martes, 8 de octubre de 2019

Daniel Freidemberg: Poemas





Daniel Freidemberg




























No se tienen noticias de Néstor Martins


                  I

Y es posible que en este momento,
                                                    de su cuerpo
se estén desprendiendo pedazos
cada vez más chicos,
—pedazos tibios, compactos, doloridos—
pedazos iracundos que ruedan
y que van desprendiendo, a su vez
más y más pedacitos
hasta entrar
              en silencio
en el polvo dorado
de las últimas hojas que caen de este otoño.

Tal vez recorra ahora las raíces
con sus cuatro golpeados retazos de ternura,
sienta golpear la lluvia
                                  a través de sus costillas,
sienta el sonido en general
              de nuestras cosas
                           grandes o pequeñas,

mientras su nombre anda por el invierno
con nosotros.

                  II

Tal vez ahora mismo
alguien,
              de pronto
esté alzando la mano,
una gran mano abrupta,
apriete bien su corazón
con esa mano
y grite,
y grite,
ante el gran desconsuelo de la muerte,

alguien
golpee las paredes de la muerte
y él,
desde cada rincón
                       de sus pedazos
                       la golpee,
y alguien,
     muerto de frío,
     triste,
     vecino
     o fugitivo
sienta
         cómo su nombre
por el invierno
                      anda,

en contra de la muerte
con nosotros.


(Blues del que vuelve solo a casa, 1973)


Luces que a lo lejos

Viejos dibujos de las ramas:
hojas
     no quedan
-se volaron-
ni
  sombras que añorar
ni
  plata en los bolsillos

nada hay
     (sólo gestos
     como venidos de otros gestos
     "tres o
     cuatro palabras"
     que el viento no pudo arrasar)

Esto hay: el
fuego en la cocina
el
  poco de amor
que sobrevivió a la intemperie
(y entre la lentitud de la nostalgia
uno
se preguntaba a qué volver)

Todo el cansancio se ha juntado
(es un punto)
el dolor estalla como sol
(despacio las
hojas
vuelven a caer
como creando el
aire en que se mueven)

Uno quisiera juntar todo
hacer
     algo con todo: un
humo que
     nada pueda apagar
Bajo el burlón
mirar de las estrellas
uno se atreve a preguntar
por el capítulo que viene

y es alto el cielo y
no hay respuesta

Ahora se acerca la
    cercanía de las cosas
la concordancia de un lugar
que
   tal vez siempre estuvo ahí

alguien
-ahora-
silba o
      se mueve tras los vidrios
como empañados de algo
que
   ya no importa qué es


¿Es este el paso?

Eugenio Montale se murió
hace algo más de un mes.
Antes dijo lo suyo y también calló
un montón de otras cosas.
¿Qué sino todo lo callado
sostiene estas imágenes
que giran ahora entre los hechos
como moscas? En esta habitación la luz
espesa es, y confusa: se puede mantener
abiertos los ojos y pensar.
¿Qué forma, al caer, como círculos de agua?
¿Qué hasta tocar las cosas y
volver? "Aquí hubo un hombre", digo, siento el
peso de las palabras
-algunas- en el alma.
¿Qué ondas hacen al hombre entre los
hechos que
zumban, asisten, no explican nada?

(Diario en la crisis, 1986)


Mirada de perro

Urdía el rumor de una mujer la calma
una mujer
         que contaba los ángeles del cielo
como si condensara el mundo en sí
y yo era como un perro a la siesta, mirando
                  el sucederse de las cosas
que ah sí estallaban sí y también
       sabían recomponerse
       como diciendo "a ver qué pasa"

y eran los días y las noches, y era
   la nitidez de una naranja al sol
   como diciendo "una naranja"
   "¿Sí?" dice la mujer pregunta "¿naranja?"
   "Sí" dice el coro
                                      ¿Sí?
Ni ella ni yo lo comentamos, ni ella ni yo
   sabríamos alcanzar
                                    ciertas palabras
tal cual los ángeles del cielo que ah estallaban
   al roce de un cambio de luz
y eran caídas plumas de ángel que
         los dos juntábamos
                como diciendo "algo a juntar"

Y esa es la historia ¿esa es la historia? un hombre
   a su manera ordena el caos
           que resplandece ante sus ojos
y la mujer cuenta los ángeles, los hace danzar
           al ritmo de sus lentos modos
           como reflejos de oro lento en las nubes
           que anuncian tormenta
Y ella sospecha
               que entre ángeles y perros
hay un secreto que debe descifrar
     "todo ángel es terrible" dice,
  quién sabe si al perro o a mí.


