martes, 30 de agosto de 2022

Sandra Cornejo: TRES POEMAS

 

Sandra Cornejo






















Dolores 

                 “You'll always be 
                    special to me”
                  No Need to Argue, 
                   The Cranberries. 

Sus huesos 
cargaban el hambre
de su clan.
Sin arpa, sin amparo.

Dorada Dolores, rapsoda.

Peñasco tus pies,
sones tu caída.
Armadillo herido,
pastora de lobos
con esa tristeza temprana.
Tus ojos de octubre, 
tu marea negra,
tu final de enero.
Tan frágil
tan ruda
corazón de orfebre, 
Limerick, brumosa, 
te reza,
te llora.

Que tu brisa dance
tonadas,
que tu voz abrace
este cielo Zombie
sin vos.
Risa centelleante
respiro,
arándano rojo.

Te fuiste
You'll always be 
special to me, 
special to me, to me.
Dolores. 

Castor sin abrigo.

Dolores.

(A Dolores O'Riordan) 

(De Corteza, Prueba de Galera, 2019)


Isla de los manzanos
Qué es la vida sino detalles.
Cerrar las ventanas por la noche.
Aguardar que las manzanas asadas
te cobijen.
Observar en el verde
lo frondoso que ha crecido el ficus.
Comprobarle a la casa sus sueños.
Leer en su texto indeleble
la certeza tallada con el corazón.
Como si de pronto un druida
se hubiera hecho cargo
del mundo y su peso
sentirse
de tanto en tanto
a salvo.

(De Bajo los ríos del cielo, Ediciones al Margen, 2014)


Un abedul 
cuando llueve, 
una arboleda que aclara
al arañar la pista
y desciende el avión en un aeropuerto 
donde las mujeres beben vodka
a las seis de la mañana hora local
               
Era acogedor el frío 
aunque temible
Cantabas en mi idioma
pero con otro acento
Afuera la hilera de abedules
los aviones solos sobre el cemento mojado
Detrás de las cabinas
los soldados
te miraban cantar
Algunas veces, por un instante
la historia debería sentir compasión
y alertarnos

(De Sin suelo, Ediciones Vox, 2001)



Sandra Cornejo nació en La Plata en 1962. Creció entre Catamarca, Chubut y Mendoza. Reside en La Plata. Es Licenciada en Comunicación Social por la UNLP, gestora cultural y poeta. Publicó Borradores (Cuadernos de Sudestada, 1989), Ildikó (Último Reino, 1998), Sin suelo (Ediciones Vox, 2001), Partes del mundo (Alción Editora, 2005), Bajo los ríos del cielo (Ediciones Al Margen, 2014) y Corteza (Prueba de Galera, 2019). En 2012, la colección de poesía Cuadernos orquestados, dio a conocer una selección de sus textos con el título Todo lo perdido reaparece. Poemas suyos fueron incluidos, asimismo, en varias antologías; entre ellas: Poetas argentinas, 1961-1980 (Ediciones del Dock, 2007), Poesía de Pensamiento. Una antología de poesía argentina (Endymion, España, 2015); Antología Federal de Poesía. Provincia de Buenos Aires (CFI, 2019) y Fundación Argentina para la Poesía (Vinciguerra hechos de cultura, 2021). Representó a su país en el Festival ISLA (Dublín, Irlanda, 2017), entre otros. 

Simonny Azul Urdaneta: Poesía

 


Simonny Azul Urdaneta














Festivo

Sácale las tripas al toro
déjalo colgado desangrarse lentamente
nadie lo mandó a creer en ti
en quien sujeta el puñal de lejos
las mujeres sentadas observan la faena 
y el agua roja llega a los crisantemos
y aun así miramos al cielo
luego bajar la montaña
luego las aves de rapiña
tragando duro en la costilla
no bastará el próximo día festivo
para el encuentro
échame la sal aquí en la herida abierta
y ya y ya ni una palabra escrita
ni una dicha.


Eucalipto

Se llamaba eucalipto esa rama verde blancuzca
se llamaba tordo esa sombra picoteando mi cabeza
temprano supe de fantasmas y canciones de años
de celajes y de espantos 
temprano supe leer libros y oráculos distintos
esta bandera blanca en la puerta
esta cruz de palma, este palo santo
este grano de sal bajo la lengua par estar vivos
y la neblina acaso
las visiones que vuelven a contarme de ti.


Halo

Y en esta hora pura en que el sol y su halo
mandan sus señales encriptadas
de seguro estás allí, hermano mío
mirándome
desde el otro lado del ojo del cielo.


Quédate

Quédate
con lo que sobra
las heridas de la espalda
su olor a sequedad
las mordidas de la boca
que ayer comió de mi
hay espacio en el desván
para la ropa raída
la lengua de las bestias
en este círculo me fundo
mis dedos ya tocaron
la orilla clara
de las palabras
son el destello
la incandescencia
de haber perdido
la avidez de lo continuo
como el humo de las piedras
sueno distinto
cada vez
cuando te quedas 
con lo poco
fragmentos
de lo que nunca te di


Lengua

Escribiré un poema
Con mi lengua
en la línea
de tu espalda
alargo
las vocales
como gemidos
en dirección
a tu flanco
mi lengua es ésta
la del cuerpo
la que te circunda
apenas ésta
que nombra
para alcanzarte.


Piedra de Rayo

Si algún día vez olvida las palabras
inventará otra forma de invocarte
rayo que suena siempre distinto
para qué cuerpo o memoria  
qué temor ni sombra
qué neblina
si tu sonido aparece 
veloz y es sin esfuerzo 
cada cosa en el camino
oscura piedra de rayo
el río la sal también la sed
la arena piel de lo que es nuestro 
y no nos deja
entonces aún en el descuido
en la omisión en el olvido caes
fragmento de noche
poema
oscura piedra de rayo
que me salvas


Poema allanado

Intento escribir 
un poema claro 
ausente 
de metáforas 
que puedan 
comprometerme 
un poema 
huella digital 
que diga 
tu nombre 
de manera 
única 
que se sepa 
allanado 
y bajo 
vigilancia 
intento 
escribir 
un poema 
aunque sé 
que tengo derecho 
a guardar silencio.


Somos de esta calle
lo sabes

hay una grieta en
la frente y un hueco
que te recuerda
su nombre

sus muertos nos llevaron
a vernos en silencio

el cuerpo en la sala
y nosotros
pasando en aguardiente
las ganas de decirnos

lo siento.               
                                                                 

He dicho tantas mentiras

mamá me enseñó 
y lo hago siempre
mirando a los ojos

las digo a mí misma
en voz queda
sin parpadear

he dicho tantas que 
no sé si pueda encontrar 
ese pedazo de cuerpo 
donde me escondo 

también de una mentira 
nació la hija.




 Simonny Azul Urdaneta  (Valencia, Venezuela, 1978)  Poeta, investigadora, Jefa del Departamento de Pedagogía Infantil FaCE-UC, Profesora e investigadora en la Universidad de Carabobo. Actriz, dramaturgo, productora radial y teatral. Fue Directora de la Escuela de Teatro “Ramón Zapata”. Ha publicado: Los cuentos de hadas no hablan de sexo (1997, 2002), Mi calle de una acera (2002) Líbrame (2005) Como una costumbre (2010), Piedra de Rayo (2015). Halo y otros poemas (2022), Cómo hacer de un bebé un lector (2022). Premio Concurso de Poesía Liceísta CELARG, 1994. Premio Mención Poesía en el Concurso de Literatura FACE-UC 1997, Premio Certamen Mayor de las Artes y las Letras, 2004, Premio Bienal José Rafael Pocaterra 2009, Premio Concurso de Poesía Festival Mundial de Poesía, 2014. Fue condecorada con la Orden “José Félix Ribas” en su tercera clase, área artística. Orden "Arturo Michelena" por su trayectoria artística. Participó en Festivales Internacionales en Chile, Perú, Colombia y Venezuela. Dictó su taller: Voces femeninas en la poesía contemporánea en Saint Vincent, 2011 y Lima, Perú, 2019. Su trabajo literario e investigativo ha aparecido en antologías como En Obra, de Gina Saraceni, Editorial Equinoccio; Antología de Poesía Venezolana, Embajada de Venezuela en Siria; Antología “El vuelo más largo, Poesía Hispanoamericana”, Ángeles de Papel Editores, entre otras; también en periódicos y revistas de circulación nacional e internacional. Su poesía ha sido parcialmente traducida al inglés, portugués, italiano y árabe. 

