miércoles, 26 de enero de 2022

Tânia Lima: poemas de “Pedra do sol”

 

Tânia Lima,






































Piedra de Sal
Piedra de sol
Postal del cielo
Mar de añil
América del Brasil



La Laguna de Portinho
desagua el sol del Oasis
en las dunas de la fantasía.



De Puerto Salgado
avistamos el barquito
de la bossa nova
en ritmo de poesía.



El río de Janeiro
serpentea purpurina
en la bahía de Guanabara.



Filarmónica

En do sostenido, mi orquesta canta
para los pájaros de la laguna Rodrigo de Freitas.



...Recuerdo mi dulce infancia entre Maranhão y Piauí.
Morábamos con mi abuela en Paranaíba.
¡Era un régimen duro!
la dictadura atravesaba el terreno de norte a sur.
Mi abuela nos enseñaba las lecciones de A-Be-Ce-De,
lecciones de cómo encarar el mundo con voluntad: fe.
A la noche teníamos antes de ir a dormir, cantos de religión
e historias “Para Bien Dormir”.
Nos enseñaba cómo manejar el rosario.
Decía que las oraciones eran las canciones de cuna
del niño Dios (adormecido).
Nos enseñaba la matemática pitagórica
acompañada de una palmeta de refuerzo - ¡para nuestro esfuerzo!
-Decí: siete veces nueve.
-Siete veces nueve.
-Sesenta y tres, siete veces nueve:
-Sesenta y tres, siete veces nueve.

Los sábados, pacientemente
ya estaba ella, en la primera fila de las reuniones de padres y maestros
reclamando la didáctica educativa de la escuela D. Bosco
(¡Oh, aumento abusivo de las mensualidades escolares!)
Del mercado central
nos traía muñecas de trapo, juguetes de cera,
miel de caña, tapioca, sandía, azúcar morena.
Algunos cambios de alegría venía de la mercería del Sr. Berilo.
Nos enseñaba que el amor es alcanzable, pero
es necesario un poco de hierro en l’alma.
Comíamos frijoles sazonados.

Si llegaba diciembre, íbamos a visitar nuestro país.
Viajábamos a la Isla de Igoronhon;
navegábamos ríos de mares, islas de fábulas
entre manglares de peces.
Después de largas horas, avistábamos, tierra a la vista.
De lejos, pequeñitas estrellas delucían en lo alto
de la Iglesia Santa Rosa de Lima.
¡Llegábamos a la isla exhaustos y felices!...
Teníamos la felicidad de la propia libertad.
De mañana temprano, íbamos
a tomar la leche mugidora con Zé Vaqueiro.
A la tardecita seguíamos hacia el puerto de Porto
a la espera de los navíos venidos de América para
llevar la sal de la tierra a nuevos continentes.
Mi madre escribía el libro Razón
mi Padre editaba con emoción en el libro Caja.
La gente galopaba la vida a caballo,
pintando las cavernas sombrías.
Solo que nunca imaginábamos que aquella escena
hoy estuviese solamente en el álbum de la familia.
Todo el resto es realidad
¡¿Qué maldad?!



Orquesta

Hay música en todo
el barullo es además una sinfonía
fuera de tono.



Sonata

El silencio tocando viento
sopla en fa sostenido
y despierta a la literatura
en do natural.



Diálogo divino

Mi religión es la poesía
Dios, el poeta que faltaba, el amigo que pedía
de vez en cuando, me envía por el Espíritu Divino
traducciones homéricas.
Si es de madrugada, viene y declama al pie de la cama
Zaratustra, coloreado y salteado.
Ayer por la noche, la última vez que nos hablamos,
pidió perdón por no haberme aparecido más.
Murmuré como quien no perdona - perdonando.
Me confesó que anda bastante atribulado
terminando “Prosa Concreta” - libro sagrado.
Como siempre, sin dejar huellas, desapareció en medio de la luz
dejándome en un sueño profundo.



Quién me diera

morir

como una ola fuerte

Que al golpear en las piedras:

¡explote!

¡y paf!



En una tarde tormentosa

tronaba en el silencio

lo sereno de la nostalgia

el relámpago de la soledad.


* Todos los poemas pertenecen a Pedra do sol (1996).

** Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2021.

Tânia Lima es graduada en Letras y posgraduada en Filosofía de la Educación por la Universidad Estadual de Ceará. Ensayista de O Povo, Tribuna do Ceará y Folha de Assine. Integró el Grupo Literário Academia da Incerteza. Investigadora de la obra de Fernando Pessoa. Publicó, entre otros títulos, O livro do abrigo (1999), A bela estrãgeira (2001), Nus mangues (2003), O meu despertar (2014, libro infantojuvenil) y Berimbau de lata (2016). Edita la revista de arte Mangues&Letras.


miércoles, 19 de enero de 2022

Leandro Calle: Poemas

 

Leandro Calle

























Laura Nelson

Y la verdad que no me importa
si robaste una vaca o una oveja

Ay, Oklahoma
cuánto vale una vaca
cuánto una oveja

Dicen que Laura fue violada
dicen que llevaba un bebé en su vientre
dicen tantas cosas
pero cuando llegaron a la casa de los Nelson
parece que había rastros del animal robado

¿Era una vaca o una oveja?
Ay, Oklahoma
cuánto vale una vaca
cuánto una oveja

Hubo un tiroteo
un herido
un muerto
y hubo presos
todo por una vaca o una oveja
Después se organizaron
llegaron a la prisión 
los sacaron
y los lincharon

