Blog sin fines de lucro (Non Profit)de la palabra poética, traducción, crítica literaria, Charles Bukowski, Raymond Carver, Sam Hamill, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, cultura,costumbres y el buen asado criollo. edmundokirk58@gmail.com.
domingo, 30 de septiembre de 2018
sábado, 29 de septiembre de 2018
miércoles, 26 de septiembre de 2018
Esteban Moore: Historia
Esteban Moore |
Cómo placen a los héroes los
caballos
Juan Manuel Roca
Qué decir de los repetidos monumentos ecuestres
Qué
de esos hombres siempre bien montadosque con arrogancia ocupan parques y paseos de la ciudad
Ambicionando qué
desde su afectada postura en trabajado metal
Qué decir de esas inalterables figuras de bronce
triunfo de
aquellos que con ardiente empeño anhelan evocar
/jornadas de incierta gloria
Qué decir de esos jinetes envarados
cabalgando siempre corceles de brío
-congelado metal en el tiempo- que en vana pretensión
levantan
/una de sus patas
o ensayan un suave
corcovo o se aferran con todas sus extremidades
/a ilusorios campos de batalla
Qué decir
de ese
general uniformado a la europea
comandante de gauchos desarrapados
quien con altiva insolencia levanta su brazo derecho
la
mano abierta
los dedos extendidos en señal de qué
-carga o retirada-
sujetando decidido las riendas de una bestia majestuosa
– fabuloso semental
de parada
indómita
allí en las alturas de un imponente pedestal
recubierto en granito rosado
erigido sobre un
basamento escalonado -de proporciones descomunales
delante del
cual los jóvenes que pasan
rinden su mirada ante
los pechos conmovedores de esa muchacha
/que
sentada allí con la blusa
desabrochada
se aprovecha de la tibieza
de este sol de septiembre
/ que precoz anuncia el verano
Esteban Moore (Buenos Aires, 1952). Poeta,
traductor y ensayista En poesía sus últimos títulos publicados son: Partes
Mínimas -uno/dos- (2006, Alción, Córdoba, Argentina); El avión
negro y otros poemas 2007,
Buenos Aires, Fondo Metropolitano de las
Artes y las Ciencias), Veinte años no son nada (2010,
Alción, Córdoba, Argentina) y Poemas
1982-2007 (2015, Alción, Córdoba, Argentina).
En ensayo publicó: Primer Catálogo de Revistas
Culturales de la Argentina (Ediciones Revista Cultura, auspiciado por
la Secretaría de Cultura de la Nación y la Federación de Revistas
Iberoamericanas, Buenos Aires, enero 2001) y ha dado a conocer en revistas y
diarios textos sobre la obra de Alberto Girri, H.A. Murena, Horacio Salas,
Lawrence Ferlinghetti, María Granata, H.A. Murena, Allen Ginsberg y la poesía
argentina contemporánea, reunidos en Versiones y apropiaciones
(Alción, Córdoba, 2012).
Ha realizado la traducción de diversos
autores de lengua inglesa entre ellos: Lawrence
Ferlinghetti: Los Blues de la procreación y otros poemas
(Alción, Córdoba, Argentina, 2006) Jack
Kerouac, Buda y otros poemas (Alción,
Córdoba, Argentina,2008); John F. Deane, Lejano país y otros poemas (Alción, Córdoba,
Argentina, 2011); Allen Ginsberg, Aullido
y otros poemas (Alción, Córdoba, Argentina, 2012); Raymond Carver, Vos no sabés qué es el
amor y otros poemas (Alción, Córdoba, Argentina, 2015).
La Universidad de Carabobo,
Valencia Venezuela distinguió su
labor poética otorgándole la
condecoración Alejo Zuloaga.
Etiquetas:
Argentina.,
Esteban Moore,
Poesía
Luis Benítez: Ese hermano que envenena los ríos
Luis Benítez |
Ese
hermano que envenena los ríos
abre
una ancha brecha
que
le parte la vida.
La
mano que asesina los huevos de los peces,
el
dedo que ordena que se sequen las raíces del mundo,
que
la fruta se pudra antes de llegar a su boca,
que
en el aire fallezcan las alas de los pájaros,
y
el silencio congele el paisaje de su
misma muerte,
ese
hermano que pide
que
los hongos se asomen en lo rubio del trigo,
y
que la noche se abra en el corazón del alto mediodía.
Ese
hermano que obliga
a
retroceder al tiempo hasta su aborto,
el
que invoca calaveras
en
medio de la fiesta de su propia carne viva,
no
sabe que se suicida en el ave que cae,
no
sabe que se muere
donde
declina el tallo
su
alegre columna verde,
donde
el todo de los campos
se
convierte en la nada.