Ezequiel Villarroel: Poesía

 


Ezequiel Villarroel
















tripulación


un barco se instalaba en un poeta
cada día
lo habitaba por completo.

en la cubierta del barco trabajaban pescadores que 
también eran poetas.
en su mástil se posaban las gaviotas que 
se alimentaban de los peces que pescaban los poetas.
en la proa se encontraba el capitán que
jamás fue capitán 
pero conocía la lluvia como si fuese un poeta.

a veces sus tripulantes cansados del mismo mar 
de sus mareas
emprendían un motín pero
nunca se podía zarpar de aquel poeta
o el poeta no podía abandonar su sitio.

siempre estaba haciendo de ese barco la poesía
o la poesía era su ancla cuando se arrojaba al mar.

                                          (de “Al menos no está lloviendo”, 2013)


viento


no es por mí 
que vienen los inviernos 
a demostrarnos su frialdad 
a decir que no te digo 
y no te escucho.

esos arbolitos que se aclaran 
y se ven más tristes 
no son en realidad más tristes
son más tristes nuestros ojos (de ver) 
el espíritu que sembró el ayer. 

y se desnuda hoy.

y le hace frío.

                                          (de “Libro de lluvia”, 2015)


 escritura


cómo podrías no existir
si existen tantas cosas.

existe la poesía que 
(ahora mismo)
tiene forma de vos

y tiene ausencia de vos

y sólo mi mano de mí.

                                          (de “Libro de lluvia”, 2015)


(reniego de mi dios y su gramática)


con un cuaderno a la deriva
intento atravesar un pueblo que 
me espera desde niño.

las luces, más hermosas que el ensueño 
también saben esperar
un horno de barro de donde se sale pan 
un maizal, un perro, una leyenda.

yo amo todo eso, lo amo y lo vuelvo a amar
y no me importa que venga un académico estúpido 
y me diga que el presente ya pasó
que antes amábamos y que ahora amé
o que había amado.

me importa tu voz y la mía.


(de “Mi perro y yo estamos renegando”, 2017)


eufemismos


si querés sexo 
decime sexo
no digás café
película en la noche
cadáver exquisito.

todos los días
desde que nos levantamos
queremos café.

(de “Mi perro y yo estamos renegando", 2017)


Like


A lo mejor no lo sabemos, pero 
usamos nuestras fotos de perfil para 
no olvidarnos de nosotros mismos. 

Aquí en mi país (sobre todo) 
se vive del oxígeno,
todos sus habitantes no respiran otra cosa. 

¿Es esto una adicción?
¿Es que acaso tenemos una relación complicada, todos? 

Repito: 
A lo mejor no lo sabemos, pero 
escribimos para no olvidarnos de nosotros mismos.

                                         (de “Aguantá!”, 2018)


escrito en la trasnoche


es la 1:45 a.m.
pienso en el laburo que perdí
en los que duermen solos
con su acompañante de turno
o simplemente con su gato
pienso que estamos vivos de pura suerte, pero
podríamos estar muertos
y nosotros sin cruzarnos por las calles de
ninguna manifestación
a veces sin salir
y aun así podríamos habernos muerto, sin besarnos
y vos sin publicar
eso pienso
a las 1:55
en distintos lugares
algunos cuerpos
están siendo despedidos
en un velorio sin café
un par de minutos después
supongamos a las 1:59
pienso que no estás soñando todavía, sino que
estás reconstruyendo tu historia
con gatos de mascotas
con muertos en democracia
con libros
conmigo
aunque no sepas bien qué hacer.

                                          (de “Casa rodante”, 2019)


epidermis


a través de tu piel
se podía entrar a muchos sitios
menos a vos.

era como si no hubiera quedado espacio 
en tu costado izquierdo
y terminabas huyendo 
de tu propio cuerpo
y de tu propio corazón.

                                         (de “Usagi”, 2020)


Ezequiel Villarroel nació en San Salvador de Jujuy en 1983. Es docente y escritor. 
Publicó los libros de poesía: “La hora de la siesta” (2006), “NAND. No alcanzó el nivel deseado” (2009), “Al menos no está lloviendo (2013), “Libro de lluvia” - Premio provincial de poesía Néstor Groppa (2015), “Poemas de la independencia” (2016), “Mi perro y yo estamos renegando” (2017), “Aguantá!” (2018), “Casa rodante” - Segundo premio en el Certamen de poesía de la provincia de Jujuy (2019) y “Usagi” (2020).

 





JEROH JUAN MONTILLA: Poemas

 


JEROH JUAN MONTILLA


















Cuánto tardan este año
en regresar los corazones
al mango
un neblí anida en su alma
ningún ala osa beber el sol
en su copa
la primavera pasada
fue profusa mi desobediencia
hay miedo en las calles
y hasta los perros
le ladran al amor
¿cuántos frutos necesita
el color de la misericordia?
dime Señor
 si eres apenas la flor.
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La corteza es mi territorio
floto en el agua salada del mundo
mi ancla, las huellas en el desierto
superficie sin rostro
la quemadura del placer
el corazón siempre nada en lo profundo
lejos de la luz
él y yo somos distintos
una línea acostada en la otra
o un río que pasa de largo
pero sigo aquí redundante
sin ninguna hondura
peregrino en toda la piel
necio como el viento.
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No hay tiempo en el infinito
mucho menos amor
en estos parajes
ni una pizca 
en la hoja del mango
o en la corteza del rosal
la mosca acumula instantes
yo cuento años
con las manchas de mis uñas
los arañazos de la muerte
las diferencias son ventajas
perdonables herejías
de alguien en la red
de la angustia
para Dios no hay pronombre
la imagen y semejanza
son deudas
que tenemos con otros
los dueños
de la ira y la piedad.
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Cierro los ojos para huir de las palabras
amagos inútiles de un acorralado
¿cuándo vendrá el carro de fuego?
el canto de la cacaita
percute contra lo grisáceo
un cuajo de lluvia madura
bajo los párpados del sol
es como sacar punta al lápiz
cada pensamiento
una viruta que imita la belleza
no puedo evitar mi lujuria
toda derrota es otro deleite
la estocada de Dios
dejarme inútilmente desnudo
en el morbo de escribir
El, Ella o Ellos nunca se muestran
apenas revelan mi nada
la pulcritud de la arena en los tachones
por tanto abro los ojos
boceteo su perfil entre las dudas
la cacaita ha logrado conmover al silencio
la paraulata lo ocupa totalmente
que una doble porción
de tu Espíritu sea sobre mí
viene el torbellino inagotable
me entrego al vicio del lirismo
invento escorias para el amor.
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Se mojan los cien corazones del mango
la negra transparencia en ese delgado cauce
esa delgada transparencia en el negro cauce
gracias a Dios el amor no conoce piedad

pedazo tras pedazo es el tópico del invierno
no se quede en la frialdad de lo que escribo
abra el poema y podrá desdecirse

llueve llueve llueve en tres negaciones
aquí no hay ningún niño
que conste en acta abril se retira
diástole y sístole para entumecer la palabra

siempre me llevo la contraria
una y otra vez usted pisará el mismo charco
la pulpa amarilla lo insuficiente del azar

cien corazones en este amanecer
tachones de ternura para abrigarme. 
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La paraulata en oración
es también su voluntad
el cierra su puño
en tanto derroche de luz
un dulce canto
sobre la copa del mango
puede llamarse estío
lo que se ve es lo que se ve
siempre culpables
de leerlo
en tanta inocencia
esta humareda
como lo indiscutible
la última carta
un diez de trébol
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La última mentira es el dolor
para él hay cuerpos e infiernos
celebran los pájaros el amanecer
 el ardor de vivir es insuperable
un beso y una caricia
pueden ser un disfraz
se aprende tanto del límite
esta piel es verdadera
como cierta es una taza de café
o el gusano del tormento
en el amor
cuánto abrigo
en las edificaciones del reloj
sufre y goza
la imagen del bien y el mal
que día y noche son otro engaño
el placer tiene receta y medida
repudio y aplausos
también allí sucumbiremos
irremediablemente humanos
adoloridos en los señuelos
una sola mano puede calmar estas raíces
sosegar los embates
de la dicha y el desconsuelo
dolor dolor siempre invencible
eres como el sol
la postrera oscuridad.     
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Anoche cayeron
los tres últimos corazones
del mango
este año fue mezquina
la alegría del amor
en su vieja paciencia
el árbol permanece
en medio de la casa
una bandada de canarios
desborda la copa
es toda su ofrenda
para el crepúsculo
sobre el tejado
se amontonan las hojas
pudriendo los frutos
de mi vigilia y razones
yo también estoy
a la intemperie
con las raíces prisioneras
hundidas en la única
voluntad
Dios mío
que desmedido es el disfraz
de la belleza.