Lo espeso real

Ahora que fuimos expulsados,
gracias a Dios, del Paraíso,
se largó a llover
un agua débil que se alarga
en redes de grisura y música.
"Esto" dijiste "no debía ser así"
pero es así. Más que
maneras de filtrar la luz, más que
armarle al alma un orden suave
de lo que se presenta ¿pasos?
¿algo así como pasos? ¿un
              lento acercarse
del fondo de la materia a los ojos?
¿a algo que mira detrás de los ojos? "Ya
no vamos a volver", te dije, pensaba "esta es mi casa",
"lo que se mueve -pensé- afuera y adentro es lo mismo".
"Estás pensando demasiado", dijiste, y mirabas
esa otra agua, la de mis palabras,
también cayendo, quebrándose también
contra la piedra de todas las cosas,
ni transparente agua ni opaca, agua de aire confuso.


La zona

"Ahora que fuimos expulsados,
gracias a Dios, del
Paraíso" dije
sobrevolado por
una tristeza
como agua estancada

-agua que refleja
los tonos del crepúsculo
(en franjas negras y naranjas)

agua
que a ratos temblaba
al fugacísimo paso de un insecto
(¿no ves ahí correrse los
pequeños círculos, los ves?)-

y acaso miré
la masa de aire en torno
por donde avanzaban
penosamente las palabras
como si dieran por perdida
su competencia con lo real

y acaso escuchabas:
tu mano giró
como una bailarina de aire sobre sí
o como si modelara algo en la nada y
bajó
en un planear de hoja de otoño en calma
bajó
mano en sí exacta en calma
tal vez dispuesta o resignada ya a posarse en
un girón
de materia del cosmos

"¿lo comprendés?", dije, y
creí oír cantar
ya no sirenas, no, sino el
roce o contacto
entre tu mano (un modo
particular de la materia) y
aquella escena en general

"Todo está bien" dijiste o
dije y
pensé
que estábamos aún
en la zona vaga
de la que no podríamos ya salir:

tierra de nadie y ecos
de ajenas batallas,
molestias de estómago, despertar
confuso en la noche y
tantear
tratando de recordar dónde estaban las cosas,
suspirando al tocarlas.


No ángel, no héroe volador, no albatros...

No ángel, no héroe
volador, no albatros:
hoja de diario arrastrada
como pañuelos de
la civilización
devueltos al orden de las cosas.
Tienda de todo lo que no es,
trazo del alma de lo real
sobre el paisaje neblinoso
del primer día del año
desierto ya y recomenzado
en la ciudad que es como el mar.


Como la moneda tirada en la calle...

Como la moneda tirada en la calle, como la
moneda gastada y
               variada en color,
como eso que antes era una moneda y hoy
pregunta por nosotros.
La historia está por empezar, los temas
contra esa escena se apelmazan
y no hay tristeza ni alegría especialmente, no hay
                   sino formas durando
que esa moneda ya no compra ni paga.
Ella está aquí para otra cosa
y eso nos basta, digo yo.

(Lo espeso real,1996)


Cosas / Oír / Rodar

i

No hay nada, sólo cosas.

No hay nada, las cosas tampoco.

Oír afuera un rodar de las cosas
a la hora en que va a amanecer,
oír un gasto que avanza.

Algo se ha roto o nunca estuvo, ¿era el alma?
Cosas que ruedan, ahí afuera, no hay nada.

ii

Así es que empieza la mañana: no con
una explosión, con un bostezo.

Así es que otra vez todo se puso a rodar.

"Y no entres manso en eso que viene, rabiá",
subía el ruido de lo que rodaba, y entré

iii

Cerrando ahora la puerta
del ascensor, buscando
la llave de la calle, mirando el tránsito:
“perdí los años que iban a venir”

"Ahora estoy libre", pensé por un
momento,
como quien cae al agua de la mañana lo pensé.            

iv

Viene el verano, viene con
dolor de huesos,

viene con su estopa.

Sentado, en el recuerdo, frente a un mar
siempre recomenzado, escribo

no con palabras
sino con sombra de palabras, filtraciones
de un turbio noviembre.

v

"Amor", he escrito, yo no estoy acá.
Amor se escribe en otro lado.

vi

Entre el crujido urbano, entre el
venirse atrás del alma

Escribo contra lo mejor de mí

Para decirle que se cuide, que
no se vaya aún,
que lo que llega ante los ojos
es grande y crece como pasto en las ruinas
de lo que se llamaba el corazón

vii

Ahora, con el calor
que avanza,
tratando de aclarar un poco
las acumulaciones de la mente
oigo tu voz por el teléfono
como quien piensa "algo hay"
o "dónde estás"

y la mañana afuera es agua espesa, orín,
luz que hace mal

Espero, quiero decirte, estés a salvo
de los asedios de este mundo y otros.

