Ana Maria Haddad Baptista |
Marco Lucchesi nació en Rio de Janeiro (RJ), en 1963. Siempre actuó, en diversos niveles, a favor del diálogo y de la paz entre Occidente y Oriente. Presidió la Academia Brasileira de Letras (ABL) de 2018 a 2021 y con eso abrió muchas fronteras. “El poeta y escritor Marco Lucchesi terminó, después de cuatro años de mandato, una de las gestiones más singulares, expresivas y (¿por qué no también?) inclusivas de la historia de la Academia Brasileira de Letras al abrir aún más las puertas de la institución para artistas que hacían a la lengua portuguesa trascender la gramática y transmutarse en diversas formas de arte. Lo popular nunca estuvo tan próximo de los inmortales de la ABL como ahora, después de (¿por qué no también?) la ‘Era Lucchesi’, un período, sin embargo corto, pero que registró acciones memorables, una de las cuales es la de llevar libros al mundo por los navíos de la Marina, ‘libros como remedio en los navíos de la esperanza’, dijo Lucchesi”.2
Además de eso, intensificó acuerdos y colaboraciones con diversas academias del mundo (el eterno puente entre Occidente-Oriente). Poeta, novelista, ensayista, memorialista, profesor, editor y traductor, se graduó en Historia por la UFF, maestro y doctor en Ciencia de la Literatura por la UFRJ, con posdoctorado en Filosofía del Renacimiento en la Universidad de Colonia, en Alemania. Bajo la dirección y tranquilidad de los grandes sabios transita por más de veinte lenguas. Pero sin la ilusión de los prepotentes de que Babel sea infinita. Al ser preguntado sobre su pasión por las lenguas, responde: “(…) soy dominado por los idiomas. Es una característica familiar. Mi abuelo paterno salió del campo de concentración de Mauthausen porque aprendió rápidamente el alemán. Y otras lenguas. Gusto de todas. Cada lengua me fascina. Todas poseen un grado de belleza intransferible. Huyo del estudio de nuevas lenguas, porque busco horizontes diversos. Y cuando lo niego, cuando me rehúso a estudiar otra lengua, listo: me veo buceando en los mecanismos de una lengua que deseo aprender. Pero huyo actualmente. El portugués y el italiano hicieron morada en mi corazón. Gusto de las raíces antiguas de la lengua (portuguesa), de su ecumenismo ibérico, desde el punto de vista de la semántica, una lengua con antiguas ligazones con el latín, última flor de Lácio, como dice el poeta, pero no tan reciente así. Gusto de lo digital brasileño, de las lenguas indígenas que lo atraviesan, de las lenguas africanas. Gusto de esa forma avasalladora. El portugués en tanto lengua de frontera”.(3)
Autor, entre otras tantas tipologías, de las novelas O bibliotecário do imperador, O Dom do Crime [traducido y publicado en Argentina en 2023, por la editorial InterZona, N. de T.] y Adeus, Pirandello. Domínios da Insônia reúne, en gran parte, su obra poética completamente revisada. Carteiro Imaterial, Cultura da paz integran, entre otros, el conjunto de libros de ensayos. El poeta posee también libros experimentales, como por ejemplo Rudimentos da Língua Laputar. Tradujo, entre otros, a Primo Levi, Umberto Eco, Rilke, Rûmî, Barbu, Khliebnikov, Silesius, Juan de la Cruz, Francisco Quevedo. Doctor Honoris Causa por las universidades de Tibiscus y Aurel Vlaicu de Rumania, comendador de la República italiana, recibió, entre otros, los premios Jabuti, Premio Pantera d’Oro, Città di Torino, George Bacóvia. Conferencista en varios países de Occidente y de Oriente. Sus libros ya fueron traducidos a más de diez idiomas.