JEROH JUAN MONTILLA (Valle de La Pascua, Edo. Guárico, 1960). Poeta. Profesor en Educación Integral, Magister en Historia de Venezuela. Docente de educación universitaria en la UPEL y en el postgrado de Historia de Venezuela de la UNERG. Facilitador de Talleres Literarios: CONAC, Casa Nacional de Las Letras “Andrés Bello”. Sus publicaciones han figurado en periódicos y revistas nacionales e internacionales. Ha publicado los poemarios Humano de manchas (1988); Pasollano (1993), antología poética en coautoría con Tibisay Vargas Rojas; Lides de amor (1995); y el texto de ensayos Articulaciones (2005). Galardonado con el primer premio en el Concurso Regional de Poesía “Francisco Lazo Martí” (1989), con el poemario Naranja del cinco de Marzo.


Adhely Rivero: Frontera Invisible




Adhely Rivero
















                                                     







SANATORIO

Hacer la siesta en el Sanatorio no es extravagancia,
había tormentas en el cielo, 
fortaleza y bondad en los pacientes.

Una canción a medio dormir suena agotada.
Soñar donde otros no saben si duermen. 
Tuve ojeras del cansancio 
y miedo a la muerte del día.          
Metido en los corrales
me lavaba la cara con leche de vaca.
En el bote de la leche me frotaba los ojos con la espuma,
y del cincho tomaba el suero destilado del queso.
Pasaba el día triste.
Ya no sabía alegrarme.


SOLO

                                     “estoy solo…nací para estar solo, estoy mejor así”
                                                            William Carlos Williams. 

Lo diría, me marcó la vida,
me decían en la casa vaya solo,
hágalo usted y acostúmbrese a valerse solo.
No voltee a ver la hoja de su compañero,
es individual.
El sombrero y su caballo no se prestan.
Todo era de una bondad terrible.
Borges, decía: soy un asqueroso individualista.
¡Lo que te marca la vida
no te determina el ser!
Hay formas de batirse a duelo por la sensatez.
Un campo es la bella soledad,
la pesca es sensiblemente solitaria,
ocuparse a esperar una señal
que complique la vida del pez.
El cielo está encapotado y el sol mira
levemente como un gallo tuerto.
Y seguimos agachados a orilla del río.


DESARMADO

A la ciudad se debe entrar desarmado.
Nadie portará un doble corazón
con los ojos en el pecho.
El amor ya no es un puerto seguro.
Si vienes del campo
deja el hierro que cuelgas en la cintura,
si vienes del mar 
deja el arma blanca salitrosa en el cajón de madera,
si vienes de un pueblo
trae la memoria de tus antepasados
con sus patios de café,
los corrales de chivo y ganado.
Trae un caballo,
y un gallo para que duerma en la torre de la catedral,
y Dios nos de los buenos días.
La gente no necesita cuarteles, 
sí de allí vienes no entres a la ciudad,
todos los que portan armas son unos cobardes.


MANIZALES

En la calle del comercio se oyen pasos de caballos
cuando se unen los hombres que caminan con muletas.
Algunos llevan vendas en los muñones.
Hay una trinchera de víveres,
son quincallas ambulantes.
Sembraron minas en los campos
y el hombre inocente las tropieza.
En Manizales, los niños no quieren jugar a la guerra
para no pisar en falso en algún lugar del parque.
En el centro de la ciudad -simulando mí asombro-
los dedos no me alcanzan 
para cifrar en una cuadra los lisiados.
Conocí a un campesino que se hizo pastor de cabras,
para no abandonar sus tierras y seguir ileso,
arreaba su rebaño por delante para recorrer sus predios.
De alguna cabra madrinera
 solo pudo recoger la campana.


FRONTERA INVISIBLE

Nos fuimos al país más vecino en el mapa.
Cruzamos la frontera a caballo,
hicimos la travesía en cuatro días y descansamos
en hamacas colgadas en los montes.
Los caballos comen toda la noche 
y descansan parados.
En dos grandes ríos,
montamos los aperos en canoas
y las bestias nadaron el Apure y el Arauca,
mientras le pedía a Dios, cuidara de ellos
 y alejara algún caimán de su cauce.
El abuelo nos contaba que su padre le hablaba que,
a Ramón Nonato Pérez,
lo malogró un potro, días antes de la batalla
del Pantano de Vargas,
par de José Antonio Páez, 
el de las Queseras del medio.
Por estos hombres la línea de frontera es invisible
y vamos en el viento recorriendo el horizonte
de uno a otro corazón.


PENSANDO EN EL CIELO

Vengo a pie de la quesera.
Me tumbó el caballo,
se me fueron los buenos tiempos.
Vi el cielo azul
y venía pensando en el cielo,
qué hermosas sabanas debía tener Dios.
Adónde va uno después de tanto Llano,
animales de día y de noche.
Si me ponen a pedir un deseo
voy a pedir que me dejen en lo mío.
Allí es donde puedo estar bien.

LAS MIGRACIONES

Cuando pasaban volando las migraciones
de pájaros, decíamos:
van a donde hay comida, van a las cosechas.
Pasaba una parvada de pájaros amarillos, negros, 
debajo de ellos corría sobre la tierra una sombra oscura.
Mi madre se santiguaba.
Los espantapájaros se plantaban en la siembra
con su cara deforme y seria a proteger los granos.
Ahora los humanos están migrando
y ellos son la sombra de la decadencia
de la civilización.
Los espantapájaros están en los puentes
de las fronteras como muñecos perfumados,
con gases, precintos y peinillas para inutilizar su vuelo.
Cuando el agua migra de la mano cerrada
asemeja al hombre cuando escapa de sus captores 
por las trochas, los caminos verdes, por los ríos.


EL TRÓPICO

En esta tierra
tenemos una temporada de lluvia y calor, 
mucha plaga en los jardines.
Otra temporada de verano,
mucho polvo en los caminos.
 Esto es el trópico.
Hay un ánimo de boa y cocodrilo en el Orinoco,
el indio es un ser a la intemperie.
El sol amanece en el brillo del oro
y en la guerra.
En su lengua lo sonoro es un pájaro
que vive en el alma.
Hay un cielo de estrellas y nubes.
El nativo viaja de noche bajo las estrellas en la sabana
o viaja de día por la oscura selva. 
Solo se ocultan del hombre que viene a El Dorado.



LA PIEDRA DEL MEDIO

En el paso de Soledad vi el caudal de agua 
más grande en mi vida a mis cuarenta años.
La piedra sentada sobre la arena y los guijarros 
en el fondo del Orinoco. 
La piedra del medio del universo.
La piedra de la memoria del hombre en el sur.
Con su piedra la nutria hace malabares
a los rayos solares que entran al rio.
Me recuerda: La extracción de la piedra de la locura
del artista Javier Téllez, en los pabellones 
del Psiquiátrico de Bárbula. 
Y de aquel hombre que perdió la enjundia
y su entereza en la carretera 
que entra al llano de Arismendi,
como Dios lo trajo al mundo,
estaba amarrado por la cintura a una mata de teca.
En todos los caminos hay una piedra.
La piedra de la centella que abre en dos a un árbol.


LA HERENCIA

No te detengas a contemplar la sabana,
mueve la bestia, apura el paso.
Debes comenzar temprano el viaje. 
 Llévate un queso entero y carne seca, 
algo harás con ella
mientras te instalas en el mundo.
Deja los gallos de pelea.
Estos campos ni se van, ni se borran,
cambiarán un poco.
Cuando vuelvas tu mirada también habrá cambiado.
Tu corazón tiene paisaje, tierra y familia.
No quiero que te quedes detrás de la herencia,
aquí no crece el pensamiento.