Ay, Oklahoma
cuánto vale una vaca
cuánto una oveja

Lo cierto es
que los fotógrafos de 1911
pudieron retratar a Laura Nelson
Está como dormida
y un cabo suelto de la soga
le acaricia la cara
En su mano izquierda 
hay un anillo 
que contrasta con el negro
color de su piel
y el vestidito
parece un vestidito alegre
que le llega más abajo
de los tobillos
Los pies de Laura
asoman por la punta final del vestido,
quién tendrá los zapatos de Laura Nelson
quién

Ay, Oklahoma
cuánto vale una vaca
cuánto una oveja

Bajo el puente
que cruza 
el North Canadian River
Laura Nelson
está colgada
parece una santita
suspendida arriba de las aguas
y sobre su cabeza
el puente repleto de mirones
y mironas
algunos saludan con la mano
(esto se ve en la fotografía)
A la derecha de Laura
también está colgado
su marido 
o su hijo
qué importa
qué importa si fue una vaca o una oveja
si fue su marido o su hijo
lo cierto 
es que Laura Nelson
está ahorcada
y se hamaca bajo el puente
que cruza
el North Canadian River
La naturaleza es frondosa
el agua clara
y los cuerpos se reflejan en el agua
casi como el registro de una performance
o una instalación de arte moderno

Estás hermosa, Laura Nelson,
colgada de ese puente
estás hermosa
pero la idea es que no hables
que no respires
que no cantes
eso, 
que no cantes
Si hubieras escuchado
el canto liberado de los negros
el canto liberado de los blancos
This land was made for you and me
si hubieras escuchado 
la voz desatada de la negritud

Ay, Oklahoma
cuánto vale una vaca
cuánto una oveja

Estás hermosa
Laura Nelson
colgada de ese puente
estás hermosa

Y nadie puede decirme
en Oklahoma
de qué color era la vaca
de qué color era la oveja

(de “Algo que arde” Antología poética 1999-2020, Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, 2020).

4

El río crece cuando crece el río
y en el medio del río hay una vaca
país a la deriva su mugido
donde las patas buscan equilibrio.
Las ubres se entrechocan, se molestan
y las piedras golpean en el vientre
mientras la vaca afirma sus pezuñas.
Llueve y las gotas que en el agua caen
se transforman en piedras navegantes
que ruedan sin cesar por la corriente.
Algunas piedras chocan en el pecho
de la vaca que muge en la crecida
y el río crece más y cuando crece
la vaca es un país que se va hundiendo.
El granizo y la lluvia han despejado
todo el paisaje de la serranía.
El agua llega al cuello de la vaca
y no hay nadie que acuda en su defensa
porque todo el paisaje es un país
de lluvia, de granizo y de dolor.
La vaca se atraganta con el agua
y de repente flota por un rato
las patas que se elevan desde el lecho
son el arrobamiento de una santa
que vaciada de dios busca inundarse
o inundada de sol busca el vacío.
Sigue creciendo el río. El río crece
y la vaca que no hacía nada
ahora nada, la patas parecen
que caminan y son fantasmas de agua.
Nada la vaca, nada, crece el río
y el agua la atraganta y la supera
y cuando la da vuelta con un golpe
el mugido es lustral, se vuelve hielo.
Cabeza abajo fluye en la creciente
mientras los miedos se le llenan de agua
y en el fuerte lavaje de la muerte
turbias se vuelven las aguas del río.
Nada la vaca sobre la existencia
que ya pasó que ya se fue y no vuelve
hundida nada como si nadara
como si nada, nada en la corriente.
La lluvia se detiene y el granizo
dejó de repicar hace ya tiempo
amaina el viento y el caudal del río
comienza su camino de bajada.
Por allá en un recodo, está la vaca
atascada en las piedras y en la muerte
cuando el agua le lame las rodillas
es el río que empieza a despedirse.
El río vuelve a su caudal sereno
y el sol extiende su mantel sagrado
un puñado de moscas sobrevuela
el hocico y las cuencas de los ojos.
Calienta el mediodía hasta secar
las ubres, que antes fueron manantial
de leche. Son ahora un guante sucio
blanquecino y seco. Sal y desierto. 
Esta hinchada la vaca y está muerta
y las aves rapaces van girando
por encima del cuero negro y blanco.
Es la danza del hambre en las alturas.
Pasaron varios días, los gusanos
trabajaron hasta llegar al hueso
el costillar parece una escalera
por donde el viento silba su lamento.
Nos queda la osamenta de la vaca
y algo de cuero seco abandonado.
El río crece cuando crece el río
y en las noches de luna en el verano
muge una vaca solitaria y triste
que nada por el aire. Invisible
se dirige a lo hondo del torrente
y comienza a nadar y mientras nada
no nos sucede nada, todo pasa
como el río que crece cuando crece
como nada la vaca cuando nada. 

(de País, Alción editora, 2018)


Leandro Calle (Zárate, 1969) Poeta y traductor. Reside en Córdoba.  Docente universitario. Sus últimos libros de poesía son: entonces (Alción Editora, 2010). Blasfemo (Alción Editora, 2013), animalia urbana (Dínamo poético, 2014), elijo (Alción Editora, 2017) y país (Alción Editora, 2018); Algo que arde. Antología poética 1999-2020, Universidad nacional de Córdoba (UNC), Córdoba, 2020.
Cuatro de sus libros fueron traducidos al francés por Yves Roullière bajo el título: Une lumière venue du fleuve et autres poèmes (Ediciones Atopia, 2016 y Recours au poème, 2015)
Como traductor ha traducido a Guy de Maupassant, y a los poetas marroquíes Abdellatif Laâbi, Siham Bouhlal y Miloud Gharrafi. También a los poetas francófonos Anissa Mohammedi de Argelia, Véronique Tadjo de Costa de Marfil y Gabriel Okoundji del Congo (Brazaville)