viii

Sol, además, ahí afuera eso, el sol,
que sube afuera de nosotros
Ya no es lo que llamábamos "el sol"
ni "la vida" es la vida

¿Y entonces qué habla por esta boca, la muerte?
¿Qué sobreimprime al sol esa palabra "sol"
qué alumbra o hace como que alumbra ahí?

ix

"Alguna cosa que esté bien", iba a decirte
o "pasarán por sobre mi cadáver"

Me preguntaba para qué escribir

Y no es que espere que respondan,  escribo

"Tal vez aún crea" iba a decirte,
pero algo se callaba atrás

x

"Atrás, atrás", como decía el pájaro.
¿Atrás de qué?
En realidad decía "váyanse"

Ventajas de la mala traducción:

yo miro atrás a ver quién habla.

xi

No es que alguien hable, es que
lo quiero ver,
es que no entiendo que las cosas callen

es decir cosas qué hago afuera

xii

"Afuera, afuera" dicen las palabras.
"Afuera", me preguntan, “de qué”
No las escuches, yo me fui

xiii

Si la poesía, si la
pura sensitiva sale
a molestar, dejala

No es que esté bien ni mal: el alma
se deja hacer para durar

Anda en la pura duración
a falta de otra cosa, el alma

xiv

¿Y esa otra duración, el sol
irrealizando la pared, el ruido urbano?

“Irrealizando” escribo “la pared”, escribo “el ruido”,
escribo “el ruido, la pared ¿y qué?”

 “Ahora” escribo, “y en la hora
                       en que lo niegue una vez más”,
escribo como quien
salió a perder: “no hay nada” escribo “que perder.
No hay nada más que cosas, no hay nada”.

xv

"No hay nada", dije, dispuesto a perder,
iba sin alma,
en medio de la mañana, entre los ruidos

(Cantos en la mañana vil, 2001)


Diciembre (V)

Y algo que tiembla, algo que
no sabe qué hacer,
                           la sombra
de la rama del fresno en
la pared.

Diciembre (VI)

No sabe qué hacer
la sombra
de la rama del fresno en
la pared.

Agosto (VI)

No tiene sonido ambiente la escena, una voz
puertorriqueña o colombiana va dando detalles
para entender qué es eso: gente arremolinada
alrededor de acero retorcido y polvo, gente
que gesticula ante la cámara,
mal afeitada gente oscura, y carne
que están cargando en este momento, humana,
en otro lugar del mundo, en directo.

Febrero (VII)

Todo termina, todo empieza,
cae la tarde sobre todo,
todo se aleja entre las luces,
que uno no puso, que ahí están.
Correspondencias irresueltas,
torvo murmullo atrás del ser;
frescos racimos de la carne,
fúnebres ramos al final
y un gran silencio, un gran silencio,
al que no aprendo aún a entrar,
ese callarse de las cosas
que al fin y al cabo no son yo
(raro callarse el de las cosas
que al fin y al cabo no son yo).
Canto lo que entra en nueve sílabas:
el mundo frente al corazón.

Noviembre (XVIII)

Y las cigarras, papá, el olor fuerte a nafta de la chata
ya vieja, la chata, despacio, a los tumbos
por la calle de tierra. Tabaco negro y jabón de afeitar,
pocas palabras de tu parte, ninguna de la que pueda acordarme,
el sol encima, no este que aplasta, el de entonces,
a dónde íbamos, no puedo recordarlo. ¿A acá, a donde estamos?

Noviembre (XIX)

Nunca le hablé de las cigarras, pero
tampoco le importaban. No puedo decir, en realidad,
de qué hablábamos. Las manos en el volante, el tambalear
de toda la chata al salir del asfalto. Eso que miro
con tubos en la nariz, es mi padre, tratando
de decir algo, ¿a quién? ¿a mí?, la frente, las sienes
iguales a las del espejo, una enorme carne pálida.

Mayo (XIX)

y algo en el viento, un rebote
de lo oscuro en la luz,
húmeda aún, ahí posada en las cosas.

Mayo (XX)

Y algo en el viento, ¿cenizas? No, un
Resonar de la noche
                           contra la luz, las paredes de luz
de la luz. O sí, cenizas, sí, cenizas, cenizas.

Mayo (XXI)

Venida, la luz,
a posarse en las cosas.

Abril (XIII)

¿La lírica?, eso que
llaman “yo”,
tomarlo
y arrojarlo a los perros.

Abril (XIV)

Tomarlo con
delicadeza
y arrojarlo a los perros.