Al analizar, más de cerca, el recorrido literario de Marco Lucchesi, se concluye, con cierta facilidad, que el escritor no para. Nunca. Además de que su conjunto de obras ha sido estructurado y regido por la estética del laberinto,(4) podemos afirmar lo mismo de su trayectoria como uno de los mayores y mejores escritores vivos de Brasil y no sería exagerado afirmar: del mundo. La trayectoria del escritor es tan plural como la diversidad de su obras. En esta trayectoria resplandece una obra suya: Paisagem Lunar.
El libro, versión e-book (disponible en más de 1500 librerías virtuales del mundo, además de las brasileñas), reúne, con la revisión meticulosa (sabido es el incansable perfeccionismo del escritor, que tiene la aguda consciencia de los grandes maestros del eterno inacabamiento de una obra artística) de sus tres obras anteriores, versiones impresas y en e-book. O sea, Trívia (Editora Patuá, 2019), Vestígios (Tesseractum Editorial, 2021) y Arena Maris (Tesseractum Editorial, 2021).
Paisagem Lunar, comenzando por el título, remite y promete sin decepciones, a un verdadero ejercicio de nuestras más agudas, siempre imperiosas, indagaciones subterráneas. Sí. Paisagem Lunar evidencia, objetivamente, el hombre subterráneo que existe en Lucchesi. Proceso que, inevitablemente, nos hace recordar a Nietzsche en el prólogo de Aurora:(5) “En este libro se halla un ser subterráneo trabajando, un ser que perfora, que excava, que mina. Él será visto –presuponiendo que se haya visto para ese trabajo en profundidad– lentamente avanzando, cauteloso, sumamente implacable, sin mucho revelar la aflicción causada por la extensa privación de luz y aire; hasta se podría decir que está contento con su oscura labor”.
Para quien conoce, incluso aunque no sea mucho, la trayectoria de Lucchesi sabe, hasta por medio de las decenas y decenas de entrevistas que concedió a lo largo de su vida, que su proceso de creación, remite por sí mismo, a una estética laberíntica. Esto caracteriza, por encima de cualquier cosa, la permanente inquietud hirviente (¿febril?) del poeta que se impone desde que era niño y adolescente. El quería el mundo, saber todas las lenguas, comprender los misterios. Por las diversas informaciones dadas por él, en las más variadas situaciones (y no solamente en entrevistas y decenas de lives) Marco siempre poseyó, todo lo indica, cuadernos de anotaciones. En palabras del autor en el Prólogo de la obra: “Una trinidad en ruinas: Trívia, Arena, Vestígios. Apadrinada con el subtítulo: diario filosófico, de abordaje incidental y fragmentario. No busca el todo ni pretende hacerlo. Antes, refleja un basso ostinato. Hojas de cuadernos olvidados, datados o no, que, a cierta altura, dejaron de hacer sentido. Sobreviven, esparcidos. (…) Ningún lugar vacío: y tránsito. Espejo partido en mil pedazos, que me desvela irregular”.(6) Bajo las luces de Jean-Luc Nancy,(7) obsérvese que Lucchesi hace del pensamiento movimiento. De este movimiento su mundo va en busca de reunir, así como de reunirse a sí mismo. Pero sin la pretensión de la unidad o de una totalidad. “Es igualmente tensión, atención, intención e incluso más-allá: ímpetu, vuelo o buceo en dirección hacia la esencial coexistencia de todas las cosas”. Destaca que: “Viví durante muchos años atraído por la noción de densidad que el campo metafísico inauguró para mí desde mis quince años. De esa época resulta un estudio disciplinado y atrevido de la lógica formal, de la cosmología, de la metafísica, a partir de una orientación escolástica. No de la pequeña escolástica, sino de la escolástica seria, inteligente de un Maritain, de un Garrigou-Lagrange. Estudios que venían siendo realizados en latín, y que apuntaban hacia las substancias y categorías, que se enraizaban profundamente en el aspecto de la psicología filosófica, como se llamaba. Desde entonces, el arquetipo del abismo rige mis cuestiones, buscando en la literatura clásica y en una lección de las