera
coronaba un largo coqueteo con la muerte
con un bramante rugido.

II

Ignota de lo acontecido,
otrora amansada por leve susto,
ahora,
la leona ruge impoluta.

III
Cerca de la vejez
la fiera acumula imágenes
que de cuando en cuando
la asaltan en el cubículo de su existencia.

IV

Sus crías siempre recordarán
lo tibio
de la sangre encapsulada
en una burbuja
alojada en la entraña materna.

Balance (en Vía Remington)

Sabor agridulce
de esa mezcla
que intimida y perturba
en un detenerse a ver
quien está de nuestro lado.

No hay tul ni lentejuela
ni brillo que opaque
la faz de la aflicción.

Es tierra mojada
aplacada por el agua,
engañada...
para que el aire
no la levante
ni la sacuda
ni la estremezca.

No hay perfume
que cubra el sentido
y descubra el sentir.

Y en medio de tanto y tan poco
lo salado y lo dulce
se combinan perversos.

Sólo un instante
de mimesis imperfecta
trata de superar
la sorpresa dilatada.


Ojos (en Vía Remington)

Ojos color del tiempo
cuando no grises, verdes...
Expongan mi emoción.

No importa que lluevan
gotas de lágrimas transparentes,
dulces-y-saladas
sobre vuestra superficie
casi lunática:

Retengan en vuestras retinas
la imagen de mis más amados rostros...

Pestañas arrimeladas,
estírense hasta alcanzar el cielo
y protejan
mi mejor instrumento de conocimiento...

Mis ojos color del tiempo...
Que vieron casi todo y casi nada,
que han mirado y aún miran
a otros ojos en silencio.

Ojos color del mar
cuando no gris, verde.
Con la furia del mar embravecido,
con la calma del mar
luego de la agitación,
con la confusión del mar revuelto.


Corina Moscovich (Rosario, 1972) Publicó“Vía Remington” ( Rosario, Argentina, 2006). Integró antologías “19 de Fondo” ( Rosario, Argentina, 2008), “Poetas del Tercer Mundo” ( Rosario, Argentina, 2008) y “Fin Zona Urbana” (2010). Tiene además cuentos para niños y una novela (en parte autobiográfica, basada en la historia de amor de sus abuelos).