    ADHELY RIVERO, nació en Guadarrama, Arismendi, estado Barinas, Venezuela. Está residenciado en Valencia. 
    Lic. en Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Cursó estudios en la Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo. Venezuela.
    Poeta, editor. Fue jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo. Director de la Revista Poesía. Coordinador del Encuentro Internacional Poesía de la Universidad de Carabobo. Director de las Ediciones Poesía de la Universidad de Carabobo. Coordinador de las Ediciones El Cuervo, traducciones, de la Universidad de Carabobo.
Condecoración en su Única Clase Alejo Zuloaga Egusquiza por la Universidad de Carabobo. Homenaje en la Revista Poesía No. 156.
PUBLICACIONES: 15 Poemas, 1984; En sol de sed, 1990; Los poemas deArismendi, 1996; Tierras de Gadín, 1999; Los Poemas del Viejo, 2002; AntologíaPoética, 2003; Medio Siglo, La Vida Entera, 2005; Half a Century, The Entire Life, 2009, versión al inglés de Sam Hamill y Esteban Moore.Poemas (Antología editada en Costa Rica) 2009.Compañera, 2012. Poesíe Caré, Poemas queridos, 2016, Versión al italiano de Emilio Coco, publicado en Colombia. Está representado en varias antologías nacionales y en la antología italiana La Flor de la Poesía Latinoamericana de hoy, tomo I, II, editada en Italia, 2016. La vida entera. Antología. Ediciones el Taller Blanco. 2021. Colombia.
Ha recibido los siguientes premios: Premio Nacional de Poesía Cecilio Chío Zubillaga Perera, Carora, Lara, Venezuela. Premio Nacional de Poesía Universidad Rómulo Gallegos, Venezuela. Premio Único de Poesía 40 Aniversario de la Reapertura de la Universidad de Carabobo. Premio Nacional de Poesía Universidad de Carabobo. Premio Nacional de Poesía Facultad de Ciencias de la Educación (en dos oportunidades) Universidad de Carabobo, Venezuela. Premio Beca del CELARG de Poesía, con Rafael Cadenas.
    Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, en 2007 y 2016. Festival Internacional de Poesía Al-Mutanabi en Suiza.2008. Festival Internacional de Poesía de Bogotá, Colombia. Festival Internacional de Poesía del Mundo Latino, México. Feria Internacional del Libro de Caracas, Venezuela. Festival Internacional de Poesía de Venezuela. Festival Internacional de Poesía de los Llanos colombo – venezolano, 2005, 2007, 2010.  Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo, Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela. Bienal Internacional de Literatura “Mariano Picón Salas”, Mérida, Venezuela
   Traducido al inglés, portugués, italiano, alemán, francés y árabe.


Thássio Ferreira: poemas de “Itinerarios”

 

Thássio Ferreira












(PRÓLOGO)

LA DISTANCIA

es de un silencio de piedra
quemando las voces de lo no-dicho
la distancia toda recta
danzando desvíos
entre el poema que se comienza
y lo que pulsa lo escrito.



(A)FUERA

NOCHE EN LO NEGRO

basta una noche en lo negro
para descubrirse
como se descubre un abismo
sólo cuando en él se bucea
que se puede salir del río
pero el río nunca sale de sí.


EL MUNDO

el mundo con sus imperfecciones
de lluvias y guerras

el contratiempo

cada rincón secreto de la materia
–y la materia es toda secretos rincones–
con sus desajustes
inevitables

errores irreparables
y dolores sin cura
sin fuga y sin muros

el tronco de las cosas
que irregular sostiene todo

para que algunas veces
en algún tiempo
en algún lugar
pueda florecer
una sonrisa


POEMA POLAROID

la tierra, despojada de humanidades
con sus incontables grados
de aspereza y azar

el arco del movimiento
el azul

nubes de formas indefinidas
evocaciones abiertas

el círculo de luz en el párpado
la sensación no la sé decir
y el poema se hizo



(A)DENTRO

POR QUÉ

soy poeta porque no sé
porque me abismo
porque invento

tal vez porque no me enfrente
–¡pero hay poetas que se enfrentan!
diente contra diente siempre-siempre–
prefiriendo enderezar
espejos y engranajes
con los que vivir frente a la gente

soy poeta porque quiero
gusto
y no desconsigo

soy poeta porque el agua es clara
porque existe el sol
porque hace frío
porque duele la palabra distracción
por la fuerza de gravedad
por miedo y mandamientos de la muerte
porque es necesario


INTROSPECTIVO

yo me desnudo de los sonidos del mundo
y de los que hay dentro de mí.
me desnudo de lo que veo
de lo que visto
y de lo que de mí, en mí
es visto.

así cambiado y desnudo
en el silencio y lo oscuro
sordo inaudible ciego invisible
intento ser con toda la intensidad.

intento saber si es posible
ser
sólo para adentro.
sin ser para el mundo.

y así consigo
(creo)
detener el tiempo
por un largo momento
de otra incertidumbre más.


DES(A)VESSOS*
(* juego de palabras y grafías intraducible: desavessos es “desgracias”, y “des vessos” podría ser “sin versos” o “no versos”, n. del t.)

MAÑANAS

por los dentros de las multitudes
–esa calumnia
de fantasmas sólidos
conturbados en deseos
e incomprensiones–
mi amor
me llama.

¿qué gusto tiene
la primera palabra
de sus mañanas
cuando las mañanas
son tempranas
tan tempranas
como las saudades?

masticar palabras
masticar amor
masticar las voces
que nos llaman

y desinventar los miedos
hasta el fin

(el fin de todas
las mañanas
tan temprano)


DE CADA MAÑANA

de cada mañana
extraer su poema
como los cielos
con sus brazos infinitos
extraen de la cargada madrugada
el sol de cada día
como algo que nace
cuando la hora ha llegado.


SALIÓ DE LA CIUDAD

salió de la ciudad como quien
sale a la luz del día
floreció en el viento
y en cuanto se lamió
se resbaló
viento sobre viento enmarañado
en cosquillas
(y encontró muy gracioso
esa palabra gorda: flo-re-cer)

se rio entre dientes hecho nube
jugó muy serio a encarnar palabras
disfrazado de lengua portuguesa
muchamente todo teatro del ser
bebió polvo se fingió tonto
balanceándose balanceándose
sus ramajes y sus quereres
hecho como si estuviese al despeinarse
en un mar de resaca

su madre llamó
de algún lugar
que era un puro instante
pero él desaprendía la orilla del camino
y nada de lo que oía
lo disolvía de ser flor
anduvo de soslayo
inventando mañanas
de nombres azules
amarillos escarlatas
impronunciables
(¡impronundecibles!)
como si las mañanas fuesen hechas
de sílabas líquidas de banana
y ternura

se cansó hasta adormecerse
y soñó estrellas
(mixturañadas con orgasmos
y picaduras en el pie)


EN EL VIENTRE INIMAGINABLE DEL TIEMPO

en el vientre inimaginable del tiempo
en este exacto instante: espantado momento
mientras escribo estas locuras
(intempestivas insomnes de mi pensamiento)
se generan mil azares maravillformes)
que tal vez nunca lleguen
(vengan / alcancen)
a vivir su carne de extrañamiento

(el tiempo es
de cualquier modo:
incognoscible)


* Todas las piezas seleccionadas pertenecen a Itinerários (Curitiba, ed. de la Universidad Federal do Paraná, 2018).

** Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2022.

Thássio Ferreira (Niterói, 1982) es poeta y escritor de ficciones, radicado en Rio de Janeiro. Autor de (DES)NU(DO) (2016), agora (depois) (2019) y Nunca estivemos no Kansas (2022), tiene cuentos y poesías publicados en revistas y antologías. Fue editor y curador de la “Revista Philos de Literatura Neolatina”. Tiene Facebook e Instagram, y una columna quincenal en la revista “Vício Velho”.


sábado, 27 de agosto de 2022

Rafael Felipe Oteriño: Poesía

 


Rafael Felipe Oteriño

























LA PALABRA QUE HUYE

Sólo la palabra que huye es la verdadera, 
la que se levanta de la mesa, 
la que rompe las filas, 
la que corre calle abajo y no se detiene. 