múltiples camadas textuales una idea de subyacencia, de las cosas latentes, en un movimiento de ostra y perla, en la poesía de Rûmî y Attar. Fui una especie de logonauta en la adolescencia y en la primera juventud, buscando la elaboración de conceptos que ensanchasen nuevas esferas de lo inteligible. No podía no soltar los universales y los trascendentales. Y seguí por la teología mística de Pseudo-Dionísio. Mi corte epistemológico ocurrió durante mis estudios de Antropología e Historia hechos en la Universidad Federal Fluminense. Desde entonces comencé, a partir del perspectivismo nietzscheano y más tarde deleuziano (¡pero sin fanatismos!) a comprender la vastedad de la superficie. De una superficie que se volvía profunda y de una profundidad que sólo podía ser alcanzada por la superficie. Todas estas nociones fueron elaboradas en la construcción de un paradigma nuevo dentro de mi universo poético”.(8)
Cuando fue preguntado en qué medida literatura y filosofía podrían dialogar: “Estudié filosofía desde muy temprano. Siempre la fascinación de las ideas. Hojeo mis antiguos cuadernos de lógica formal y metafísica. Comencé con la escolástica, con la técnica ardua y precisa, desde el edificio de Tomás de Aquino, sólido e imponente, que se eleva hacia una zona inefable, como la idea de la paja, como dice Tomás antes de morir. Recomiendo a mis alumnos el estudio de la escolástica. No para permanecer atado a una dirección, sino para crear una disciplina, un atelier del pensamiento. Estudié Platón y Aristóteles, directamente en los libros. En un cierto nivel, los manuales se vuelven más complejos, en cierto sentido, evidentemente, que la lectura directa de los textos. Después Descartes, aquel que no fue cartesiano, como me gusta recordar. Y muchos años con Hegel y Kant. Estudié en Alemania, en mi posdoctorado, sobre filosofías del Renacimiento, que me encantan, con aquella superposición de familias neoplatónicas, y aproximaciones poco ortodoxas con la alquimia y la cábala. No veo separación. No aseguro que las obras se resfríen. Porque se trata de un pensamiento emocionado, de fondo agustiniano, por así decir, como la escritura poética de los filósofos romanos como Constantin Noica y Lucian Blaga. Una mirada sobre los presocráticos puede aclarar mjuchos aspectos sobre la presencia de la filosofía para más allá de sí misma, o de los sistemas omnívoros que se organizan en vastos repertorios específicos, cerrados. El diálogo se dio en un principio y no se debe perder en un siglo en el que la frontera de los géneros se está volviendo cada vez más ambigua, creando nuevos lenguajes e inusitadas proximidades”.(9)
Paisagem Lunar es, sin duda, un libro que transita y camina por las más variadas áreas de conocimiento bajo una continua indagación epistemológica. Lucchesi cumple una vez más, lo increíble subterráneo presente en todo el conjunto de obras. No importa la tipología textual. O sea: escavar, sin pena, al centro de sus inquietudes (y las nuestras) por todos los campos. Entretanto, ¡aquí va una advertencia! Tenemos que prepararnos para una incursión diferente. Aquellas que nos suspenden las visiones que salen del sentido común. En las palabras del filósofo Ciprian Vălcan: “Marco Lucchesi es un espíritu de la categoría de los herejes. Viene guerreando contra las fórmulas ideológicas siempre prontas a engullirlo, rechazando tímidamente sus intenciones totalizadoras, su fe irracional en haber descubierto la verdad última, verdad esa capaz de poner fin a la historia. Él ha buscado siempre ser desactual, o sea, mantenerse a distancia de los caprichos y de la tiranía de la moda, pensar con la perseverancia a su propia manera, sin que los aplausos o los silbidos de la platea influencien de alguna manera sus preocupaciones. Hijo de inmigrante, acostumbrado desde pequeño al trabajo manual y a la fascinante realidad de la materia, él se ha mantenido siempre lejos de la afectación de los intelectuales con pretensión de superioridad, prefiriendo mantener límpida su visión, más allá del filtro de las teorías o del canibalismo de los conceptos, de modo de estar todo el tiempo preparado para abarcar, sin distorsiones, la complejidad y la belleza del mundo. Prefiere permanecer a la sombra justamente para no verse obligado a aceptar ningún tipo de compromiso, para poder permitir el desenvolvimiento orgánico del propio pensamiento, que transita por uno de los más originales caminos de investigación de la realidad de las últimas décadas”.(10)