Ese
hermano que envenena los ríos
no
sabe que también envenena el rojo río
que
lo anima por dentro,
el
que desagua en la sangre de sus hijos
lo
empetrola hoy y ahora con su error infinito.
La
mano que alzó la orden
de
talar el futuro
derribó
cada hora de ese día, mañana,
donde
había gestos y rostros
que
se le parecían
al
hermano equivocado que envenena los ríos.
Luis Benítez (Buenos Aires, 1956)
Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo. Es miembro de la Academia
Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York y de la World Poetry Society
(EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La
India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La
Porte des Poètes. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y de
Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA). Ha
recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria,
entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes
(París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura
(Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina
(Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la
Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del
Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio
Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea
de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); el Primer Premio de Novela
Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de
Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada
“Macedonio Palomino” (México, 2008). Sus 36 libros de poesía, ensayo, narrativa
y teatro han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos,
Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. En
2011, la editorial española Publicatuslibros.com editó en e-book, en 3 tomos,
sus “Poemas Completos (1980-2006)”, con ensayo introductorio del Prof. Luis
González Platón, de la Universidad de Madrid.
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Luis Benítez
lunes, 24 de septiembre de 2018
viernes, 14 de septiembre de 2018
Novedad Editorial: Jorge Rivelli
jorge rivelli (bs. as. 1954) poeta y enólogo. publicó: un tiempo para matar- arché
ediciones, colección plaquetas (1991)-,
movimiento en fuga – arché ediciones, colección plaquetas (1992)-, trompe
l’oeil –arché ediciones (1994)-, hebra mojada –en colaboración con alejandra
mendé - plaqueta ediciones rebus, colección cuadro conjetural (1997)-; matambre
–papel tinta ediciones, colección pluma fuente (2004)-; las calles terminan en
los bares – papel tinta ediciones, colección pluma fuente (2005) - premio fondo
nacional de las artes (2004)-; platos de agua / copas de fuego-homenaje a
charles bukowski-, omero libros (2012); a mi primo sergio (el barítono) – omero
libros, colección plaquetas (2012)-; baila baco baila, editorial la porteña,
colección acento urbano (2013); manhattan gandhi, editorial la porteña,
colección acento urbano (2014). formó parte de las antologías: legado de poetas
( poesía social argentina 1956-2006)- ediciones patagonia 2007- y poetas &
putas -ediciones patagonia 2008-. de 1999 a 2009 dirigió la revista de poesía
omero.
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Poesía
martes, 11 de septiembre de 2018
Isidoro Blaisten: Edith Piaf ha muerto en la lluvia
Isidoro Blaisten |
‘El ruiseñor canta
mal’
Jean Cocteau
Nada
más que su voz de costurera sola
de
mendigo golpeando en una estrella.
Nada
más que su voz y una violeta pisoteada
/ mojándose en la lluvia.
Nada
más que su voz y una luna de cartón y cabaret llorando.
gastadas
lágrimas de glicerina
mientras
un hijo muere y se caen las lágrimas
como
harapos al borde de violines.
Nada
más que su voz que un arlequín escucha
en
un gran hospital abandonado
mientras
quizás la nieve
un
bulevar
la
cárcel
digan
que también la conocieron.
Quizás
hacia las dos de la mañana
cuando
bajan los ojos las cortinas
una
puta, un solterón, un saltimbanqui
alguien
que alguna vez miró bajo los puentes
alguien
que alguna vez lloró bajo la lluvia
digan
que también la conocieron.
Murió
a la hora en que los solitarios
caminan
agachados
doblan
la vida como un diario
la
guardan bajo el brazo.
Esa
mañana
Buenos
Aires amaneció lleno de lluvia.
Junto
a las hojas muertas
un
gorrión se moría de alas a la calle.
Isidoro Blaisten (Concordía, Entre Ríos, 1933₋Buenos Aires, 2004).
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jueves, 6 de septiembre de 2018
Rubén Tizziani: Historia mítica de Buenos Aires
Zoología-híbridos
y musarañas
Están
los que se van lejos y extrañan, se ponen nostálgicos, sentimentales, coquetos;
toman mate amargo, escuchan a Gardel y repiten fuerte golpeándose el pecho:
buenosaires, buenosaires. Escribe nombrando a esta ciudad rioplatense como si
fuera el centro de la tierra. Los cronistas —gente que escribe acerca de los
que escriben— acostumbran entonces a hablar de inocultable amor, voluntario e
inexplicable destierro, desarraigo: el hombre que se fue hace mucho pero no
olvida la ciudad y le amontona cosas,
glosa las calles, las casas bajas de los barrios, los colores mierdosos
de un lugar que trata por todos los medios de nivelar hacia abajo. Hasta ahora
ha conseguido hacérselas pagar a todos los que se negaron a tener la vaca atada
y nunca pusieron guita para el hogar policial, defendieron la democracia ni
participaron de una campaña pro silla de ruedas para los paralíticos.