Alucinada por el cruce de caminos,
vías férreas, trenes subterráneos, 
en el límite de su significado, 
como una barca a punto de estallar.

Profética en el interior: ¿qué lengua habla?, 
¿cuál es su oración favorita?, 
¿qué recuerda de Baudelaire?, 
¿en qué barco ebrio huye trepada? 

Para saber lo que dice, interrogo a la luna, 
exploro el doble fondo del mar, 
me detengo a oír las cuerdas de su lira,
antes de que todo se vuelva más oscuro.


Y EL MUNDO ESTÁ AHÍ

Imagina que todo recomienza y que tu cuerpo está ahí, 
rodeado de plantas y animales, bajo la columna y el dintel, 
mientras voces jamás oídas golpean a la puerta; 
que das un paso y otro y que nada se opone a los siguientes.                                                            
Imagina que espíritus protectores te acompañan,
hasta una calle dormida en la que se oyen voces anteriores. 
             
Imagínalo, porque todo eso ya pasó: las casas fueron tapiadas
y los ángeles de la infancia abandonaron sus puestos. 
Las columnas continúan firmes con su dintel. 
Un silbido nuevo ensordece el día. Y el mundo está ahí, 
con una pluma de ave del paraíso en cada mano,
para quien sea capaz de dar el próximo paso y los siguientes.


LA FOTOGRAFÍA

En esa placa de veinte por diez soy un sobreviviente.
La calle se detuvo en un punto distante
que puede ser el horizonte y que sin duda no lo es.
Los que me acompañan ya dieron el paso
y se los ve nítidos en el marco que los retiene.
Debo dar cuenta de ellos al filo de mis labios,
cambiar la letra firme de las vocales por el río manso
de las consonantes, todas mis certezas por la duda. 

Y aun así no puedo ver a través de sus cuerpos.
Están confinados en el glaciar de la memoria.
Si existe otra vida, ahí están ellos: saciados. 
Con ademanes firmes dejan lugar a los que llegan 
y a los rezagados les confían una paz sin retorno. 
La colmena permanece igual, en brazos del sol, 
acunada por derrotas y alguna lejana victoria. 
A cada instante, malherida, la vida sobrevive a la vida.


DASEIN

Es tan corto este día,
que en un rapto se agolpan
la mariposa del jardín anterior, 
la luna fría de septiembre, 
sin tener en claro
cuál de las dos ha de reinar. 
         
Tan corto, que en un abrazo
puedo contenerlo,
con la sensación de asistir a algo
que se consuma sin haber existido.
 
La huella sigue a la mano,
la perla al pescador de perlas,
la pluma al pájaro
y el trueno al oído.

Flecha súbita
que alcanzó su blanco, 
cita no concertada
en el jardín de las delicias,
y yo en el medio, 
oficiante anónimo, ciego guardián. 


HISTORIA FAMILIAR

He vivido más de lo que pensaba
y ahora soy yo el que cuenta la historia;
desaparecidos todos ellos, 
puedo darles forma de pájaro o de pez,
o lanzarlos a caminar sobre una cuerda,
y nadie me lo discutirá;
voltear muros, fraguar encuentros,
hacer ruido en los cuartos y descubrir tesoros,
y nadie me los disputará.

El pasado flota igual que un iceberg,
el puerto hacia el que marchábamos
sigue cerrado por brumas, como entonces;
el muelle forma un espejismo
ante el que nos inclinamos
y al que veneramos, cifrando palabras; 
también a punto de extraviarse, 
todavía no ha comenzado
su deslizamiento hacia abajo.

El este y el oeste son geografías en el mapa, 
pero algún día ya no lo serán;
la tormenta y el eco se escucharán lejanos,
y otros intérpretes más audaces
retomarán la historia
con sucesivas e inevitables erratas. 
Y serán –como ahora lo soy yo- 
partes de un sortilegio:
los últimos y primeros en contarlo. 


NUESTRO SECRETO 
                 
Y con el correr de los años,
las frases cortas, 
los silencios, las despedidas,
lo no hablado
y lo hablado a medias.

Una poética en movimiento,
que se cumple
sin mover una mano,
en mesas vacías
y en pabellones cerrados.

¿Y si el significado
no fuera otro que mantener
viva una llama,
palabra por palabra, 
en labios que también oscurecen? 

Los mismos sitios, 
parecidas señales 
transmitidas más de una vez
en un presente continuo, 
pensando en el final.

De padre a hijo, 
de hermano a hermano,
porque no hay hora establecida
ni uso ni labio 
para entregar esa llama. 

Con la sospecha
de estar convictos, 
ya que incluso la sombra
tiene para contarlo
la noche entera y una raíz sedienta.
 
¿Y si no fuera
más que eso: 
una ola que se repite, 
un traspasar de señales, 
entre hojas que caen? 


CASAS

Casas de la infancia, enormes como glaciares
e infinitamente pequeñas como huesos.

De su boca partimos, con alas en los pies
y viento helado en las mejillas. 

Por laderas de las que brotan géiseres
que todavía explotan en los oídos.

Con el don de lo improbable y lo azaroso,
siembran geografías, fronteras y países. 

Anotan en las cortezas mensajes de arena,
las tres luces de Orión y cartas que se extravían. 

Cuando un día cierran las puertas,
la lluvia les presta su elegía, su pan y su exilio. 

Ocultas detrás de otras casas, 
se mueven como antenas detrás de sus hijos.

Y así despiertan a unos y a otros,
llamándolos por sus nombres.

Casas de la infancia: 
minuciosas, invencibles. 

El sueño que tenían para nosotros
era menos que un sueño: era una premonición.

Escaleras, ventanas, ropas de abrigo:
eso se inscribe en las terminales del cuerpo.

Y de este modo deciden nuestra suerte: 
nos sueltan la mano, nos instan a andar.



Rafael Felipe Oteriño (La Plata, Provincia de Buenos Aires, 1945) Poeta y ensayista.. Publicó los libros de poesía: Altas lluvias (1966), Campo visual (1976), Rara materia (1980), El príncipe de la fiesta (1983), El invierno lúcido (1987), La colina (1992), Lengua madre (1995), El orden de las olas (2000), Ágora (2005), Todas las mañanas (2010) y Viento extranjero (2014), y el volumen de ensayos sobre poesía: Una conversación infinita (2016). Su obra se encuentra reunida en Antología poética (1997), Cármenes (2003), En la mesa desnuda (2008) y Eolo y otros poemas (2016). Sobre la poesía escribió: “En ese espejo nos vemos: somos nosotros y no lo somos, es lo que sentíamos y no lo es, es nuestra autobiografía y es una invención. A veces, una sensación de impotencia: lo escrito no tradujo lo que queríamos expresar; en ocasiones, un sostén momentáneo contra la confusión; siempre, el misterio de haber sido conmovidos por las palabras”. Es miembro de número de la Academia Argentina de Letras.
Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2019.



viernes, 26 de agosto de 2022

Santiago Sylvester: (Museo del Hombre)

 

Santiago Sylvester



















¿Quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?
Con estas palabras se construyó el Museo:
           piraguas, vasijas, túmulos mortuorios, maneras
           de hacer fuego;
y las respuestas están a la vista:
                                                  esa mujer
que exhibe un gran escote, aros, zapatos color
       mostaza, y nos cuenta involuntariamente su 
       vida;
              ese hombre
que va llegando trabajosamente a la vejez como un
           tren al que sacan de servicio, como un
           carguero que se despide del Cabo de Hornos,
           como cualquier cosa sólida y oxidada.

Mire alrededor, todas son respuestas:
ese joven absorto en su onanismo cibernético,
su amiga en idéntica tarea, tan lejos que le cuesta
            volver;
esa belleza malhumorada de la gran ciudad,
el juez que dicta sentencia y después sale a buscar las
            pruebas;
el que blasfema y no sabe  la cantidad de fe que se
            necesita para blasfemar:
el que ha vivido mucho y termina estando en
            muchos sitios;
el que toma su trago fuerte, el que ojea una revista.

Mire la tramoya humana
Y verá respuestas en todas partes.
Todos somos explicaciones de museo.