En la primera parte del libro (todas las partes poseen ilustraciones abstractas), el escritor va en busca de conceptos que buscan situar el espacio del fragmento que, en verdad, son los aforismos de la composición de la obra en cuestión. El lector, más que nunca, tiene una especie de presentación de la estructura del libro en general. ¿Finalmente, qué es un fragmento? Innúmeras “respuestas” para tal pregunta. Entre ellas: “Fragmento: apartada conjunción de geometrías” o “Constelación de ideas y archipiélagos: suspendidos en estado larval”.(11) Abstracciones inseparables de la poesía de Lucchesi. A cada parte del libro el autor elige un tema más específico. Uno de ellos, en la difícil selección que obligatoriamente tenemos que realizar, es lo que dice respecto a la Matemática bajo el título Poesía y Matemática no son enemigas. Lucchesi va al fondo al reflejar los puntos comunes entre la matemática y la poesía. Obsérvese que el autor ya tiene publicado (y muy circulado por el país) un libro llamado Hinos Matemáticos y otro lanzado recientemente bajo el título Marco Lucchesi: Literatura y Matemática. ¿Lo que más llama la atención? Se disuelve ante nuestros ojos la famosa antítesis, que reina en el sentido común, de que literatura y matemática son completamente distantes y “enemigas”, como dice el poeta. Afirma: “La matemática y la poesía coinciden en tanto instancias radicales de creación, con la misma audacia de quien se equilibra en una cuerda sobre el abismo”.(12) Prosigue: “Pensar a través de las palabras. Números. Imágenes. Ganancias y pérdidas. Un paso más: no pensar la música sino en su lenguaje”.(13) Aquí vale una gran aclaración: Lucchesi no compone un recorte en la matemática simplemente pedagógico (aquel, por regla general, que hace pequeñas rimas y versos pobres con algunas “imágenes” del área). No. El abordaje de Lucchesi es conceptual. “Dar la bienvenida a la noción de obstáculo epistemológico, en tanto intrínseca espesura de la matemática, como un bello atardecer, límite del pensamiento apolíneo, sin despreciar la belleza de la noche y sus potencias”.(14) Al finalizar, como un todo, Poesía y Matemática no son enemigas, no podemos dejar de pensar, de hecho, cuánto de la matemática posee una densidad conceptual que bucea en conceptos muy queridos a tantas otras formas de pensamiento. Dígase: como tan bien nos esclarece Pierce. Es uno de los talentos de Lucchesi. Llevarnos al límite de nuestras propias indagaciones más profundas. Cada aforismo nos lleva hacia otros que agudizan y desestabilizan nuestras posibles certezas. Arrebatador cuando el autor nos provoca con la siguiente cuestión: “¿Tema para un interminable seminario de filosofía: el matemático inventa o descubre?”.(15) Tal provocación merece reflejar, bajo la perspectiva de Deleuze, que la Naturaleza no se deja llevar por una oposición a la costumbre, visto que existen costumbre naturales. Y así siendo la Naturaleza no se opone a la invención, no siendo, de esta forma, las invenciones sino descubiertas por la propia Naturaleza. Lucrecio (aún bajo las luces de Deleuze) nos lleva a pensar en una compensación, o sea, la infelicidad del hombre no proviene de sus costumbres, convenciones e. invenciones. Pero si no da distinción de lo que sea el mito (aquel que inmoviliza falsedades) y aquello que proviene de la Naturaleza, así como saber distinguir lo que de hecho es infinito y lo que no lo es.
