Si tuviera valor
abriría la puerta:
algo acecha
del otro lado.
Escucho un latir
contra las hojas y
tanteo
mi corazón. Si
tuviera
coraje, olvidaría
presentir. El
peligro
su brillo que
despierta más allá.
Para abrirme como
una puerta
como una herida en
dos mitades
*
Si fuera segura
como una montaña.
Si fuera calma, una
piedra de quietud,
mi derrotero
culminaría
–seguramente—
en la cima de
cordura
y así colmada
miraría
desde allí
un ojo de vértigo,
el otro
abismo
*
Rubios velos de
ninfa
aterradas corazas
las morenas
vayan ellas al mundo
Pero a mí no me
saquen del cajón
enterrada en mi
dédalo casi
desnuda no me tiren
de la manga
para qué desovillar
una bota nos acecha
oculta
en la humedad yo
mamo
de mi dedo propio
como una
monja en su
destierro
*
Si mi deseo fuera
perdurar
tomaría la forma
de tu especie.
Pequeña
y húmeda desde el
principio
de los tiempos
confundida con el
charol
de la noche
Hasta en una mosca
se mira
el humano, un ser
fácil
de apartar. Pero
hacia vos
el viaje es
pesadilla.
El espanto nos une
compañera, no
merezco
tu ofrenda, estoy enferma
de amor
*
Vuelvo al último
eslabón de la madre
naturaleza
resto mi cuerpo
en un gasto excesivo
por
desaparecer
en mi larva de
misterio
tu vistazo no podrá
lastimarme, una
lástima
bárbara mi voz
se perderá
como un eco mezquino
: que los hay
los ay
*
Bovino
cérvido
rumiante
oh tú mi pariente
animal
de sacrificio
sostienes la
inhumana
cabeza
con orgullo de
buey que acepta el
peso
de una pasión inútil
Piccolo
Colombo viene de
paloma
decía papá
y su mano callada
acariciaba mi cabeza
reíamos juntos
en el gran comedor
de la casa
recuerdo el anillo
de una voz
luminoso
en su eterno
retorno:
Oh mío babino caro
*
Las escrituras me
sujetan
al orden de mi
hermano,
pero yo, Magdalena,
la descalza,
en sueños soplo
y con mi llanto
deshago
las hojas cinceladas
de la gran catedral
Ah, mi querido Pedro
cuánto darían por
llorar
sobre tu nombre seco
los hacedores de
este mundo
Mejor mi pelo
emocionado en su
caída
que tu acabado
monumento
hacia el cielo
Precario el que
padece tu perduración
Si es que estas ahí
Dame
la noche de las
bestias su oscuro descanso
derrumbarme entre
unos pastizales
después de
relincharle al viento
venirme abajo
como un techo
podrido
sobre las olvidadas
margaritas
el sueño de los
justos, eso te pido:
apoyar mi cabeza
sobre un colchón de
hojas
hasta que llegue el
día y no despierte
María del Carmen Colombo (Buenos Aires, 1950). Poeta. Integró el Grupo de Poesía El Ladrillo.
Ha publicado: La edad necesaria
(1979); Blues del amasijo (1985); Blues del amasijo y otros poemas (1992,
reedit. 1992 y 1998); La muda encarnación
(1993, reedit. 2006), La familia china
(1999, reedit. 2006, 2012) y Los sueños
del agua (2010, poesía para niños); además publicó Santo y Seña (publicación conjunta, 1984) y Folletín (Plaquetas del Herrero, 1998). Ha recibido, en otros, el
Primer Gran Premio de Poesía V Centenario (1992) y Mención Especial Premio
Nacional de Poesía, 1996-1999 (2005). Integra antologías de poetas argentinos
editadas en el país y en el extranjero, entre otras, Puentes/Pontes (Fondo de Cultura, 2003) y 200 años de poesía argentina (Alfaguara, 2010). Colabora en diarios
y revistas. Integra el Consejo Editorial de Hilos Editora. Desde 1980 coordina
talleres literarios.