-Antología Personal (1974-2022),
Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2022-

Santiago Sylvester nació en Salta en 1942, se recibió de abogado en Buenos Aires, donde vive

actualmente. Publicó más de veinticinco libros: de poesía, cuento y ensayo, en Argentina y España; antologías de Poesía del Noroeste Argentino; de Manuel J. Castilla, Néstor Groppa, Juan Carlos Dávalos, Poetas de las Provincias y Los que se fueron (poetas argentinos en el exterior). Ediciones de Juana Manuela Gorriti y Federico Gauffin. Sus últimos libros: de poesía, La conversación, en Colección Visor; Ciudad en Pre-Textos, ambos de España; y Sobre la forma poética, ensayo, en EUDEBA.
Algunos premios: Provincial de Salta, Fondo Nacional de las Artes, 3º Nacional de Poesía, Internacional Jorge Luis Borges, Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Fundación Argentina para la Poesía. En España, Ignacio Aldecoa y Jaime Gil de Biedma. Dirigió veinte años la colección de poesía de Ediciones del Dock. Es miembro de número de la Academia Argentina de Letras y correspondiente de la Real Academia Española.


  





jueves, 25 de agosto de 2022

Esteban Moore: Gregory Corso -El ángel de las musas-

 


Gregory Corso (1930-20019



Gregory Corso nació el 26 de marzo de 1930, en el Hospital San Vicente en Greenwich Village, en la ciudad de Nueva York.  Fue bautizado  Nunzio, posteriormente en su confirmación adoptaría el Gregory definitivo. Su madre,  Michelina Colonna, antes que cumpliera el año, lo abandonó en un orfanato católico. Su padre, Fortunato ‘Sam’ Corso, quien no  quiso hacerse cargo de él, autorizó que lo entregaran en custodia  a un hogar sustituto. 
Los próximos once años viviría en varios hogares distintos. En ellos, muchas veces sería severamente castigado, al respecto recuerda “si volcaba el dulce, mis padres sustitutos me daban una paliza, y si esto coincidía con una de las ocasionales visitas de mi padre, él también me daba un paliza, cobraba doble.”   

Las escuelas católicas a las que asistió, donde se destacaría como un excelente alumno y la iglesia parroquial, en la que fue un atento y solícito monaguillo, dejarían marcas indelebles en su personalidad.  En este período desarrollaría su afecto y admiración por santos y religiosos,  a los que se referiría como: “Mis únicos héroes.” 

Luego  de que la aviación del imperio del sol naciente bombardeara  Pearl Harbor (1941), los Estados Unidos le declaran la guerra a las fuerzas del Eje. El padre de Corso, para evitar ser reclutado, se declara único  sostén de su hijo y  lo lleva a vivir con él. Sin embargo, su ardid fracasa y es enviado al frente de combate.  Gregory, abandonado nuevamente, no tiene donde vivir, se decide entonces a hacerlo en las calles de la Pequeña Italia Little Italy, el barrio italiano en Nueva York.

Durante el invierno dormía en las estaciones del subterráneo y en el verano lo hacía sobre las terrazas  y techos de los edificios. Continuó asistiendo a la escuela parroquial, ocultando el hecho de que estaba viviendo en las calles. Su supervivencia  dependió de la generosidad de los empleados de la panadería Vesubio, los que según Corso le permitían hurtar pan y facturas para su desayuno y de los comerciantes y los encargados de los distintos puestos de comida del barrio, quienes le pagaban los mandados que le encomendaban con alimentos. Cierta vez le pidieron  que llevara una tostadora a un vecino, en el camino se la vendió a un transeúnte. Fue arrestado y condenado a cuatro meses de detención en The Tombs, entonces la cárcel más violenta de la ciudad, allí recibió tantas golpizas que desesperado atravesó con sus manos los cristales de una ventana para que lo enviaran al hospital, donde estuvo bajo observación  varios meses en el pabellón psiquiátrico.

En 1946, participó de un robo a una dependencia de una  institución de crédito, su parte del botín  fue de U$S 7.000, para la época una pequeña fortuna. Al ser denunciado por uno de sus cómplices es arrestado, juzgado y condenado a tres años de encierro en la Prisión Estatal, en Dannemora, Nueva york, aún era menor de edad, sólo tenía 16 años. En la cárcel habría de compartir sus días con peligrosos delincuentes, asesinos y violadores, sin embargo su buena estrella no habría de abandonarlo, pues debido a su ascendencia italiana recibiría la protección de varios integrantes de las familias mafiosas de Nueva York que cumplían condena en ese penal, entre ellos el temible  Richard ‘Richie’  Biello. Por ser Corso el preso más joven de la población carcelaria lo adoptaron como su mascota, mandadero  y bufón.  Allí comenzó su educación literaria. Guiado por un preso que colaboraba en la biblioteca leyó palabra a palabra un viejo diccionario, luego vinieron Los Hermanos Karamazov, Los miserables, los volúmenes del historiador Will Durant; Christopher Marlowe, Thomas Chattterton   y fundamentalmente la obra de los integrantes de la segunda generación de románticos ingleses, Byron, Shelley y Keats, entre quienes Shelley sería su favorito. 

Habiendo cumplido su condena se instala en Greenwich Village, trabaja para un confeccionista de vestimenta y por las noches asiste regularmente al Pony Stable, un bar de lesbianas. Su carácter, humor y payasadas lo convierten rápidamente en el personaje del lugar. Las parroquianas que se divertían con sus ocurrencias lo dejaban ocupar, noche tras noche, una mesa donde escribía febrilmente sus poemas. Una noche visitó el bar Allen Ginsberg quien al verlo allí sentado, se sintió atraído por su buena presencia y el  magnetismo  y energía que emanaba de su cuerpo. Ginsberg quizás se acerco a él con intenciones sexuales, sin embargo, Corso, un manifiesto heterosexual, supo sacar beneficio de la situación y le hizo pagar las cervezas. Y, no dejó  de aprovechar la circunstancia para leerle algunos de sus poemas que impresionaron a Ginsberg profundamente. 

Allen Ginsberg posteriormente le presentará a otros escritores que unos años más tarde constituirían el núcleo central de los Beats: Jack kerouac y William S. Burroughs. Ellos vieron en él a un poeta educado en las calles que tenía el potencial necesario para expresar su pensamiento poético, que si bien estaba anclado en la tradición clásica, proponía una mirada diferenciada de aquella de la generación que los antecedió. El encuentro de estos escritores no sólo es  un punto de inflexión en sus propias vidas, sino también en la literatura norteamericana. 

La necesidad de profundizar sus conocimientos lo inducen a trasladarse  en 1954 a Cambridge, Massachusetts, donde los poetas Edward Marshall y John Wieners de la llamada Escuela de Boston, estaban experimentando con las poéticas de la voz.  Allí concentra sus actividades en la biblioteca de la universidad de Harvard donde pasa sus días leyendo; y asistiendo furtivamente a clases dedicadas a los clásicos griegos y latinos. En Harvard rápidamente hizo amigos, entre ellos, Peter Sourian, Bobby Sedwick y Paul Grand, quienes lo dejaban dormir  sobre el piso en sus habitaciones y le prestaban ropa elegante para que pasara desapercibido en el comedor universitario. Todo parecía marchar sobre ruedas, hasta que los integrantes de una de las  hermandades universitarias, The Porcellian Club,  quizás la más elitista de todas, descubrieron su presencia y le solicitaron al rector que expulsara al intruso. Pero, ante la sorpresa de los denunciantes el rector, el poeta Archibald MacLeish, entrevistó a Corso, leyó sus poemas y  decidió darle la autorización para asistir a clase como alumno oyente, otorgándole el status  de poeta residente.   

Ese año publicó sus primeros poemas en el Harvard Advocate,  la revista literaria de la universidad y el reconocido teatro de los poetas estrenó su obra This Hung-Up Age simultáneamente  con Asesinato en la catedral de T.S. Eliot. Sus amigos de Harvard  al año siguiente reunieron el dinero para imprimir su primer libro: The Vestal Lady on Brattle, and Other Poems (1955).

Ginsberg y Kerouac se habían trasladado a  San Francisco. Corso  que se hallaba temporariamente  en Los Ángeles decide seguir sus  pasos. Llega allí el día después de la histórica lectura  de poesía en la Six Gallery (7 de octubre 1955) en la que participaron Michael McClure, Gary Snyder, Philip Whalen, Philip Lamantia y Allen Ginsberg quien leyó  Aullido, produciendo conmoción en los medios poéticos de la ciudad.  A partir de esta lectura, Ginsberg y Corso realizaron varias lecturas en San Francisco, luego partieron hacia Big Sur a visitar a Henry Miller y a Los Ángeles invitados por Anaïs Nin y Lawrence Lipton. Antes de regresar a Nueva York  visitaron a Jack Kerouac  en ciudad de México. 