Lucchesi no concede. El libro es gradualmente implacable. Quita el aliento de quien, e hecho, está dispuesto a un buceo hacia dentro de sí mismo. Pero cómo eso podría atenuar (¿o profundizar?) las habituales infelicidades, teóricas o no, que insisten en nuestra memoria. Más inmediatas o más distantes. Poco importa.
Partiendo hacia otros aforismos del libro el lector depara con más paisajes que perforan (¿la espada de San Jorge enfrentando al dragón?) nuestros repertorios de insuficiencias. Lucchesi nos conduce a los ríos de Heráclito: “Nadie entra dos veces en el mismo libro. Tal vez siquiera una sola vez”.(16) Síntesis máxima que profundiza nuestro estar en el universo que fluye y cesa la inmobilidad, otrora tan imaginada, así como la cuestión de la lectura, instigante-intrigante, de un libro. Luego, de inmediato (¡cuán difícil es seleccionar!), un diálogo con Dostoievski: “El Evangelio de la resurrección de Lázaro: Sonia y Raskolnikov. Nada sabemos del futuro. ¿Un hombre nuevo después de Siberia? Potencia narrativa, ‘pero lo nuestro se termina aquí’. Crimen y castigo: a muchas verstas de Castigo y redención. Mucho otros aforismos de esta parte van a trabar una verdadera lucha entre el autor y cuestiones que nos envuelven solapadamente.
Nuevamente somos obligados, para este texto, a seleccionar puntos del libro. Misión casi imposible. Me salvo (casi una cobardía), por medio de un bello aforismo del autor… “Lo que se pierde se concentra en el infinito”. ¿Pero cómo dejar de mencionar los bloques de memoria del autor que pasan por la obra y actúan, singularmente, en el estilo de la obra? “M. era joven. El libro, cuando cumpliría 24 años. La locura lo fascinaba. Del subsuelo de Dostoievski a la torre de Hölderlin. Tenía sed del mundo”. Continuando: “A los ochenta años mi padre buceó, vivo, en las aguas frías de Letes. Nada más alcanzaba. Mientras el mundo ya no existiese, jamás perdió un verso de Dante”.(20) Continúa: “Vivió cinco años en silencio, recitando apenas, cuando era instado a hacerlo, los cantos de la Commedia. La poesía vence al olvido. ¿Flatus vocis?”.(21) Un aforismo extremadamente vigoroso. Dolorido. Las aguas frías del olvido en su punto máximo en lo intangible del ser. Con todo, la poesía todavía consigue vencer la soledad del silencio. O: el silencio de la soledad.
Al finalizarse la lectura de Paisagem Lunar algunos puntos son centrales. Uno de ellos, de suma importancia, es concluir con Deleuze que “no es filosofía todo pensamiento en general, toda concepción del mundo, pero, una concepción de mundo, es filosófico aquello que expresa un equilibrio correspondiente a la condición de la humanidad, una sabiduría que sobrepasa los desequilibrios, (…) una construcción del hombre no como especie biológica, sino como se moral y racional”.(22) En esta misma perspectiva, seguramente, Lucchesi posee una concepción propia de la filosofía. Tal concepción nos autoriza a afirmar que él comprende la filosofía, en la teoría y en la práctica, no como mero apoyo de reflexión para otros sectores del conocimiento (como denunció, con furia, Deleuze). No. La filosofía de Lucchesi crea e inventa conceptos con el rigor necesario de los grandes pensadores y, seguramente, posee una arquitectura musical oscilante (¿delirante?). Agreguemos que: “El método de Marco Lucchesi es detectivesco. Utiliza resultados recientes de las ciencias, textos olvidados de grandes autores clásicos u oscuros, así como el inmenso tesoro de sus conocimientos de políglota con el fin de reconstruir la verdadera trayectoria de una cuestión cuya solución él mismo dará”.