 Abril (XVIII)

Los que, esos que
lirízanse,
como sexo a
sí mismos
ante espejo,
los que elevábanse,
los que elabismo,
los que loabsoluto.

¿Y a la hora de
pagar las cuentas, qué?
¿Y a la hora de cobrar?
¿Y a la de lavar
prendas inconfesa-
blemente sucias?
¿Y a la hora de
todo está dicho? ¿A
qué agregar
más ruido al ruido?

¿Y después de
ya sabemos qué cosa,
qué poesía?

Poesía del
todo está dicho, del
no está dicho en
lo dicho, del
no sé. Del
todo está dicho y
qué, del
ruido. De
mirar el ruido y
escribir
atrás o adentro, o
por encima
del ruido, con
ruido, en el
mundo del
ruido, y
qué.

Real

I

Real es lo que
resiste,
ahí
donde el
ángel
precario
que te habita
patalea enojado.

Real es lo que
responde
lo que no preguntaste.

II

Real es lo
que resiste, hay
un mundo en
el mundo

y un zapato
dos
zapatos
y un hilo naranja

ya sin naranja

ya sin nada que atar.

III

Real es
lo que
no da paso

o lo da,

lo que
no espera
que lo pienses:
           
“futuro” y
“pasado”, esas
palabras
endurecidas  por
el aire invernal,

letras
pintadas
en la vidriera
de la mente,

ceden.

Y la mañana
se termina y
al rato oscurece
fuera de todo
lo que
tengas que decir

y todo lo que
va a venir
tarde o temprano
etcétera.

La mano que
dejó la taza
tiembla al
anotar
esa palabra
que después va a tachar.

La mano que
dejó la taza
y al lado la taza
y una pantalla
que acá se abre
como el mundo
pero no es el mundo.

Bombas racimo y
fósforo blanco:
eso es el mundo,

y hojas caídas
del diario de ayer

y el canto del
siniestro pájaro
de las madrugadas
cuando ya no
puede ser tarde
ni alcanza a ser temprano,

y el sabor del arándano
y la tibieza de una piel.

Real es lo que
resiste, a
quién
le importa el
nombre
que vayas a darle:

eso que
viene y
se inter-
pone, entre
vos y la vida
es la vida.
        
Cuerpo en
el aire que
resiste el aire
que lo resiste,
materia en
gloria
de existir:

eso que viene a
darte a ser
en el mundo
lo que
sos de mundo.

¿o no
sos
mundo?

(Materiales, inéditos)


Daniel Freidemberg (Resistencia,Chaco, 1945) Poeta,  ensayista y periodista. En poesía ha publicado: Blues del que vuelve solo a casa (El Escarabajo de Oro, Buenos Aires, 1973), Diario en la crisis (Liros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1986, 2ª edición: 1990), Lo espeso real (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1996), La sonatita que haga fondo al caos (antología personal, RIL Ediciones, Santiago de Chile, 1998), Cantos en la mañana vil (Paradiso, Buenos Aires, 2001), Noviembre (plaquette, Zorra Poesía, Buenos Aires, 2006), En la resaca (Paradiso, Buenos Aires, 2007, 2° edición, coedición entre Paradiso y el Ministerio de Educación de la República Argentina, Buenos Aires, 2014), Sonidos de una fiesta ajena (antología personal, Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012). Poemas suyos integran numerosas antologías de poesía argentina o latinoamericana publicadas en Buenos Aires, México, Madrid, París, Barcelona, Santiago de Chile, Sao Paulo, La Paz, La Habana, Caracas y Ginebra.
Ensayo y crítica: La poesía del 50 (Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1982), La palabra a prueba (Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, 1993) y Cómo se escribe un poema (en coautoría con Edgardo Russo, El Ateneo, Buenos Aires, 1994). Compiló y publicó una veintena de antologías de poesía y es autor de ensayos introductorios para una decena y media de libros, además de las mencionadas antologías. Ensayos suyos sobre temas literarios fueron incluidos en catorce  libros, entre ellos Atípicos en la Literatura Latinoamericana (1996), La irrupción de la crítica (1999), Argentina Fin de Siglo (2002), Literatura argentina. Identidad y globalización (2005), Por Tuñón (2005), Tres décadas de poesía argentina (2006), Fogwill. Literatura de provocación (2011) y Neobarroco y otras especies (2012).
En 1986 integró el grupo fundador de la publicación trimestral Diario de Poesía, de cuyo Consejo de Dirección formó parte hasta su desvinculación, en 2005. Desde 1981viene desarrollando una vasta producción crítica en revistas y suplementos culturales de la Argentina. En 2014 recibió el premio La Rosa de Cobre que la Biblioteca Nacional de la Argentina otorga a la trayectoria poética.