En 1957, viaja Europa, instalándose en una pensión en París. Desde allí se trasladaría a otras ciudades donde residiría durante extensos períodos, estudiando idiomas e interiorizándose en las diversas poéticas contemporáneas europeas. Allí recibiría la visita de Ginsberg y Burroughs. Cuando sus finanzas se lo permitían regresaba a los Estados Unidos, donde publicaría Gasoline (1958, prologado por Allen Ginsberg y dedicado a “los ángeles de la prisión quienes a mis diecisiete años me entregaron desde las celdas que rodeaban la mía, libros que me iluminaron.”) 

Sus  estadías en París fueron  provechosas, allí terminó The Happy Birthday of Death (1960), al que le siguieron Minutes to Go (1960, poesía visual en colaboración con William S. Burroughs, Sinclair Beiles y  Brion Gysin), The American Express (1961, su única novela) y  Long Live Man (1962). 

A comienzos de los 60 ingresa en el departamento de inglés de la Universidad de Nueva York en Buffalo,  será despedido en 1965,  pues se niega a firmar una declaración jurada estableciendo (aunque no estaba afiliado) que no era miembro del partido comunista.  En los años siguientes enseñó en distintas universidades, siempre por poco tiempo, pues invariablemente entraba en conflicto con las autoridades, debido en la mayoría de los casos a  las quejas elevadas por los sectores académicos de las mismas. 

 Junto a Allen Ginsberg y Peter Orlovsky recorrerá su país y Europa leyendo su trabajo y residirá  varios años en Italia y Grecia. En una visita a su país declara que su destino es la poesía y ésta su única salvación y da a conocer en 1970 Elegiac Feelings American  al que le seguirán:   The Night Last Night was at its Nightest (1972) Earth Egg (1974) Herald of the Autochthonic Spirit (1981), Mind Field (1989),  Mindfield: New and Selected Poems (1989, poetry).  Sin embargo, ya a partir de mediados de los 70 su producción poética disminuirá, debido a su alcoholismo y el abuso de heroína que en muchas oportunidades financiará con  la venta de sus libretas de notas, apuntes y poemas, muchos aún inéditos, a las bibliotecas de universidades norteamericanas. 

Gregory Corso fue un auténtico bohemio, sobrevivió realizando tareas diversas, dependiente en una florería, vendedor de biblias,  dando ocasionales cursos de escritura creativa, recitando sus poemas, sus derechos de autor y  fundamentalmente la generosidad de sus amigos, entre ellos Francis Ford Coppola que le pidió que hiciera un cameo en el Padrino III.  En  “Llegando al poema” declara: “He vivido por la benevolencia de judíos y muchachas/ no tengo posesiones /y nada me ha de  faltar…” (por judíos léase Allen Ginsberg).

En la última etapa de su vida le irritaba sobremanera aparecer en público, ya sea en una lectura de poesía o una entrevista, en la mayoría de los casos las rechazaba. Pero, más que nada le molestaba su fama como una celebridad del movimiento beat. Nunca autorizó que se escribiera sobre su vida, sólo póstumamente habría de aparecer una selección de sus cartas titulada artificiosamente  Una biografía accidental.

No obstante, en los 90 a instancias de Allen Ginsberg se reunió con el director cinematográfico Gustave Reininger con quien tuvo largas conversaciones,   en las que lo sometió a un extenso cuestionario que incluyó preguntas sobre el poema de Gilgamesh, Heráclito y San Clemente de Alejandría.  Sólo después de que el cineasta aprobara el exámen, acordaron realizar un documental sobre su vida: Corso: el último de los beats; en el que participaron, entre otros,  Ethan Hawke, Bob Dylan, Patti Smith, Lawrence Ferlinghetti, William Burroughs, Deborah Harry y Allen Ginsberg. El plan consistía en realizar un viaje con el poeta por  Francia, Italia y Grecia para reconstruir los inicios del movimiento beat. En Venecia frente a la cámara habría de lamentarse por no haber tenido una madre y haber vivido una dolorosa infancia. 

Se propuso entonces averiguar en qué cementerio estaría enterrada Michelina Colonna, ya que su padre le había dicho que luego de abandonarlo ella había regresado  a Italia. Discretamente Reininger inició la búsqueda y sorprendentemente ella apareció viva y no en Italia, sino en Trenton, Nueva Jersey. Corso rápidamente desarrolló entonces una estrecha relación con ella y en varias ocasiones vacacionaron en Atlantic City para jugar al blackjack en los casinos de esta ciudad, donde él regularmente perdía, hecho que  lo  obligaba a  aceptar que su madre siempre compartiera con él sus ganancias.  

El reencuentro sostuvo Corso, cicatrizó viejas heridas espirituales y le devolvió la energía  para retomar la escritura,  convenciéndolo además que su vida había dado un giro completo.  Pero, como él dijo en distintas oportunidades, la musa  como “la vida nos brinda sorpresas inesperadas”, intensos dolores lo obligan a ir a un hospital, donde se le diagnostica un cáncer de próstata que debido a su descuido ya se había ramificado. Fallece el 17 de enero de 2001 en la casa de una de sus  hijas Sheri, en la ciudad de Robbinsdale, Minnesota. Además de Sheri, Gregory Corso en sus tres matrimonios fue padre de otras dos hijas, dos hijos, quienes le dieron siete nietos y un biznieto.   

Un grupo de sus amigos, en los Estados Unidos, entre ellos, Robert Richards y su abogado Roger Yarra decidieron cumplir con su último deseo: “Ser enterrado en Roma en el mismo lugar donde fueron sepultados  "mis amados Percy Shelley y John Keats.”  

La tarea no sería fácil, pues las autoridades romanas,  sólo en ocasiones fuera de lo ordinario, otorgaban  la autorización necesaria para realizar entierros en el cementerio para no católicos, “Cimitero Acattolico”, conocido también como el de “los ingleses”, patrimonio histórico de la ciudad, donde descansaban los restos de sus admirados poetas. No obstante, Hannelore Messner, quién residía en Roma luego de varias negociaciones y agotadores trámites obtuvo el permiso pertinente.  Entonces su hija Sheri acompañada por una docena de amigos de su padre trasladó  desde los Estados Unidos las cenizas de Corso a Roma. 

Unas doscientas personas  se reunieron el domingo 5 de mayo de 2001 en el “Cimetero Acattolico” para  brindarle la despedida final, entre ellos, Massimo De Feo y Corine Young. La urna conteniendo sus cenizas fue colocada en un foso frente a la tumba de Shelley y no muy lejos de la de Keats.  Roger Yarra y Penny Arcade leyeron algunos de sus poemas con música de fondo de Mozart, luego   los asistentes  lanzaron una lluvia de pétalos de rosa sobre la urna, flor que el poeta amaba. Cuando llegó el momento de cubrirla con tierra un clarinete rompió el silencio tocando viejas canciones revolucionarias españolas.


Post Mortem

 El tardío estreno oficial de Corso: el último de los beats en 2009, obtuvo para su director distinciones y premios en los festivales internacionales  en los que compitió, no solamente por ser un significativo ejemplo del cinema verité, sino en buena medida por el sujeto de la narración.  A pesar de su relativo éxito de público, tuvo un interesante impacto en ciertos medios especializados, los que despertaron un nuevo interés por la obra de Corso. Sin embargo, de mayor relevancia que aquello que se denominó el ‘redescubrimiento’  o ‘nueva puesta en escena’ del poeta, son las preguntas  que a partir de este documental quedan flotando en el aire.  

Si a Gregory Corso se lo consideraba ‘un poeta para poetas’ (Ginsberg, Kerouac, Burroughs), ‘que poseía una  voz propia’ (Creeley), ‘uno que en términos lingüísticos transfiere toda la potencia de la sintaxis y la retórica a su verso sosteniendo una actitud antiacadémica’(Carruth), cuyos poemas despiertan nuevas posibilidades para la palabra escrita (Bob Dylan); y, que además, a partir de Gasolina (1958) tuvo en los 60 y 70  una amplia audiencia que lo valoraba como uno de los renovadores de la poesía norteamericana contemporánea: ¿Cuáles serían entonces los motivos que relegan, al poseedor de una de las voces centrales  del movimiento beat, a un segundo plano? 