(23) Otra cuestión que se coloca –sabiamente debatida sin respuestas totalizadoras– sería en qué medida poesía y filosofía pueden reflejarse o espejarse. Entretanto, para quien conoce el conjunto de las obras del escritor la cuestión es más imperativa. ¿Cómo se sitúa Marco Lucchesi, escritor, en tal discusión? Nada simple ni mucho menos definitivo. Algunas pistas nos autorizan a afirmar que la base primordial del escritor es la poesía. En la teoría y en la práctica. Inseparable de la pluralidad escritural del autor (novelas, ensayos, discursos, entrevistas, testimonios). Lucchesi: “(…) la poesía es el lugar de encuentro. El coro de voces. El comienzo del proceso, el sentimiento del mundo y sus intensas resonancias. La poesía en todo. Incluso también en otro género literario o dirección. Las fronteras cayeron. La búsqueda del silencio y de la profundidad me lleva a ruidos y superficies”.(24)
Digresión necesaria:
“Doy una señal de quién soy, pero eso no garantiza que así me vean, como también la señal que me viene de las personas y que reconfiguro dentro de mí. Soy habitado de muchas formas, por tensiones que contrastan y mal sé definir la parte dominante en este terreno pantanoso que me encierra. No busco tus ojos. No dirían cosa alguna sobre mí. Nada me dicen. Nada me alcanza. Ahora, soy el primero en no saber de mí. No encuentro una mísera señal. Cuesta forjar incluso una frágil solución de continuidad. Nada sabemos de nosotros”.(25)
Paisagem Lunar, Marco Lucchesi. São Paulo: Tesseractum Editorial, 2021, 245 páginas.
Traducción: Demian Paredes, Buenos Aires, 2024.
Publicado originalmente en Revista da FUNDARTE (2022).
https://seer.fundarte.rs.gov.br/index.php/RevistadaFundarte/issue/view/82
NOTAS:
(1) Profesora e investigadora de la Universidad Nueve de julio. Maestra y doctora por la PUC/SP. Posdoctoranda por la Universidad de Lisboa y PUC/SP.
(2) Entrevista de Mauricio Cannone. Revista Comunità Italiana Nº 281, diciembre de 2021.
(3) Entrevista de Anna Luiza Cardoso en https://lvbco.com.br/entre-armas-e-livros-qual-a-duvida/
(4) La cuestión es analizada, bajo diversos ángulos, en la obra Marco Lucchesi: estrela-poética-labirinto. Tesseractum Editorial/FUNDARTE, 2021.
(5) Friedrich Nietzsche, Aurora: reflexión sobre los preconceptos morales. Traducción, notas y posfacio de Paulo César de Souza. São Paulo: Cia de Bolso, 2016. p. 9.
(6) Paisagem Lunar, p. 11.
(7) Jean-Luc Nancy. O peso de um pensamento, a aproximação. Traducción de Fernanda Bernardo y Hugo Monteiro. Coimbra: Terra Ocre Edições, 2006. p. 9.
(8) Entrevista de Nonato Gurgel para su tesis de doctorado, en el departamento de Ciencia de la Literatura. Facultad de Letras de la UFRJ, 2003.
(9) Entrevista de Ana Maria Haddad Baptista. Revista Filosofía Nº 128, Ciencia & Vida, agosto de 2017.
(10) Paisagem Lunar, 8.
(11) Ídem, p. 20.
(12) Ídem, p. 77.
(13) Ídem, p. 78.
(14) Ídem.
(15) Ídem.
(16) Ídem, p. 172.
(17) Ídem, p. 198.
(18) Ídem, p. 107.
(19) Ídem, p. 182.
(20) Ídem, p. 208.
(21) Ídem.
(22) Gilles Deleuze. Cartas e outros textos. Traducción de Luiz B. Orlandi. São Paulo: n- 1 edições, 2018. p. 115.
(23) Paisagem Lunar, p. 9.
(24) Marco Lucchesi. Entrevista (citada) de Ana Luiza Cardoso.
(25) Marco Lucchesi. Adeus, Pirandello. Santo André (SP): Rua do Sabão, 2020. p. 122.