Están
también las mayorías —llamadas genéricamente porteños—, única especie
condicionada para vivir casi con indiferencia en una región cruel, inhóspita,
inhabitable. Un hábito la distingue: protestar en voz baja, aunque se alegra
cuando meten en cana a un melenudo, un tipo que fuma mariguana en la plaza San
Martín, le afeitan las patillas a la gente o cierran una boite en la que una
mina mostró el culo al subir una escalera. Acostumbra llamársele también clase
media y muestra una extraña predilección por las flores de plástico, las
estampitas, los chistes verdes y los escapularios de Ceferino Namuncurá.
Grosera, reprimida, orgullosa de su mediocridad, de su miedo, ha dejado el
ámbito de la ciudad en poder de policías y colectiveros. Odia a los militares,
pero no se sabe qué raro mecanismo los empuja los 9 de julio a los desfiles
desde hace muchos años; sin embargo, al cruzarse con un uniforme en la calle,
gira un poco la cabeza hacia el lado contrario, mira de costado y dice muy
bajito: hum, hum; aunque no precisamente hum. hum como se lee sino un sonido más seco, más nasal,
irrepetible salvo para otro porteño y con la boca, nunca con la máquina de
escribir. Desde hace por lo menos ciento sesenta años merodea la Plaza de Mayo
tratando de saber de qué se trata sin que hasta ahora se haya animado a
preguntarlo. Para disimular su presencia da de comer a las palomas y ya que
está , cuando ve llegar por Florida y Diagonal a los granaderos a caballo del
Libertador marchando hacia la plaza, la casa de gobierno y el histórico
cabildo, aplaude; entonces los caballos levantan la cola recortada y cagan con
un largo pedorreo.
………
Están
por último las sombras innombrables. Algunas guías de turismo registran las más
ilustres y puede encontrárselas en
lugares predeterminados a los que acuden a abrevar, porque hasta la hacienda baguala cae al jagüel con
la seca: en la esquina de Charcas y Maipú, por ejemplo, bajando de un taxi
cerca de la medianoche. Cuando se abre la puerta asoma, antes que nada, la
punta de un bastón oscuro; explora el aire hasta que al aparecer la mano y el
brazo, la caña toca el suelo. Después un
pie, otro, la sombra entera erguida, solitaria, parada en la calle como símbolo
de la desolación, dando frente a donde debe
suponer (o sabe con certeza) que está la vereda. Tantea el pavimento, da
un paso y se detiene observado por el
cana de la esquina que lo confunde, seguramente, con un animal de existencia
real.
Se
detiene, mete la mano en algún bolsillo, revuelve y saca una pequeña caja; la
sacude cerca de la cabeza, lucha con ella en silencio, la abre y extrae un
objeto que la oscuridad y su premura en ocultarlo no dejan siquiera adivinar de
qué se trata. Después deja caer la caja de cartón, abierta, en el suelo, ajeno
a la curiosidad del milico que no interviene, disuadido, tal vez, por su
engañoso aspecto inopfensivo. Acabada la ceremonia, arranca buscando con la
sensible punta del bastón el cordón de la vereda; se detiene al llegar, gira un
poco la cabeza sonriendo y sube; amenaza tomar hacia la derecha, por Charcas,
pero se decide finalmente por la izquierda, cruzando la vereda en diagonal
hasta encontrar la tranquilizadora referencia de la pared.
A
esta altura del rito ha conseguido que hasta el tira se olvide de su presencia
y un inocultable regocijo le recorre el cuerpo: si se lo mira desde atrás, es
fácil percibir que una risa silenciosa lo conmueve. Camina hacia Paraguay
aunque no alzanza a llegar: la ciudad lo devora, pero las sombras son
indigeribles y lo vomita al amanecer del día siguiente.
(de
Los Borrachos en el cementerio,
Buenos Aires, 1974)
Rubén Tizziani (Vera, Santa Fe, 1937).
Narrador, periodista y guionista. Ha publicado las novelas: Las galerías
(1969), Los borrachos en el
cementerio (1974), Noches sin lunas ni soles (1975), El
desquite (1978), Todo es triste al volver (1983), Mar
de olvido (1992) y Un
tiburón de ojos tristes (2001). Asimismo publicó una biografía de
Alberto Olmedo, Un poco menos pobre (1992).
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