Los poetas y lectores que no rechazaron su trabajo, aquellos fieles que lo acompañaron a través de su marcha por el desierto, no tienen ninguna duda al respecto,  su marginación se debió en gran parte a su personalidad. Corso era un bromista irreverente, no tenía pelos en la  lengua y  nunca se privó de burlarse de las instituciones. En no pocas ocasiones la universidad, los académicos y los poetas inclinados hacia procedimientos formales habrían de sufrir, muchas veces en carne propia, sus desplantes y, en alguna medida, su desprecio. La respuesta de aquellos que controlaban entonces el panorama poético norteamericano varió entre el silencio, la negación o el repudio de su obra, encarnado, entre otros críticos, por Diana Trilling, Norman Podhoretz y John Hollander. 

 En 1960, Robert Lowell, entonces integrante de la tribu del metro y la rima, dividió la poesía norteamericana en  ‘cocida y cruda’ (cooked & raw),  las nuevas tendencias, entre ellas las divergentes poéticas de los Beats que tanta influencia tuvieron con la transformación de la poesía norteamericana en el siglo XX, pertenecían según él,  a la segunda categoría. Años más tarde, cuando parecía que el fenómeno del movimiento Beat se apagaba, Lowell en una carta a Elisabeth Bishop  escribió convencido: ‘una vez que los Beats desaparezcan será el tiempo de los profesionales’. Lo que definitivamente no comprendió es que la rebeldía poética de los Beats no estaba dirigida hacia él o hacia aquellos que él denominaba ‘los  profesionales’, sino hacia la medida. Enfrentamiento definido por Annie Finch  como: “la provechosa disputa con el metro, especialmente el pentámetro yámbico”; anteriormente  T.S. Eliot se había referido a este procedimiento en la poesía moderna perceptible ya  en las primeras décadas del siglo, considerándolo un “ataque contra el pentámetro yámbico”. Los Beats lo entendieron tempranamente, eran conscientes de que para expresarse,  el vehículo de dicha operación  -el verso,  en sus palabras, ‘the line’- , debía consolidar formas abiertas y que para ello debían revisarse  las convenciones prosódicas.   

 Las ácidas opiniones de Corso sobre el medio poético, su incorrección política y su exacerbado autodidactismo, la obsesión de leerlo todo -producto de un escritor que no tuvo una educación formal- y su rotundo antiacademicismo, fueron en gran parte los motivos  por los cuales los profesores poetas que administran la industria de los programas de escritura en las universidades norteamericanas, excluyeran su obra de la currícula. Esto no sólo le restaría lectores sino que dificultó la reedición de su obra  y lo que es más importante indujo a los antólogos a prescindir de su nombre y  a los jurados de los distintos premios literarios,  a convertirlo como sostuvo Allen Ginsberg, en el  poeta “menos premiado de nuestro tiempo”. 

No obstante, esto no pareció incomodarlo. Su consuelo, pasar largas temporadas en Europa,  aguardando la visita de las hijas de Zeus, particularmente las de  Erato y Calíope, a las que se refería, dependiendo de la ocasión,  invariablemente en singular —su constante alusión a la Musa también perturbó  a ciertos  poetas profesores, quienes sostuvieron  que Corso la utilizaba como un escudo pues era un poeta sin mayor relevancia quien sólo había tenido en su escritura escasos y contados momentos de lucidez—   y releyendo vorazmente a su amigo Henri Michaux, los mitos griegos y egipcios, el Libro de los muertos y a distintos poetas, entre ellos, Mayakovsky, Artaud, Lorca, Shelley, Rimbaud, Crane y  O’Hara.   

A pesar de la oposición a su trabajo a partir de 1989 varios autores se interesan por su poética y comienzan un lento proceso de reivindicación  de su nombre entre los autores que protagonizaron la renovación de la poesía en habla inglesa: Gregory Stephenson publica Exiled Angel, al que le seguirán entre otros trabajos sobre su obra y persona:  A Clown in the Grave, Michael Skau (1999); Gregory Corso: Doubting Thomist , Kirby Olson (2002);  Against Oblivion, Ian Hamilton (2002); Accidental Biography, (2003, prólogado por Patti Smith); Beat Poetry, Larry Beckett (2012); Three Radical Poets: Allen Ginsberg, Gregory Corso, Adrienne Rich, Eliot Katz (2013).  La noción de que Corso, muy difundida en el medio literario, era un poeta desprolijo (sloppy), que no contaba con los instrumentos para definir su propia poética, comienza a diluirse.

 Allen Ginsberg en la primavera de 1994, lo invita a participar en un seminario en la Universidad de Nueva York e incluye su obra entre los autores de lectura obligatoria .  Le dedica una jornada,  una clase dedicada exclusivamente a Corso, evaluó su poética destacando su complejidad; una que en sus palabras traslada las abstracciones  al lenguaje del hombre de la calle, transformándolas en lengua viviente.  Un poeta que recurre a su conocimiento de la calle, la sabiduría popular que es balanceada cuidadosamente con su lectura de los clásicos. Corso, destaca posee una habilidad extrema para destilar la esencia de conceptos arquetípicos, reciclándolos con humor, renovándolos. Asimismo, examina, contrasta y transmuta con agudeza e ingenio distintos  aspectos de la cultura popular y es un crítico severo de las convenciones. 

Gregory Corso solía repetir: “Nunca moriré, porque cuando esté muerto no lo sabré.”   Aunque no lo sepa no ha muerto pues nos ha dejado su obra cuya lectura nos lo devuelve tan vivo como siempre. 

En la actualidad ya nadie pone en duda que ha sido una de las figuras más influyentes del movimiento Beat en el imaginario poético de su país y que su voz, como dijo William Burroughs: “resuena a través de un futuro precario.” 
 




 

                                                                                                    
 
 



 


 




  
 

 
 



 


miércoles, 24 de agosto de 2022

Allen Ginsgerg: Proclama

 


Allen Ginsberg (1926-1993)























                                   para Carlos Edmundo de Ory


Yo soy el Rey del Universo
Yo soy el Mesías con una nueva dispensa
Discúlpenme he pisado un clavo.
Un error
Quizás no sea el Capitalista del Cielo.
Quizás sea un portero roncando
            al lado de las  Columnas de Madreperla-
No, esto no es verdad, Yo realmente soy Dios mismo.
Ni un poco humano. No me asocien 
                  con ellos.
En todo caso puedes creer en cada palabra 
         que  yo digo.


Octubre 31, 1987.
Gasolinera, N. Y.

Versión Esteban Moore
 

martes, 23 de agosto de 2022

Vicente Gallego: Poesía

 



Vicente Gallego













Septiembre, 30

No ha sido fácil comprender el mar,
el mar que se resiste al adjetivo,
las rocas, su volumen,
la concreción del tiempo en la materia
más real, la verdad del mundo en el vaivén
del viento y la marea, en la quietud
que el arrecife opone al oleaje,
en el fragor eterno del silencio,
que es una voz antigua e innumerable.

Aquí todo esta dicho,
no hay a quién.


La custodia

                     A Pedro García Montalvo

Bajo el sol de su fe, de su quietud,
el lagarto es verdad, es certidumbre
con la piedra y el cielo esta mañana.

Permanece consigo en su custodia,
Y vela así la plenitud del día.

Que a nosotros nos prenda
lo que tiene el lagarto tan cumplido,
que nos saque a la luz,
aunque sea muriendo.


Vicente Gallego (Valencia, España, 1963) Poeta y narrador. En poesía entre otros títulos ha publicado: Santuario, Valencia (1986),  La luz, de otra manera (1987), Cantar de ciego (2005), Mundo dentro del claro (2012), A pájaros y migas (2019)  y Un gramo menos (2020).
Su obra ha sido distinguida con diversos premios: Rey Juan Carlos (1987), Loewe Joven (1990), Emilio Alarcos (2015), Generación del 27 (2016), Poesía Fundación Loewe y el Nacional de la Crítica (2002)